Noviembre 2009 • Año VIII
#19
Mesas redondas

En encuentro en la ciudad

Guillermo Belaga, Pablo Fridman, Patricia Markowicz, Daniel Millas, Clara Schor-Landman

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VII Jornadas Anuales de la EOL

En consonancia con el tema del IV Encuentro Americano, Enapaol –El síntoma y el lazo Social- se desarrollaron dos mesas redondas; una en la Facultad de Psicología de Buenos Aires organizada por la Cátedra de Psicoanálisis Freud I, y la otra en el Hospital Álvarez de la misma ciudad, en el marco de las jornadas "Salud Mental, Salud Social".

En ambas, los participantes desarrollan sus intervenciones sobre la relación entre síntoma y lazo social en Freud y el contraste relevante entre la primera enseñanza de Lacan y la última, así como también sobre la aplicación del psicoanálisis en nuestra época.

Clara Schor-Landman: Damos por comenzada nuestra primera etapa, la idea era que conversemos con el profesor Jorge Alemán. Jorge Alemán es Profesor Honorario de la Universidad de Buenos Aires, psicoanalista Miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AME) y Consejero Cultural de la Embajada Argentina en España. Un gusto recibirte.

Por otro lado, están con nosotros Pablo Fridman, médico especialista en psiquiatría, psicoanalista Miembro de la (EOL) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP), docente autorizado del Departamento de Salud Mental de la Facultad de Medicina (UBA) y Daniel Millas, Doctor en Psicología, Miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP), docente del Instituto Clínico de Bs. As. (ICBA) y coordinador del hospital de día del Servicio de Psicopatología de esta casa. Les dejo la palabra:

Daniel Millas: Buenos días, voy a comenzar por agradecer la invitación a participar en la mesa; es un gusto, muchas gracias. La idea es tener una breve intervención que sirva, de alguna forma, para comenzar una conversación con Jorge Alemán. Pensaba entonces poner el acento -en tanto estamos en el Hospital- en la práctica hospitalaria y los diferentes interrogantes que se ponen en juego cotidianamente en nuestra acción. Y me parecía comenzar por algo que tal vez no es tan obvio y es interrogar la dimensión misma de lo social que, de alguna forma, es un término que constituye una especie de articulador entre discursos distintos. Esta dimensión de lo social, cuando se trata del hospital, pone en juego la demanda social de asistencia, las políticas de salud mental que están pensadas y formuladas en términos de una lógica para todos: el Derecho a la Salud. Desde esta perspectiva de lo social el síntoma es muchas veces considerado un trastorno, algo que viene a alterar el buen funcionamiento del individuo y de su relación con las normas. Es una cierta perspectiva del síntoma y de lo social, desde de un cierto discurso, ya que no es exactamente lo mismo el síntoma y el lazo social en psicoanálisis.

Como desde hace más de 20 años coordino el hospital de día del Servicio de Psicopatología, el cual ha sido tradicionalmente organizado alrededor del concepto de resocialización y readaptación -entendiendo por esto el modo en el que a cada paciente se le permite reestablecer una relación normativizada con la familia, con el trabajo, etc.-, el tema es como pensamos en nuestra práctica cotidiana y desde lo que nos enseña el psicoanálisis, la resocialización o el restablecimiento de un lazo social (es una clínica de la psicosis, la del hospital de día). Y respecto de esto Freud nos enseñaba que no necesariamente un síntoma es un trastorno adaptativo; y cuando habla, por ejemplo, de la elaboración delirante del psicótico, la plantea como un intento de restitución de un lazo social. Y la psicosis, efectivamente, nos enseña que existen diferentes modos de establecer un lazo social -aunque puedan hacer formas muy atípicas- y que lo esencial para nosotros no es tanto si un sujeto se ajusta bien a la norma sino si logra restablecer una relación con el Otro y soportar una relación con su propio cuerpo. Desde esta perspectiva y para comenzar a conversar, quería proponer como uno de los temas este contrapunto entre lo que es el síntoma social e incluso los síntomas sociales a los cuales los programas de Salud Mental tratan de responder y donde se privilegian determinadas patologías sociales como la drogadicción, la violencia, las problemáticas familiares. El síntoma social ¿Qué relaciones, qué diferencias, qué articulaciones tiene con el síntoma analítico en tanto formas de lazo social? Estoy también concernido en el tema porque me toca ser secretario de Carteles de la EOL y el título que le hemos puesto a las jornadas de Carteles que va a ser el 13 de setiembre a la que están todos invitados, es justamente: "Síntomas sociales, síntoma analítico". Bien, para comenzar el debate propondría esta ronda.

Pablo Fridman: Quiero agregar algunas cuestiones para ampliar la charla y generar, quizás, algunos puntos de debate y discusión. El hospital público como tal, en sí mismo, es un síntoma de la época. ¿Por qué? Estamos en una época en donde rige el imperio de los objetos de consumo, donde cada sujeto vale como consumidor. Y hasta la muerte puede ser, eventualmente, un objeto de consumo, como Jorge Alemán lo había señalado muy bien en un trabajo que publicó hace un tiempo sobre la propaganda de Bennetton. Entonces, el hospital público es una institución que deriva de un sistema de beneficencia, donde, en otras épocas, los médicos ganaban su sustento importante a la tarde y a la mañana hacían beneficencia otorgando la gratuidad de sus servicios. Con el paso del tiempo, el hospital público se convierte, socialmente y culturalmente, en un derecho, el derecho a la salud. Una posición donde los pacientes exigen ser atendidos ya no desde la dádiva, sino desde la exigencia del cumplimiento de un derecho. Este pasaje de la gratuidad al derecho -que ubica al sujeto en una posición de dignidad- rescata al hospital público como un lugar distintivo en el campo de lo cultural, un lugar en donde se da algo a cambio de nada (en términos de dinero inmediato). Se otorga algo, un servicio, -muchas veces la medicación- y toda una serie de dispositivos, sin exigir nada a cambio. Y no es beneficencia; no debería serlo. Y esto rompe con la cultura de esta época, me parece. Quiero preguntarle a Jorge si lo piensa en este sentido, y quizás, su punto de diferencia.

