Noviembre 2009 • Año VIII
#19
Dossier Síntoma y lazo social - ENAPaOL

Respuestas a lo impolítico de las urgencias subjetivas

Guillermo Belaga

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III Jornadas Anuales de la EOL

Se trata del relato de una experiencia orientada por la práctica del psicoanálisis, que se realiza actualmente en un hospital público de los suburbios de la Ciudad de Buenos Aires y de las argumentaciones que la sustentan.

Acción que transcurre en una época donde se verifica la caída de los programas institucionales, aquellos que instauró la modernidad para tratar y educar a la población. Por esto es imprescindible una institución que aloje sin obstáculos burocráticos la "urgencia subjetiva" y ponga en marcha el funcionamiento del Otro del lenguaje en términos espaciales y temporales. Fundamental para la resolución del vacío pánico que sobreviene en las masas cuando caen todas las garantías.

Trabajo leído en el Coloquio "Politiques et Subjectivites", organizado por la Asociación Franco-Argentina de Psiquiatría y Salud Mental, en París, el 10 de junio de 2009.

1. Agradezco la oportunidad que me dan para poder relatar la experiencia orientada por la práctica del psicoanálisis, que realizamos actualmente en un hospital público de los suburbios de la Ciudad de Buenos Aires.

Acción que transcurre en una época donde se verifica la caída de los programas institucionales, aquellos que instauró la modernidad para tratar y educar a la población. Programas que se sostenían desde una autoridad universal que podía establecer un pacto simbólico que garantizara la socialización y la subjetivación de las personas.

Ahora, antes de abordar esta experiencia, haré una breve descripción del Servicio de Salud Mental. El mismo está incluido en el Hospital General de Mayor Complejidad del municipio de San Isidro, cuya población es de 300.000 habitantes. Es el centro de referencia del sistema de salud, que cuenta además con otros dos hospitales, uno especializado en niños y maternidad, otro general de menor complejidad, y nueve centros de salud. Todos cuentan con equipos de salud mental.

El servicio atiende 2500 consultas por mes, principalmente ambulatorias. Sus áreas principales de acción son los consultorios externos, donde se ofrece terapia individual, familiar y grupal, la interconsulta y los talleres de rehabilitación. También hay una cooperativa de trabajo, y una "casa de medio camino" que forma parte de un programa de desmanicomialización con uno de los mayores psiquiátricos de la provincia de Buenos Aires.

El Hospital no cuenta con unidad de internación, si bien en casos de urgencia, los pacientes pueden sin inconvenientes tener un lugar en la guardia general.

En ese tiempo de estadía rápidamente se monta un dispositivo cuyo fin es generar, ampliar y reforzar la red comunitaria, para evitar la internación de los pacientes en los hospitales psiquiátricos. Estos son centros asistenciales de más de 1000 camas alejados de la comunidad, lo que rompe más el lazo social ya afectado por la crisis.

2. En general en Argentina, el hospital público y gratuito, es una institución reconocida e inscripta como "propia" por la población. Esto es así sobretodo a partir de la década del 50, cuando se implementó un gran plan sanitario afín con la ideología del Estado benefactor, que permitió la mayor accesibilidad de la población a la salud. Este acontecimiento instauró en la población la cultura del derecho a la salud garantizada por el Estado.

Este dato de la identidad social de la población, que todavía aun hoy se preserva a pesar de los cambios en los paradigmas económicos y sociales, impone que nadie usaría políticamente un discurso que niegue que los hospitales deban seguir siendo públicos, sin recibir una gran desaprobación.

3. A partir de la década del 70 con la dictadura militar y luego acentuado en los 90, el programa institucional asentado en el Estado sufrió un gran retroceso, como también las identidades sociales que se habían construído alrededor del trabajo estable y la cultura propia de la economía "fordista".

Así, a partir de estos años, se profundizó la fragmentación del Otro, se conmovieron los "modos de vida" de antaño y/o las "identidades culturales". En estas décadas se derrumbaron las tramas que entrelazaban ideales sociales, culturales y políticos, bionarraciones que ya no pudieron dar sentido a los sujetos. Por efecto del nuevo discurso hegemónico del capitalismo global, al igual que en otros sitios se pasó a refugiarse en identificaciones más inestables, más "débiles".

