AÑO XV
Octubre
2021
40
La diferencia absoluta

Un impasse fecundo

Juan Mitre

Graciela Hasper - Sin título
2000. Acrilico sobre tela. 180x330 cm

Durante algunos meses acudió a la calle Berggasse 19 a entrevistarse con Freud. Me refiero a Sidonie Csillag, adolescente de 18 años conocida en el mundo del psicoanálisis como "La joven homosexual". La reconstrucción de su vida la encontramos en la novela biográfica de Ines Rieder y Diana Voigt, quienes la conocen en 1996 ‒a sus 96 años‒ y se transforman en sus biógrafas. Me interesa aquí recorrer determinado relieve del caso vinculado a la transferencia, lo femenino y el lugar del analista.

El caso fue titulado por Freud "Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina" [1] en 1920, y se inscribe ‒es importante señalarlo‒ en sus investigaciones en torno a la sexualidad femenina. Luego, como sabemos, Lacan ubicará allí cierto impasse que abre un camino más allá del padre. Impasse fecundo ‒es necesario decir‒ gracias a la incomparable honestidad intelectual de Freud y su escritura. A veces ‒es una idea‒, Freud va más lejos cuando escribe que cuando teoriza, el escritor (también lo era) le lleva la delantera.

Como es conocido, Sidonie establece una verdadera pasión por la baronesa Leonie Von Puttkamer, una mujer de "mala reputación" a quien cortejaba al modo de "un caballero a una dama". Así narran Ines Rieder y Diana Voigt el encuentro de Sidonie con Leonie:

Cuando ve venir hacia ella a la delgada, alta y elegante figura de su fascinación, siente un estremecimiento interior. Tiene un andar leve y maravillosamente oscilante, y está vestida con un gusto especial, casi extravagante […] principalmente son los ojos los que no la dejan en paz; son claros, casi duros, y pueden mirarlo a uno con tanta profundidad. Junto con una boca caprichosa y sensual le otorgan a la desconocida algo especial; no se asemeja a ninguna de las mujeres que la muchacha de diecisiete años conoce de su entorno.[2]

Quizás, allí pueda leerse cómo ese "interés supremo" se presenta para ella. Lacan en "Ideas directivas para un Congreso sobre la sexualidad femenina", 1960, plantea: "… en todas las formas, incluso inconscientes, de la homosexualidad femenina, es a la femineidad adonde se dirige el interés supremo…"[3]

En su construcción del caso, Freud considera que luego del nacimiento de un hermanito, la joven "desestimó su feminidad y procuró otra colocación para su libido".[4] Hace girar toda la cosa en torno al padre, al falo, al dispositivo edípico. Sobre la transferencia, plantea: "… trasfirió a mí esa radical desautorización del varón que la dominaba desde su desengaño por el padre".[5] Por tal motivo, interrumpe el "ensayo terapéutico" ‒no lo considera un análisis‒ y la deriva a una analista mujer. Reconociendo, de todas formas, que durante una sesión surgió algo que podría ser concebido como cierta transferencia positiva. Se refiere a unos sueños donde confesaba añoranzas por el amor de un hombre y por tener hijos, algo que lograría gracias al análisis. Pero Freud desconfía de esos sueños, los considera "mendaces e hipócritas", interpretando que estaba en juego engañarlo como lo hacía con su padre.

¿Cómo lee Lacan el asunto? Plantea durante su Seminario 4, 1957, que en el énfasis de la interpretación de Freud estaba en juego la contratransferencia, por tal motivo algo se le escapa.[6] El impasse analítico consiste en dejar de tomar el texto del sueño al pie de la letra.[7]

Esos sueños representaban a su vez los ideales de la sociedad y de la familia. Hay un nudo ciego ‒podemos plantear‒ entre contratransferencia e ideales sociales. Por lo tanto, seguir a la letra cada decir nos pone al resguardo de actuar desde la contratransferencia.

