Junio 2006 • Año V
#12
Misceáneas

Actualidad de los debates freudianos en la civilización del trauma

Mónica Torres

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A partir del artículo de J.C.Milner "Después de la masacre", en el que el autor sitúa a los seis personajes de la obra de Pirandello Seis personajes en busca de un autor, Mónica Torres se pregunta por las consecuencias que la Primera Guerra Mundial, época contemporánea a Freud, tuvo en la subjetividad a partir de allí. Donde ya no se trataba del asesinato del padre, sino por el contrario del asesinato de los hijos. Como contrapunto, ubica la época actual en la que el trauma se ha generalizado y la masacre ha devenido acontecimiento de masas. Es en este contexto que sitúa las diferentes posiciones de Freud respecto al análisis gratuito. Recordando que la Clínica de Berlín se sitúa después de la masacre. Mónica Torres también reflexiona en cómo pensar ahora ese antes y después de la masacre, y en las consecuencias de vivir en el trauma, en tanto es la manera en que se expresa el sin-sentido en la actualidad. A partir de allí analiza los dos proyectos asistenciales de la EOL: La Red Asistencial y Pausa; y exhorta a los analistas a tratar de responder a cómo puede intervenir el psicoanálisis en la época del Otro que no existe.

En un artículo titulado "Después de la masacre" Jean Claude Milner analiza la obra de Pirandello Seis personajes en busca de un autor. Su tesis es que estos seis personajes se sitúan precisamente después de la masacre. Los seis personajes están referidos a una circunstancia. La circunstancia eterna de toda pos-guerra. Si el teatro, -es la tesis de Milner- el teatro griego por excelencia, es la conmemoración del asesinato del padre por la sociedad de los hijos, ¿qué ocurrió después de la Primera Guerra Mundial cuando la masacre devino ley del mundo durante cuatro años, es decir, entre 1914 y 1918? Tiempos de Freud.

¿Qué ocurrirá ahora que hemos visto exactamente lo contrario, a saber, el asesinato sistemático de los hijos por la sociedad de los padres? Jamás personajes como estos encontrarán un autor, es la tesis de Milner. Se refiere a la pérdida del padre; cuestión que J. A. Miller ha comentado en varios textos, por ejemplo en El Otro que no existe y sus comité de ética y en la conferencia que dio en Comandatuba hace dos años cuando habló de los sujetos sin brújula, desorientados.

A mi vez, pretendo aplicar esta tesis a dos cuestiones. La primera en relación al cambio de posición de Freud, con respecto a la asistencia, desde 1913, cuando escribe "Sobre la iniciación del tratamiento" o "Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis", hasta 1918 cuando concibe tratamientos gratuitos en instituciones públicas atendidos por médicos con formación psicoanalítica dirigidos a ayudar a hombres y mujeres víctimas de las privaciones y de la pobreza; y que culmina en la Clínica de Berlín. El segundo punto lo voy a referir más bien a nuestro tiempo, cuando el trauma se ha generalizado y la masacre ha devenido acontecimiento de masas.

 

1- Freud y las instituciones gratuitas antes y después de la masacre

a) Antes de la masacre:

En 1913 en "Sobre la iniciación del tratamiento", Freud nos dice que las resistencias del neurótico se acrecientan con el tratamiento gratuito. En la mujer joven, nos dice, aparece la tentación contenida en el vínculo transferencial y en el hombre joven la renuncia al deber del agradecimiento -se trata de la histeria y de la neurosis obsesiva-.

Nos dice que es muy difícil sacar al pobre de la neurosis una vez que ésta se ha producido. Nos habla de la ganancia secundaria de la enfermedad para estos casos. Nos dice que la ganancia de la enfermedad es demasiado sustantiva y que los hombres pobres, debido a esa ganancia, piden conmiseración y pueden declararse eximidos de la exigencia de combatir su pobreza mediante el trabajo. Ya sea el trabajo concreto o incluso el trabajo analítico.

Y aparece allí la famosa frase:
"No hay nada más costoso en la vida que la enfermedad y... la estupidez"

 

b) Después de la masacre:

Sin embargo, alrededor de la Clínica de Berlín, es decir en 1920, Freud dirá todo lo contrario:

"Algún día la conciencia de la sociedad despertará y dirá que los pobres tienen tanto derecho a contar con ayuda para la mente como con ayuda quirúrgica para salvar la vida, y las neurosis amenazan la salud del pueblo no menos que la tuberculosis". Y agrega: "Estos tratamientos serán gratuitos".

