Diciembre 2013 • Año XII
#27
EL SABER HACER DEL ARTISTA

Omar Estela, hacerse al nombre

Lucía Blanco

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Omar EstelaSin título

Si el tiempo no ataca a la obra, es al obrero a quien muerde… Ahora bien, si deben sufrir la piedra insolente y el bronce orgulloso, que la piedra y el bronce sufran los contornos de la madera perecedera y simulen su esfuerzo caducado: punto de rebelión: honremos las edades en sus caídas sucesivas y al tiempo en su voracidad.
Víctor Segalen [1]

 

Lacan en su homenaje a Marguerite Duras, dice que la única ventaja que un psicoanalista tiene derecho a sacar de su posición, es la de reconocer con Freud que en su materia, el artista siempre le lleva la delantera y que no tiene porqué hacerse el psicólogo allí donde el artista le desbroza el camino.

Omar Estela se propone con la prepotencia del trabajo, refundar la escultura argentina, hacerla, con ganas, existir. Hombre gustoso de la mar, las canteras, los montes y ríos, cuyo taller en Barracas es mezcla de navío y catedral, no le hace asco a lo sagrado. Más bien celebra estados de gracia con la satisfacción que le brinda la ensoñación laboral y su realización.

El trabajo dignifica la existencia en tanto soporta el riesgo que cualquier lazo aloja...

Eso sí, respetando la materialidad y la fuerza de voluntad. Si la escultura es eso con lo que te tropezás cuando vas a ver un cuadro, hay que darle tiempo al tiempo y espacio al espacio. Merodear.

La velocidad es al olvido como la lentitud a la memoria, dice. El peligro actual es que los fondos buitres, luego del estallido de la burbuja inmobiliaria vengan por las artes plásticas.

De repente su libro tiene el siguiente epígrafe de Rilke: "La hostilidad nos es más allegada que nada" por ende, ojo con tirar aceite a las aguas.

Heidegger, en El arte y el espacio plantea tres perspectivas: El espacio en que se encuentra la obra como objeto presente. El espacio que la envuelve, espacio involucrado. El espacio como vacío, el que subsiste entre los volúmenes.

Con la obra de Omar Estela, que él invita a tratarla como relato, cada pieza una palabra, para armar frases, con su obra irrumpe alegremente una cuarta dimensión, la que Duchamp llamaba: la dimensión erótica.

Su obra no está pensada para el goce autista, privado (S.Viau), sino para el jolgorio público.

Atendiendo a las resonancias, donde 2+2 no es 4. Diferenciando resonancias de réplicas.

En la antigüedad una piedra levantada era ocasión para el agrupamiento colectivo, su incidencia significante. El encuentro con las poesías de Víctor Segalen, gracias al generoso Raúl Santana, muestran que las afinidades electivas son de importancia y que los milagros, suceden.

Las estelas votivas, el derecho a la muerte escrita, los epitafios, las promesas, los ex-votos.

Lacan pensaba que Marx se había equivocado al no incluir al valor ritual junto a los valores de cambio y de uso. Luís Gusmán le achaca a Omar Estela una política de la piedra, su carácter nombrante, y arrima la idea de una escultura como eterna disolución. Miguel Briante planta que las esculturas de Omar Estela cobran la extraña fuerza que se da cuando el oficio y el concepto llegan juntos como si fuesen la misma cosa. El ritual de ese oficio queda entero, casi religioso, cada idea es un mojón que empuja otra idea.

Esculpir como una manera de dejar salir al espacio. Chillida consideraba al espacio, materia rápida y a la materia, espacio lento. Supo decir que el obrero saca la piedra de la cantera y mete espacio. En Omar Estela el poder evocante de la escultura, es epifanía de la materia, a veces, la madera vuelve a ser rama, el canto rodado vuelve a ser piedra.

El escultor primero mira, luego toca, toma en sus manos y ofrece. Construye una balsa y se va a naufragar… y apre(h)ende, poder ver las cosas no como son sino como lo que se podría hacer con ellas.

Situado en la propia constelación cultural, interpretando, dado que interpretar no es explicar, sino quedar expuesto a lo que no tiene sentido pleno, un remanente. Con el deseo de nombrar lo que se evade, sin aprisionarlo.

Niundiasinunalinea, autores ideológicos, museo urbano, cómo se saca a Colón de La Rosada. Experiencias que interrogan la razón de la obra y aguantan rendir cuenta, cada vez.

Su virtud alusiva, munido de una generosa etimología personal, sin agotar nuestra reserva de humor, sin dimitir, sin levantar falsas esculturas.

Un gusto.

* Texto leído en la noche abierta: Conversando con los artistas. Responsable: Stella Maris Aguilera, 6 de junio de 2013, Escuela de la Orientación lacaniana.

NOTAS

  1. Víctor Segalen, "A los diez mil años", Estelas.

BIBLIOGRAFÍA

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