Enero 2016 • Año X
#31
Soledades

Soledad: aquello que se evapora y no desaparece

Verónica Carbone

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Ebullición
Ivana Bristiel

I -Entre las palabras y las cosas

Las palabras, como barcos, lucen variados puertos de origen y de llegada. Tienen, también, viajantes que van dejando en ellos las marcas de su existencia.

La soledad es un pasajero (tal vez una mujer), extraño y difícil. Carece de compañía, de ahí que la alegre pena que denota resulte sospechosa de melancolía, por causa de esa ausencia que halló sin buscar.

Cuentan que en el puerto de Lisboa hubo en el pasado un barco anclado que no terminaba de partir. Sus maderos con los tiempos se tornaron de un triste color imborrable, indefinible.

El barco se llamaba "Saudade". Era muy conocido, y los habitantes de Lisboa (que tienen por héroe nacional al poeta del desasosiego que, siendo -quizá- uno de los más grandes, llevaba para sí una identificación anónima, equivalente a mera persona, es decir Pessoa). Tal vez por asociación o folclore, los portugueses le pusieron el nombre del barco a esa clase de tristeza -material e imborrable; gozosa de su pena- e intraducible a otras lenguas, consideradas ignorantes de ese estado de estancamiento en el agua, anclado en el puerto, sin partir ni arribar.

En el siglo XXI los psicoanalistas decidieron embarcarse en estas cuestiones. En principio, no como pasajeros, emprendieron la mensura de los rasgos comunes de la afección. La cual -como una epidemia suave- iba extendiéndose en las poblaciones urbanas. Con la característica paradójica denominada soledad en muchedumbre, similar a la que el ingeniero-escritor Robert Musil, en Viena, llamó: "El hombre sin atributos".

Soledad, sin embargo, femenina, se extiende, hoy, en medio del cemento gris verdoso, de la tecnología, los rascacielos, las pantallas y la supuesta racionalidad del sistema.

Esa tristeza flota en los semblantes, es un vacío inexplicable. Misterioso e impune va empobreciendo a los espíritus y licua la consistencia de los lazos sociales. Tornó irrisoria la publicidad que adosaba la alegría de vivir al disfrute banal de sus mercancías. Contrastando con el empuje a la manía contemporánea.

Por contraste, la velocidad urbana ha acortado hasta la nada, la distancia que separa a los instantes e incorporado el hecho virtual a la corporeidad de las relaciones. La metáfora del barco, vuelve patente la duración del estancamiento sufrido, cuya deuda con el presente se agiganta, en mérito de la fugacidad requerida para el vivir ciudadano. De ahí que la compañía se vuelva escasa y la soledad vaya inundando los agujeros desocupados. Es un cambio de la situación general.


II- Entre los pliegues del psicoanálisis. Tiempo y Soledad

Más allá del uso popular, o gracias a la influencia del mismo, latente en su rastro olvidado, cada palabra tiene su historia y, a su vez es un reservorio, de ahí las etimologías y los significados. Y el pedido por las "desambiguaciones" que Wikipedia realiza.

Para bien o para mal, se tiende a buscar la razón de su existencia y la discriminación de sus formatos latentes.

No es sencillo precisar el significado de "Soledad". Su acepción más conocida es "la carencia de compañía, tristeza o melancolía que se siente por la ausencia de alguna persona o cosa"[1].

Quizá por la atracción del jeroglífico, el rastro de la palabra conducía a Saudade que era tomada en lengua española, pero se incorporaba desde el portugués; como mero significante, sin que la palabra portara la experiencia que traía.

En 1660 el portugués Manuel de Melo la caracterizó, en gallego, como: "bem que se padeçe y mal que se gosta" [2].

Soledad es un significante que desde el psicoanálisis podría ser tomado como aquello que querría, de modo directo, decir algo respecto de un vacío inexplicable.

La intensidad de la soledad depende de la vivencia del tiempo. Así, tiempo y soledad, se encuentran entrelazados, la soledad toma una dimensión temporal y es por ello que vamos a puntualizar algunas cuestiones.