La Clínica de Berlín, fundada en 1920, no haría otra cosa que seguir los lineamientos que Freud había indicado en 1918, en ocasión del Congreso de Budapest.

La Clínica de Berlín "para el tratamiento psicoanalítico de las afecciones nerviosas" y su instituto asociado, eran el primer llamamiento de Freud a la utopía.

¿Qué había ocurrido entre el pesimismo de 1913 y el optimismo, incluso la utopía de 1920? Se trataba de la masacre, de la Primera Guerra Mundial. Freud soñaba con un autor, con un padre para los hijos sacrificados, representados según Milner, por los personajes de Pirandello.

Aparecen cifras, estadísticas, sobre el tratamiento de los pobres. La Clínica de Berlín se sitúa entonces después de la masacre.

¿Cómo pensar la actualidad de ese “antes y después de la masacre” para nuestro tiempo?

 

2-Los hijos del trauma, hoy

En los libros La urgencia generalizada I y La urgencia generalizada II, compilados por Guillermo Belaga y que contienen varios artículos, entre ellos, recientes desarrollos de Éric Laurent en relación al trauma generalizado de nuestro tiempo, encontramos varios enfoques sobre este tema.

Laurent en sus artículos "Hijos del trauma" publicado en La urgencia generalizada I y "El tratamiento de la angustia pos-traumática", publicado en La urgencia generalizada II nos habla de la generalización del trauma. ¿Podemos comparar el antes y después de la masacre, en lo que he ubicado a Freud con Pirandello antes de la Primera Guerra Mundial, con nuestro mundo, antes y después de la generalización del trauma?

El telón de fondo de nuestro tiempo es "El teatro de la crueldad". La luz no está solamente en la razón, ella surge del movimiento violento de lo real, como lo explicitaron Milner, Éric Laurent y J.-A Miller. Después de la masacre, el teatro de la crueldad. ¿Cómo puede el psicoanálisis hacerse cargo de esto? ¿Hemos superado las objeciones que Freud hacía en 1913 a la cuestión de los tratamientos gratuitos?

Tomemos los dos proyectos asistenciales de la EOL, el de La Red y el de Pausa. En el caso de Pausa, en efecto, la oferta está dirigida a situaciones de urgencia subjetiva, vinculadas a nuestro tiempo. A aquellos que, con Eric Laurent, he llamado los hijos del trauma.

En el libro La urgencia generalizada II, hay un artículo mío titulado "Todos contra la pared en la civilización del trauma", en el que trabajo la cuestión del trauma generalizado a partir del comentario de la película de Fatih Akin Contra la pared. Fatih Akin es él mismo un hijo del trauma, y también lo son sus personajes, tanto los de Contra la pared como los de Im Juli.

Akin es uno de los representantes del "cine turco-alemán", constituido por directores pertenecientes a la primera y segunda generación de inmigrantes turcos, cuyos padres y abuelos formaron parte de la mano de obra masculina para reemplazar a los hombres muertos durante la Segunda Guerra Mundial; y quienes pasaron a formar parte del llamado "milagro alemán", héroes de la extrema frontera como los ha llamado A. Scheinkestel.

Los personajes centrales de Akin, Caith y Sibel, se conocen precisamente en un centro de salud, donde han sido enviados después de que ambos han intentado suicidarse. Ambos, como el mismo director, son hijos de turcos que han nacido, como Sibel, en Alemania o se han ido a vivir allí como Caith.

Si nos referimos a los dos sentidos del trauma que Eric Laurent menciona en "El revés del trauma" [1], podemos decir que los hijos del trauma de nuestro tiempo están particularmente afectados por el hecho de que lo real está en exclusión interna respecto de lo simbólico. Ese punto de real, que no puede ser reabsorbido por lo simbólico, es la angustia; tal como Lacan ya lo había anticipado. La angustia ha recuperado en nuestro tiempo un sentido traumático.

En un sentido el trauma del que nos vemos afectados es siempre el trauma de ser sexuados. Pero a la vez, conviene a nuestro tiempo hacerse cargo del trauma específico de nuestra época: la época del Otro que no existe. Se trata de la civilización del trauma. Vivimos en tiempos en que el sujeto acuciado por la violencia, la guerra, la pérdida de ideales, el terrorismo y la segregación, atraviesa la civilización del trauma. Ya no se trata del malestar en la civilización sino de que el trauma es la civilización de nuestro tiempo. El trauma es la manera en que el sin-sentido se expresa en la época actual.

