Noviembre 2008 • Año VII
#18
Seminario de psicoanálisis aplicado

El psicoanálisis impuro

Jorge Chamorro

Bajar este artículo en PDF

Fiura femenina - 1978
35x50
Martha Zuik

Los coordinadores de esta noche de la EOL, Mónica Torres, Ricardo Seldes y Jorge Chamorro, en nombre del Consejo Estatutario, han convocado a los miembros de la Escuela a llevar a cabo a lo largo del año un trabajo de elaboración provocada en torno al psicoanálisis aplicado a la terapéutica, ya sea en lo institucional como en el consultorio privado de los practicantes. Aquí podrán leer los tres textos con los que se inició el trabajo de estas noches.

 

Introducción

Como ven, el dispositivo y la fórmula que hemos tomado del último Congreso apuntan a generar algo no formal en la presentación. Lo que queremos es hacer comentarios que permitan ampliar el diálogo, no comentarios estructurados. Y además, mi impresión luego de leer textos sobre psicoanálisis aplicado es que hablan de muchas cosas pero el tema especifico queda poco determinado.

Titulé a estos comentarios que quiero hacer "Psicoanálisis impuro", por dos razones. Por hacer una especie de dialéctica con el psicoanálisis puro, y porque me parece que hemos luchado, muchos de nosotros, quizás unos menos otros más, con un comentario que he escuchado permanentemente cada vez que hablamos de psicoanálisis aplicado, que si eso es o no psicoanálisis. Entonces, es o no es psicoanálisis, es cognitivismo en acto, etc. O sea, siempre hay una sospecha de impureza cuando hablamos de psicoanálisis aplicado. Antes en nuestro contexto, ahora reorientado por una política de J.A. Miller.

Grupos familiares, parejas, etc. son nombres de algo que fue desechado, reprimido, y aquí estamos con el retorno de lo reprimido. Esta es la impresión. Cuál es el límite de la respuesta del psicoanálisis en el campo del psicoanálisis aplicado. A qué llamamos así cuando intervenimos en distintos campos.

No hay una definición inapelable del psicoanálisis aplicado.

Entonces, para intentar una precisión diremos: cuando hablamos de psicoanálisis aplicado tenemos dos datos: uno temporal y otro espacial. Psicoanálisis en el hospital, por ejemplo, es un dato espacial que supone una interrogación a lo que podríamos llamar un fantasma de infinitud, que orienta el encuentro entre un sujeto y un analista cuando se trata de comenzar un análisis.

Allí la impresión es que tanto el paciente como nosotros contamos con un tiempo indeterminado, y que un par de años es poco tiempo. Al mismo tiempo tenemos una idea de una lógica del análisis que plantea la necesidad de que el análisis tiene que terminar, ahora con la ayuda del pase y la oferta de pase. Pero hay una ilimitación del tiempo que Ferenczi formula así: "un verdadero psicoanálisis (que él llamaba didáctico), es un psicoanálisis dispuesto con todo el tiempo necesario para que esto ocurra", o sea hay una ilimitación del tiempo.

Llamo psicoanálisis aplicado al análisis que, por distintas razones, puede tener un límite temporal, un plazo, extra tratamiento o extra análisis. Este plazo puede ser un encuentro o diez encuentros, o los que ustedes quieran, pero siempre con un límite en el tiempo, marcado por lo institucional o diferentes circunstancias. Eso hace chocar la lógica que nosotros llamamos "lógica de la cura", los tiempos lógicos, etc. con el marco del tiempo imaginario que es la duración.

Es decir, tenemos una duración del tiempo que hace de marco a un tiempo lógico, que cuando está solo en el psicoanálisis puro es un tiempo que marca y ordena la duración del análisis.

Acá es al revés. La duración o la forma imaginaria del tiempo marca la lógica interna. Cuando se marca la lógica interna todo se invierte, a mi entender. Por ejemplo, la entrada en análisis cambia si hay una lógica de diez entrevistas. La entrada en análisis puede ser un efecto por añadidura a los efectos terapéuticos. Por añadidura puede ser un efecto que alguien que ha hecho psicoanálisis, digámosle, aplicado, entrevistas de pareja por ejemplo, desencadene después en un análisis, o que haga una presentación de enfermos y que después eso inicie un análisis.