Si rastreamos el pensamiento humano, el tiempo es desde el origen una inquietud para el hombre, tiempo que no es pensado solo, sino con relación al espacio, en el que podríamos hablar de atemporalidad.

Ha sido una necesidad para el hombre mensurar el tiempo. ¿Si no nos manejáramos con el llamado tiempo lineal, acaso existiría? Ahí, nace Cronos, la ambivalente materialidad del tiempo cronológico. El pasado, el presente, el futuro, serían el recuerdo-memoria, el instante y la espera. El "pasado- saudade", es tomado como lo añorado que nunca se tuvo, imposible de representarse, y el "saudade-futuro" como un recuerdo de los límites del tiempo y la imposibilidad de re-presentar. Estas cuestiones pertenecen a otras dimensiones del tiempo, que no es el lineal.

Es el intermedio, el instante del presente lo dificultoso para el sujeto pues muestra en esa fugacidad que se fuga lo inaprensible, lo que escapa a la medición y al significante. A su vez posee una densidad que es lo que nos hace relacionarlo con el objeto, la libido y así llamarlo a- temporalidad. Esto es un uso del tiempo que va más allá de las líneas de pensamiento que aplastan esta dimensión.

El Ahora es un shiffter dice JAMiller. Una bisagra conectora entre dos inexistentes. Diría Aristóteles: el pasado que ya no es y el futuro que todavía no. Aunque Rodolfo Mondolfo, autor de "La comprensión del sujeto humano en la cultura antigua (Eudeba, Bs. As., 1979)" hablaba de un presente repleto de pasado y preñado de porvenir.

De cualquier modo, el tiempo inquieta, se desvanece, no tiene dimensión y, a su vez, paradójicamente, tiene consistencia e interroga al sujeto sobre el ser. Éste, intenta responder con la memoria, en tanto el pasado es recuerdo, con la atención del presente, hecho de instante y con la esperanza del futuro.

Así se maneja el humano. Pero esa no es la respuesta que sirva para acceder a la dimensión lógica del tiempo. Para que este tiempo acontezca es necesario el acto analítico y el analista.

Para Freud el trauma liga efectivamente al sujeto con el tiempo y por lo tanto con la soledad.

Trauma es lo que llamamos al encuentro con el lenguaje y lalengua que recorta lo real, su consecuencia está en la base de la formación del síntoma.

El tiempo lineal, cronológico, está afectado por lo traumático. Cuando decimos afectado queremos marcar también al cuerpo en juego. Ese encuentro con lo real, es indecible, pero no escapa al sentido que le da el sujeto y este sentido es sexual. Recuerdo encubridor de un goce perdido y obtenido en un tiempo más o menos prematuro, experiencia que marca un pasado vía el significante pero no todo está cubierto por éste.

Ese sentido que el sujeto sostiene, retiene la vivencia, atrae significaciones de su vida. Repetición en lo que nada objeta la causa, es más, la repetición mantiene su sentido. Inercia[3] que hace obstáculo y está del lado del goce. Junto con JAMiller nos preguntamos: ¿cuál es la dosis de verdad que cada sujeto puede soportar?[4]

El vacío está desplegado (el que hablaba M. Bassols, el vacío de lo real: lleno de agujeros pero al que nada le falta), la ficción subjetiva que permite al sujeto dimensionar, sin medida, una temporalidad que se escapa al tiempo cotidiano pasando a ser, aquí, el tiempo, tanto como la soledad, un nombre de lo real, en tanto no saturado por los significantes, lo imposible de decir. Graciela Brodsky comenta que el sujeto padece de su pasado que "no sólo no es fugaz, sino que no se mueve de su sitio",[5] lo espacializa.


III- La soledad entre fantasmas

Por un lado ubicamos la soledad en términos fantasmáticos. Surge la soledad como un síntoma o malestar que provoca sufrimiento. Es la soledad del pathos, que supone un lazo dificultoso con el Otro/otro y que se sostiene en "los goces", las identificaciones y los ideales del sujeto.

