Febrero 2008 • Año VII
#17
Opinión ilustrada

Nuestro objeto a

François Regnault

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Oso Negro
80 x 100 cm
Diana Chorne

F. Regnault practica la ética del bien-decir a propósito de lo que se llama la cuestión judía al referir las propiedades judaicas (religión, cultura, ritos, etc.), que harían de los Judíos una clase definida, a su estatuto de objeto a. La cuádruple relación que define la fórmula del fantasma de Lacan se mantiene entre lo que es occidental y lo que es judío. Decir "judío" en Occidente es un dicho que implica el orden del deseo. A partir de la proposición "el judío está en el lugar del objeto a" realiza un riguroso análisis lógico ubicando las diferentes consecuencias del "ser judío" en la historia del Occidente.

Saint Paul I Cor. VII, 19.
Saint Paul I Cor. VII, 19.

"Lo que tengo que hacer, no puedo más que hacerlo solo.
Alcanzar el conocimiento de las cosas últimas. El Judío de
Occidente no lo logró y es la razón por la que no tiene
derecho a casarse. No son casamientos."

Franz Kafka (según Max Brod)

"¿Qué tengo en común con los judíos? Apenas si
tengo algo en común conmigo mismo"

Franz Kafka

"Hacer milagros, dice una vez Yaakov Yitzhak, no es un arte. Cualquiera que alcance un cierto grado espiritual, puede violentar cielo y tierra. Pero lo difícil, vean, ¡lo difícil es ser Judío! Yaakov Yitzhak de Pjyzha "Le Yehoudi", (citado por Martin Buber, Récits hassidiques, pág. 627)

"Para mí, ser judío, no es un contenido, es una condición". Pierre Goldman [***] (Entrevista de Le Monde 30/09/1979)

Se pretende utilizar el concepto lacaniano de objeto a para definir el judío. Se enunciará entonces la siguiente proposición:

 

El judío es el objeto a de Occidente

¿Es verdaderamente necesario dar una respuesta a una cuestión sobre la cual cualquier judío y no judío, atraviesa cada día? Verdaderamente, ¿es en la doctrina de Lacan que hace falta ir a buscar con qué darla? Y, obtenida la respuesta, ¿hemos avanzado más? Se pretende responder categóricamente "sí" a estas tres preguntas. Lo que se desea hacer acá: practicar la ética del Bien decir a propósito de lo que se llama la cuestión judía. Que se nos lea, y que se juzgue. (Los tiempos son problemáticos. En tiempos problemáticos, la cuestión judía se repite siempre –al menos en "Occidente". Y si la ética del psicoanálisis hablara…).

¿Qué significa, en principio, esta definición? El objeto a, es la causa del deseo del sujeto. El sujeto, es el sujeto dividido del psicoanálisis, de Freud y de Lacan. La relación del sujeto con este objeto, es la estructura del fantasma. Esta estructura se escribe así[1]:

a

El punzón , de la verdad [2], se lee "deseo de" [3], y designa la relación especial que mantiene el sujeto barrado con el objeto a –que Lacan ilustra [4] como relación cuádruple:

1) implicación directa

> a, o a: si , entonces a

2) de implicación inversa

< a, o c a: si a, entonces

3) de disyunción (o reunión):

v a, o, no exclusivamente, a

4) conjunción (o intersección):

^ a, y a, a la vez.

Dicho de otra manera, y al mismo tiempo:

1.2. implica a, y es implicado por él; entonces: "el sujeto si y sólo si a"[5].

3) y a forman un conjunto, pero de elementos que pertenecen a subconjuntos disjuntos.

4) y a se conjugan, pero excluyen los elementos que no tienen en común.

Esta cuádruple relación define el fantasma (o un fantasma), por donde se ve que el fantasma, que recubre, por otra parte, la realidad (o una realidad) toca un real: la causa del deseo, si es verdadero que "el objeto a es del orden de lo real"[6].