Es decir, esto es un efecto por añadidura que no es la orientación central del encuentro que se produce allí. Cuando decimos orientación a la entrada en análisis, esto ya se pone del otro lado. Cuando la orientación a la entrada en análisis, construcción del síntoma analítico, etc., etc. Eso puede producirse, pero el psicoanálisis aplicado lo produce como efecto. ¿Hay transferencia, no hay transferencia? Eso se discutió. La transferencia es un efecto por añadidura del encuentro que provoca el psicoanálisis aplicado. Es decir que todo lo que pusimos afuera, por añadidura en la terapéutica, en el psicoanálisis aplicado lo tenemos como protagonista. Todos los otros movimientos con los que organizamos el psicoanálisis se ponen por añadidura: la transferencia, la entrada en análisis, construcción del síntoma analítico.

La pregunta que me hago es: todo eso se pone por añadidura, entonces ¿qué es lo específico de la respuesta analítica?. La respuesta analítica es la que define lo que se hace. Sea aplicado o no aplicado, es la respuesta del analista a donde hay que ir para definir si es psicoanálisis o no lo que se aplica.

Y esta respuesta tiene que tener al menos dos datos para que podamos pensar en términos de psicoanálisis. Estos datos son el discurso y la división subjetiva. Primera cuestión entonces, el tema del discurso. Aplicado o no aplicado, lo específico del psicoanálisis es que el discurso tiene que estar en juego. La experiencia, al psicoanalista lacaniano, lo hace experto en no confundir la referencia con lo que construye un discurso. Decir discurso quiere decir que el valor referencial del discurso queda en segundo plano respecto al valor constructivo.

La segunda cuestión es la división subjetiva que implica toda terapéutica. Recuerden que el psicoanálisis aplicado ocupa el lugar del imperialismo del psicoanálisis; fue desde ahí que el psicoanálisis invadió todos los terrenos y aplastó el discurso literario, aplastó el discurso cinematográfico haciendo del psicoanálisis la interpretación de todo. Decir psicoanálisis aplicado nos orienta no al imperialismo sino a la búsqueda de nuestra especificidad, a lo más específico, qué tenemos en diferencia con otros.

Entonces, digo discurso y que, además, el punto fundamental también es que la interpretación no suministra sentidos sino que los causa. Dos elementos. O sea que entiendo que en el psicoanálisis aplicado, cuando queremos diferenciar una respuesta psicoanalítica de una respuesta psicoterapéutica, el psicoanalista no da sentidos a lo que el sujeto dice, ni en el puro ni en el aplicado. Con todo lo que implica esto. No dar sentidos si está en el lugar de la causa pone al psicoanalista en un lugar especial respecto del Otro y respecto de la transferencia. O sea, ahí pueden poner todo lo que significa dar sentidos o no darlos.

Voy a dar un par de ejemplos, y luego retorno a lo más general que estaba diciendo en este momento, para mostrar clínicamente, con algunas observaciones, a qué me refiero.

Estamos en la presentación de enfermos. Intervención del analista, intervención del psiquiatra. Es cierto también que algunos psiquiatras en su intervención parecen psicoanalistas y algunos psicoanalistas parecen psiquiatras.

Cuando en la presentación de enfermos hay una interlocución psicoanalítica quiere decir que hay una cosa muy específica, la intervención no debe ser sugestiva. Hemos hecho trabajos de investigación sobre el tema de psiquiatras y psicoanalistas interviniendo con un paciente. Lo hicimos en el Borda, en el servicio de Goldchuk, La intervención del psicoanalista nunca da un sentido sino que causa una construcción que el sujeto, aún psicótico, hace en la entrevista. La entrevista causa una construcción y trabaja sobre los dichos y no sobre lo que el sujeto desarrolla intencionalmente. Les doy un ejemplo, un sujeto que tiene tres tomos escritos de la historia de Uruguay, internado hace 26 años en el Borda, puede hablar años de la historia de Uruguay. La intención de la intervención analítica es poder desplazarlo, poder asistir a cómo él construye la relación entre lo que él escribió y lo que el quiere explicar, y en esa construcción trabajar. Ejemplo, dice que tiene fantasías de envenenamiento o que lo han envenenado, tiene todo un delirio de envenenamiento. La pregunta es: ¿como lo supo? Esta es una pregunta que interroga el saber del sujeto, no le supone algo a él. El sujeto dice: porque tengo las uñas arrugadas. Este es el dato que pienso como una intervención psicoanalítica. Es una intervención que es una pregunta que no le supone nada sino que trabajando sobre su texto le pregunta lo que está supuesto en el texto, o sea, lo que podríamos llamar la enunciación.