Estamos frente a un "individualismo de masa", donde los sujetos deben hacerse cada vez más cargo de su propia definición, de reafirmarse en modos de satisfacción "autónomos". Esto se manifiesta bajo el imperativo al consumo compulsivo, sin límites, que da la pista de que lo que subyace en esta subjetivación, es una tecnología del yo donde se anudan los objetos técnicos con un modo "autoerótico" de vivir la pulsión.

Aquí conviene precisar que en los suburbios por la heterogeneidad que impera, el objeto técnico puede ser tanto el último "i-pod" como el "paco", un residuo sumamente tóxico del mercado de la cocaína.

Desde el punto de vista clínico, se puede afirmar que si bien estos estilos de "individualismo de masas" pueden tranquilizar y anestesiar, frente a una contingencia lo que emerge es su reverso dramático. En muchos casos estos "imaginarios de seguridad" fracasan, irrumpiendo lo no programado como trauma.

Es el momento en que el sujeto se ve enfrentado a su precariedad más íntima, y demanda efectos terapéuticos que le den un sentido a ese agujero en el discurso singular y colectivo.

En la Argentina esta irrupción se hizo presente en el 2001. No es que los efectos de un mundo regido por la técnica y el discurso capitalista –como describiera J. Lacan a un nuevo modo del goce que no encuentra una defensa posible - ya no estuvieran ahí, sino que el acontecimiento impolítico, la irrupción de la pulsión de muerte como experiencia colectiva se subjetivó en ese momento.

La crisis del modelo político-económico neoliberal, que nuestro país vivió en el 2001, han marcado un antes y un después en nuestra vida cotidiana, social y política.

Fue en esos días, que en el hospital ocurrió una situación que marcó el inicio de otra mirada sobre cómo debería responder la Institución. Así, en ese contexto de incertidumbre, angustias y violencia un joven herido fue traído por sus compañeros a la Guardia. Era una emergencia médica a la que se respondió con cuidados inmediatos, pero mientras esto ocurría los mismos jóvenes acompañantes del herido rompían las instalaciones de la guardia y agredían a los presentes.

Es a partir de este marco caótico de "urgencias subjetivas", que comenzamos a repensar la institución necesaria para estar a la altura de lo real sin ley.

Entendimos cómo la ciencia y la técnica, en alianza con la globalización económica, producen una crisis de la autoridad, en términos de legitimidad y garantía, que lleva a una angustiosa búsqueda de referencias y que influye sobre la práctica del personal de salud - motivo de este escrito-, pero que se extiende a toda la sociedad.

La consecuencia de esto es que ya no se puede sostener "La" Institución en términos solamente de identificaciones verticales. Conviene hablar de "las" instituciones, pensar que todo, instituciones, leyes, visiones del mundo, son provisorias, pasajeras, están en constante dinamismo y potencialmente todo está para ser transformado desde una pragmática que entienda que el universal esta agujereado por un real indecible.

4. Primera respuesta del psicoanálisis en la Institución: la conexión entre la Noción de Autoridad y las estrategias de decisión.

La orientación psicoanalítica nos ha permitido pensar la Noción de Autoridad y conectarla a un aspecto fundamental de la práctica clínica: las estrategias de decisión frente a la demanda del enfermo.

En relación a las formas de la Autoridad a lo largo de la Historia, Alexandre Kòjeve, distingue cuatro tipos1:

Autoridades del Padre sobre el hijo, del Amo sobre el Esclavo, del Jefe sobre la Banda, del Juez sobre quien - o quienes - juzga.

A su vez, a estos tipos vincula varias clases de autoridades:
- la Autoridad del Padre, con la de la tradición.
- la Autoridad del Amo, a la del Noble
- a la Autoridad del Jefe, la del Superior
- a la Autoridad del Juez, la del Confesor

Es un hecho, que en el contexto actual se capta la decadencia de la Autoridad del Padre a propósito de la familia y la educación. Así, el mito edípico, que representa a la figura del Padre como encarnando la ley, cuya palabra podía prohibir y distribuir, restablecer una ley sobre el goce, ya no funciona como modo de situar una prohibición, un límite.

