Noviembre 2012 • Año XI
#25
Amores y soledades contemporáneas

Siempre uno por uno y a menudo Uno-solo

Pierre-Gilles Guéguen

Bajar este artículo en PDF

Nora Correas. Recuerdo del futuro, 2011.
Técnica mixta 62 x 57 x 20 cm. Galería Castagnino Roldán. Cortesía de ArteBA fundación.

En una entrevista titulada "Las profecías de Lacan"[2], Jacques-Alain Miller declaraba: "Lacan había deducido que la sexualidad iba a pasar del Uno de la fusión al Uno-solo. Cada uno a lo suyo y cada uno con su modo de gozar. Hasta Lacan eso era llamado autoerotismo. Se pensaba que los sexos estaban hechos el uno para el otro ¡Para nada! Eso es un prejuicio. Básicamente, en el inconsciente, el goce no es complementario con nadie. Diversas construcciones sociales solían mantener todo ese imaginario en su lugar. Ahora esas construcciones vacilan, porque el empuje del Uno se traduce en el plano político como un democrático todo vale. El derecho de cada uno a su propio goce se ha convertido en un derecho humano. Es por eso que el modelo general para la vida cotidiana en el siglo XXI es la adicción. El Uno-solo goza con su droga, y cualquier actividad puede convertirse en una droga: deporte, sexo, trabajo, teléfonos inteligentes, Facebook, etc.

La proliferación del Uno-solo, asociada a la difusión generalizada de la adicción en nuestra sociedad de masas, resulta ser una visión realista. Hay lo que existe hoy en día, que es la adicción generalizada y hay la manera en que el psicoanálisis puede intervenir en lo que es la praxis psicoanalítica.

La sociedad de masas encuentra su fundamento cada vez más no en el Ideal sino en comunidades de adicción. Esto se corresponde con la extensión de los derechos humanos, con el ascenso del judicialismo en la sociedad y del capitalismo financiero desenfrenado. Algunos nostálgicos del discurso freudiano sostienen que éste sería valido cualquiera sea la el contexto de la sociedad en que se vive, y se empeñan en querer volver a instituir al Padre de la Ley. Esta posición no sólo es reaccionaria sino vana. Otros, inspirados por cierta corriente de la filosofía norteamericana, verían con buenos ojos que se instale el Relativismo. Whatever works ("Lo que sea que funcione") como llamó Woody Allen a una de sus recientes películas. Generalmente ese Relativismo se lleva bien con la industria del medicamento, fundada en un pragmatismo que se olvida de la subjetividad.

Se trata, para nosotros, de encontrar una respuesta propia del psicoanálisis que sepa valerse del padre para poder ir más allá de él.

¿Qué praxis para el psicoanálisis? ¿Cómo puede aplicarse a lo que hemos definido como la terapéutica? Dicho de otro modo ¿Cómo acoger en el psicoanálisis todo el abanico de los fenómenos adictivos, por tan diferentes que sean? Esto sabiendo que existe un hiato entre lo que el DSM define como dependencia y lo que nosotros entendemos como toxicomanía, cuando lo pensamos como un síntoma analítico.

Consideramos qué para que haya psicoanálisis tiene que haber psicoanalista. Tal como lo ha formulado Lacan, el psicoanálisis es la operación que se espera de un psicoanalista. Miller nos recordaba luego de "PIPOL III"[3], que los efectos del psicoanálisis no dependen del ambiente: no es por la ausencia de diván, o un consultorio o un tipo de clientela particular que no hay psicoanálisis. El psicoanálisis depende de la relación de quién sostiene el discurso psicoanalítico con la experiencia con la cual él mismo se ha comprometido. Es por eso que se pueden lograr efectos analíticos en la institución. Digo puede porque es menester que la institución no haga imposible la práctica analítica.

Sin embargo, el lugar alfa, precisaba Miller, no es el lugar de la escucha sino un lugar de respuesta. Un lugar donde el charloteo toma la forma de una pregunta y la pregunta misma toma la forma de respuesta. Ningún desprecio por el charloteo. Lo importante es saber cuando una conversación se transforma realmente en psicoanálisis. Decía Miller que "hay Lugar alfa sólo a condición de que, por la operación del analista, el parloteo se revele como conteniendo un tesoro, el tesoro de un sentido otro que valga como respuesta, es decir como saber llamado inconsciente. Esa mutación del parloteo se sostiene de lo que llamamos la transferencia, que permite al acontecimiento interpretativo tener lugar, acontecimiento interpretativo que supone un antes y un después, como decimos clásicamente".

