AÑO XV
Octubre
2021
40

Escrito en el cuerpo

De Jeanette Winterson

Ludmila Malischevski

La vida, la existencia es un poder ininterrumpido de activas separaciones.
Étienne Gilson [1]

En primer lugar, quiero agradecer al Comité de redacción y a la directora de la Revista Virtualia por darme a conocer esta conmovedora novela de Jeanette Winterson cuya poética revela el punto de suspensión al que se ata el amor cuando lo contingente deviene necesario, y el azar se oculta tras el drama del destino.

Los nudos del amor, el deseo y el goce.

La historia comienza con el recuerdo de un amor que no puede arrancarse de la mente y mucho menos del cuerpo…

Quedan las orillas desiertas, las hojas marchitas, la tierra seca, lo que deja una separación. Quien narra, cuyo género varía entre femenino y masculino a lo largo del relato, ha perdido a Louise, su gran amor.

Antes de ella, hubo otras mujeres, también casadas, aventuras pasionales y amores clandestinos, "un palimpsesto de relaciones amorosas".[2]

La excepción fue Jacqueline, una chica hogareña que amarró las correas de su vida y le enseñó las virtudes de la monotonía amortiguando sus sentidos. Gracias a ella, sobrevivió al naufragio de los amores perdidos y las elecciones imposibles, al menos por un tiempo…

Pero conoce a Louise y pierde los estribos. Duda entre seguir el camino estoico y huir de la tentación… o desplegar las velas del barco hacia aquel lugar donde el viento cada vez cobra más fuerza.

Un petirrojo sabría qué hacer, "los petirrojos son unas criaturas muy fieles, que se aparean con la misma pareja año tras año […] ¿por qué se permite que los seres humanos crezcan sin el aparato necesario para tomar decisiones éticas?"[3] Lo que la naturaleza consigue, casi sin esfuerzo y sin fracasos mediante el expediente del instinto, está trastornado en los seres hablantes. (La relación sexual no cesa de no escribirse).

"¿Quién deja el hogar por el mar abierto? Sobre todo sin brújula, sobre todo en invierno, sobre todo sin compañía. Lo que arriesgas revela cuánto vales. En presencia del amor, el hogar y la búsqueda son uno".[4]

Deciden correr el riesgo, se encuentran en las horas robadas, en los confines de la vida, en "el voluptuoso exilio libremente elegido".[5] A pesar de las condiciones de la infidelidad, o más bien por ellas, amor, deseo y goce se recubren. Y sus cuerpos conspiran en secreto para darse placer.

Lo imprevisto

Una contingencia que proviene del cuerpo de Louise pone en jaque la relación. "Los linfocitos se han convertido en criminales. No obedecen las normas […]. Ahora son los enemigos infiltrados. […]. No hay nadie para luchar excepto tú, Louise. Ahora tú eres el cuerpo extraño".[6]

La crudeza del lenguaje de quien narra recorre los tejidos, la piel, el esqueleto del ser amado. De su cuerpo enfermo de leucemia y de cada parte de él se desprenden recuerdos. Son pasajes sombríos, duros, difíciles de leer.

¿Cómo se responde a la contingencia?

Con lo que cada uno tiene, con el fantasma, el saber, el no saber y, fundamentalmente, con el síntoma. Marca sintomática surgida de la contingencia que una vez escrita "sobre la arena de la carne"[7] se repite y no cesa de escribirse.

Quien narra, repite la historia de separaciones y pérdidas, sin consuelo. Lleva su nombre tatuado en el cuerpo.

"Perder a alguien a quien amas es alterar tu vida para siempre. Y no lo superas, porque 'lo' es la persona que amas. El dolor acaba, llega gente nueva, pero la grieta nunca se cierra. ¿Cómo va a cerrarse? (…) Este vacío en mi corazón tiene tu forma, y nadie más puede llenarlo"[8]. En ese momento, la aparente necesidad descubre su verdadero rostro contingente, cesa de no escribirse y abre al régimen del encuentro y a lo posible, algo cesa de escribirse.

Momento de concluir, sale a buscarla, tiene que encontrarla…

Puntos de llegada

La novela enseña que entre los seres hablantes, cualquiera sea su género, está el síntoma. Como indica Miller: "La relación de pareja, a nivel sexual, supone que el Otro se convierta en el síntoma del parlêtre, un medio de su goce",[9] en tanto los parlêtres forman pareja a nivel del goce y este enlace es siempre sintomático.

Al mismo tiempo, considero que la ficción pone de relieve, entre otras cosas, el camino que va de la escritura inapelable del destino a la posibilidad de hacer algo distinto, que es también lo que opera un psicoanálisis. Como testimonia Florencia Shanahan (AE de la New Lacaniana School), al final del análisis: "Lo que se abría ante mí, inédito y palpitante, era que se escriba sin historia, sin guion. Que el destino se suelte de la repetición y que la trama se afloje, de instante en instante, para alojar lo no pensado".[10]

BIBLIOGRAFÍA

  • Lacan, J., "Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis", Escritos 1, Siglo XXI, Buenos Aires, 2008.
  • Lacan, J., El Seminario, Libro 10, La angustia, Paidós, Buenos Aires, 2008.
  • Lacan, J., El Seminario, Libro 20, Aun, Paidós, Buenos Aires, 2011.
  • Miller, J.-A., El partenaire-síntoma, Paidós, Buenos Aires, 2011.
  • Shanahan, F., "Dejar que pase…", El Psicoanálisis. Revista de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis Nº 35, Barcelona, 2020.
  • Winterson, J., Escrito en el cuerpo, Lumen, Barcelona, 2017.

NOTAS

  1. Lacan, J, El Seminario, Libro 10, La angustia, Paidós, Buenos Aires, 2008, p. 159.
  2. Winterson, J., Escrito en el cuerpo, Lumen, Barcelona, 2017, p. 32.
  3. Ibíd., p. 47.
  4. Ibíd., p. 89.
  5. Ibíd., p. 80.
  6. Ibíd., pp. 129-130.
  7. Lacan, J., "Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis", Escritos 1, Siglo XXI, Buenos Aires, 2008, p. 271.
  8. Ibíd., p. 178.
  9. Miller, J.-A., El partenaire-síntoma, Paidós, Buenos Aires, 2011, p. 408.
  10. Shanahan, F., "Dejar que pase…", El Psicoanálisis. Revista de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis Nº 35, Barcelona, 2020, p. 169.