Noviembre 2009 • Año VIII
#19
Variedades

Lacan y el mal comienzo de Joyce en la vida

Juan Fernando Perez

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VII Jornadas Anuales de la EOL

Trabajo de lectura de un párrafo de la primera lección del Seminario 23, El Sinthome, a partir del cual se extraen las líneas de fuerza para una consideración atenta de las principales tesis presentadas en este seminario de Lacan. Además, a través de este minucioso comentario del párrafo en cuestión, también se pone a prueba la extensión al dominio de las psicosis de elaboraciones realizadas por Lacan para el caso Joyce. En este sentido, se trabajan tanto cuestiones que participan como condiciones de una estructuración psicótica como aquellas que concurren a la invención de una solución.

En un párrafo de la lección I del Seminario 23, Lacan realiza varias precisiones de importancia con relación al concepto de sinthome; a tal efecto hace algunas anotaciones sobre el padre de Joyce y sobre otros tópicos. Tales precisiones conviene que sean analizadas dado el peso que tienen para la comprensión del trabajo de Lacan en este seminario. Diversas elaboraciones realizadas en torno al seminario 23 a menudo pasan muy rápido o por alto varios puntos que son tratados allí. Esto también justifica el examen de ese párrafo.

Dice así Lacan: "Joyce lo hizo [un uso lógico del sinthome], pero, claro está, a ojo de buen cubero [à vu de nez], porque no se podía comenzar peor que él." Y continúa: "Nacido en Dublín, con un padre borracho y más o menos feniano, es decir fanático, de dos familias, porque las cosas se presentan así para todos cuando se es hijo de dos familias y uno se cree macho porque tiene un pitito [un petit bout de queue]. Naturalmente, discúlpenme la expresión, hace falta más. Pero como él tenía el pito algo flojo [lâche], si puede decirse así, su arte suplió su firmeza [tenue] fálica. Y siempre ocurre así. El falo es la conjunción de lo que he llamado ese parásito [el subrayado es de Lacan], que es el pitito en cuestión, con la función de la palabra. Y por eso su arte es el verdadero garante de su falo." (Lacan, p. 16)

 

Un marco para examinar el concepto de sinthome

Como se ve, en un estilo informal y directo, casi coloquial, Lacan avanza en ese pasaje en el desarrollo de la temática que ha propuesto un poco antes para este seminario, es decir, estudiar la teoría y la clínica del sinthome. En otros momentos del seminario su estilo va adquirir otros matices; poéticos, matemáticos, joyceanos, quirúrgicos, polémicos, festivos, taxativos, alusivos, enigmáticos o huraños, según las circunstancias. Aquí se observa un Lacan muy próximo a sus interlocutores, señalando algo esencial y de una forma tal que aquello a lo que se refiere lo propone como si quisiera que los puntos indicados fueran comprendidos por todos, para así disponer de una base de trabajo mínima, clara y bien definida con miras a la empresa que acomete.

En el pasaje citado la precisión inicial apunta a destacar que Joyce hizo un uso lógico del sinthome a pesar de haber comenzado mal en la vida. Condensa así la gran tesis del seminario 23. Es una tesis, nótese, optimista, que destaca que un mal comienzo en la vida como el de Joyce, no impide la posibilidad de poder encontrar alguna solución a lo que ello implica, o sea, llegar a disponer de un verdadero garante para el falo, carencia crucial para muchos, en especial cuando se tiene un comienzo similar al del escritor. El hecho, como se sabe, exigió al irlandés hacer de su síntoma el medio esencial para construir su arte. Es lo que Lacan designa como un sinthome.

Se trata ésta de una proposición con novedades ciertas para el psicoanálisis. Lo es en diversos sentidos; uno de ellos, sugerido en el párrafo indicado, es la forma en que había sido tratado el tema de la creación y por tanto la sublimación en general en psicoanálisis. Lacan ya se había situado tiempo atrás en una perspectiva crítica al respecto, y consideraba necesario superar esa "torpeza extrema [que] caracteriza todo lo que se ha dicho en el análisis sobre la sublimación", (Lacan, 1959-1960, p. 177). Ello le incita, entre otros hechos, a pensar la psicosis, en lo relativo a la sublimación, como una fuente de innovación; era claro que la psicosis no había constituido ciertamente una base de trabajo corriente en las elaboraciones psicoanalíticas más representativas sobre el tema. Lacan adopta este campo como punto de partida y como referente básico del sinthome, lo que incluirá necesariamente las tesis principales y los desarrollos que había obtenido sobre el síntoma.