Y Miller agrega que "es necesario y suficiente que se instale el lazo por el que el emisor recibe del receptor su propio mensaje bajo una forma invertida, encontrándose el sujeto desde entonces enganchado con el saber supuesto del que ignoraba él mismo ser la sede".

En lo anterior algo es dicho muy sutilmente; hay que darle su importancia al término enganche. Implica concebir al psicoanálisis como un enganche, incluso fugaz, con el inconsciente. Los términos enganche y desenganche fueron inventados en la Sección Clínica de Antibes, en el Encuentro de 1998[4]. Se aplicaron primero a los desenganches sucesivos que pueden ocurrir en un caso de psicosis. En estos se observa una deriva lenta y notable que hace que lo simbólico se deshaga parte a parte. El andamiaje simbólico del sujeto se deshace y, por ejemplo, desaparece el interés del sujeto por la escolaridad, el vínculo con la familia y, a menudo sucede en este momento un enganche con el tóxico en vez del enganche con el saber. El producto tóxico entonces permite la repetición idéntica de una satisfacción erótica que transcurre ya sin necesidad del Otro. Si nos apoyamos en el último Lacan diremos que somos todos adictos, dado que el goce es autoerótico pero gracias al amor hacemos existir a un Otro, bajo la forma del deseo, por el deseo del Otro sexuado.

También sabemos que el uso masivo del tóxico desvía del Otro sexuado.

¿En qué condiciones puede intervenir el psicoanálisis en el tratamiento de las diversas toxicomanías? Tal como mencionaba Miller en "Una Fantasía"[5], el objeto que Lacan denominó como plus de goce, es falso ¿Tiene el mismo valor que el objeto a? Me refiero al objeto a que Lacan había presentado en El Seminario Libro 10, La Angustia.[6]

El objeto a no es posible de acotar por el significante. Es real. La pulsión lo merodea como alrededor de un hueco. No se puede sino episódicamente decir lo que es. Sólo se puede decir lo que es aproximadamente cuando está tomado en el fantasma, puesto en función significante. Por otra parte, el inconsciente es fuente de saber en lo real. Pero tampoco podemos decir lo que es. Hay que creer, tal como hay que creer que en el autismo se puede obtener una oscura decisión del sujeto hacia las riveras del significante, a partir, en primer lugar, de la elección del objeto que constituye su mundo. Sólo se constatan los efectos. No se puede decir cuál es el objeto a para uno. Tampoco se puede decir qué es el inconsciente. Sólo se constatan efectos.

El objeto de la ciencia, el objeto letosa, es un falso objeto, ya que es cesible, reproducible, calculable. Sin embargo no sabemos, para cada sujeto, en qué constelación significante se instala el lugar del vacío del objeto a lacaniano. Nunca podemos saber de antemano cuál es el margen de exteriorización que se le puede atribuir. Es aquí que puede trabajar el psicoanálisis con el sujeto toxicómano. Apostar por el hecho de que el objeto que se ha elegido no sature todo el goce y ayudar a soportar, gracias a la cadena significante, el más de goce posible. Esto apoyándose en las invenciones significantes que rodearán el hueco.

Esta movilización acaba por ser en algunos casos muy difícil, ya que el producto puede representar, a la vez, lo que destruye y lo que sostiene al sujeto en el universo del lenguaje. Un síntoma bien real.

Siempre uno por uno y, a menudo, Uno-solo.

Texto establecido por Claudio Spivak

NOTAS

  1. Intervención realizada en el marco del I Coloquio Internacional TyA, Buenos Aires, 21 de Abril de 2012.
  2. "Lacan’s Prophecies", en The Symptom 12, Agosto 2011, http://lacan.com/symptom12/?p=175
  3. III Encuentro europeo del Campo Freudiano, titulado: "Psicoanalistas en contacto directo con lo social", 30 de Junio y 1 de julio 2007, en el Palacio de Congresos de París.
  4. Miller, J.-A.: Los inclasificables de la clínica psicoanalítica, Bs. As., ICBA-Paidós, 1999.
  5. Miller, J.-A.: "Una fantasía", La Psicoanalisi nº 38, ed. Astrolabio, Roma, 2005.
  6. Lacan, J.: El Seminario Libro 10; La angustia; Paidós, Buenos Aires, 2006.
El Caldero Online Cuatro+Uno EntreLibros
La Red PAUSA ICdeBA IOM2
EOL Wapol FAPOL Radio Lacan