Es evidente, o verificable, conocido, o conocible, histórico, o visible, que lo que es occidental (el hombre occidental, el Occidente, el Cristianismo, etc.) mantiene con lo que es judío una relación cuádruple tal –para simplificar: de implicación recíproca, de inclusión y de exclusión. Observamos solo hechos en tanto son hechos de discurso y tienen, como tales, una ligazón a la verdad. La cuestión judía es del orden de la verdad. En nombre de la verdad, entonces, la historia dice que no hay Occidental sin Judío, ni inversamente –pero al mismo tiempo, que el sujeto occidental y el Judío estuvieron y pueden estar en exclusión (el ghetto, las persecuciones, el exterminio: la causa del deseo supone el deseo de muerte), pero también en relación de inclusión (el mismo ghetto, contiene excluidos en el interior; el Estado de Israel, que forma parte de Occidente, etc.); la cuestión de la doble pertenencia o doble nacionalidad ilustran a la vez la inclusión y la exclusión [7].

Es verificable que ni los árabes, ni los negros, ni los orientales, etc. para citar diversos seres colectivos que pueden pasar por no occidentales, mantienen con el Occidente una relación tal. Por ejemplo, si los negros en ghetto son objeto a, solo pueden serlo de América, no del Occidente. El Oriente está en relación de simple disyunción con el Occidente. Lo mismo sucede con los árabes. Si los árabes en Francia, o en Europa, son objeto a, solo lo son de tal o cual país, etc. En cuanto a los judíos mismos, podríamos mostrar que no funcionaron en los países árabes como un objeto tal, sino simplemente como una minoría, oprimida o no (así la historia no muestra una relación tal que: no hay judíos sin árabes, ni la inversa). E incluso la distinción hecha entre Ashkenazim (judíos occidentales o meridionales) y Sefaradíes (judíos de España, luego de África) se apoya sobre esta diferencia que hace que los Sefaradíes, si son objeto a, solo lo son para el Occidente (incluso para los Ashkenazim mismos…en tanto que occidentales). Ninguna de estas situaciones es eterna. Ninguna de entre ellas sin embargo que hoy, no rija nuestros enunciados o enunciaciones.

Sobre la cuádruple relación, dos observaciones se imponen:

a. Implicaciones: Si el occidental, entonces el judío. Si el judío, entonces el occidental. (Jamás uno sin el otro). La relación parece perfectamente recíproca. No importa si el judío se encuentra bien en el lugar de la causa del deseo. Hay entonces reciprocidad (u homogeneidad) de los lugares, pero no de los términos [8]. Lo que indica, si se quiere, el hecho de que uno de los términos sea barrado (el sujeto). (Incluso si se escribe a [9], a sigue siendo la causa, no lo es. Es que es a quien causa la división del sujeto [10]. ¿Por qué el judío se encuentra en el lugar de la causa? Se responderá: para salvar los fenómenos. Decir "judío" en Occidente, es un dicho que implica el orden del deseo (que este deseo se haga pagar con amor, odio, interés, curiosidad, rechazo, etc. –veremos más adelante lo que hay en ello de antisemitismo) – como supone que "el sujeto se identifique a su deseo"[11].

b) Conjunción-disyunción: estas dos relaciones verifican aún más la heterogeneidad de los términos –como verifican la homogeneidad de los lugares– es decir la simetría respectiva de a y de a–y el estatuto a parte del objeto a, quien, por ser "del orden de lo real", no da por ello menos lugar a paradojas –lo que pone en imagen este desvío por los círculos de Euler [12]:

Desde entonces, la disyunción (reunión) es una relación del sujeto al Otro, si se supone que elementos pertenecientes a uno de los dos conjuntos implica que entonces: ni un conjunto, ni el otro. Se reconoce la definición de la alienación según Lacan [13], una fórmula del tipo "la bolsa o la vida". Se verificará entonces que el judío a está en el lugar de la vida, y que el occidental en el lugar de la bolsa: elegir únicamente el Occidente (desierto), es perder entonces el Occidente y los judíos; elegir lo judaico como exclusión (se podría decir como reclusión, incluso: séclusión), es elegir lo judaico amputado del Occidente. Lo que se interpretará de diferentes maneras conforme a la realidad.