Más bien lo que se comprueba ahora es que no hay límites, que parece que nada ni nadie puede poner un límite. Esto alcanza al poder de la palabra, existe una declinación de la misma, al punto que si antes las psicoterapias confiaban que la palabra podía pacificar las tensiones erótico agresivas de lo imaginario, ahora es la Imagen la que domina por sobre lo simbólico.

5. De todas maneras, es mediante la palabra que se construye un espacio y también una temporalidad. Por esto es imprescindible una institución que aloje sin obstáculos burocráticos la "urgencia subjetiva" y ponga en marcha el funcionamiento del Otro del lenguaje en términos espaciales y temporales. Fundamental para la resolución del vacío pánico que sobreviene en las masas cuando caen todas las garantías.

Un dato que surge actualmente, en la época de la declinación del Amo y del Padre, es la manera en que la Justicia y la Religión aparecen como lugares de la Verdad, por sobre las otras formas de Autoridad.

El derecho intenta dar una respuesta frente al frecuente fenómeno de la sospecha. Aunque no puede evitar ser insuficiente frente a la violencia.

La religiosidad, forma parte cada vez más de los lazos comunitarios, su éxito se resume en proveer una identidad que hace legible la existencia de las personas, en este trasfondo de "errancia" subjetiva.

6. En esta demanda de respuestas de quien padece una "urgencia", ya no se puede encarnar a la Autoridad al modo de los Ideales tradicionales que también encarnaban modos de decidir. Ahora, consideramos que en nuestra tarea cotidiana que consiste en situar una acción dirigida a resolver el "trauma generalizado"[2], se deben replantear las estrategias de decisión a la luz de los nuevos contextos.

Analizando algunos postulados utilitaristas, se distinguen tres clases de elección racional [3]:
a. Decisión bajo certeza
b. Decisión bajo riesgo
c. Decisión bajo inseguridad

Con respecto a la primera, la decisión bajo certeza, corresponde a quien adopta una decisión conociendo exactamente la situación del entorno y con ello la conexión entre las alternativas de acción y los resultados.

En otras circunstancias, cuando no se sabe exactamente en qué situación se encuentra el entorno, pero sin embargo se conocen las diferentes posibilidades y la relativa probabilidad personal o subjetiva que se presentan, estamos frente a una decisión bajo riesgo.

En el tercer caso, en el de la decisión bajo inseguridad, no se conocen ni siquiera las probabilidades de los resultados posibles. Hay algo incalculable.
De esta manera, se podría concluir que los terapeutas en la mayoría de los casos deben posicionarse sabiendo que la decisión es bajo riesgo.

7. Estos planteos, consideran las consecuencias sobre la práctica cotidiana de la globalización y las distintas estrategias para aprehender y operar en las nuevas condiciones que se vienen desarrollando y que atraviesan las diferentes identidades tanto en su continuidad como en sus rupturas e hibridaciones.

Al respecto, Ernesto Laclau, atribuye a la heterogeneidad un rol constitutivo[4] dentro de lo social, y juzga necesario tomar en cuenta esto a los fines de poder establecer cualquier praxis política -tomado en sentido amplio, del mismo modo que se puede hablar de política del síntoma-. Es decir, no es una variante de un núcleo último homogéneo y transparente sino algo primordial e irreductible, en primer lugar en exceso.

Para Laclau, uno de los rasgos definitorios de la heterogeneidad es una dimensión de totalidad fallida.

Por lo tanto, cualquier decisión partiría de la excepción, y no de la administración de unas normas universales. Es más, el momento de la decisión no coincide con el saber total sino que se decide sobre un indecidible, y luego del acto, se sabe.

8. Es este contexto heterogéneo lo que hace que fracasen los algoritmos decisionales que propone el modelo DSM, que presume de poder establecer una Norma "Para todos".

Además, la falla de este programa también traumatiza al terapeuta, la sorpresa de lo contingente es una de las causas de la angustia del practicante.

Sin embargo, existe la posibilidad de examinar desde otra praxis los postulados que tienden a la homogeneización de los sujetos. Siguiendo la enseñanza de Lacan, la pragmática del psicoanálisis[5] parte de que hay un agujero en el Universal, y que lo simbólico encuentra un límite en un real-imposible del que testimonia cada paciente, uno por uno.