Clara Schor-Landman: También quisiera plantearte como pensás vos hoy el lugar del analista en la ciudad, no solo en el hospital sino en la universidad. ¿Cómo pensar hoy la práctica analítica en la ciudad?

Jorge Alemán: En primer lugar, quiero agradecer de verdad estar aquí, porque cuando tengo la posibilidad de afrontar una conversación en este tipo de lugares en donde están concernidas prácticas como las que mis colegas aquí representan. De verdad aprendo y trato de estar un poco involucrado y concernido por lo que se dice sobretodo aquí. Para mí es esencial y lo mejor de venir a la Argentina porque me da la posibilidad de estar en lugares como éste. Para sumarme a las preguntas muy pertinentes y muy bien formuladas que han hecho mis colegas, la primera cuestión que quiero señalar un poco como marco para nosotros es, como ustedes saben muy bien, en la propia génesis de la enseñanza de Lacan, en sus comienzos, en ese famoso escrito Acerca de la causalidad psíquica hay un debate con la neuropsiquiatría en donde claramente (a pesar de que todavía Lacan no es propiamente Lacan, es el Lacan psiquiatra que todavía no ha fundado toda la lógica del discurso analítico que después se va a desplegar) cuando discute con los neuropsiquiatras insiste mucho en una manera de pensar a la locura que luego va a ser, vamos a decir, constitutiva y una clave interpretativa muy fuerte de toda su enseñanza, que es la diferencia entre el déficit y la falla.

Incluso cuando se da un ejemplo de un caso de la lesión de un enfermo en el occipital que provoca una serie de trastornos cognitivos y perceptuales, Lacan insiste en que allí no hay nada de locura, porque sitúa a la locura, -utilizo la expresión de él- él no dice la psicosis en ese escrito, habla específicamente de locura siempre en relación con la falla.

Es muy distinto una falla que un déficit. Un déficit, como ha dicho Millas, participa de la idea del trastorno que hay que venir a resolver. El déficit exige de inmediato un paradigma en donde algo ha dejado de funcionar y debe ser restituido en su funcionamiento normal.

La falla introduce otro problema; la falla no tiene solución, el sujeto se constituye en relación a la falla. Y la neurosis, la psicosis, en fin, las distintas estructuras clínicas son modos de dar respuesta a esta falla constitutiva. Así, en el comienzo mismo de nuestro debate con otro tipo de concepciones, está esta idea que me parece que es un punto de partida crucial entre el déficit y la falla. El propio Lacan insiste mucho en ese escrito con esas palabras, habla de "insondable decisión del ser" de la "experiencia de la libertad" para tratar de darle a la locura la dignidad de decir: no, esto no es algo deficitario, esto es una experiencia entre la verdad y el ser, dice Lacan.

Mientras que, efectivamente, el déficit procede de la idea cartesiana de que a la red extensa se la puede tratar desde el punto de vista físico matemático y que el aparato psíquico forma parte de la red extensa y debe ser considerado materialmente -tecnológicamente quiere decir- como formando parte de esta res extensa y por lo tanto ser determinado científicamente. Esto es un debate que se da en el cuarenta y pico. En este ensayo, lo que sería muy interesante indagar para que las preguntas que han hecho mis colegas adquieran toda su potencia y su alcance es porqué triunfó en el mundo la idea del déficit y no la de la falla. Es evidente que lo que circula afín a las lógicas sociales, como dijo Millas, a lo que, vamos a decir, caracteriza el malestar en la cultura de nuestra época es la idea de déficit; es decir, lo que ha funcionado en todos los niveles es que hay personas que padecen distintos tipos de déficit, que según los paradigmas pueden ser déficit cognitivos o déficit neurológicos que deben ser resueltos.

También, -como saben muy bien ustedes- la odiosa palabra "autoayuda" está también en función de que el sujeto compense de algún modo el déficit. Lo que es mucho más difícil es introducirnos en una práctica que se trata precisamente de que la falla no se puede compensar, no se puede suturar, no se puede colmar e incluso, por el contrario, es la falla la posibilidad que tenemos de curarnos, asumiéndola, sabiendo o aprendiendo a hacer algo con ella. Esto cambia muchísimo la perspectiva y aquí, efectivamente, tiene muchísima fuerza lo que llamamos lo social, las exigencias de lo social; es decir, el trastorno por ejemplo. El llamado trastorno de la personalidad es uno de los nombres que tiene la exigencia de lo social y que se ha transformado en un tráfico administrativo alrededor de cómo se regula y concibe a estos trastornos. Por ejemplo, en aquellos casos (ahora me refiero estrictamente a aquel país) es muy frecuente en los hospitales (ahora eso va a cambiar seguramente en los días que vuelva a aumentar el desempleo) pero es muy frecuente que la gente no soporte más el trabajo y lo que busca es la baja laboral. Hay un 80% de demandas que están todas destinadas a que "la gente no aguanta más". No aguanta más y quiere, aunque sea, conseguir dos meses, un mes, tres meses; es decir quiere que se le certifique, se le legitime -porque además esto va acompañado con otro rasgo de lo social que es la victimización generalizada- la idea de que todos somos de algún modo víctimas de algo. Entonces, los significantes amos de lo social son el acoso, el acoso del jefe, la persecución y todo un delicado campo semántico donde efectivamente si el que escucha no distingue, si el psiquiatra obedece al paradigma orgánico (en general no lo puede más que medir cuantitativamente) y si lo ve muy perseguido, muy trastornado, muy angustiado, toma una determinación.

Quiero decir que al principio hay toda una plataforma discursiva donde los sujetos se presentan desde una reivindicación y esa reivindicación se inscribe en general en los abusos que se realizan desde el campo social, desde el campo de un Otro que, por supuesto, está construido de entrada arbitrariamente y que por supuesto está hecho para perturbarnos, molestarnos, explotarnos, cosa que por otro lado es cierta. La discusión es en todo caso ¿Qué se hace con eso? Pero bueno, hay dos cuestiones que tengo que añadir por la riqueza de lo planteado aquí.