En cuanto a la conjunción (intersección), ella es igual al objeto a según el esquema: "Es por allí que la alienación del sujeto no puede instituirse más que como una relación de falta a este a del Otro" [14]. Lo que es en efecto común al occidental y al judío, es, diremos… el problema judío. Una pregunta es una forma de falta. Donde se ve también como el sujeto no recibe su verdad sino en el campo del Otro [15].

Que el judío sea la causa del deseo occidental no significa que sea el sostén de la misma. Se dirá entonces menos "el Occidental desea el judío", que "el fantasma (la realidad de Occidente) sostiene el deseo del cual el judío es la causa [16].

Que el judío esté en el lugar del objeto a, finalmente, no significa que el judío no sea sujeto. En tanto que sujeto, el judío entonces está evidentemente en el lugar del y se planteará que entonces su objeto a es lo judaico (o judaïté o judaïcité) [17]:

 

Lo judaico es la causa del deseo del judío

La misma cuádruple relación, esta vez entre, un judío y su objeto a. Testimonia el epígrafe del presente artículo, extraído de los relatos hasídicos de Martin Buber. Testimonia esta otra palabra del mismo Yaakov Yitzak de Pjyzha (llamada el Judío): "Mi parte en este mundo y en el mundo por venir, la daré con gusto por un dracma de judeidad"[18]. Lo testimonia una de entre otras de las respuestas de Pierre Goldman en su última entrevista: "Para mí, ser judío, no es un contenido, es una condición. Ni siquiera"[19].

Pero lo que acá se analiza más bien es menos el problema del judío (para sí) que el problema judío (para todo el mundo). Si entonces un judío pertenece "sin problemas" al Occidente (lugar del ), encuentra, como el Occidente, el problema judío - objeto a -, que es entonces también el de su propia judeidad (que puede también negar, etc.) Es la razón por la que distinguimos un judío como sujeto, y el judío, como se dice el objeto a. Pero en este caso hacemos del judío como una palabra neutra.

Hay que remarcar que el artículo definido ubicado delante del objeto a define un objeto que es, cada vez, en tanto tal, único. Cuando por ejemplo decimos que en Lacan los "objetos a" son cuatro (el seno, las heces, la mirada, la voz), nos expresamos de manera cómoda [20], pero inadecuada. Diferentes formulaciones pueden aparecer. Retendremos:

a) Escritos, ("La dirección de la cura…"): el deseo se ahueca en el más acá de la demanda en lo que ella "evoca la falta en ser bajo las tres figuras de la nada que constituye el fondo de la demanda de amor, del odio que viene a negar el ser del otro y de lo indecible de lo que se ignora en su petición". Se evocan acá las tres pasiones fundamentales del sujeto: el amor, el odio, la ignorancia. La nada, la negación, lo indecible constituyen otros tantos objetos para el sujeto deseante entregado a estas demandas.

b) Escritos, ("La dirección de la cura…"): son citados como objetos significantes: el seno, el excremento, el falo, para decir que el sujeto es esos objetos; tenemos entonces la relación: si entonces a y si a entonces , dicho de otra manera: = a.

c) Escritos, ("Subversión del sujeto y dialéctica del deseo…"): el objeto a es el tesoro del sujeto, su agalma. Este puede ser la cola de Sócrates para Alcibíades (a él rehusada). O la mujer detrás de su velo. O aún el objeto evanescente de la Ley según Kant, o aún la tropa de los atormentadores de Justine en Sade, etc. [21].

d) La formulación más adecuada será entonces decir que el objeto a "se diversifica" [22] en, por ejemplo, el seno, el excremento, etc. O aún: es lo que es sustraído al ser viviente "que son los representantes, los equivalentes, todas las formas que se pueden enumerar del objeto a. Los objetos a no son más que los representantes de ello, las figuras"[23].

Es la razón de que no tenga lugar hacer una lista de los objetos a; cada vez y para un fantasma "dado", se presenta uno solo. Si, no obstante, se tiene en cuenta la diversificación más corriente en cuatro en la historia de un sujeto, tendrá sentido que el judío, para el Occidente, se presenta, en su sitio y lugar: bajo la forma del seno recurrente de "la madre judía"; del judío como desecho; de la voz de Israel; de la mirada de Yahvé. Como tendrá sentido el lazo del judío a la nada, a la negación, a lo indecible, etc. Como también el lazo de la circuncisión (judía) al falo.