Pausa, a mi entender, se ocupa específicamente de ese tipo de pacientes. Aquellos que, como los personajes de Akin, nos demuestran que ya no vivimos en un mundo común donde termina por unirnos la referencia al lenguaje. Al contrario, vivimos en un mundo que nos tiene a todos contra la pared del sin-sentido y lo que nos es común es el trauma de lalengua y la no existencia de la relación sexual.

Pero debemos tener en cuenta la época y en ese sentido tanto La Red como Pausa se ocupan de ese tipo de sufrimiento; lo que es más evidente en el tipo de consulta que se dirige a Pausa. Cabría preguntarles a los terapeutas de ambos proyectos, cómo se ponen a salvo y resguardan a sus analizantes de los contra golpes agresivos de la caridad, cuestión que ya preocupaba a Freud.

Cabría preguntarles, -me gustaría que alguna vez hubiera lugar para esa polémica en nuestra Escuela-, cómo es posible que el sujeto se responsabilice de su goce cuando no tiene que pagar, al menos con dinero; cómo es posible que se responsabilice de su tratamiento. Porque finalmente ésa era la pregunta que se hacía Freud en 1913 -aunque la formulaba en sus términos-: si el sujeto no paga por su tratamiento, ¿es posible que se responsabilice de su goce?

¿Cómo es posible que se instale la transferencia, -y esa pregunta es especialmente para los terapeutas de La Red-, en relación a un significante como Red Asistencial? En el caso de Pausa, la transferencia puede referirse a la institución, ya que hay un lugar, una institución, un edificio en el que la institución funciona. Incluso se trata de un dispositivo que permite que varios terapeutas vean a un mismo paciente. ¿Cómo es posible establecer la transferencia en esos términos?

En el caso de La Red, los analistas atienden en sus consultorios, pero han sido derivados por admisores que representan al significante Red Asistencial. ¿Cuáles son las dificultades con las que nos enfrentamos, en relación a la transferencia, cuando está representada por un significante y qué pasa en ese caso con el sujeto-supuesto saber?

En nuestro tiempo, nuevos síntomas y nuevas angustias hacen necesarias nuevas respuestas del psicoanálisis. Se trata de la pregunta ¿qué lugar resta para el analista después de la masacre; después de los atentados terroristas, de la violencia en las grandes ciudades, de los campos de concentración que también han existido en nuestro país, de la pérdida de ideales, de un tiempo marcado por el trauma y la inexistencia del Otro?, ¿habrá lugar para alojar a los hijos del trauma? Estos personajes, estos pacientes sin Otro, sin autor, ¿encontrarán el modo de establecer una relación con un analista? ¿Lograremos que se hagan responsables de su goce con los dispositivos que les proponemos?

¿Qué haremos, qué hacemos, en nuestra clínica contemporánea, la clínica del Otro que no existe, la de las nuevas modalidades de goce, la de los síntomas que no se organizan alrededor del Nombre del Padre y que dejan al sujeto cada vez más desamarrado del lazo al Otro y librado a lo mortífero del goce pulsional? ¿Hay un lugar para el psicoanálisis en esas condiciones? ¿Pausa y La Red son la utopía de nuestro tiempo y de nuestro país, así como lo fue en tiempos de Freud la clínica de Berlín?

Esas son las preguntas que los analistas debemos respondernos para estar a la altura de las preguntas de Freud en 1913 y de la respuesta de la clínica de Berlín en 1920. Ahora que en verdad no estamos en tiempos que podemos llamar "después" de la masacre, sino que habitamos el desierto de lo real, el movimiento violento de lo real, tiempos de la masacre misma.

Enfrentamos un tiempo más acuciante que el de Pirandello. Puesto que nosotros mismos somos hijos o hijos de los hijos de los personajes sin autor, es decir, sin Otro. No encontraremos jamás al autor, es decir, al Otro consistente. ¿Qué haremos, que respuesta tenemos para dar que esté a la altura de las preguntas freudianas, en tiempos sin Otro? Pausa y La Red son las respuestas actuales a los debates freudianos que siguen hoy vivos.

NOTAS

  1. El trauma es un agujero en el interior de lo simbólico. Lo real está en exclusión interna con respecto a lo simbólico. El analista puede pretender restituir el sentido.
  2. Hay otro sentido que desarrolla Miller en referencia a la última enseñanza de Lacan. Hay simbólico en lo real. Desde esta perspectiva hay que reinventar a un Otro que no existe más.
    En esta aproximación el analista ocupa el lugar de la pérdida esencial del objeto. El analista mismo es traumático. Cabe preguntarse si el primer sentido del trauma se refiere al psicoanálisis aplicado y el segundo al psicoanálisis puro.
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