Respecto a la relación entre sinthome y sublimación es necesario tener en cuenta diversos puntos. Entre ellos, que el concepto de sinthome es, y conviene subrayarlo, un efecto y a la vez un desarrollo de la teoría de la psicosis de Lacan, si bien otros elementos lo nutren y van más allá de este campo. La psicosis, recuérdese, ha tenido como núcleo lacaniano la forclusión del Nombre del Padre, lo que es el producto de un trabajo clínico y teórico amplio y riguroso en torno a los efectos en el psicótico de una falta primordial en lo simbólico. Ha de tenerse en cuenta que el tema de la falta constituye uno de los ejes principales del trabajo de Lacan en todos los campos, y que sin reconocer la función que le asigna, el complejo y a veces sinuoso recorrido que realiza al respecto, no hay posibilidad de situarse adecuadamente ante sus proposiciones. En el seminario 23 esa falta en Joyce es considerada a partir del sinthome e incluye diversos desarrollos acerca de lo que allí llamará muy específicamente el agujero, término que, sin embargo, es de vieja data en Lacan, pero que adquiere un sentido renovado en este seminario.

Con la forclusión del Nombre del Padre Lacan había esclarecido la génesis de la estructura y el lugar del síntoma psicótico (por ejemplo, de los llamados trastornos psicóticos del lenguaje –tema central en el sinthome de Joyce–, como respuestas a la inscripción del sujeto en un orden en el cual se constituye como tal pero donde falta un significante primordial...). Es contando con este planteamiento, y en tanto dispone de la tesis según la cual el síntoma es una invención, que va a proponer diversos desarrollos acerca de la función del arte para su creador.

En efecto, ya había desarrollado la proposición según la cual la creación y la invención implican una confrontación con el vacío, con la Cosa. Es decir, ser lo que con precisión llama creación ex-nihilo. Y allí la función del objeto en la sublimación, en la doble acepción que tiene el término objeto, había sido subrayada por Lacan. El vaso será el ejemplo principal que Lacan elije para ilustrar la invención, en tanto considera, con Heidegger, que es una construcción visible y sublime de los humanos el hacer algo con el vacío. Había propuesto, por tanto, definir la sublimación como el proceso que consiste en elevar el objeto a la dignidad de Cosa (Lacan, 1959-1960, p. 139), en un esfuerzo por darle un lugar en el concepto a elementos teóricos inéditos, en especial lo que en ese momento llama la función de la Cosa, para intentar resolver así el "movedizo y delicado" problema de la sublimación en psicoanálisis (Ibid. p. 110)

Y para sustentar su planteamiento, Lacan va a retomar lo esencial de su concepción acerca de la forma en que un psicótico se las arregla con lo que determina su estructura, problema que ha intentado elaborar y reelaborar desde el seminario 3, y aun desde sus años de estudiante de psiquiatría. Ésta será una cuestión central en sus elaboraciones en el seminario El sinthome.

La tesis del seminario 23 es por consiguiente el resultado de una paciente y rigurosa construcción, una decantación admirable, cuyas consecuencias clínicas y teóricas el psicoanálisis debe establecer y desplegar; de allí su interés e importancia. Es el centro de un trabajo del cual dice Miller, refiriéndose a El sinthome, que es "el examen más meditado, más lúcido, más intrépido, del arte sin par que Freud inventó y que se conoce con el seudónimo de psicoanálisis", (Miller, 2005). Puede por consiguiente considerarse que allí cada afirmación, cada anotación, cada paso se hallan meditados y expuestos con lucidez y audacia singulares; que de esa manera llega a ser una gran cima del arte freudiano. Por lo tanto, se impone seguir cada paso de Lacan en este seminario.

Para hacer un movimiento más en esta dirección, considérense a qué temas específicamente hace referencia Lacan en el citado fragmento. Allí es posible reconocer los siguientes puntos: dos rasgos del padre de Joyce, los que Lacan estima, en ese lugar, que definen mejor a este individuo; el efecto que, a su juicio, tiene en la vida de un sujeto el "ser hijo de dos familias" si es que a ello se agrega, propone Lacan, el creerse macho simplemente por una razón anatómica; cuál es su concepción del pene como órgano; cuál es la diferencia que establece entre el pene y el falo y por tanto qué es para Lacan el falo a la altura de este seminario; y cómo define ahora en qué consiste la función paterna. Se trata sin duda de un grupo de temas importantes, que relaciona entre sí para formar un conjunto; los temas están expuestos sucintamente y, al menos algunos, indicados con una gran claridad, lo cual también conviene rescatar.

 

"No se podía comenzar peor que él"

Propongo ahora preguntarse qué quiere decir Lacan cuando anota que Joyce hizo un uso lógico del sinthome, "a ojo de buen cubero" [à vu de nez].