Al revés, el psiquiatra ¿cómo pregunta? El psiquiatra pregunta, por lo menos el que estudiamos en esta investigación, el psiquiatra pregunta y anticipa síntomas. Es decir, a usted le pasa esto, ¿verdad?; cuando está al lado ¿usted ve tal cosa? ¿No es que usted no ve tal cosa? ¿A dónde se orienta el psiquiatra cuando hace este tipo de preguntas? Se orienta en marcarlo en una estructura. El psiquiatra, tiene una estructura en la cabeza que es la que orienta la entrevista. Su pregunta orienta el sentido hacia donde va la entrevista, entonces, como ocurrió en esta entrevista, propone temas, "dígame, y en este punto ¿cómo es la cuestión?" No se orienta por el discurso sino por los datos sintomáticos que le cuenta el DSM III o los manuales de psiquiatría, y organiza la cuestión y pregunta tratando de alojar al sujeto en un universal. Por ejemplo, para nosotros el más famoso de hoy: bipolar. Todos somos un poco bipolares en algún nivel.

El punto es que el analista no funciona con la referencia descriptiva del sujeto, no plantea un universal en el que el sujeto tiene que marcarse, sino todo lo contrario, va a la búsqueda de su forma de tratarse específica en ese encuentro y con lo que el contexto le plantea. Muchas veces el sujeto viene con un universal bipolar, "mi hija es bipolar, lo he notado en la menstruación, mi abuela y mi bisabuela son bipolares". Era una familia histórica que había descubierto de bipolares. Pero ¿que quiere decir esto? Quiere decir que había un significante en el campo del otro de la psiquiatría con el cual ordenaba las generaciones. En eso tenía un cierto valor. El sujeto había hecho un trabajo sobre esto que se había constituido en un significante Amo de sus regulaciones del ordenamiento generacional. Nosotros apuntamos a causar esto.

Entrevistas de pareja, ¿qué es lo específico de la intervención analítica? Propongo: lo específico de la intervención del analista es alternativa al sentido común. La famosa teoría del emergente de Pichon Riviere. En el sentido común uno también habla por otros. Se dice entre nosotros: "yo escuché a todos decir esto", y en realidad escucho a tres pero afirma –"la escuela dice". Toda esa generalización. Pero como ustedes saben no hay voz de la escuela, no hay voz del nosotros. Y también la intervención analítica ataca el nosotros en una pareja, esto quiere decir que cuando escuchamos a una pareja, la intervención que pienso analítica es decir -"quien habla". ¿Qué quiere decir esto?, que hay que reenviar los "nosotros" al "yo digo" y "el yo digo" al "soy dicho por lo que digo". Son tres tiempos. Por eso cuando en una entrevista de pareja uno dice "nosotros tenemos tal problema de pareja", habría que plantear -"Ud. dice eso, y usted señora ¿que dice de la cuestión?". Tenemos un problema en cuanto tocamos el nosotros, pues ¿qué aparece?, aparece el sujeto particular que tiene sus propios síntomas y sus propios fantasmas. En ese punto tenemos una idea que es cómo se sostiene una pareja. Una pareja se sostiene, si pensamos la idea del partenaire síntoma, se sostiene en una adecuada articulación sintomática. Cuando hay un síntoma que complica la pareja y el trabajo del analista destituye el nosotros y reenvía a cada uno a su síntoma y a su fantasma en la pareja se producen dos cosas. Si lo que los unía era sólo un síntoma en el sentido más neurótico del término, uno re lanza esto y a veces entonces la pareja se desarma, naturalmente porque no hay nada, o, despejando el síntoma, aparecen los síntomas conexión y entonces la pareja renace y reverdece en su perspectiva propia, etc.

Lo que dije vale, con una excepción, para las entrevistas con los padres de los niños que van a análisis. Todo lo que les dije es el "nosotros". El niño como sede de los fantasmas de los padres en la entrevista, e insisto en esto porque no siempre es así como pienso que debiera ser. La entrevista con los padres también tiene que cuestionar el nosotros, articular el nosotros para rearticular a cada padre su síntoma y su fantasma, e intentar en las entrevistas con los padres, primero crear transferencia con el analista, porque es lo que define si el chico continúa en los momentos más álgidos. No pueden estar sueltos, a mi entender, en las entrevistas de los chicos. O sea que hay que escuchar un discurso pronunciado en primera persona, desarticular síntomas y reenviarlos a cada uno. Y cuando aparece un síntoma particular de uno de los padres será motivo de interrogación hasta el reenvío a su análisis, o eventualmente cuando está en análisis una interrogación del análisis que está realizando, si el síntoma está desplegado y articulado en la pareja. Y hay que avanzar en este punto.

