Dos tiempos

Primer tiempo: junio de 1970

Siendo estudiante de Abogacía y del Profesorado de Historia, además de militante de izquierda, y con el anhelo de estudiar la carrera de Sociología para ser un mejor revolucionario socialista, viajo hasta la Facultad de Filosofía y Letras, donde se dictaban también las carreras de Sociología y Psicología.

Quería escuchar a Oscar Landi, profesor marxista muy destacado en la época.

Llego, miro las carteleras, entro en el aula 101.

La clase que escucho me impresiona, me conmociona profundamente. Pero no era Landi, sino León Ostrov, Profesor Titular de la cátedra Psicoanálisis: Freud. Acto fallido, confundí el aula.

La conmoción que me produjo la clase escuchada me lleva al otro día a abandonar Abogacía, Historia, desistir de Sociología, y comenzar al otro año la carrera de Psicología.

La fortaleza de los ideales revolucionarios hicieron que la división que se había producido no me llevara siquiera a considerar analizarme.

Segundo tiempo: marzo de 1976

Golpe de Estado, dictadura cívico–militar, los ideales frustrados, derrotados.

Los pasajes al acto suicidas por parte de los militantes estaban a la orden del día, bajo la modalidad del empuje al sacrificio.

Lo advierto, la división se presenta con una gran angustia.

Comienzo un análisis. En la primera entrevista no hablo de la dictadura, ni de la militancia, ni de los compañeros muertos, sino de mi padre.

En ese momento hacía años que no sabía nada de él. No sabía si estaba vivo o muerto.

Entonces emerge un recuerdo infantil: llega a mi familia la noticia, vía la página de un diario, de que mi padre había sido muerto a balazos. Al año, nos enteramos que la noticia era incorrecta.

En el curso del análisis iniciado, con el tiempo me volví psicoanalista.

Además, Profesor Titular de la misma cátedra, Psicoanálisis: Freud. Todas las semanas, dicto los teóricos sobre la obra de Freud, en la misma aula 101.