Noviembre 2009 • Año VIII
#19
Opacidad del síntoma - Ficciones del fantasma

Del Fantasma como ficción a la opacidad del síntoma

Gerardo Maeso

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XVII Jornadas Anuales de la EOL

Del fantasma al síntoma, de la ficción a la opacidad, cuatro variables que se articulan en este trabajo, partiendo de localizar a la altura del Seminario 20 la lógica que Lacan introduce como giro y novedad respecto de la sexuación en el marco de otra lógica que le cabe al significante.

En este nuevo contexto se tratará de, según el autor, "alcanzar al otro sexo constituyendo el fantasma". Por la vía de la literatura, también lo hace saber:…() en "Las mentiras verdaderas"…..ese arte de mentir…..es, también el de comunicar una recóndita verdad…..".

Por último, el autor hará referencia a las transformaciones del Uno y el Otro en la última enseñanza de Lacan, para ubicar desde el fantasma al Sinthome.

En el seminario 20 "Aún" Lacan va a producir un destello que organizará todo lo que se da en llamar su última enseñanza.

Pone de manifiesto que el goce del Otro, del cuerpo del otro que lo simboliza, no es un signo de amor, abriendo la ilusión de una dialéctica del goce entre los cuerpos.

Siguiendo esa orientación se desliza en forma abierta al hombre que provisto del órgano al que se le dice fálico, el sexo de la mujer no le dice nada, a no ser por intermedio del goce de su cuerpo, constituyendo un interrogante sobre el carácter de este goce diferente al fálico.

Distinguirá inmediatamente al goce fálico como siendo el obstáculo por excelencia para alcanzar al partenaire, y producirá una afirmación aparentemente irrelevante: "el superyo como lo señalé antes con el ¡Goza! es correlato de castración, signo con que se adereza la confesión de que el goce del Otro, del cuerpo del Otro, sólo lo promueve la infinitud". [1]

Esta afirmación toma cuerpo en la paradoja de Zenón, quien demuestra que Aquiles sólo puede alcanzar a la tortuga en la infinitud, condenando a la sexualidad, no a la represión como la encontró Freud en su época, sino a la sustitución infinita que conduce a la desdicha.

Un paciente joven, desilusionado por la inestabilidad de sus relaciones amorosas comentaba "no puedo parar en la conquista de mujeres, siempre es lo mismo, me copo y al tiempo no aguanto, se retira la energía y el entusiasmo. Quisiera al menos alcanzar a la tecnología y renovar a mis parejas cada dos años. ¿En su época era igual?"

Recordé que Freud sostuvo como condición para alcanzar una sexualidad satisfactoria, perder el excesivo respeto a la sexualidad que inspiran la madre o la hermana. También en el Antiguo Testamento se dice: goza de la mujer que amas. ¿Cuál va a ser entonces la respuesta que Lacan produce en "Aún"?. Las llamadas fórmulas de la sexuación donde el lado hombre, no ciertamente para privilegiarlo, inscribe S barrado y el símbolo del goce fálico que como significante es su soporte, el cual se encarna en el significante uno, S1, que entre todos los significantes, es el significante del cual no hay significado y en lo que toca al sentido es su fracaso, es el medio sentido, la indecencia por excelencia o la reticencia. Ese significante, S1, equivalente a goce fálico, que sostiene al goce del idiota, hace que el sujeto barrado aspire alcanzar al otro sexo a través del semblante constituyendo el fantasma. Se hace evidente que el fantasma, fórmula para el goce-sentido, cautiva porque evita que el Otro se desvanezca sosteniendo el principio de realidad freudiano.

Vargas Llosa en "Las mentiras verdaderas" escribía:
"El cuento, la ficción, gozan de aquello que la vida en su vertiginosa complejidad e imprevisibilidad siempre carece: un orden, una coherencia, una perspectiva, un tiempo cerrado que permite determinar la jerarquía de las cosas y de los hechos, el valor de las personas, los efectos y las causas, los vínculos entre las acciones. La ficción es el hombre completo en su verdad y en su mentira confundidas. Las historias son rara vez fieles a aquello que aparentan historiar,… no hay historias sin elementos añadidos. Estos no son jamás gratuitos, casuales; se hallan gobernados por una extraña fuerza que no es la lógica de la razón sino la oscura sin razón.

Inventar no es, a menudo, otra cosa que tomarse ciertos desquites contra la vida que nos cuesta vivir, perfeccionándola o envileciéndola de acuerdo a nuestros apetitos o a nuestro rencor; en este sentido ese arte de mentir que es el del cuento es, también, asombrosamente, el de comunicar una recóndita verdad humana".