La excepción con una pareja cualquiera es común con lo que llamamos el control, el control analítico. Si nosotros tomamos el discurso en su valor no referencial se nos pierde el niño y analizamos a los padres solamente. Entonces ésa es una excepción.

En la pareja el valor referencial está excluido, hay valor ficcional sintomático. En las entrevistas con los niños y en el control, pasa lo mismo. Si uno analiza al analista el referente se pierde, que es el paciente para controlar. En ambas cuestiones hay que mantener una especie de dialéctica en el sostenimiento del referente, el paciente a controlar pero también tener presente el discurso del analista sobre el paciente. No confundir el discurso del analista con la referencia objetiva sobre un paciente, y por lo tanto siempre hay una distancia. Pero el referente siempre lo tenemos que mantener, si no cuando alguien pide un control lo terminamos analizando. Y si analizamos o interrogamos psicoanalíticamente a los padres lo que sucede es que el niño como referente se pierde, el niño que tiene el síntoma, a veces no, pero a veces si a niños que tienen síntomas, y hay que convocarlos en directo para que transmitan su particularidad.

Ultima cuestión, en la institución. El psicoanalista y la institución. Hay una idea muy interesante en Bolivia, un trabajo de varias instituciones. Interesante porque se ve cuando el analista está identificado a los ideales de la institución y cuando no. A mi entender, cuando decimos el psicoanalista tiene que estar en posición éxtima, quiere decir ni en rebelión ni en crítica constante de la institución, porque para eso se va, pero al mismo tiempo no se puede identificar desde su posición con los ideales de la institución. Esto, llevado a una institución de refugio de Bolivia de mujeres violadas, de mujeres maltratadas, la institución refugia a las mujeres de los perversos que las han golpeado en el imaginario de la institución. El analista allí interroga a la mujer, no suponiéndole que ella es la víctima, sino escuchando el discurso y lo que aparece; allí puede aparecer una histérica, provocadora de un empujoncito que generó el "soy golpeada, abusada, etc." y realizó un fantasma histérico. Indicación del analista: que venga el hombre, que estaba a dos cuadras, a decir y a mostrar su perversión. El hombre era un neurótico enamorado filtrado por una histérica desencadenada.

(risas)

Otra y última cuestión. Fue notable. En este caso que comento, el psicoanalista está allí y provoca cambios institucionales sin chocar con la institución, abriendo camino. Porque a partir de ahí los golpeadores fueron convocados para distinguir entre el perverso y el neurótico enamorado, y había bastantes en la fila. Es que ocurre así, pero por supuesto que había una víctima ya.

En otra institución de refugio de torturados políticos en Bolivia, el psicoanalista, o el que funcionaba como psicoanalista, plenamente identificado a los ideales de la institución, presenta una entrevista interesante. El sujeto no hablaba de la tortura, hablaba del amor, hablaba de los problemas de pareja y en cuanto enganchó algo que lo hacía sufrir, el analista supuesto, que ahí no funciona como tal, trae la tortura como trauma que determina su problema de pareja. El introduce esto, y esto es, a mi entender, que está plenamente identificado con la institución y los ideales de la institución que no le permite escuchar que es lo que está en juego ahí. El trauma estará, se puede comprender desde el punto de vista político, pero como analista yo tengo que escuchar un discurso y el discurso no se interpreta ni con el sentido que le da el sujeto ni mucho menos con el sentido que le da la institución. Había un viejo autor que se llamaba Elliot Jacques, que decía que las instituciones eran alojamiento de las fantasías psicóticas de la gente. Elliot Jacques decía: -"las instituciones como defensas de las ansiedades psicóticas".

Ahora, otro disertante. Bueno, voy a introducir una pausa, algo un poco más lento. Como ven esto no es una cuestión de pareja es un trío.

(risas)

El Caldero Online Cuatro+Uno EntreLibros
La Red PAUSA ICdeBA IOM2
EOL Wapol FAPOL Radio Lacan