Agosto 2018 • Año XVII
#35
Dossier Autismo

El cuerpo en el autismo. Forclusión del agujero y cuerpo al natural

Gabriel Tanevitch

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"Sin título"
Dibujo, 2017.
Pablo Flaiszman

Durante mucho tiempo se pensó y consideró al autismo como una forma extrema de la esquizofrenia. Nuestros abordajes clínicos tomaban como perspectiva epistémica esta tesis. Hoy en día continúan los debates también dentro de nuestra comunidad de la orientación lacaniana. Pero desde hace ya aproximadamente 10 años se ha instaurado con contundencia la idea de diferenciar lo que es propio del autismo de lo que es propio de la psicosis.

Éric Laurent, en el prólogo de su libro El sentimiento delirante de la vida[1] plantea la importancia de esta distinción. Para ello es orientador distinguir autismo y psicosis como dos modos distintos de retorno del goce. "En la esquizofrenia es retorno del goce dentro del cuerpo, los centros del lenguaje viajan en el cuerpo mismo, pero no tenemos la misma categoría de problemas en el autismo".[2] Al final del mismo libro, se introduce un capítulo que es en realidad una conferencia que dio É. Laurent para el ICdeBA: Los espectros del autismo.[3] Recuerdo que hubo un debate intenso respecto a este esfuerzo de diferenciar al autismo de la psicosis y se planteó que en este tipo de debates lo importante no es saber si el sujeto pasa de una categoría a otra (esquizofrenia-autismo), sino saber cómo un sujeto autista constituye su nudo en cada caso en particular, cómo se articula en ese sujeto lo simbólico, lo imaginario y lo real.

En el año 2012 se publica La batalla del autismo. De la clínica a la política,[4] texto clave para pensar la clínica del autismo y la política del psicoanálisis. ¿Por qué la batalla del autismo? Todo se precipitó cuando en Francia se otorgó al autismo la etiqueta de "Gran causa Nacional" en enero de 2012. É. Laurent propone la idea de hacer énfasis en el autismo como una causa digna de ser defendida en el espacio público, incluso en la justicia. No se trata de buscar la causa primera, el origen, sino de ver qué puede orientar el abordaje psicoanalítico de los autistas.

Desde entonces el autismo ha sido un tema de trabajo permanente en la AMP, en sus diferentes escuelas y en la FAPOL con el abordaje desde sus distintos Observatorios.

En La batalla del autismo,[5] É. Laurent desarrolla su tesis de la forclusión del agujero. Tesis que nos llevó a reconfigurar la clínica del autismo y que nos permitió esclarecer lo propio del autismo para distinguirlo de la psicosis. Entonces ¿Cómo pensar el cuerpo en el autismo desde una perspectiva que no sea desde la psicosis y orientarnos en la cura? Habitualmente decimos que no hay cuerpo en el autismo y que en su lugar se presenta su encapsulamiento o caparazón. El sujeto autista se encuentra carente de su envoltura corporal, no reacciona ante la imagen de su cuerpo. En lugar del espejo que no funciona, se instaura una neo-barrera que da lugar a su caparazón. Ésta funciona como una burbuja de protección para el sujeto.

Hacia finales de los años ´80, siguiendo la perspectiva de J.-A. Miller, quien ordena la clínica de las psicosis no solo a partir de la forclusión del Nombre del Padre, sino mediante la forma de retorno del goce en el propio cuerpo en la esquizofrenia y en el Otro en la paranoia, É. Laurent presentaba la hipótesis de retorno del goce sobre un neo-borde en el autismo. Su nueva tesis de la forclusión del agujero mantiene esta hipótesis del retorno del goce sobre un borde y propone que el cuerpo-caparazón, es un cuerpo cuyos agujeros están cegados. Hace un esfuerzo importante en diferenciar el término cegado de tapado. Un cuerpo tapado sigue ahí, cubierto por algo, pero cegado implica una verdadera desaparición del agujero.

¿Qué incidencia tiene la forclusión del agujero en relación al cuerpo en el autismo? De inmediato podemos decir que no hay cuerpo. Que no hay trayecto pulsional y por lo tanto no hay objeto extraído.

É. Laurent propondrá hablar de la forclusión del agujero a partir de la lectura que hace J.-A. Miller del caso Robert de Rosine y Robert Lefort. Esta forclusión empuja al sujeto, en muchos casos graves, a producir un agujero mediante un forzamiento a través de una automutilación, para encontrar una salida al demasiado de goce que invade su cuerpo. Es lo que nos muestra el caso de los Lefort al intentar Robert cortarse el pene con unas tijeras de plástico. En este cuerpo que no se constituye en el autismo, el sujeto se goza sin el trayecto pulsional que podría articular su cuerpo al Otro. El caparazón es lo que adviene en lugar de ese cuerpo cuyos agujeros están cegados. J.C. Maleval comparte esta tesis de É. Laurent, estableciendo que esta burbuja o caparazón implica la retención de los objetos pulsionales. La clínica del autismo nos muestra casos en los que el mutismo, la huida de la mirada, el estrabismo, la encopresis y las alteraciones en la alimentación, se deben al rechazo de la cesión de estos objetos. Otro ejemplo es como el bebé autista no busca hacerse mirar por su madre como tampoco busca ocasionar el intercambio jubiloso con ella. Toda cesión de un objeto pulsional es experimentada como mutiladora, como una castración real. J.C. Maleval plantea en su tesis que lo que caracteriza al autismo es la no cesión del objeto voz. El sujeto autista no embarca su goce en la palabra, retiene el objeto voz y de ahí su mutismo. Propone toda una variedad en cuanto a tipos de enunciación en los cuales el autista no pone en juego su voz.