De este modo se ilustra que Lacan pueda decir del objeto a: "de desecho, debe devenir piedra angular" [24], según la fórmula bien conocida del Antiguo Testamento que retoma el Nuevo para designar a Jesús [25].

También, de este modo, se verifica que tantas historias y leyendas judías –y, en un sentido, todas– giren en torno a esta nada, de una nada, de la nada, de nada. Es lo que se remarca desde Tácito: "Pompeyo fue el primer Romano que dominó a los Judíos, (en los 60 A.C.); entró en el templo por el derecho de la victoria: es entonces que se entera que la imagen de ninguna divinidad llenaba el vacío de esos lugares, y que este misterioso recinto no escondía nada". De donde surge la idea de que los judíos hacen lo inverso de lo que hacen los otros, acuñación imaginaria, simétrica, del fantasma: "Allí, dice Tácito, es profano todo lo que en nosotros es sagrado, legítimo todo lo que nosotros tenemos por abominable"[27].

De ello resulta que el fantasma analizado, que designa la relación del Judío y del occidental, es también la de la judeidad como la del Occidente, dando por sinécdoca a la relación del nombre de uno u otro de sus términos (, a), no importa. Pero importa solamente saber qué hacer de esta judeidad un fantasma, o el objeto de un fantasma, significa que se toca un real. Toda definición no lacaniana del fantasma, dicho de otra manera, el uso corriente que se hace de esta palabra, sería en este sentido peligrosa y llegaría a decir que en el fondo la judeidad es una ilusión, un capricho, una idea fija, una fantasmagoría, etc. (para retomar entre otros algunos términos utilizados por Marx a propósito de las ideologías) [28]. No es tampoco ni "eco", ni "reflejo", ni "sublimación" [29], nada del orden de lo imaginario, incluso si hay también un imaginario de la judeidad.

O aún, lo judaico no se define en términos de "realidad", en el sentido lacaniano, es decir imaginario. No hay definición realista del Judío, el Judío no tiene propiedades.

En efecto, no se encuentra frecuentemente más que una definición recurrente, o una definición insuficiente. Recurrente: por ejemplo, hijo de padres judíos, o aún, hijo de madre judía, etc. Insuficiente: toda definición en términos de religión – (se designa entonces en rigor el judaísmo, no lo judaico) – de fe (hay judíos ateos) – de nacionalidad israelita (pero hay judíos no israelitas) – de circuncisión (pero hay judíos no circuncidados, no judíos circuncidados, etc.). Ubicaremos evidentemente también al menos como insuficientes todas las definiciones antisemitas, en términos de propiedades (negativas), que el Occidente vehiculiza desde hace dos mil años.

Se observará que es también el caso de las definiciones enfáticas, en términos de superioridad: "aquellos que dieron al mundo a Spinoza, Marx, Freud y Einstein". Tales aserciones no pueden conferir a los judíos propiedad positiva por lo cual se captaría algo de ellos, ya que lo que se presta entonces de hecho a los judíos geniales, es de nuevo esto judaico definido por nosotros como relación de inclusión-exclusión-implicación directa e inversa con el sujeto occidental. Por ejemplo Spinoza "se excluyó" de la Sinagoga, pero él no fue jamás incluido en el Cristianismo, etc. Esta relación explica precisamente que sólo se cita, en estos términos, de genio judío, a aquellos que son también genios de Occidente, sosteniendo por ejemplo un discurso universal, filosófico, o científico, o en nombre del hombre. Se destacará también, además, que un gran genio judío es también aquel que se ubicó en un punto de vista tal que podía herir a los judíos mismos, no en la causa de su deseo, su judeidad, sino en la reducción por él de esta causa a una simple propiedad. Es ya verdadero para Moisés; evidente para Jesús y el culto, San Pablo y la circuncisión: "la circuncisión no es nada, y la no circuncisión no es nada" [30]. Spinoza afirma, contra el judaísmo, que "si Moisés hablaba cara a cara con Dios, […] Cristo, él, se comunicó con Dios de espíritu a espíritu" [31]. Marx, en sus dos retorcidos escritos de 1843-1844 acerca de la cuestión judía reprocha a Bruno Bauer de querer en principio hacer pasar al judío por la emancipación cristiana antes de alcanzar su emancipación política, refiere esta emancipación, en último análisis, a la diferencia –hegeliana– del Estado y de la sociedad civil –salva entonces por allí al judío de lo que reduciría su definición a una propiedad religiosa o racial; pero en un segundo movimiento, separando "el Pentateuco y el Talmud", define el judío real en relación al dinero.