Aquí se suman de inmediato dos problemas, uno es que efectivamente esos trastornos no tienen en absoluto que ver con síntomas. Una persona viene diciendo que la tratan mal o que ha aumentado poderosamente la infelicidad porque se exige ser feliz. Y como se exige ser más feliz, la gente es mucho más desgraciada que antes, entonces viene muchísima gente que no aguanta nada, no aguanta porque ya no está a la altura de las exigencias. Un error que cometió cierta sociología y cierta filosofía -europea al menos-, fue creer que la destitución de los ideales o la declinación del nombre del padre iban a ir acompañadas de una declinación del súper yo; pero no, todo lo contrario, la destitución de los ideales y la declinación del nombre del padre muestran con mucha más potencia mortífera a las exigencias del superyó. En consecuencia, hay muchísima gente que vive medicada o vive pidiendo que se le conceda que es inocente y ¿Cuál es la inocencia? Que se certifique que ese trabajo es insalubre para él. Por este quantum de infelicidad que es cada vez más intenso.

Por supuesto que si comparamos con otras épocas de Europa, la guerra civil, la Shoa, etc., tendría que decir de este período que es una fiesta de consumo no es un período de gran infelicidad; sin embargo, si es el período de la depresión como epidemia, de la epidemia de las violencias, de los cretinos que matan, etc. entonces ahí está muy bien señalada la diferencia entre trastorno y síntoma. Pero tenemos que ver donde introducir esta cuestión.

Hay un sentido que ustedes conocen muy bien, el síntoma en el sentido freudiano que apela de inmediato al inconsciente, que llama a la interpretación, que funciona en relación a la transferencia; vamos a decir un síntoma inscribible de inmediato por su identidad estructural en el lazo social. La idea es de hallar siempre en el sufrimiento del síntoma un llamado a la interpretación de su significación reprimida. Y todo el correlato que esto tiene respecto a la transferencia. Pero, ustedes saben que hay un segundo tiempo de Lacan donde pensó el síntoma con otra grafía, con hache, precisamente para abrirnos a la consideración de que el síntoma puede estar por fuera de la transferencia, por fuera del inconsciente y que, por lo tanto, si bien fija al sujeto a una determinada manera de gozar, esto no quiere decir que sean susceptibles de ser trabajados en el lazo social, ni de constituir (ese síntoma) ningún tipo de lazo social. Este es otro tema clínico que hay que calibrar. En muchos casos, estos síntomas pueden funcionar como Nombre del Padre para ese sujeto, realizar como ustedes saben la suplencia (hacer la "V" como se dice en España del Nombre del Padre) pero no constituir un lazo social. Ya no es el lazo social lo que lo sostiene al sujeto en su relación con la realidad sino su propio síntoma (aunque no por esto sea susceptible de ser abordado transferencialmente).

Que un sujeto, como ustedes saben, vaya a una consulta no quiere decir que haya transferencia, en esto tenemos que estar de acuerdo. Que un sujeto vaya a hablar de lo que le ocurre no quiere decir con esto que ya hay Otro o que ya se pasó del trastorno al síntoma. Todo esto exige en cada caso demorarnos y entender bien como se juega la estructura en cada caso.

Allí surge también otra cuestión que hemos charlado en el Campo Freudiano, el punto Alfa de cada institución que es la posibilidad de generar en cada lugar las condiciones de una escucha, que no están en absoluto garantizadas por el lugar porque lo propio de una política psicoanalítica en una instancia pública no es lo de hablar y escuchar -práctica que se hace en todas partes, especialmente en la televisión- sino que además se dice que constituye un alivio para los sujetos (que hablen y sean escuchados) pero en realidad la política psicoanalítica en una institución lo que busca es ir un poco más lejos de esto. Busca que el sujeto logre una respuesta. No solo que pueda cumplir alguna pregunta y que esa pregunta sea escuchada, sino que a través de las preguntas que insisten en el sujeto reconozca en la lógica de esas preguntas cuál es ya su respuesta al tema. Esto es encontrar un lugar donde le den esta posibilidad al sujeto de que conozca sus respuestas, no de que hable y lo escuchen, lo cual se hace en la iglesia, la televisión, en el vecindario, etc.

Por lo menos ahora mandan brigadas de psicólogos a cualquier cosa. Yo consideraría digno de muchos casos que esos sujetos cuando tienen un accidente y le llegan los psicólogos, rechacen esos psicólogos. Al revés, defendería en esa concepción de lo público, el derecho de los sujetos a decir que ese dolor que están viviendo por esa catástrofe o ese accidente no tiene porqué tan rápidamente ahora pasar al psicólogo.

Porque están prácticamente olvidados, una vez que se produce la catástrofe llegan a escuchar ya todos los psicólogos a la vez, porque escuchar es bueno. Desde luego, aquí es todo más complejo; es lo que preguntaba Clara del analista en la ciudad. Por mi parte, cada vez que pienso en estas cosas, pienso que sería mucho más interesante que hay mucho más sujeto del inconsciente (en el sentido de nuestra perspectiva) en el sujeto que llega con el no. No concedo esto de que el psicólogo venga ahora rápidamente a administrar, regular y ponerle nombres a lo que me está pasando; tengo derecho a no saber lo que me está pasando y tengo derecho además a tratar de averiguarlo de otra manera y tengo derecho además de buscar y encontrar yo el lugar para ver qué es lo que me ha pasado a mí. Pero bueno, los psicólogos llegamos como los bomberos. En España se decía que Argentina es un país de psicólogos y en España no. Ahora España es un país de psicólogos, llegan inmediatamente a cualquier evento que haya aparecido de manera irruptiva en lo social, porque forman parte de la trama de lo social y ellos mismos son parte de la exigencia de lo social (exigencia superyoica) ya que los niños también desde muy pequeños son percibidos como híperkinéticos, con grandes trastornos de atención, porque todas las cosas que aseveran sobre los niños son las que más o menos teníamos en mi niñez los muchachos traviesos con problemas escolares.

