(La tachado) página en blanco de lo femenino
Blanca Musachi

Graciela Hasper - Sin título
2005. Acrilico sobre tela. 119x180 cm
Escúchame, escucha mi silencio.
Lo que digo nunca es lo que digo sino otra cosa.
Cuando digo "aguas abundantes" estoy hablando de la fuerza del cuerpo en las aguas del mundo.
Capta esa otra cosa de la que en realidad hablo porque yo misma no puedo.
Lee la energía que está en mi silencio.
Ah, tengo miedo de Dios y de su silencio.
Clarice Lispector, Agua viva
El exhaustivo comentario que Bassols hace sobre el cuento de Izak Dinesen, "La página en blanco", en su libro Lo femenino, entre centro y ausencia, nos recuerda que tanto el psicoanálisis, como la literatura son dos modos de abordar lo indecible, de hablar y de escribir a partir de lo que no se puede decir, así como de aquello que no se puede escribir. Y destaca la función de corte, de recorte, inclusive de retal de la letra. La narración hace aparecer la página en blanco como letra, como lugar eminente de lo femenino como alteridad y enigma, tanto para los hombres como para las mujeres. Es esa alteridad radical, como diferencia absoluta, la que el cuento presenta de manera paradigmática.
En esa demostración literal que la creación literaria nos proporciona: ¿de qué letra se trata? Siguiendo la hipótesis lacaniana de "La instancia de la letra..." ciertamente la letra no en la dimensión de la impresión, de la letra impresa como representación de la palabra dicha, sino de la letra que se escribe de un decir, que se transmite en la enunciación, que se escribe en los intersticios de la historia, en las entrelíneas.
La escritura de la letra viene en el lugar del silencio, de lo indecible, de lo que no tiene representación en el lenguaje. Es algo que se coloca en acto en el cuento, y si es paradigmático, es porque es una demostración de lo que Lacan señala en relación a la mudez de las mujeres, en particular, sobre el goce femenino. Silencio en relación a lo cual la letra viene como relevo del significante. ¿Pero qué silencio es ese? Sabemos que de las mujeres se dice que hablan ¡demasiado! Las bocas de oro de las histéricas están como testimonio de eso desde los orígenes del psicoanálisis. Es la relación al goce fálico en juego, el goce de las palabras. Pero hay una cuestión oscura, ya señalada por Freud, como el "continente negro" femenino dónde y desde dónde no llegan las palabras. Y no se trata de un silencio de falta de palabras, sino del producto de la palabra llevada hasta el límite de lo indecible, se trata de un silencio de un imposible de decir, que es el punto donde el sujeto se detiene, como muestra el cuento, y como puede encontrarse en algunos análisis llevados hasta el fin. Lacan en el Seminario "La lógica del fantasma, de 1967", decía: "(...) sileo no es taceo. El acto de callarse no libera al sujeto del lenguaje a pesar de que la esencia del sujeto culmine en ese acto..." Hace la distinción de dos vertientes del silencio. El silencio como sileo y el silencio como taceo. El taceo es el silencio de callar, silenciar o ser silenciado, es el silencio de la palabra no dicha, del vacío de las palabras no dichas. El sileo es un silencio solidario de un agujero de la significación, de las representaciones, de una ausencia radical de la palabra; un silencio que no habla, no dice nada, porque es un silencio de un imposible de decir.
También tenemos la formulación del silencio como un modo de gozar en femenino en torno al vacío, tal la propuesta de M.-H. Brousse en su libro Lo femenino, donde situará el silencio como "un elemento de peso en el enfoque del 'no-todo', como una forma de lenguaje y del habla..." que se sitúa en el marco de la clínica. Lo que se podrá también verificar en testimonios de pase, pero es un asunto a continuar en otra oportunidad.
El cuento"La página en blanco" muestra cómo aparece el silencio del sujeto detenido delante del retal de sábana en blanco enmarcado en la galería junto con los otros cuadros de retales con manchas de sangre. No se puede más que hacer silencio ante el misterio de lo femenino, nos lo muestra la protagonista del relato cuando dice que es un cuento que sería para ser silenciado.
Pero la autora, por azar una mujer, no se queda apenas registrando la función del silencio. Ella misma no queda en silencio. Ella escribe. Y nos transmite la letra que se escribe como página en blanco, que deja la identidad femenina en blanco. La autora hace hablar al silencio, a través de la protagonista, para hacer legible esa página en blanco. Podría decirse que el relato es tomado del silencio por la operación de la escritura que la artista realiza, que indica, bordeando, la irreductible fuga de sentido de lo femenino.
Otra cuestión que me gustaría abordar, para situar lo femenino como Otro goce, tiene que ver con lo que atraviesa el trabajo del "Observatorio de género, biopolítica y transexualidad" en Brasil desde los comienzos. Aprendemos de los testimonios clínicos, literarios y biográficos de sujetos trans, que no solo La mujer no existe, sino que tampoco el Hombre existe, ni siquiera el transexual existe, considerados como categorías universales, y solo se hace evidente la inexistencia de la relación sexual, donde los sujetos contemporáneos pueden enseñarnos sobre sus invenciones singulares, ¿por qué entonces continuar llamando al goce Otro, al régimen del goce como tal, que no concierne apenas a las mujeres, como goce femenino?