La esencia del judaísmo, es el dinero [32]. Entonces la cuestión es: ¿el dinero tiene propiedades? ¿Es una esencia? Lo menos que podemos decir es que Marx no hará demasiado en el resto de sus escritos para responder a esta cuestión, como si El Capital fuera a devenir el Talmud de esta cuestión. La herida infligida por Freud a los judíos es evidentemente haber hecho de Moisés un egipcio –por los rodeos del psicoanálisis aplicado y como si, a la manera de su modelo, quisiera rivalizar con los hechiceros de Egipto [33]. En cuanto a Einstein, más "gentil" que los otros, oscila entre la construcción de una comunidad judeo-árabe en Palestina –o de una comunidad judía que no sea y no [deba] volverse política"– y la necesidad que "nosotros, los judíos, retomemos conciencia de nuestra existencia como nacionalidad" [34]. A través de la judeidad, el genio judío evidentemente busca testimoniar al máximo del hombre en general, al mínimo, del sujeto dividido –de la ciencia o del psicoanálisis.

La relación que mantiene este término sin propiedades: judío, con las propiedades que puede o debe recibir, es una relación del mismo tipo que la que conjuga y a. De este modo, ninguna de las propiedades ya citadas –religiosa, nacional, cultural, etc.– y que escribiría Px, siendo P la propiedad y x un individuo judío, no es necesaria, ni suficiente (dejamos de lado una vez más las definiciones recurrentes que rehúsan la cuestión). Pero de este estatuto precario de las propiedades no se deduce que sea Judío quien se dice Judío –ni que no sea Judío el que se dice no-Judío. Estas propiedades son pues cada vez de nuevo incluidas en la judeidad y excluidas de ella, directa e inversamente implicadas por ella. La judeidad transforma entonces una propiedad del tipo P en un objeto a, en conjunción por el punzón al judío como . Por ejemplo, la circuncisión es un rasgo (una propiedad) importante, pero solo es judía si es ya circuncisión de un Judío, etc.

En la estructura del fantasma, lo real está siempre en conjunción a una, a realidades (propiedades); es la razón por la que judío no es un significante puro, y que se puede decir hay Judíos, y hay no-Judíos.

La palabra goy es completamente adecuada para designar el no-Judío, ya que es proferida por la causa misma: el Judío. Se apreciará entonces la ligera paradoja siguiente que enuncio: el presente texto es el texto de un goy, pero no, lo espero, un artículo de goy. Solo hay además no-Judíos en Occidente, y decir, por ejemplo, que un japonés, un chino, e incluso un árabe, no es Judío no tiene ningún interés, incluso ningún sentido. Recíprocamente, decir que el occidental no es Judío es una mentira… por omisión.

Pero la conjunción de un real –objeto a– a una realidad (un fantasma) es una hiancia, la hiancia misma de lo imaginario y de lo real, que solo lo simbólico encadena según la estructura del nudo borromeo.

Sea, aún, la circuncisión: ella es lo real de un corte (irreversible), pero para estar en conjunción con lo imaginario que ella representa (la pertenencia identificatoria a una comunidad), es necesario lo simbólico (es decir el significante judío, o el Judío como significante –la palabra del rabino). Si no el nudo se deshace, y se obtiene una circuncisión sin sentido ("higiénica"), una comunidad sin marca, y un significante fuera de la cadena (al cual le es necesario otro significante para que un Judío exista como sujeto) [35].

La ética del Bien decir tiene pues como trabajo referir las propiedades judaicas (religión, cultura, ritos, costumbres, etc.) que harían de los Judíos una clase definida, a su estatuto de objeto a que hace entonces de cada una de esas propiedades algo irrepresentable, de los Judíos un conjunto no definido, y del Judío un sujeto.

