Febrero 2008 • Año VII
#17
Dossier: El empuje al hedonismo en la civilización contemporánea

La Globalización: Una "torre de Babel" contemporánea

Clara Holguín

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El juego del truco
140 x 80 cm
Diana Chorne

El filme Babel sirve como disparador de una reflexión sobre la época. Violencia e incomunicación emergen en el seno de una diversidad uniformada. Lado obscuro de una devastadora globalización que lo aísla y conlleva un individualismo exacerbado. ¿Qué puede ofrecer el psicoanálisis frente a esta realidad que segrega al sujeto a la soledad de su goce?

En el origen de los tiempos, tal como narra el capítulo 11 del Génesis, los hombres pretendían, con la construcción de la torre de Babel, alcanzar el cielo. Yahvé, para evitar el éxito de la empresa (que se oponía a su propósito de que la humanidad se extendiera por toda la superficie de la Tierra, se multiplicara en ella y la sojuzgara), hizo que los constructores comenzasen a hablar diferentes lenguas, luego de lo cual reinó la confusión y se dispersaron.

Con el Límite impuesto por Yahvé, la humanidad se dispersó sobre la faz de la tierra, cesó la construcción de la ciudad y se confundió la lengua de todos los habitantes de la Tierra. Se crea una Babel, como bien lo demuestra de Anna Aromí, en su comentario sobre la película de Alejandro González Iñárritu: "Babel es un magnífico ejemplo de cómo el cruce de lenguas es un velo para el sinsentido de la vida, en tanto que vida humana. Babel, la Torre de Babel, es la forma épica de un hecho de estructura. El malentendido como base de la comunicación"[1]. Lo demuestra el cine y lo constatamos en la repetición que no se detiene. A pesar de ella y precisamente por ella, los hombres como en el origen de los tiempos, pretenden la construcción de la torre.

Las metrópolis se disputan el acceso al cielo con grandes rascacielos que ponen de manifiesto la guerra entre quienes creen poder alcanzar el lugar de los Dioses; la globalización económica, al estilo de la mejor película de ficción, nos hace creer que hablamos la misma lengua y que es "posible" la comunicación o como en los cuentos de hadas, soñamos con que la producción de objetos que abundan en la sociedad nos permitirán alcanzar la felicidad. Pero mas allá de eso, como dice E. Laurent "La globalización es la imaginarización de lo que sería el Congreso universal de Borges, en donde supuestamente se podrían representar todas las posibilidades de existencia de las variaciones particulares. En esta movilización general que produce el capitalismo global, se actualiza un plus de gozar"[2].

Nuevas modalidades de goce que vienen a desempeñar una función homologa a los objetos primordiales, en tanto que, los objetos plus de goce tienen por "función extender el registro de los objetos a mas allá de los objetos naturales; extenderlo a todos los objetos de la industria, de la cultura y de la sublimación, todo aquello que vienen a colmar el menos phi, aportando aunque no exhaustivamente, algo nuevo sobre el goce"[3].

Esta novedad, sabemos con Lacan, corresponde a esas "migajas que causan nuestro deseo y taponan la falta de goce, pequeñas nadas con las que nuestro mundo cultural se puebla y da un estilo propio a nuestro modo de vida y a nuestro modo de gozar"[4].

¿Qué estilo es el que se impone en nuestra civilización? Qué caracteriza estas nuevas modalidades de goce producidas a partir del discurso contemporáneo?

Señalemos solamente el efecto ineludible de esta nueva torre de Babel: el individualismo moderno. Este individualismo que hoy se impone, es precisamente, dice Miller en el sexto paradigma del goce, lo que el psicoanálisis redescubre, cuando sitúa el goce como punto de partida, demostrando que el goce es fundamentalmente Uno, es decir que prescinde del Otro.

"El goce como punto de partida es el verdadero fundamento de lo que aparece como la extensión, hasta la demencia, del individualismo contemporáneo"[5], que segrega al sujeto en la soledad de su goce.

La apuesta del Psicoanálisis, diferente al límite impuesto por Yahvé, se opone a la segregación, buscará que cada sujeto encuentre una solución subjetiva que permita anudar significante y goce. Es la apuesta por el síntoma como una forma singular de creación, que permita hacer vínculo social, como el caso de la película citada.

Si Babel, la película, resulta bastante convincente, es porque tiene algo del resultado de una experiencia propia, que da cuenta del sello característico de su creador.

Clara Holguin es psicoanalista, miembro de la NEL (Nuevas Escuela Lacaniana), y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis.

NOTAS

  1. Aroma Anna. Babel. Un balcón sobre lo imposible. Freudiana 49.
  2. Laurent, Eric. Apuestas del congreso 200. Conferencia Biblioteca Nacional. Marzo 27 del 2007.
  3. Miller J-A. Los seis paradigmas del goce. Freudiana 29.
  4. Idem.
  5. Laurent, Eric. Apuestas del congreso 200. Conferencia Biblioteca Nacional. Marzo 27 del 2007.
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