Noviembre 2011 • Año X
#23
El amor y los tiempos del goce

La imperfección del amor

Beatriz Udenio

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Ninon Cottet - Desnuda con anillo (2010)
Tinta sobre papel. Gentileza de la artista.

Presentación

La pluma de una mujer, la escritora genovesa Milena Agus, me abrió la puerta para escoger el sesgo de este trabajo. Me atraparon la intimidad del diálogo de sus personajes femeninos, de pensamientos sutiles y tortuosos, de emociones intensas y, fundamentalmente, el empleo de una prosa que conviene a lo femenino. Así, el título de una de sus novelas, La imperfección del amor,[1] tiene la virtud de introducir con el prefijo "in" la referencia a una privación: en este caso, el amor privado de perfección. Su escritura no trata tanto de palabras de amor sino que ilumina la esencia misma del amor.

Esto me condujo a pensar la naturaleza del amor de transferencia como igualmente imperfecto, invitándome a una reflexión sobre ciertas intervenciones en la clínica, sobre todo en el caso de muchas jóvenes mujeres de hoy, a quienes las palabras, las ficciones y los sueños (también los de amor) les resultan una experiencia ajena, cuando no inalcanzable.

 

Mujeres, despierten...

No podemos desconocer las vueltas que se le han dado, desde Freud, a la relación de las mujeres con el amor y a las consecuencias negativas de la promoción de los derechos de la mujer sobre la tarea de preservación de la sustancia del amor que se les adjudica. Hemos privilegiado la faceta de insistencia surgida de la condición estructural erotómana que toma el amor en la mujer, que exige que su pareja le hable y la ame[2] . Pero, ¿qué podemos decir de ellas y su palabra, antiguamente plagada de sutilezas y silencios, que hoy en día parecen no tener lugar ni vigencia? Resultado de la impronta contemporánea, con su efecto sobre "las posiciones femeninas del ser"[3], nos obliga a diferenciar lo femenino y el feminismo. Las mujeres hablan, toman cada día más la palabra en ámbitos diversos, pero vemos con frecuencia lo que se adormece en ellas: la posibilidad de hablar con las marcas fugaces, instantáneas de lo femenino en su palabra[4]. Así, la expresión de Miller "Sería preciso que las mujeres despertasen (...)"[5] es una invocación que se dirige a lo femenino, no al feminismo.

 

Hombres, un esfuerzo más...

¿Y los hombres? Hoy en día escuchamos menos a las jóvenes quejarse porque ellos no les dirigen palabras de amor sino porque, en realidad, hablan y hablan pero sin consecuencias. En esa posición, no evocan ni al amante castrado ni al hombre sin ambages –figuras que convienen a la demanda de amor femenina; son vistos por ellas como castrados (a secas) y sin posibilidades de arreglárselas con "la originalidad de la posición femenina" [6] . Otro efecto de la "feminización del mundo"[7] que se suma a la degradación de la impronta virtuosa del no-todo en la mujer, validando su aspecto superyoico, de capricho insensato. El destino del amor está en problemas. Y aquí la pregunta por lo que un psicoanálisis puede ofrecer se vuelve oportuna y ética.

 

La imperfección del amor... de transferencia

La escritora me orientó. Las mujeres del texto de Agus, en su multiplicidad, testimonian acerca de lo que han podido hacer con esa imperfección del amor. Sumergidas en un ir y venir incesante, insaciable, abrumador -debido al aspecto estremecedor de su amor erotómano- terminan inventándose su hombre, con la discreta sabiduría que logran al reconocer y resguardar el valor de la falta, de ese "im"-perfecto.

Si el psicoanálisis conviene a las mujeres por lo que ellas encarnan en la cultura[8] , el analista puede contribuir a que despierte aquello que de lo femenino está velado en estas jóvenes, hijas de la comunicación virtual, de la palabra inhibida o procaz, que se presentan feministas o masculinizadas[9]

Si decimos que el analista debe estar animado por el deseo de despertar a lo real, aunque despertar a lo real sea imposible[10], queda, entonces, lo contingentemente posible.