El otro punto es la resocialización. Volveré a insistir en este punto, síntoma como nombre del padre o síntoma que hace de lazo social. La pregunta de Millas obliga a otra pregunta ¿Se puede resocializar? ¿Cuáles son los dispositivos que son capaces de construir un lazo social? Y el lazo social al final ¿Qué es lo que lo construye? ¿La rutina de la significación, una política, la articulación a una institución? ¿Cuáles son las condiciones de posibilidad para que alguien pueda decir que dispone de un lugar en donde es posible generar un lazo social?

Es lo que yo llamé hace unos años atrás en un texto titulado "Las prácticas de goce que no son síntomas". Es decir, les parecen síntomas a los psicoanalistas antiguos, vamos a decir a los poetas que ven de inmediato que eso no es edípico o que eso no obedece a la metáfora paterna. Por ejemplo, los pederastas ya tienen ONG en la Web donde piden su legalización. No son síntomas, no consideran su práctica un síntoma. Es una práctica de goce.

La gente del tatuaje avanza a veces de manera ilimitada y fuera de toda regla fálica a una forma de mutilación del cuerpo y de trasformación del propio organismo que evidentemente es un ejercicio de masoquismo con todo un trabajo que tendría que reformular los tres masoquismos que había escrito Freud y vincularlos al masoquismo propio de esta época. En fin, exigiría aquí otro desarrollo, pero quiero decir con esto que eso no es síntoma, que el sujeto está involucrado en una práctica de goce que no hace lazo social, salvo que consideremos lazo social los grupos de tatuadores o los grupos de pederastas, salvo que consideremos lazo social la convergencia de intereses en seguir defendiendo la existencia en el mundo esta práctica de goce.

Pero además esta práctica de goce va siendo el modelo de agrupamiento porque también uno podría decir los bailarines de tango (que además yo voy a mirar con mucho gusto); es decir, hay un paradigma vinculado a las prácticas de goce debido a que finalmente, para ponernos de acuerdo, en el final del siglo XX ha sido la desaparición de las causas a favor de la promoción de goce (para decirlo muy rápido porque sino habría que hilar muy fino para caracterizar a la época).

Convengamos que lo que llamamos la variante de la causa del deseo, esa variante del objeto a es la verdaderamente problemática, mientras que la variantes del objeto a como objeto de goce, como incluso objeto tapón de la falla de la que hablábamos al comienzo, es lo que se ha promovido y por eso el modelo de la adicción es otro modelo cada vez más generalizable. Lo decíamos el otro día en la Facultad de Psicología; nosotros mismos podríamos ser en este caso adictos a leer a Lacan, dado de que hay una tendencia desde el Otro social de caracterizar a todos los sujetos según que es lo que eligen para gozar, aunque no se use el nombre de goce, "sacamos al otro" (¿sacamos se dice en Argentina ¿no?) lo sacamos viendo a qué se dedica y de acuerdo con eso podes tener trastornos que tengan que ver con la intensificación de esas adicciones. Si no habla más con nadie y lee todo el día a Lacan o si se pasa todo el día bajo el sol, porque esa es la nueva que hay, no se si ya llegó a la Argentina pero allá hay gente que no puede parar de estar bajo el sol, cuando ven que se les va el moreno de la piel están obsesionados y todo el año están tomando sol, formando un grupo floreciendo en relación con prácticas de goce que no tienen porqué estar consideradas síntomas.

Eso no quiere decir o no basta para que esa práctica de goce devenga síntoma; habría que ver qué tipo de acontecimientos, de contingencias se tendrían se dar en un sujeto para que su propia práctica de goce se resuelva un síntoma y qué destino sería de ese síntoma, si pertenecería a esos síntomas que llaman al Otro o si el paso de la práctica de goce al síntoma sería el síntoma más autista, en el sentido del último Lacan, más vinculado a lo real que a lo simbólico.

En referencia a la gratuidad de la que hablaba Pablo, con respecto a esto, nosotros en Madrid damos un seminario, un Master para psiquiatras jóvenes que les interesa el psicoanálisis. Es un ambiente muy distinto al de aquí. Psiquiatra joven que le interesa el psicoanálisis quiere decir: un psiquiatra que por lo menos piensa que no todo lo que sucede en un sujeto está determinado orgánicamente. Pero, en general, lo que ha pasado es que los propios administradores -los psiquiatras mismos- fueron ganados en la década de los 90’ por un concepto de optimización de las estructuras que dirigían muy vinculados a la metáfora de la empresa; es decir, el hospital considerado como algo que intercambia: el usuario, el consumidor, etc.

Es decir, fue ganando mucho en la escena la idea de que el hospital tiene que ser rentable y funcionar con criterios de optimización de rentabilidad, etc. Esto fue acompañado, por otro lado, con el de los usuarios en torno de una idea también reivindicativa, hasta tal punto que se ha producido un odio y hay un grave deterioro. Es decir, los médicos odian a los pacientes y los pacientes odian los médicos.

Hay un odio, se ha perdido el respeto a los médicos. Yo formo parte de un hito histórico que cuando veo un médico siento un respeto reverencial, pero es verdad que como a los médicos se les ha exigido ver tal cantidad de personas por día, actuar de tal manera, hacer los protocolos de tal manera, luego están todos los problemas de la evaluación que ustedes ya saben que van generando los expertos, como no respetan la historia de la disciplina ni la lógica interna de la disciplina los expertos matan todas las disciplinas.

Entonces se produjo un deterioro. El problema de este nuevo tipo de subjetividad, de esta producción de subjetividad. Como diría Foucault, en estos dispositivos hay una ruptura de las alianzas; cada uno se cuida del otro, ve en el otro un potencial enemigo. El paciente ve en el médico un tipo que se puede equivocar y hacerte algo mal; y por lo tanto, ya va con todas las sospechas y todos los recaudos. Todo esto se agrava cuando son, además, pacientes que efectivamente muestran dolencias orgánicas pero sus dolencias son difusas, indefinidas y que sin embargo insisten en ser operados. Esto ha generado un declive del programa institucional en el sentido de que el aura de las instituciones ha caído. De hecho, los nuevos hospitales se parecen más a un supermercado que a un hospital y los ornamentos de la ley que antes estaban en la instrucción del hospital, del ayuntamiento, la iglesia, la universidad, cada una en su especificidad se ha desvanecido.

