Septiembre 2010 • Año IX
#21
Actualidad del lazo

Variaciones para una izquierda lacaniana

Clara Schor-Landman

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El martes 10 de agosto de 2010 hubo un encuentro para conversar con Jorge Alemán en torno al psicoanálisis y la política en la época que nos toca vivir. El mismo se realizó en la sede de la Fundación Hábitat y Salud Urbana, que se dedica a elaborar pensamiento y producir acciones relacionadas con múltiples conflictos y problemáticas que atraviesan el espacio urbano. En un diálogo participativo con los concurrentes, guiado por la pregunta ¿qué le puede decir el psicoanálisis a la política? recordó que hace algunos años, su amigo Nicolás Casullo lo invitó a participar de un volumen de la revista Confines: "Pensar la izquierda", a propósito de lo cual y tomando en cuenta que a él lo llamaban "lacaniano de izquierda", no iba a hablar en modo genérico.

Comentó que lo aceptó como una oportunidad de tratar de habitar la tensión entre dos términos que no están hechos para ir juntos: izquierda y lacaniano. Pensar sin expectativas y sin apuro de resolver, conjurar, reconciliar o domesticar la tensión entre las palabras izquierda y lacaniano. Ese fue el punto de partida por el cual desde hace tres años, Jorge Alemán nos invita con sus exposiciones a sus vueltas en el pensar. Lo hace en su estilo, en primera persona, como apuesta, como tentativa, en una dimensión conjetural donde siempre están presentes los puntos suspensivos abiertos a dar una nueva vuelta.

Comenzó la conversación marcando que en el pensamiento de Lacan están señalados los impasses del proyecto emancipatorio de la izquierda. Que el psicoanálisis sería un síntoma de la izquierda preparado para señalar lo que no va del discurso de la izquierda, ámbito propicio para elaborarse el duelo marxista de la izquierda.

Con una pregunta abre el juego de sus vueltas en el pensar, que como él mismo dijo exigen prudencia y osadía: ¿Qué quiere decir ser de izquierda, si el psicoanálisis enseña que el malestar en la cultura es irreductible, si al sujeto lo domina una repetición que es ajena a todo proceso lógico social, si las identidades que están capturadas en lógicas narcisistas no pueden llevar adelante una transformación real? Sin embargo, le parece que ha llegado el momento que la izquierda no se pueda desentender de cómo está hecho el ser humano, qué es el sujeto y el proceso de subjetivación.

Planteó un panorama apasionante: utilizar el mismo repertorio crítico de Lacan y volverlo a emplear para articular un nuevo pensamiento donde la cuestión del sujeto y la subjetivación ocupe un lugar nuevo. Puso especial énfasis en que lo más revolucionario de Lacan está en su clínica, una praxis simbólica que pone en juego un imposible.

También afirmó que no le interesa llevar el psicoanálisis a la filosofía, que hay que estar advertidos de que el psicoanálisis va a tener su interés político en la medida que no sea un capítulo de la filosofía y que por esta razón le importa el pensamiento de Laclau que quiere llevar el psicoanálisis a la política.

A partir de lo cual retomó una y otra vez la pregunta ¿qué le puede decir el psicoanálisis a la política? En sus reflexiones sostenía en un diálogo permanente con puntos cruciales del pensamiento de Marx, Freud, Lacan, Laclau, Althusser, Badiou y Zizek.

Así, fue bordeando cuestiones y estableciendo relaciones entre ideas, nociones y conceptos sobre la izquierda, lo social, el sujeto, las identidades, la ideología en relación al fantasma y por último, sobre la emancipación. En forma breve diremos que Jorge Alemán partió de un supuesto sobre la izquierda como enferma de totalidad, de saturación, por pensar la sociedad como un todo garante del proceso histórico social y a la realidad como totalidad continua y homogénea que no deja nada afuera y que podría generar desde sí un proceso de transformación.