¿Cómo transmitir mejor que no estamos presos en un binarismo, como guardianes de las tradiciones, del cual nos acusan a los psicoanalistas desde los discursos de género?
Hemos trabajado y continuamos trabajando sobre este asunto en la comunidad analítica, con la orientación de Miller, desde el curso "El ser y el Uno". Voy a tomar apenas algunas referencias para continuar situando la cuestión. Una de ellas es una entrevista hecha a Lilia Mahjoub, en 2013, publicada en la revista Virtualia #26, con el título "Mujer entre mujeres". Ella responde a la pregunta que nos ocupa, desde la lectura del Seminario 20, para continuar el debate abierto por Freud, para quien no hay dos partes del ser hablante que serían complementarias que harían un todo. Nos recuerda que Freud habló de una libido única, masculina, común a los dos sexos, que tiene el trazo del goce fálico, y del lado mujer como Otro, enigmático, no codificado, continente opaco, entonces suplementario. Suprimir el término "femenino" respecto a ese goce, dice Lilia Mahjoub, sería como suprimir el más allá indecible, y es por eso que Lacan toma la vía lógica para articularlo.
La otra referencia es el trabajo del colega de la EBP, Luiz Francisco Camargo, titulado "El no-todo es unheimlich", que se puede leer junto con el texto "El goce femenino, una orientación a lo real", de Mathieu Siriot, psicoanalista en París, colaborador del Blog de la AMP.
Los dos trabajos tienen como referencia el curso "El ser y el Uno" de Miller. Luiz Francisco Camargo presenta una breve investigación sobre el goce femenino en la última enseñanza de Lacan, y va a mostrar que el goce Otro, denominado como goce femenino, va desapareciendo dando lugar apenas al goce Otro como alteridad radical. Se apoyará en el referido curso de Miller, para señalar el abandono del binarismo implicado en la expresión goce femenino, para decir que por la vía del goce femenino, Lacan percibió el régimen del goce como tal. Y se pregunta: "¿Pero que sería el goce como tal?" Y responde con Miller, que sería el goce no edípico sustraído, fuera de la maquinaria del Edipo, sería el goce reducido al acontecimiento de cuerpo. Siguiendo a Miller, tenemos el goce edípico que es aquel rechazado, un goce interdicto por el No del padre. Lacan no negó ese goce, sino que consiguió, como dice Camargo, "aislar una parte del goce que no responde a este esquema [...] aisló un goce no simbolizable, indecible, que tiene afinidades con el infinito".
Entonces pienso que precipitarse a retirar lo femenino del goce como tal, bajo la presión de la crítica del lenguaje inclusivo, sería una precipitación para eludirnos de un mayor esfuerzo por transmitir lo indecible en juego. Freud advertía que se comienza por ceder en las palabras y se termina por ceder en los hechos. Resta hacer letra de lo indecible de la página en blanco de lo femenino.
Para terminar, por ahora, dejo aquí algo que una vez más la literatura puede enseñar al psicoanálisis, del libro Agua Viva de Clarice Lispector: "Entonces escribir es la manera de quien usa la palabra como cebo: la palabra que pesca lo que no es palabra. Cuando esa no palabra –la entrelínea‒ muerde el cebo, algo se ha escrito. Cuando se ha pescado la entrelínea, se puede con alivio tirar la palabra. Pero ahí termina la analogía: la no-palabra, al morder el cebo, lo ha incorporado. Lo que salva entonces es escribir distraídamente".
Considero que ese distraídamente tiene relación con lo que dice Bassols en el ya citado libro, refiriéndose a una experiencia del pase clínico, como un "esperar el acontecimiento imprevisto", un estar atento al momento en el cual algo cesa de no escribirse en la contingencia no programada, para que algo de lo real imposible de escribir pueda aprehenderse.
BIBLIOGRAFÍA
- Bassols, M., Lo femenino, entre centro y ausencia, Grama, Buenos Aires, 2017.
- Brousse, M.-H., Lo femenino, Tres Haches, Buenos Aires, 2020.
- Dinesen, Izak, "La página en blanco", Cuentos reunidos, Epublibre.
- Camargo, de la L-F, "O não-todo é infamiliar", inédito.
- Lacan, J., "La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud", Escritos 1, Siglo XXI, Buenos Aires, 1985.
- Lacan, J., clase del 4 de abril de 1967, Seminario 14, "La lógica del fantasma", inédito.
- Lispector, C., Agua viva, Siruela, Madrid, 2008.
- Mahjoub, L, "Mujer entre mujeres", Virtualia #26, 2013 [en línea]. Disponible en <http://www.revistavirtualia.com/articulos/253/debates/mujer-entre-mujeres>
- Miller, J-A., El ser y el Uno, inédito.
- Siriot, M., "El goce femenino, una orientación a lo real", Blog AMP, 24 de junio de 2021 [en línea]. Disponible en <http://uqbarwapol.com/o-gozo-feminino-uma-orientacao-em-direcao-ao-real-mathieu-siriot-paris>