Queda por último volver un poco a porqué ganó el paradigma del déficit. Ganó -entre otras cosas- porque hay una adaptación del déficit a la industria farmacológica, a la política de la cuantificación a la idea de la comparación. Todo es comparable en la televisión, un presidente con un asesino en serie, un loco con la madre de Sarmiento. Se ajusta mejor lo que Heidegger en el año 1938 describió como la época de la imagen del mundo, a diferencia del mundo medieval que tenía una imagen o a diferencia del mundo clásico que tenía una imagen. El mundo "se ha vuelto imagen" quiere decir que ha ido todo a lo representable, a lo evaluable, a lo mensurable, a lo planificable.

Esto es algo que ha vuelto especialmente delicado al campo de la salud mental, yo diría que en esto tiene razón Pablo, el hospital es un síntoma de la época. Ahora hay cosas escandalosas en Europa, la carrera de Filosofía, con los evaluadores, ya dura 3 años y en cualquier momento como no es rentable la quitan; la de filología ya la han quitado, pero el lugar más extraordinariamente político para pensar es el de la salud mental.

Se ha logrado la medicación de los niños, el retorno del electro-shock en montones de hospitales progresistas, se ha logrado la química en todos los campos. Y efectivamente esta imagen del mundo que vuelve todo representable, donde tenía un punto de resistencia era en las prácticas, tanto las de la psiquiatría como las de cierta fenomenología existencial, como las del psicoanálisis, donde todavía se le daba al sujeto la oportunidad de que esa falla hablara.

Pero ahora creo que hay una venganza. Un día le expliqué esto a Judith Miller y creo que lo aceptó, a ella le gusta también como a mí, a veces, ver ciertos puntos de conspiración mundial como Roberto Arlt.

Yo le decía que el hecho de que la APA (la APA no como una institución adversaria sino como un momento del desarrollo del psicoanálisis) hubiese considerado a la causa, a la etiología de las enfermedades mentales como algo también muy en la idea heideggeriana de la imagen del mundo, como algo que se pueda señalar; por ejemplo, Pichon Riviére (que rompe con la APA) decía que la úlcera era la madre comiéndole al niño el estómago.

Durante mucho tiempo muchos síntomas del tipo psicosomático (después Lacan aclarará que no eran síntomas sino fenómenos) eran interpretados en relación a la causa de una manera co-presentes con la causa, como si se pudiera mostrar cual es la causa, incluso el cáncer, incluso enfermedades graves y no hablemos ya del joven psicótico en la familia, la familia era responsable de esa psicosis. Entonces, yo creo que ha habido una venganza. Que por eso hay, con respecto al psicoanálisis, una obstinación que es decir: ustedes nos echaron la culpa de todo y ahora vamos nosotros a ustedes echarles la culpa de todo. Es decir, si no, no se entiende eso que antes solo sucedía en sociedades totalitarias ahora ya es la propia democracia la que lo quiere de algún modo hacer finalizar.

Creo que está muy relacionado a que se tardó bastante en entender la idea de Lacan de que la causa está perdida, de que la causa la construye cada sujeto retroactivamente en una cura, pero que no hay de entrada algo que pueda decir "esto es lo que ha sido causa de esto otro". Y que ese funcionamiento de la causa y el efecto en una relación de co-presencia generó una contrapartida que en la salud mental se refleja en: ahora la causa del amor es el 40% que sube de dopamina, la ética tiene un lugar en el cerebro, estar enamorado, la obra de arte, el registro de la obra de arte, no hay zona que no sea susceptible de ser captada en esta dimensión.

Creo que ha sido esta venganza. Lacan había escrito en uno de los finales de sus textos que tal vez había llegado demasiado tarde. Durante muchos años imperó la idea de una causa que ahora ninguno de nosotros podría sostener, porque además Lacan enseñó a no sostenerla de ese modo, por eso tal vez el texto Acerca de la causalidad psíquica sea muy interesante para volverlo a leer.

Aplausos

Patricia Markowicz: Ahora le damos la palabra al profesor Osvaldo Delgado,

Osvaldo Delgado: Buenos días, muchas gracias por la invitación a esta Jornada, a Clara Schor-Landman, Patricia Markowicz y a los colegas amigos del hospital, Daniel Millas, Pablo Fridman, muchísimas gracias por estar aquí con ustedes y compartir esta mesa con Guillermo Belaga y Jorge Alemán.

Voy a presentar una articulación del psicoanálisis, universidad y salud mental en relación a la época. Primero, si el psicoanalista puede prescindir de la universidad, si es menester alguno para su formación, las asociaciones psicoanalíticas deben su existencia a la exclusión de que el psicoanálisis ha sido objeto por la universidad. Es evidente pues que seguirá cumpliendo una función útil mientras se mantenga dicha exclusión.

Esta afirmación puede leerse de dos maneras. Como un efecto segregacionista o como incompatibilidad de discurso. La función útil se sostiene en esa exclusión en la que la universidad solo puede proveer una enseñanza con carácter dogmático crítico y, por el contrario, es el mismo conocimiento analítico, el único en el que permanece asegurada esta preciosa conjunción que es la unión indisoluble entre curar e investigar. Vale, en este punto, la duda de Freud respecto al interés universitario por el psicoanálisis citando a Abraham, en el sentido de si se trata de una toma de posición de la universidad respecto al psicoanálisis, esta toma de posición es con el propósito de la destrucción o de la preservación del objeto psicoanálisis. Siguiendo la perspectiva freudiana que en ninguna parte del mundo existe diploma en psicoanálisis y no por azar o por inadvertencias sino por razones de dudas a la esencia de lo que es el psicoanálisis. Miller nos cuenta que Lacan tres meses después de comunicada la proposición del 9 de octubre, solo tres meses después, quiso empezar el proceso legal para obtener el reconocimiento oficial del Estado francés de la Escuela.