La imperfección del amor de transferencia atraviesa, desde el inicio, la cura analítica. Está ya en la estafa que le da su entrada, en una promesa que no se cumplirá. No obstante, es artificial pero verdadero[11] –a condición de saber que, como dice Agus, "nadie ama de verdad y quien ama, no ama desinteresadamente". Y el psicoanalista tampoco ama de verdad, porque en su acto autoriza la tarea analizante por otros medios, nunca recurriendo al amor narcisista del "tu me agradas" o "tu me desagradas" [12].

 

Un psicoanálisis: palabra y escritura

Más que nunca, en estos tiempos, estas jóvenes que vienen a nuestro encuentro pueden tener la opción de encontrar algo de otra estofa, sirviéndose de ese amor de transferencia... Imperfecto.

Portadoras de una dificultad con la propia palabra, en ese apocamiento para captar la sutileza de la palabra que llega desde el inconsciente, se nos impone el valor del diálogo/discurso analítico para que puedan llegar a asumir que hay un diálogo imposible, el de un sexo con el otro y que "el amor, es un laberinto de malentendidos cuya salida no existe" [13]. Un análisis no cura del malentendido estructural, pero el sujeto queda advertido al respecto.

El analista, como el escritor, invita a alguien a que lea, en este caso, las señales de su propio inconsciente; y a que se atreva a inventar/escribir alguna ficción, imperfecta. También (el analista) paga con sus palabras[14], que no son de amor, para conducir con su persona y su juicio, a quien viene a su encuentro, por el entramado de las palabras de donde surgen los significantes claves que cada quien ofrece al análisis. Tal como ocurrió con M, logrando captar que el amor siempre es dis-capaz; o como en J, allí donde su palabra no fluye con facilidad y resultó propiciador dejar a la vista el libro con la frase "imperfección del amor" en su título; o en aquella otra donde la intervención desembocó en el efecto poético de lograr soltar la mano del padre (realmente muerto) para atreverse a tomar la mano de otro hombre.

Un psicoanálisis es palabra y es escritura. Escribir en un análisis permite, como en un texto literario, oponer "al desorden del mundo, la coherencia de un texto (...)"[15]. Por ello aprecio la frase final de otra novela de Agus, La mujer en la luna: "No deje de imaginar. No está loca. Nunca más crea a quien le diga esta cosa injusta y malvada. Escriba". Lo dice un hombre que está en la posición que conviene al analista[16].

NOTAS

  1. Agus, M.: La imperfección del amor, Edhasa, Buenos Aires, 2010.
  2. Miller, J-A.: El hueso de un análisis, Tres Haches, Buenos Aires, 1998, pág. 77.
  3. Laurent, E.: Posiciones femeninas del ser, Tres Haches, Buenos Aires, 1999.
  4. Miller, J-A.: De mujeres y semblantes, Cuadernos del pasador, Buenos Aires, 1993.
  5. Miller, J-A.: Op.Cit., pág. 94.
  6. Miller, J-A.: Op. Cit., pág. 99.
  7. Laurent, E.: Op. Cit., pág. 115.
  8. Miller, J-A.: Los usos del lapso, Paidós, Buenos Aires, 2004, pág. 171.
  9. Laurent, E.: Op. Cit., págs. 109 y 117.
  10. Miller, J-A.: "Despertar", en: Matemas 2, Manantial, Buenos Aires, 1983.
  11. Waar, H.: "Sobre el amor". Entrevista a Jacques-Alain Miller, en: Psychologies Magazine, octobre 2008, n° 278.
  12. Lacan, J.: El Seminario, "El acto analítico". Inédito. Clase del 7 de febrero de 1968. Op. Cit.
  13. Waar, H.: Op. Cit.
  14. Lacan, J.: "La dirección de la cura y los principios de su poder", en: Escritos, Siglo XXI, Buenos Aires, 1987.
  15. Gambaro, G.: Alocución de apertura de la Feria Internacional del Libro de Frankfurt 2010. Inédito. (Atención Carlos Dante García).
  16. Agus, M.: La mujer en la luna, Edhasa, Buenos Aires, 2007.
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