Así, cuando los elementos que permanecen en este seminario 20 ligados al sentido gozado, que como tal dan lugar a la expresión; "hacer fallar la relación sexual a lo macho" evidenciando la supremacía de éste, por el valor fálico que denota, Lacan introduce otro goce, que las mujeres sienten y del cual nada pueden decir, instalándolo claramente fuera de todo discurso posible.

Lacan se encamina a deshacer al Uno del valor que sostiene el universal al interpretar una faz del Otro, como la faz de Dios que tiene su soporte en el goce femenino, lo que lo lleva a afirmar que no se hacen dos Dioses, aunque tampoco Uno. No hay un solo Dios porque en él se inscriben dos goces diferentes, el fálico y el complementario, pero no son dos porque en uno, el complementario, no admite la cuenta.

Desbrozado el camino del Uno que cuenta en tanto valor se puede deslizar al equívoco entre el S1, es uno y enjambre (essaim) donde resalta de lalengua el significante despojadao de la estructura del lenguaje.

Así sostiene J. A. Miller en su último curso del 10/6/09 "Cosas de fineza" al entender el pasaje al revés, del lugar del fantasma al Sinthome "es decir que la relación fundamental al goce no está más encerrada en el fantasma, en la inercia y condensación del fantasma, que debería ser atravesado por una dinámica. Es el síntoma no ya como condensación sino como funcionamiento donde son encontrados, implicados, anudados, simbólico, imaginario y real"

¿Por qué decimos aún que este es opaco? En principio porque desde Freud aprendimos que descifrando el sentido a través de los laberintos del deseo aquel, el síntoma, resiste a la interpretación.

Esto constituyó un verdadero interrogante para Lacan, quien habiendo aportado su síntoma como lo que ex –siste en el mundo borromeo a lo simbólico e imaginario freudianos, para sostener un estatuto respetable de cada cuerpo aislable del ser hablante, en el seminario 23 "El sinthome", capitulo III, "Del nudo como soporte del sujeto" afirma, reconsiderando su tesis, que la psicosis paranoica y la personalidad son la misma cosa, que todos somos paranoicos si suponemos una personalidad que nos diferencia de los otros.

Entonces surge la paradoja que en lo diferente de cada ser parlante alberga lo igual, y el conocimiento clínico nos dice que el paranoico sitúa un punto de goce en el Otro eclipsando su deseo.

El nudo borromeo de tres es de alcance limitado, porque lo real, lo simbólico y lo imaginario tienden a la continuidad, indiferenciándose y deviniendo personalidad en tanto los tres nudos son paranoicos.

Es entonces cuando Lacan tratando de superar su obstinación y deplorando su incapacidad, recibe con asombro lo que buscaba. Soury y Thomé encuentran el nudo borromeo de cuatro nudos de tres que le permiten expresar: "no se trata del sinthome como personalidad, sino en la medida en que respecto de los otros tres el se caracteriza por ser sinthome y neurótico. De este modo se nos da una idea aproximada sobre lo que ocurre con el inconsciente".[3]

¿Por qué representó un hallazgo con incidencias clínicas insospechadas que llevan al psicoanálisis a cuestionar lo que el mismo Lacan había dado en llamar una paranoia dirigida?

Porque introduce al ser hablante en un hacer práctico que ya no tiene fundamento en la lógica que condena a lo imposible.

En el cuadro de modalidades de la verdad que Lacan había creado:

Necesidad Imposible
Posible Contingente

toma dominancia la contingencia que excede al campo delimitado por lo imposible.
Conocer al síntoma, desembrollarlo, manipularlo, conlleva siempre un trabajo de costo renovado que no se sostiene en el valor de cambio.
Entonces, su opacidad, la del sínthoma, es la condición por la cual el ser hablante "quiere el eterno retorno de su singularidad a través del goce"[4] más allá de los tormentos de la verdad.

Junio de 2009

NOTAS

  1. Lacan J., Aún, "Del goce", cap I, p15 Paidos, Barcelona, 1981.
  2. Miller, J.A. Cosas de fineza curso 10 de junio de 2009, inédito.
  3. Lacan J, El sinthome, "El nudo como soporte del sujeto", cap III, P 54, Paidos, 2006.
  4. Miller, J.A., Cosas de Fineza, Curso 10 de Junio de 2009, inédito.
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