Y no hay contradicción, porque el pase, que es lo más íntimo de la escuela como expresión inaugural está al mismo tiempo hecho para abrir las puertas al matema y al para todos. ¿En donde coloca por lo tanto el punto? En la infatuación de los ya muertos, en la agradable dedicación a una materia donde se pueda capturar el saber, cosa que también se puede hacer con el psicoanálisis como una disciplina cultural. Pero en la experiencia analítica, la relación con el saber no es de captura, de presa, sino de imposibilidad de toda presa; es la toma de posición que mencionaba Freud a los fines de la destrucción del objeto y los estallidos de furia, sarcasmo y desprecio como modalidades de resistencia contra el psicoanálisis.

Una mirada Norteamericana. Jeffrey David Bass, investigador del departamento de antropología de la universidad de California en la preparación de su tesis de doctorado sobre "El psicoanalista como ciudadano" (cómo ven los psicoanalistas argentinos y la relación entre su práctica, la sociedad civil y el Estado, esta es la tesis de doctorado del doctor Bass) hay un apartado que él llama "el campo lacaniano" referido a que en las distintas escuelas lacanianas hay una tendencia a ver como ilegitima en si misma la intervención de cualquier Estado en la práctica psicoanalítica. Pero al mismo tiempo, la mayoría de los psicoanalistas lacanianos, una gran mayoría, tienen título de psicólogo y durante años se dio justamente una lucha en la Argentina para sacar a los psicólogos de la marginalidad a la que los condenaba la ley de ejercicio profesional. Asimismo, se encuentra una valoración de la posición marginal del psicoanalista. Del mismo modo, esta mayoría de psicoanalistas lacanianos que tienen título de psicólogos, están alejados en principio de una idea de salud mental, pero en un gran porcentaje trabajan en hospitales y en conversaciones con ellos aclara, se ocupan de la salud mental en su práctica hospitalaria con todo énfasis.

La referencia que toma Bass es el artículo de Miller Psicoterapia y psicoanálisis. Ahí Miller dice: "El psicoanalista no puede estar al servicio de ninguna finalidad superior a la misma operación analítica".

Fuera del campo lacaniano, se hace referencia a que en el año 1984 la APA y APDEBA apoyados por la Asociación de Psicólogos cambiaron sus estatutos y dejaron ingresar a los psicólogos como socios plenos de estas instituciones (un poco menos del año del cambio de la legislación Nacional de 1985). Actualmente, la mayoría de los nuevos miembros de esas asociaciones (APA y APDEBA) son psicólogos.

Una forma de presencia de la resistencia contra el psicoanálisis nos refiere Freud, es una sed de estímulos que se apoderan de cuanto hay nuevo, simplemente por ser nuevo.

Esta parece ser la tónica de nuestros días a partir del desencadenamiento del discurso capitalista como arraigado de la ley del mercado en su efecto llamado globalización. Este efecto no solo se presenta en las nuevas formas del síntoma, el deprimido, el toxicómano y en la existencia del objeto de saber del especialista respecto a los analistas, sino también en la articulación mercado – educación. Nos dice Alain Turing que cuando el individuo deja de definirse en principio como miembro o ciudadano de una sociedad política, cuando se lo percibe en primer lugar en cuando a trabajador, la educación toma su importancia porque debe subordinarse a la actividad productiva y al desarrollo de las ciencias, las técnicas y el bienestar.

La pregunta sería ¿Dónde sostener el carácter diferenciado, las relaciones institución psicoanalítica - universidad, tomando referencia en la época del origen del psicoanálisis los años 60 y el comienzo del siglo XXI?

En la medida que - siguiendo a Heiss- podemos decir que la conversión de la educación en mercancía implica que el proceso de mercantilización de la vida llega al último reducto de la decencia humana muy a la manera de la biotecnología. Al entregarse la capacidad de decisión sobre procesos educativos a los intelectuales orgánicos de las empresas transnacionales, el Banco Mundial, el FMI, la UNESCO, etc., el control de la genética psicosocial pasa a manos de los dueños de la globalización. El paradigma neoliberal y el desempleo se manifiestan en el incremento en la matrícula en los postgrados de psicología, postgrados de Marketing y Relaciones laborales y la afluencia de psicólogos recién egresados hacia instituciones que ofertan salida laboral en la clínica a cambio de formación en la técnica y la práctica.

A partir de la Revolución Francesa y por sus contradicciones internas, el régimen de la salud pública se instala como derecho y como mercancía. En esta perspectiva la institución hospitalaria es una modalidad jurídica cultural que adquirió el discurso del amo. Según las vicisitudes de la organización social, el Estado oferta un servicio social y las empresas privadas una mercancía al servicio de la acumulación capitalista. Desde el Estado se trata de un "para todos"; desde las empresas, "para todos los que puedan pagar". Del para todos los ciudadanos, (los ciudadanos de los ideales de la revolución francesa) al para todos los clientes que puedan pagar que se afianza en el actual capitalismo tardío con la casi desaparición del rol del Estado. El Estado y la empresa privada demandan en su inscripción una identificación a su moral. Entre la demanda del amo y el confort que este amo promete en tanto sostiene un sentido, el imperativo freudiano deber ético y no moral se producen efectos que portan las marcas de la época. Ciertas características que adquiere la Argentina en el espacio de la llamada salud mental, los modos de presencia del neoliberalismo y su crisis son las siguientes: instalación cada vez mayor de las terapias alternativas, las psicología sistémica y cognitiva a su vez incremento acelerado del mercado farmacológico, por lo tanto conjunción del pragmatismo liberal con mayor índice de ganancia de los grandes laboratorios. Respuestas en relación con los efectos del grado de exclusión social, bajo la modalidad de desarrollo de planes existenciales bajo la orientación preventiva y comunitaria.