Esta pragmática, implica un ejercicio de conversación, y de abducción que contempla lo contingente y lo posible en un contexto que se traduce en la organización diaria de un abordaje de los casos, "entre -varios", sobretodo en la guardia y la interconsulta de urgencia.

En este sentido, tampoco olvidamos que el deseo del analista es un deseo de no-acción, opuesto al mundo de lo útil, que posibilita la maniobra para empujar al Otro a decidir por sí mismo.

9. En una lectura sobre el legado freudiano, Jorge Alemán ha mostrado como Freud supo captar que "la Ley sea cual sea la nobleza simbólica con la que se presente mantiene una relación estructural con la pulsión de muerte"[6].

Esta definición es lo que nos ha orientado en la política institucional, en tanto si bien no se puede prescindir de las reglas y normas para el funcionamiento, al saber que en ellas se esconde el plus de goce de la pulsión, lo que se propone no intenta encarnar un Ideal totalitario, sino que las normas dejan una apertura para la invención.

Así, sobretodo en lo que respecta a las reglas de asistencia y decisión clínica, las mismas están abiertas a la contingencia y a una revisión mensual, sostenida en reuniones colectivas.

10. Segunda respuesta del psicoanálisis en la Institución: el pasaje del síntoma social al síntoma particular.

A su vez, Jorge Alemán, sostiene que Freud nunca nombró cuál sería la civilización más pertinente para el ser parlante, pero si advirtió que si la misma se soporta en la satisfacción de una minoría, y no ofrece a las mayorías los recursos para enfrentar las exigencias de la pulsión, esa civilización se vuelve insostenible.

Con lo cual podríamos deducir que el objetivo del psicoanálisis en el Hospital es ir a contramarcha de esta miseria subjetiva, de tener en cuenta que "de lo que se despoja a las multitudes es de la posibilidad de hacer la experiencia inconsciente del vacío de la Cosa, que el superyó colma con su circularidad pulsional", con su imperativo de goce.

La miseria, en este sentido, es el estar a solas con el goce de la pulsión de muerte en el eclipse absoluto de lo simbólico[7].

Entonces, la clínica del acto analítico en el hospital público tiene como horizonte la invención de una nueva relación con el superyó, busca su desmontaje pasando por la gramática pulsional del inconsciente.

En definitiva, en los testimonios clínicos que hemos investigado se conecta la satisfacción con el tratamiento, el efecto terapéutico alcanzado con el pasaje del síntoma social al síntoma particular. Verificando lo que afirma Lacan, que el gozar del inconsciente es siempre particular, y es una salida al síntoma social[8].

Es el anclaje al inconsciente lo que permite la salida del síntoma social, y de la miseria subjetiva.

12. La lógica de la cura en el Hospital: alienación-separación.

Sin dudas, estamos en presencia de "una pulsión desamarrada del significante", como describe Eric Laurent, donde ningún discurso parece tener la posibilidad de sostenerse10 [9]. Lo que nos hace advertir que en el horizonte puede estar el peligro del advenimiento de un amo de las palabras y los cuerpos. Esta perspectiva nos ha parecido fundamental en nuestra orientación, ya que por un lado tenemos en cuenta que la experiencia analítica conmueve al fantasma, que apela a un amo para obturar la falta en el Otro y por otro, apostamos a hacer funcionar algún semblante que permita anudar lo pulsional a la lengua común.

Es decir, cada vez se intenta un buen uso de la alienación, de los escasos significantes amos, para que el sujeto construya una relación de respeto hacia esa lengua pública que encarna el hospital, y que al mismo tiempo éste se vuelva un instrumento donde se reenvía a la propia historia, a la lengua privada de cada uno, para permitir otra subjetivación de la vida.

Para concluir, la lógica de las curas podría situarse a partir del par Alienación/Separación.

Así, la Alienación, considerada como la confrontación con una identificación (S1) y la inscripción del sujeto en el Otro, tiene evidentes manifestaciones en la clínica del Hospital. Su eficacia se debe a la tendencia "natural" del sujeto a identificarse, también por el hecho que la identificación aliena al sujeto al lugar del Otro en la búsqueda de su ser. Obteniendo en este caso un saldo terapéutico que proporciona un capitonado en un momento de indeterminación subjetiva.