En 1963, durante su Seminario 10, Lacan vuelve sobre el caso a partir de otra dimensión de la transferencia: "… la transferencia no es simplemente lo que reproduce y repite una situación, una acción, una actitud, un traumatismo antiguo. Siempre hay otra coordenada…"; se refiere a "un amor presente en lo real".[8] Es decir, en ese lazo transferencial no se repite la relación al padre, hay algo nuevo. Sostiene que Freud "la deja caer" al suspender esas entrevistas. El pensamiento de Freud ‒señala Lacan‒ tropieza con la feminidad: "No me hagan decir que la mujer es en cuanto tal mentirosa, cuando digo que la feminidad se sustrae, y que algo hay de ese estilo que es, para emplear los términos del I-Ching, dulzura que fluye…"[9]

A partir de su última enseñanza sostenemos cierta ruptura del analista y su anclaje en la suposición de saber. Ya no prima, para el analista, el lugar del sujeto supuesto saber, sino el lugar de "el que sigue".[10] Es decir, el analista sigue, se deja llevar, fluye junto a la lengua singular de quien consulta, hace lugar al modo sin igual de cada presentación. Una ductilidad peculiar es necesaria. Seguir, dejarse llevar, para introducir una x, una diferencia, un equívoco, un vacío; el deseo del analista es el operador.

Sigamos ahora a Sidonie en su biografía. Encontramos allí un simpático detalle de su primera sesión:

La primera vez estaba tan nerviosa que al entrar hizo una reverencia y quiso besarle la mano a Freud, lo que este, no obstante, rechazó con un gesto. Esa fue la única vez en que vio que se le escapaba una sonrisa… [11]

Quiso besar su mano… ¿al modo de un caballero a una dama? ¿Qué hubiera pasado si Freud se prestaba a ese lugar enigmático en la transferencia, hubiera sido posible un análisis o algún trabajo analítico? Es una pregunta imposible de responder, por supuesto, solo nos servimos aquí de la ficción biográfica para indicar cómo las conceptualizaciones teóricas ‒y la relación al agujero y al saber del analista‒ inciden en su lugar en la transferencia.

El paso de Lacan permite pensar lo femenino (ese dark continent freudiano que habita en cada hablante) más allá del padre, del falo y del género. Podríamos decir que lo femenino no miente, se sustrae. Se sustrae porque habita fuera de lo simbólico y lo imaginario. Pero… ¿habita está bien dicho? ¿Existe ese lugar? ¿Es acaso localizable? Quizás, solo sea pensable mediante el recurso a la topología, ni interior, ni exterior… O quizás ­‒contingentemente‒ sea posible alguna escritura de esa alteridad radical, no mediante la fascinación, sino a través de un decir o un hacer poético. Bajo transferencia, o más allá…

NOTAS

  1. Freud, S., "Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina", Obras completas, Vol. XVIII, Amorrortu, Buenos Aires, 1999.
  2. Rieder, I. y Voigt, D., Sidonie Csillag, la "joven homosexual" de Freud, El cuenco de plata, Buenos Aires, 2004.
  3. Lacan, J., "Ideas directivas para un Congreso sobre la sexualidad femenina", Escritos 2, Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 2003, p. 714.
  4. Freud, S., "Sobre la psicogénesis…", Obras completas, Vol. XVIII, op. cit., p. 151.
  5. Ibíd., p. 157.
  6. Lacan, J., El Seminario, Libro 4, La relación de objeto, Paidós, Buenos Aires, 2010, pp. 109-110.
  7. Ibíd, p. 136.
  8. Lacan, J., El Seminario, Libro 10, La angustia, Paidós, Buenos Aires, 2006, p. 122.
  9. Ibíd, p. 143.
  10. Laurent, E., "Disrupción del goce en las locuras bajo transferencia. Conferencia inaugural del XI Congreso de la AMP", Virtualia #36 [en línea]. Disponible en <http://www.revistavirtualia.com/articulos/818/destacado/disrupcion-del-goce-en-las-locuras-bajo-transferencia>
  11. Rieder, I. y Voigt, D., Sidonie Csillag…, op. cit., p. 41.