La primera versión se opera a partir del objetivo de la rápida reabsorción y readaptación del cliente a su estatuto de consumidor. La segunda abriga, la modalidad comunitaria, la moral de los derechos humanos del ciudadano orientada por el ideal comunitario. Aquí es necesario destacar que esta última es sensible al estallido de los lazos sociales que implica el discurso capitalista. Se trata de una versión actualizada de la que tuvo un amplio despliegue en la década del 60 y comienzo de los 70 articular al movimiento de las izquierdas y contestatarios del psicoanálisis ritualizado.

Época de presencia reducida del lacanismo y anterior a la implementación en los finales del siglo XX de las modernas corrientes psicológicas. Movimiento este último correspondiente con el triunfalismo de las neurociencias. Exige una correspondencia en el curso del siglo XX en nuestro país en período de democracia restringida o inexistente y despliegue de nociones biológicas en salud mental. Al contrario, en períodos de democracia ampliada y participativa el surgimiento y desarrollo de doctrinas que de modos diversos apuntaba a la brecha del sujeto. La historia del psicoanálisis lo atestigua fuertemente. Con la llegada de la década del 90 se puso algo inédito, democracia ampliada y al mismo tiempo la implantación de la dimensión neurociencia e incremento de los psicofármacos.

El éxito momentáneo del neoliberalismo en esta época del capitalismo tardío, se sostiene de sacrificio de los llamados improductivos para conservar y aumentar el plus de goce. Ese sacrificio se expresa en nuevos campos de concentración, villas miserias por ejemplo. El imperativo de goce de la ley de mercado como Dios oscuro se presenta como correlativo de la inexistencia del Otro de la era de la globalización. Más eficaz que el amo fascista, bajo la garra, en el lugar de la verdad con el semblante de democracia liberal. Lento exterminio del ciudadano y rechazo del sujeto.

Las nuevas terapias alternativas son objetos postmodernos efímeros, banales, adoctrinantes y totalitarios. Se asientan al desconocimiento de esa revolución de la razón que Freud llamó inconsciente. Por eso, el psicoanálisis es la única herramienta que produce resultados curativos genuinos, o sea, no sugestivos. Concluyendo, el discurso del amo -refiriéndome a Cuestiones antifilosóficas de Jorge Alemán - no constituye el impasse del psicoanálisis en la medida en que no rechaza la castración a diferencia del discurso capitalista que no implica una apropiación del saber inconsciente sino una apropiación de goce que hace que la realidad advenga como fantasma. Se caracteriza porque el saber que trabaja en la producción de objetos plus de goce no está comandado por el S1 y produce una desregulación de goce que implica que el sujeto no queda articulado a la castración sino bajo la primacía del imperativo superyoico que empuja al goce.

En el mismo texto, Jorge Alemán, afirma que uno de los sentidos posibles que puede tomar para Lacan la alusión al discurso capitalista en su reflexión sobre el pase del discurso analítico es la siguiente interrogación: ¿Hasta qué punto se puede concebir un modo de relación con la verdad y el saber que no sea la que está ya formulada desde la planificación científica del mercado del saber? Hegel, representante sublime del discurso del saber universitario, se trata en Hegel e invirtió el trabajo forzado, el Estado llega al final de la historia a ese término llamado saber absoluto.

Así, el estudiante como proletario marca la articulación del capitalismo con el discurso universitario en la revuelta de mayo del 68. París es interpretada por Lacan como un llamado al amo, al amo capitalista moderno. En mayo del 69 en Argentina recordemos que desembocó en el sacrificio en la variante latinoamericana del Dios oscuro.

Actualmente el desencadenamiento del discurso capitalista marca la crisis de los otros discursos, incluido el discurso universitario. Con la presencia del imperativo superyoico bajo la modalidad, no del "debe saber" más propio del discurso universitario, sino del "gozan la técnica".

Jorge Alemán: Osvaldo Delgado ha puesto en concepto y ha articulado muchas de las cuestiones que esta mañana hemos estado conversando, especialmente la pregunta de Clara del analista en la ciudad y las referencias al lazo social. Esta idea del discurso capitalista se generalizó, le agradezco mucho a Osvaldo que haya traído esta mención. Hace muchos años a mí me interesó esa conferencia porque después de la derrota de la izquierda de los años 70 era muy interesante ver como Lacan, que es también un conservador, -si no surgía una tesis que ya en el campo marxista se estaba formulando pero que no encontraba la lógica- presentaba al cambiar las letras de lugar con respecto al discurso del amo, que es que la circularidad propia del discurso capitalista hace que el capitalismo sea todo el tiempo una relación con un exceso que no genera nunca ninguna catástrofe.

Es decir, a no ser que un día reviente todo. Pero quiero decir ¿cómo se pensaba antes el exceso entre los marxistas y los hegelianos?

El exceso o se reabsorbe en los pactos simbólicos o tarde o temprano va a producir una revolución, la emergencia de un sujeto histórico nuevo, un orden social nuevo. Lacan, gracias a su clínica y a la teoría del goce dice: no, el capitalismo es un saber hacer con el exceso de tal manera que ese exceso sea todo el tiempo reciclado.

Entonces uno ve a un skin head que acaba de matar a un inmigrante y al rato dice, es que no tuve padre, habla como un psicólogo; fui detenido, no estuve en ningún lazo social.

Él mismo recicla. Una publicidad muy graciosa que vi el otro día de dos señores narigones, esa publicidad muestra lo que antes se denunciaba desde la izquierda, el auto enmascara la realidad, son los dos con la misma nariz pero claro, uno tiene un auto caro entonces ya no es la misma nariz.

La publicidad misma ya no necesita velar nada. Contrariamente a lo que creían los teóricos del totalitarismo, como Adorno, el capitalismo no es la organización total; no, esto está cada vez más desorganizado, tiene una burocracia infernal.

Lo que define más al capitalismo -más que la burocracia total- es el saber hacer con el exceso, reintegrarlo, reciclarlo de tal manera que uno no sepa que fue lucha de un capitalista, que uno no sepa donde está el corte, que no sepa decir donde podría encontrarse el punto de resistencia, aunque hay discursos actuales que se aferran por trabajar qué sería un punto de resistencia y nosotros hablamos de algún modo de la posibilidad del hospital, de la clínica, de la lucha, de la práctica estamos -como lo apuntó muy bien Delgado- concernidos por esto.