Una primera afirmación: la soledad trasciende la cuestión del amor. No lo excluye, pero no se agota en la dialéctica del encuentro y el desencuentro amoroso.

La soledad se imaginariza habitualmente como un estar sin pareja. El tiempo con su cambio de discurso y lo que impera en nuestra época ha modificado los modos y características en los lazos humanos. Los objetos tecnológicos, la aceptación social y legal de familias con padres de un mismo género, dan cuenta de ello.

Convengamos que lo que se pensaba como paradigma femenino y / o masculino ha variado. En este punto nos orientamos con lo que Lacan precisa como un más allá de la cárcel de la anatomía y que son las Tablas de la sexuación en el seminario 20.

La operación de la división subjetiva es determinada por el significante. Se trata de un acto de escritura que deja un resto: el a. Se produce allí una pérdida, un vacío que nunca será colmado. Vacío que es en última instancia a lo que remite la soledad estructural, aquella anudada a la imposibilidad de la relación sexual.

La empeñosa búsqueda del contenido conceptual de la soledad, nos lleva a advertir que el mismo es, de por sí, solitario. Podríamos partir, para pensar, en el "Ahora", visto como Shiffter (conector) según JAM, y correlacionarlo con la definición del Profesor Mondolfo y la reticencia que tuvo Aristóteles para hablar del tiempo.

El presente para Aristóteles es la bisagra entre dos inexistentes: el pasado que ya no es y el futuro que todavía no. Mondolfo que, como se dijo, habla de un presente repleto de pasado y preñado de porvenir; marca, en la conciencia del tiempo, el origen de la concepción de sujeto humano y el nacimiento del derecho, porque en ese punto surge el concepto de culpa y de responsabilidad.

Estamos, entonces, hablando de la racionalidad lo que desemboca necesariamente en Sócrates y el concepto de Ironía. Kiergegaard, va encarar su tesis doctoral, en "El Concepto de Ironía, con especial referencia a Sócrates"[1]. En el prólogo confiesa la imposibilidad de abordar el tema sin referirse a la misteriosa nostalgia que los conceptos incluyen dentro de sí, tendiendo hacia su significado originario, visto como el espacio, el hogar, donde se ubicaba el sitio de su nacimiento. Es una visión arqueológica de los significados que perdurarán condensados. El sentido originario queda enterrado por los variados usos que se va dando a cada palabra, pero pugna por renacer atraído por la nostalgia.

La traducción inglesa la nombra como "homesickness". En esta cuestión la palabra "nostalgia" que utiliza la traducción española es un vocablo a todas luces insuficiente. Es aquí donde necesitamos para aclarar reencontrarnos con el concepto de "Saudade". Que es la añoranza, solitaria, viciosa, que se pega al cuerpo, que gozoso la sufre, la acarrea y la extraña como a un paraíso perdido. Se trata del estado anterior que subsiste, de compenetrada irresponsabilidad, sin conciencia del tiempo. Tal vez, en ese sentir la soledad, la nostalgia cargue al sujeto barrado, vacío por definición.

En la sociedad contemporánea la responsabilidad se licua, los personajes habitan sueltos, buscan conexiones que no estén suficientemente anudadas. Lazos que se establecen fundamentalmente a través de las redes cibernéticas estableciendo relaciones virtuales lo suficientemente "Light", flojas como para armarse y desarmarse con rapidez. Lo que sí está sólidamente constituido es lo pulsional, liquidez de los lazos, persistencia de la pulsión. Hay una gran desconfianza en los vínculos duraderos. Sustrayendo muchas veces la puesta en juego del cuerpo con el otro, sobre todo si se trata de la posibilidad de perdurar.

Soledades, aislamiento, son cuestiones que han pasado a ser un problema social, político y hasta económico que se encuentra avalado por distintas estadísticas.

