Noviembre 2020 • Año XIV
#39
La Ola de Caracas...

La ola de Caracas

Samuel Basz

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En julio de 1980...

...el Encuentro de Caracas fue el comienzo de la exploración -que llevaría unos diez años hasta sus primeras realizaciones institucionales- para configurar un nuevo paisaje del psicoanálisis en el mundo.

Esta vez orientado en la enseñanza de Lacan.

Para los que nos implicamos en esa aventura, hubo un antes y un después en nuestra práctica institucional y en nuestras vidas.

 

En febrero de 1979...

...tuve la suerte de ver al Dr. Lacan en su consultorio y la oportunidad de conversar con Jacques-Alain Miller en Rue Navarin.

Le llevé a Lacan un ejemplar de la Revista Argentina de Psicología en el que se publicó un artículo mío, gracias a que la genial Gloria, su secretaria, simpatizaba con los que hablábamos en español.

Dos preguntas de Lacan: la primera, respecto de la publicación que le llevaba (había, entre otros, un artículo de Andrée Green) y la otra pregunta fue en relación a la situación de los analistas en la Argentina.

Gracias a la sugerencia de David Yemal y de Hugo Freda, instalados en París, fui a hablar con Miller -a quien conocíamos por sus escritos- con la convicción de que era un gestor lúcido y decidido de una nueva perspectiva para el psicoanálisis lacaniano.

Lo invité a Buenos Aires -sabiendo que mis amigos del Centro de Medicina iban a aprobar mi audacia- y me sorprendió su inmediata respuesta.

Las preguntas de Lacan y la rápida aceptación de Miller encontraron su explicación en Caracas: era fundamental, vital para el destino del psicoanálisis, ir más allá de los límites parisino-francófonos. Ambos conocían a Oscar Masotta, responsable de la formación de cientos de lectores de Lacan en lengua española, y contaban, seguramente, con esos efectos de extensión para sostener su apuesta caraqueña.

Es así que, con esa orientación de fondo, recibo una carta de Miller, que tengo enmarcada en mi escritorio, en la que invierte la oferta entendiendo que no era el momento de venir él a Buenos Aires, sino de que nosotros viajemos a Caracas: allí iba a estar Jacques Lacan.

Es importante aclarar que no todos los que acudieron a la cita se reconocían alumnos o deudores de Masotta.

Ya para 1980, había un heterogéneo conjunto de lectores de Lacan tanto colegas de la IPA como otros que conocían y transmitían su enseñanza sin haber establecido una relación de trabajo con Masotta. Entre ellos, Diana Rabinovich, quien desde Venezuela, aseguró la posibilidad de ese Encuentro.

 

En enero de 1992...

...la comunidad de trabajo había fructificado, principalmente referida en lo epistémico al Curso de la Orientación Lacaniana, sostenido año a año por Miller y por los intercambios clínicos, por los análisis y las supervisiones, en una sostenida comunidad de experiencia.

La fundación de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP) haría “entrar en el pasado”[1] al monopolio de la representación internacional del psicoanálisis, un acontecimiento que tuvo en el Encuentro de Caracas su aliento germinal.

NOTAS

  1. Enrique Cadícamo, “Los Mareados” (Tango), Buenos Aires, 1942.
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