Porque ese discurso capitalista va devorando, va reabsorbiendo y refutado y regenerando todas las instituciones, las modula a todas y por lo tanto el capitalismo no quiere decir solamente en países desarrollados con gran estructura de consumo, eso es al revés; yo creo que la novedad si se piensa el capitalismo no solo como plusvalía en el sentido económico sino como plus de goce, es que surge otro concepto de pobreza, la pobreza es dejar al sujeto a solas con su pulsión, con su plus de gozar y que no tenga ningún recurso simbólico para poder hacer algo con eso.

No es la no satisfacción de las necesidades materiales solamente. Es el paco, la droga, en fin, es encontrarse en una situación en donde hay acceso al goce por fuera de la castración y ningún discurso del que asista. Este estar por fuera de la castración es lo que transformó a la pobreza en miseria.

Es lo que ha hecho que la pobreza en los años 60 y 70 ya no tenga nada que ver con esto, porque efectivamente se ha levantado esa barrera de la castración que hacía que todavía el discurso de amo funcionara.

No olvidemos que el discurso del amo para Lacan es la condición del inconsciente.

El reverso del discurso del amo Lacan dice es el psicoanálisis. El capitalismo ni tiene reverso -como lo explicó muy bien Delgado-, tendencialmente va llevando a que los hospitales, las universidades vayan cayendo sobre su lógica.

Hay distintas teorías sobre esto, las suelo trabajar y junto con ellas estoy haciendo la mía en mis seminarios en España. Los italianos de la línea de Toni Negri piensan que a pesar todo va a haber un momento en donde la fuerza de la tecnología desencadenada va a autonomizarse del capitalismo, porque se dan todas las condiciones para que la propiedad privada no funcione bajo su régimen de regulación y entonces alguien de golpe genera un mundo de 1000 y otro genera 10.000 o vaya uno a saber si ahí, de golpe, como dirían los filósofos italianos, no se está generando la multitud. No el pueblo que estaría bajo la lógica uno-todos sino algo que se parece más al no-todo lacaniano porque la multitud no tiene identidad permanente, se expande transversalmente, no tiene límites; es una mirada optimista, si se quiere, sobre la potencia transformadora del aspecto.

Otro, por el contrario, es el ejemplo que dio Delgado de la villa que se va transformando en campo de concentración, se va transformando solo en campo de concentración el sentido de que como el lazo social desaparece, hay todo el tiempo objetos que están adentro pero sujetos que se van quedando afuera. Entonces, el excedente social ya no tiene ninguna otra forma de ser vuelto a incluir porque lo que se rompe no se puede restablecer, porque en el saber hacer con el exceso del capitalismo todo lo que se cae no vuelve, se cae una industria, no vuelve. Entonces ahí se produce este efecto de campo de concentración que ya es clave de esta época; es decir, no rige más la ley, rige un Estado de excepción, no rige el padre del Nombre del Padre lacaniano, rige el Padre de la horda primitiva. No hay forma ya de regular nada desde el discurso del amo. El discurso del amo era lo que Foucault llamaba la "sociedad disciplinaria", pero ya ni siquiera estamos en lo que Foucault imaginó como la "sociedad de control".

Creo que esta cuestión de la técnica es la clave, la técnica como un estado de provocación permanente de que uno goce, de que uno vaya a la televisión y hable de todo, de que uno puede todo, diga todo en todas partes, de la invasión de todo lo privado, ahí lo psi tiene que pensar siempre su estrategia política de invasión de todo lo privado en el espacio público, de que lo público haya quedado re-colonizado por la intimidad y que ya no haya nada íntimo, que ya no haya nada que pueda no decirse. Por eso di antes el ejemplo del psicólogo, uno no le puede decir al colegio "prefiero que no le pasen ningún test a mi hijo", es como estar apartándolo casi de las vacunas.

Uno no puede decir, no, yo no considero un valor de verdad científico, lo considero un sistema de control no quiero que lo pasen por aquí, en España los niños van a los tests, aquí también o ¿no?

Y no hay ningún trabajo en donde no se pase por un test psico-físico, la escuela hace un test para todo.

Hay varias cosas que han surgido después de esta tesis de Lacan, primero que la relación con el plus de goce no es propia solo de la burguesía sino que por el contrario, está generalizada.

Segundo, que se pueden soportar unos niveles de explotación en función tremendos. Que la gente no es que va a reaccionar o se considera desde el punto de vista marxista (a partir de aquí no se soporta y surge no se soporta hasta el infinito) pues se respira un masoquismo. Lo que sostiene a las civilizaciones no es el gran aparato ideológico sino el masoquismo de las clases desposeídas que pueden dejarse desposeer hasta el infinito.

De hecho, hay un gran festival de ricos todo el tiempo burlándose de los pobres y no pasa nada. No pasa nada, hay una ofensa generalizada con respecto a la gente que trabaja.

Por ejemplo, en España mueren ya miles de personas en el mar y no mueren para trasformar la vida de sus países, dan la vida por participar en la vida esa que se supone que ofrece el televisor, mueren bebés, mueren mujeres, mueren niños. Con lo cual, la idea de que vaya a sobrevivir algún tipo de límite a ese discurso se ha puesto casi de moda.

Patricia Markowicz: A mi me toca el cierre, en realidad lo que a mí se me ocurre decir, después de las cosas interesantísimas que estuvimos escuchando hoy, es que creo que la gran apuesta que tenemos y por lo que estamos organizando esta jornada -y por eso tenemos el programa Salud Mental, Salud Social- es preguntarnos y hacer un nuevo lugar para el psicoanálisis. Es decir, muchos psicoanalistas ya no se quedan solo en su consultorio (no solo para atender pacientes en el hospital) sino que se preguntan y salen a lo social, a la ciudad a ver de qué manera todo esto que estamos pensando puede ser pensado con las herramientas que nos dio y nos da el psicoanálisis. Quiero agradecer a todos los que hablaron y a los que escucharon.

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