Sostuvo que con Lacan, el psicoanálisis le puede decir a la política que la sociedad o lo social es una serie de discursos que jamás pueden clausurarse en una totalidad. Que siempre habrá una brecha, un vacío, una fractura, marca a su vez de la discontinuidad entre la realidad y lo real. Que no todo puede estar inscripto en el campo del consenso y el diálogo porque lo constitutivo de la sociedad misma es una dislocación, en términos de Laclau. Según Jorge Alemán, empezar a pensar la política concibiendo que la estructura es incompleta e inconsistente sumado a que el actor social debe ser construido a través de decisiones contingentes en un campo sedimentado fantasmáticamente, cambia la perspectiva de la política. En este punto desliza la cuestión a ¿qué tipo de procesos subjetivos son necesarios si no hay nada constituido a priori? Ante lo cual pone un ejemplo que lo denomina polémico, que es la ocasión de introducirse en el problema de la identificación: un obrero puede alcanzar su capacidad transformadora si no se siente sólo obrero, si no tiene una identidad cerrada que lo coagula. Con el ejemplo destaca lo que la experiencia analítica enseña, que las posibilidades de transformación subjetiva surgen cuando las identidades quedan socavadas por los propios procesos discursivos, desde su interior. Posibilidad de identificaciones abiertas, no clausuradas para poder ser incluidas en procesos de subjetivación política. Inmediatamente hizo una articulación con la ideología y el fantasma, como algo más que el psicoanálisis le puede decir a la política. Destacó por un lado, la importancia de la voz y la mirada en tanto dos objetos sutiles, ajenos al intercambio simbólico como la precondición y matriz de la ideología. Por otro recalcó que el fantasma no tiene exterior, que el sujeto no cambia por crítica, sino que la transformación se da en una experiencia, en la que tiene que participar de un desciframiento que muchas veces roza el campo del sin sentido en la medida que lo real es antinómico al sentido.

Con un enlace entre el sujeto y la crítica pasó al problema de la noción de emancipación, interrogando las contradicciones que contiene el término. Aclaró que es un término que viene de la teología, que tiene una lógica de un poder que oprime desde el exterior, que no permite acceder al verdadero ser y que si se logra suprimirlo, el ser se realizará como tal. Pero advirtió que se trata de una lógica prefreudiana, porque a partir de Freud el sujeto se tiene que emancipar de su propia servidumbre en su relación con el superyo que no es una instancia exterior, sino interior, reservorio de identificaciones y mandatos, a lo cual agregó, que no hay un sujeto que se libere del superyo por el ejercicio crítico, porque la crítica es un arma poderosa del superyo.

En este punto Jorge Alemán planteó una tensión: por un lado la izquierda no puede renunciar al valioso legado de la emancipación, por otro el psicoanálisis enseña que el significante amo no es un exterior que oprime al sujeto, sino que es el modo en que el sujeto encuentra su lugar en el campo del Otro. Al mismo tiempo, aseveró que en este momento hay algo auspicioso, hay un no saber que forma parte de la política y que para él el populismo puede ser un momento, pero lo que lo inspira es la razón populista, donde los procesos normativos ya no van y hay que asumir decisiones.

En su esfuerzo de erudición, fue posible reconocer que algunas de las variaciones de las reflexiones actuales provenían de su libro "Para una izquierda lacaniana…", pero dio indicios de que encontraremos nuevas elaboraciones en su último libro: "Lacan, la política en cuestión…".

Promediando el final de la reunión Jorge Alemán estableció un diálogo abierto con la sala en donde había un público diverso en el que no faltaban sus amigos y seguidores habituales de sus recorridos. Entre ellos se encontraban Osvaldo Delgado en la coordinación, Paula Biglieri, Guillermo Belaga, Alejandra Glaze, Horacio Vommaro, Jaime Sorín, Clarisa Kisiliof, Gloria Perelló, Silvia Bermúdez, Walter Capelli, Miguel Rep, Marisa Morao, Julio Alemán, Clara Schor- Landman.

En ese marco, una pregunta en relación al final de la cura y la política del goce, lo llevó a comentar la articulación que pensó entre la soledad y lo común, tema con que inicia el primer capítulo de su ultimo libro.

En un clima de entusiasmo, para el cierre concedió un anticipo del mismo, la dedicatoria que dice "A los de entonces, que con lo nuevo, vuelven, vuelven y vuelven".

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