De ello resulta uno de estos conjuntos cuyos elementos son sin propiedades, salvo la de no ser reconocido cada elemento del conjunto más que por los otros elementos. Lo que introduce, como toda dialéctica de sujeto, la referencia necesaria al gran Otro, lugar desde donde el sujeto recibe su determinación como sujeto. Los otros judíos dirán si yo soy uno de ellos, porque ni mi fe, ni mi nacionalidad, ni mis rasgos, ni mis costumbres, ni la circuncisión, ni incluso mi decir alcanzarán. O solo este decir, si él es discurso del Otro.

Toda propiedad judaica no es pues realidad más que en apariencia. Ella debe presentarse al sujeto (Judío) al modo de su judeidad, que es su real.

François Regnault es maestro de conferencias en el Departamento de psicoanálisis de la Universidad de París VIII, miembro de la ECF (École de la Cause Freudienne).
Traducción: María Inés Negri
El lector urgido, o ya instruido, queda dispensado de leer los pasajes en itálicas.

NOTAS

* Regnault François, Notre objet a, Paris, VERDIER, Collection "Philia", dirigida por Jean-Claude Milner, 2003, pp. 23 a 45.
** François Regnault es maestro de conferencias en el Departamento de psicoanálisis de la Universidad de París VIII, miembro de la École de la Cause freudienne.
*** Pierre Goldman (1944-1979). Militante de extrema izquierda, autor de Souvenirs obscurs d'un Juif polonais né en France (Points Actuels, 1975). Luego de haber estado presente en Cuba y Venezuela al final de los años '60, vuelve a París donde participa al asalto de una farmacia y un banco. Es acusado por el asalto a una farmacia en el Boulevard Richard Lenoir y el asesinato de dos farmacéuticas, en lo que no participó, y condenado a prisión perpetua en 1974, luego de un juicio particularmente y eminentemente político y con acentos antisemitas que recuerdan el Proceso del capitán Dreyfus. Una gran movilización de la opinión pública, con peticiones en los diarios y meetings de apoyo protesta contra este juicio. En 1976 la causa es rejuzgada y por un sistema de conmutación de penas, Pierre Goldman es liberado. El 20 de septiembre de 1979 es asesinado cuando salía de su casa, por una organización de extrema derecha "Honor de la Policía" que reivindica el asesinato a la agencia AFP. Los asesinos no han sido, hasta el momento, ni identificados ni detenidos.