Lo novedoso no es lo nuevo sino aquello que en un punto es efímero a diferencia de lo nuevo que necesita para surgir un tiempo. Lo nuevo señala un antes y después, deja una marca.

En principio cabe señalar que no hay una nueva soledad, ni podemos hablar de LA SOLEDAD, toda. Hay una, propia del ser humano, es estructural, está dada por el choque con el lenguaje que hace lalengua y atraviesa al parlêtre. La constitución del sujeto deja un resto, vacío imposible obturar con un significante y que marcará esa relación agujereada del sujeto con el objeto, en tanto perdido, el de la saudade, pero que se imaginariza en objetos de diferentes campos, (soledad fantasmática). Es allí ante ese vacío, esa falta de un significante que capture completamente el sentir, el lugar existencial, donde el sujeto se enfrentará a un duelo. Lo que está perdido de entrada y que a su vez nunca se tuvo.

Duelo por lo que no hay, situación que lleva al sentimiento de soledad. Duelo que se resignificará ante las diferentes pérdidas, que conlleva la vida.

Perspectiva para esta época, donde se enfatiza el "que todo esté bien", la inmediatez , el paso del tiempo con la ilusión de que sea sin dejar huellas visibles( exceso de cirugías, etc.), así como también que los duelos "duelan y duren" poco. Lo que se puede llamar las máscaras de las soledades.

Lacan afirma que el analista sólo se autoriza de sí mismo pero no sin otros con quienes tendrá que dar cuenta de su quehacer, lo cual parece ser una paradoja, pero no lo es, porque se trata de un "solos" pero no "aislados"


Soledades

No podemos dejar de referirnos en este punto al escrito de Miquel Bassolls[i] que cada sujeto se confronta con la soledad a partir de su relación con el falo.

Así como el obsesivo evita infructuosamente el lazo con el deseo del Otro, le hace sostener al falo como partenaire que le otorga una completud imaginaria.

La histeria sostiene a ultranza el deseo del Otro pero también fálicamente en su propia soledad, o sea en la ausencia. Posición remarcada por Lacan, como de excepción, ser la/el únic@ para el Otro, haciéndole falta. Podemos llegar a aventurar que la soledad en la histeria viene a ocupar hoy día el lugar que tenían los síntomas conversivos de antaño.

El dolor de existir del melancólico no cuenta con la función fálica por lo tanto como dice Bassols: "…no nos llega el testimonio de un sentimiento de soledad…"

En cuanto a la soledad en las psicosis queda sin recursos ante ese abismo, más que apelar al delirio. El psicótico paradójicamente se encuentra invadido, tomado por el Otro.

En el analista ¿se puede pensar una relación particular con la soledad? De hecho es una práctica solitaria, excluyendo el pathos. Una soledad que incluye la aceptación de lo imposible e irreparable del vacío que deja el buen uso de la inexistencia del Otro. Inexistencia que nos remite a la confrontación de la ficción que ha hecho Sinthome al final del recorrido analítico y permite tomar el relevo de la soledad para otros.

Buenos Aires, octubre 2015.

NOTAS

  1. Diccionario de la Real Academia Española.
  2. Diccionario etimológico Wikipedia. Su traducción como "bien que se padece y mal que se disfruta" nos acerca a lo que vamos a plantear sobre la soledad y su relación con lo real.
  3. Inercia: Propiedad de los cuerpos de no modificar su estado de reposo o movimiento si no es por la acción de una fuerza.
  4. JAM Cosas de Finura clase 12-11-08
  5. Graciela Brodsky en el artículo "La Prisa y la Espera" (El Caldero N° 80).
  6. M. Bassols. Soledades y Estructuras Clínicas en Freudiana 12. Barcelona 1994.
  7. "Escritos, Soren Kierkegaard", Volumen I, Editorial Trotta, 2000, Madrid. "The Concept of Irony, with continual reference to Socrates. Notes of Shcelling's Berlin Lectures". Princeton, University Press, New Jersey, 1989. USA. Edited and Translated by Howard V. Hong and Edna H. Hong.
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