Estos efectos del S1 de la operación de alienación, se conectan con la función del hospital público como garantía, inscripto en el Otro social.

Desde el punto de vista del psicoanálisis, hay un momento en que el recorrido de la cura abre una tensión con el estatuto social del hospital, ya que el cálculo de la interpretación y la caída de las identificaciones llevan del nombre del padre al campo del Otro sin garantía. En este sentido, lo que orienta al psicoanalista es la evaluación de lo que el sujeto puede soportar en los dos polos de su acción.

La operación de Separación, para Lacan, corresponde a la opacidad del deseo del Otro, a la inscripción del objeto a. De este lado, es donde aparecen las mayores inercias en las curas institucionales, es una temporalidad que tiene en cuenta más lo libidinal que el campo del Otro. En este sentido, el encuentro con la vergüenza y también con la transferencia negativa han esclarecido este aspecto. Por ejemplo, la presencia de la vergüenza se pudo deducir de un caso que no quiso continuar en el hospital cuando al desenvolverse la cura la institución apareció como una continuación del estrago familiar.

Es decir, en este lado, estamos más en el tratamiento de la relación de extimidad que el sujeto tiene entre su plus-de-gozar y el Otro social [10].

Asimismo, en la práctica analítica la vergüenza es un indicio de transferencia, entonces aquí se marca otro vector donde el terapeuta tendrá que estar advertido de estos efectos y la Institución tendrá que soportar lo propio del acto analítico. Ya que tiende a despertar, a "dar vergüenza" y por lo tanto puede llevar la experiencia a un punto donde quizás el análisis deba proseguir si se cumple su apuesta, en otro contexto -fuera del campo "público".

Conclusión: para quienes practicamos en hospitales desde la orientación psicoanalítica, existe una tensión entre una práctica que intenta ser una base de operaciones contra el Malestar en la Cultura, y a la vez no quedar atrapados en la resolución de las demandas sociales como otra técnica de adaptación. Cuestión que ya fue explicitada en 1946 por J. Lacan, en su elogio a Bion y Rickman, cuando definió que el psicoanálisis tiene una dimensión de efectividad social cuando se presenta como un instrumento de lucha contra la muerte que opera en la civilización. De este modo, cada día vamos a nuestra institución dispuestos a contemplar una ética que conjugue lo particular articulado a los valores de la Sociedad.

Presentado en el Colloque "POLITIQUES ET SUBJECTIVITES" organizado por la asociación franco-argentina de psiquiatría y salud mental -París 10 de junio de 2009-.

* Director junto a Juan Fernando Pérez y Marcus André Vieira del ENAPaOL: la clínica analítica hoy. El síntoma y el lazo social.

NOTAS

  1. Kòjeve, A.: La noción de autoridad- 1ª ed. - Buenos Aires: Nueva Visión, 2005.
  2. Laurent, E.: El tratamiento de la angustia postraumática: sin estándares, pero no sin principios- La urgencia generalizada: ciencia, política y clínica del trauma- 1ª ed.-Buenos Aires: Grama ediciones, 2005. pp. 31-49.
  3. Höffe, O.: Estrategias de lo Humano- Ed. Alfa- Buenos Aires, 1979.
  4. Laclau, E.: Debates y combates: por un nuevo horizonte de la política- Fondo de Cultura Económica- Bs.As., 2008.
  5. Alemán, J.: Nota sobre una izquierda lacaniana- Pensamiento de los Confines Nº 20, junio de 2007 – Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
  6. Alemán, J.: El legado de Freud- Revista Lacaniana- Año 4, Nº 4, 2006. pp. 19-23.
  7. Alemán, J.: Nota sobre una izquierda lacaniana, op cit.
  8. Lacan, J.: R.S.I. –clase del 18-02-75 (inédito).
  9. Laurent, E.: Blog-note del síntoma -1ª ed.- Buenos Aires: Tres Haches, 2006. pp. 110-111.
  10. Miller, J.A.: El Analiticón Nº, "Extimidad", Barcelona, 1987, pp. 13-27.
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