El espectro del autismo es muy amplio. Se encuentran presentaciones graves en las cuales los niños se lastiman, se muerden hasta sangrar, se arrancan los pelos y no muestran alguna manifestación de dolor, que incluso permanecen en ese estado durante toda la vida y en otro extremo, los autistas de alto rendimiento que lograron algunos acceder a la universidad.

Dentro de este espectro están los casos en los cuales hay un desplazamiento del borde del encapsulamiento que tiene incidencia en el registro del cuerpo. Niños que se mostraban totalmente insensibles al dolor en su cuerpo pasan a tener un reconocimiento de éste. Si bien se define al autismo como un funcionamiento subjetivo singular a lo largo de la vida, el sujeto no sale del autismo pero el desplazamiento del borde permite que las consistencias RSI tomen otros anudamientos y de este modo el autista establece otro tipo de lazo con el Otro y con su encapsulamiento.

Otra perspectiva de investigación (work in progress) en relación al cuerpo en el autismo es tomar la hipótesis del cuerpo al natural que J. Lacan plantea en La Tercera,[6] como el estado inicial del cuerpo en el autismo, por fuera de los tres registros. "El cuerpo debe ser entendido al natural como desanudado de ese real que no deja de resultarle opaco por ex-sistirle a título de constituir su goce. Es el abismo menos destacado del hecho de que sea lalengua lo que civiliza- me atrevo a decirlo- a este goce. Con esto quiero decir que ella lo lleva a su efecto desarrollado, por el cual el cuerpo goza de objeto… El primero, que escribo como a… por ello este objeto constituye el núcleo elaborable del goce. Pero solo depende de la existencia del nudo, de las tres consistencias de toros-redondeles de cuerda que los constituyen".[7] Esta cita orientaría lo expuesto hasta el momento en cuanto a las consecuencias clínicas de la forclusión del agujero. El sujeto autista en el uso que hace de los objetos construye un nudo o una intersección entre las tres consistencias RSI. "Un objeto autista hay que verlo en cierta manera como la escritura de un nudo. Es decir algo que es al mismo tiempo una extracción del cuerpo del sujeto, una inscripción en este sentido en el espacio y en el imaginario del cuerpo, una materialización de la letra y del Otro, y tiene la vertiente real con el goce que está realmente incluido en el uso de este objeto".[8]

Es lalengua que civiliza el goce, dice J. Lacan en La Tercera.[9] Se arranca del cuerpo al natural y es lalengua la que fabrica a ese goce, un objeto. El efecto de civilización es la elaboración del objeto como objeto a. A falta de la civilización del goce de parte de lalengua y la imposibilidad de crear un objeto a en el autismo, se produce el objeto autístico cuando el sujeto consigue extraer estos objetos cercanos a su cuerpo y al mismo tiempo puede separarse de ellos. "Llamamos objeto autístico, a este acomodamiento de los restos, de los que deja el encuentro con el Otro de lalengua, que viene a perturbar el cuerpo, sea cual sea el sustrato biológico del funcionamiento o disfuncionamiento de dicho cuerpo. El objeto es esa cadena heterogénea, hecha de cosas discontinuas (letras, pedazos de cuerpo, objetos tomados del mundo...) organizada como un circuito, provista de una topología de borde y articulada con el cuerpo".[10]

El cuerpo en el autismo, es un cuerpo que no ha sido civilizado por lalengua, por eso podemos decir que es un cuerpo al natural, fuera de los registros. Lalengua produce un troumatisme. Neologismo que utiliza Lacan que articula la palabra francesa trou, que simboliza agujero y traumatismo. Es el traumatismo del agujero como acontecimiento en el cuerpo ahora habitado por el goce de lalengua que Lacan llama parlêtre o cuerpo hablante.[11] El cuerpo al natural en el autismo sería otra manera de entender la forclusión del agujero.

NOTAS

  1. Laurent, É., El sentimiento delirante de la vida, Colección Diva, Bs. As., 2011.
  2. Laurent, É., El sentimiento delirante..., op. cit., p.12.
  3. Ibíd., p.12.
  4. Laurent, É., La batalla del autismo. De la clínica a la política, Grama ediciones, Bs. As., 2013.
  5. Ibíd.
  6. Lacan, J., La tercera, Revista Lacaniana Nro.18, Grama ediciones, Bs. As, 2015.
  7. Lacan, J., La tercera,…, op. cit., p.19.
  8. Tendlarz, S. y Álvarez Bayón, P., ¿Qué es el autismo? Infancia y psicoanálisis, Colección Diva, Bs. As, 2013, p.13.
  9. Lacan, J., "La tercera"…, op. cit.
  10. Laurent, É., La batalla del autismo…, op. cit., p.85.
  11. Tendlarz, S., Clínica del autismo y de las psicosis en la infancia. Colección Diva, Bs. As., 2016, p.38.
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