  1. Ver entre otros Escritos, "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis" (Nota 1), "Observación sobre el informe de Daniel Lagache…", apartado III, "Kant con Sade", Subversión del Sujeto…". Los seminarios publicados: 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, 20, Aún. Los seminarios no publicados: "El objeto del psicoanálisis (1965-66, particularmente la clase del 6-1-66), "La lógica del fantasma (1966-67, particularmente la clase del 16-11-66).
  2. "La lógica del fantasma", clase del 16-11-66.
  3. Escritos, "Kant con Sade".
  4. "La lógica del fantasma", 16-11-66 y El Seminario 11, Capítulo 16, apartado 3.
  5. "La lógica del fantasma", 16-11-66.
  6. "El objeto del psicoanálisis", 6-1-66.
  7. Recordemos la expresión de Maurras a propósito de Léon Blum: "hircocerf de la dialectique heimatlos" Bouc-cerf (chivo-ciervo), término que Aristóteles da como ejemplo de ficticio (por ejemplo, 16 a 16), pone sin duda al judío del lado bouc (chivo).
  8. Cahiers pour l’Analyse, n° 3, pág. 96: incluso la observación de J.-C. Milner a propósito del $ y de a (informe de la sesión del 2-2-66 del Seminario de Serge Leclaire).
  9. Escritos, "Kant con Sade".
  10. "El acto psicoanalítico", clase del 20-3-68. Inédito.
  11. El Seminario 20, pág. 164.
  12. Nos inspiramos de los esquemas de la alienación en El Seminario 11, Capítulo XVI y "La lógica del fantasma", 16-11-66.
  13. El Seminario 11, Capítulo XVI, a propósito de la reunión.
  14. "La lógica del fantasma", 16-11-66. El objeto a es presentado como intersección.
  15. El Seminario 11, Capítulo XVI. El proceso entre el sujeto y el Otro allí es llamado "circular", pero, por su naturaleza, sin reciprocidad. Para ser circular, es disimétrico.
  16. El Seminario 11, Capítulo XIV, "El fantasma es el sostén del deseo, no es el objeto el que sostiene al deseo".
  17. Empleo como sinónimos estos tres términos: judéité, judaïte, judaïcité. Dado que no disponemos de los mismos en castellano, hemos utilizado judaico o judeidad (que no existe en castellano).
  18. Martin Buber, Les récits hassidiques, Ed. Du Rocher, pág. 627.
  19. Suplemento de Le Monde del 30/09/1979 (Pierre Goldman fue asesinado el 20 de septiembre).
  20. Por ejemplo, El Seminario 11, Capítulo XVIII, "…hemos encontrado un cierto tipo de objetos que, a fin de cuentas, no pueden servir para nada. Son los objetos a, los senos, las heces, la mirada, la voz."
  21. Sobre el agalma, la cola de Sócrates, la mujer, ver Escritos, "Subversión del sujeto…". Para el objeto de la Ley, Ibid, "Kant con Sade". Ibid, para la tropa de los atormentadores.
  22. El Seminario 20, Capítulo X, pág. 152, "…lo que viene a sustituirlo (el Otro) bajo la forma de la causa del deseo, que diversifiqué en cuatro.
  23. El Seminario 11, Capítulo XV.
  24. "El objeto del psicoanálisis", 6-1-66.
  25. Para el Antiguo Testamento, Salmo 118,22-23. Para el Nuevo, que cita este salmo: Matthieu XXI, 42; Actas, IV, II; leer I Ep. Pierre II, 4-7. Esto para la piedra angular (pierre d’angle). Para el escollo (pierre d’achoppement): Isaïe VIII,14; Rom. IX, 33; I Pierre II, 8, que reúne los conceptos de piedra angular, piedra del escándalo, y de rey.
  26. Tacite, Histoires, V, IX.
  27. Ibid, V, IV.
  28. Marx, Engels, L’idéologie allemande, Ed. Socialesq (Ed. Complète) : "illusion", pág. 71, "lubie" pág. 72, "fantasmagorie" pág 51, "marotte" (leer edición pág. 27, 41).
  29. "Écho, reflet, sublimation", Ibid. (Ed. Complète) pág. 51. Marx habla acá de "la moral, la religión, la metafísica y todo el resto de la ideología".
  30. I Cor. VII, 19, Ver también Rom II, 25-29: "Car le Juif n’est pas celui qui l’est au dehors dans la chair" (Pues el judío no es el que lo es fuera de la carne). Igualmente, Gal. V, 6 y VI, 15.
  31. Traité théologico-politique, Capítulo I (Edición de la Pléiade, pág. 681).
  32. La question juive, trad. J.-M. Palmier (Ed. 10/18), pág. 52-55. Ver nuestro apéndice.
  33. Porque no interpretar de este modo la palabra de Freud al desembarcar en New York: "Les traigo la peste" – Se conoce el ataque de Moisés y el monoteísmo: "Despojar a un pueblo del hombre que él celebra como el más grande de sus hijos es una tarea no agradable y que no se lleva a cabo con despreocupación y placer".
  34. Ver por ejemplo los textos recopilados bajo el título Comment je vois le monde (Ed. Flammarion, 1979), Capítulo IV: "Problèmes juifs". Einstein no piensa que haya "una concepción judía del mundo", sino la defensa de la vida bajo todas sus formas (pág. 124).
  35. "Si tuviera un hijo, lo haría circuncidar, si…Será más simbólico que otra cosa" (entrevista de Pierre Goldman). Sobre la circuncisión en el antiguo Israel, se consultará con frutos la obra de Adolphe Lods, Israel desde los orígenes a mediados del siglo VIII (Biblioteca de síntesis histórica, dir. Henri Berr), 2 da. Parte, Libro I, Capítulo II – Moisés no estaba circuncidado, si se cree el enigmático pasaje del Exodo IV, 24-26.
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