La expresión à vu de nez podría traducirse más precisamente al español por "a tientas y a ciegas", con la cual parece ser que Lacan hace alusión, de una parte, a la casi ceguera que acompañó a Joyce durante toda su vida (al final ya era verdaderamente ciego), para situar, de esta forma, por un lado, un hecho de importancia en la vida del escritor, y por el otro, la seria dificultad que implica para un sujeto, con una historia como la de Joyce, el carecer de un verdadero garante de su falo. Es entonces una manera de mostrar que en la tarea del vivir, el psicótico tendrá un andar casi ciego y estará enfrentado a una búsqueda difícil en tanto su historia lo ha despojado de una opción de la cual sería mejor disponer de ella, y en lo que seguramente muchos fracasan a pesar del empuje de sus síntomas.

Y continúa. Al aclarar Lacan la expresión con la cual se refiere a Joyce "no se podía comenzar peor que él", alude en primer lugar al padre del escritor; y de inmediato destaca dos rasgos de éste, en lo que podría entenderse como su proposición de base para la explicación acerca de por qué afirma que Joyce tuvo un tan mal comienzo en la vida.

Los dos rasgos que destaca del padre de Joyce son el ser un borracho y el ser un fanático. No va a detenerse en los mismos, pero si va a añadir otros puntos que se pueden considerar como asociados al hecho de haber tenido un padre de tales características, es decir haber tenido un padre de quien Lacan más adelante va a destacar que fue "un padre indigno, un padre carente, ese al que en todo el Ulysses se pondrá a buscar bajo formas en las que no lo encuentra en ningún nivel. (...) un muy poco para mí." (Lacan, 1975-1976, p. 67), lo que autoriza a Lacan a decir que Joyce fue un infeliz (hère) que cargaba con el padre.

Y luego de definir así a este hombre, agrega que Joyce era miembro "de dos familias", lo cual complementa diciendo: "porque las cosas se presentan así para todos cuando se es hijo de dos familias y uno se cree macho por que tiene un pitito". Lo anterior es un tanto extraño, en particular lo de "las dos familias", en lo cual insiste en ese párrafo, por lo que se hace necesario leer la frase con algún detenimiento.

El "así" en la frase, es claro, resalta aquel "no se podía comenzar peor que él"; y Lacan va en seguida a proponer una explicación de ese ingreso desafortunado en la existencia. Lo hace, finalmente, a partir de tres hechos: uno, el haber tenido un padre borracho y fanático; dos, ser hijo de dos familias; y tres, creerse macho por tener una anatomía masculina. Es decir, que para Lacan esos tres hechos determinaron lo que él considera que fue un mal comienzo en la vida para Joyce.

Si se tiene en cuenta el sólido trabajo de Lacan a lo largo de todo su recorrido respecto al proceso que determina que un sujeto sea psicótico, no podrá pasarse por alto esta enumeración de ese mal comienzo y en consecuencia conviene detenerse en cada uno de aquellos tres puntos y en el conjunto que así indica Lacan, e intentar derivar de ello algunas proposiciones, en especial acerca de la naturaleza del sinthome y lo que éste implica para la clínica psicoanalítica.

 

Tres hechos para considerar el comienzo de Joyce en la vida

El carácter alcohólico del padre de Joyce se halla refrendado de múltiples maneras y al respecto no son pocas las anécdotas que los biógrafos del escritor han logrado recoger para demostrarlo. Por ejemplo, Ellmann señala que en la incontenible y sostenida decadencia económica que experimentó a lo largo de su vida "se revolvió contra su familia, lleno de rencor porque el sostenimiento de ésta le obligaba (o al menos eso pensaba él; –anotación ésta de Ellmann–) a reducir su dieta de alcohol." (Ellmann, p. 52). O también que, según el hermano de James, Stanislaus, cuando la Sra. Joyce apenas se reponía de la muerte de uno de los hijos recién nacido "estuvo a punto de ser estrangulada por su esposo. Estando muy borracho, la cogió por el cuello y gruñó: "Por Dios, es hora de terminar de una vez". Los niños salieron gritando pero James saltó por la espalda de su padre, cayendo por encima de ambos. Mrs. Joyce tomó a los niños más pequeños y fue a refugiarse en casa de unos vecinos." (Ellmann, p. 59). Escenas típicas de una casa donde reina un borracho envanecido.

Y Lacan agrega que el padre de Joyce era también un fanático; en efecto, había sido "más o menos feniano", es decir, partidario, más retórico que por los actos, de un "movimiento nacionalista violento de mediados del siglo XIX", (Aubert, p. 187). Su fanatismo era entonces verbal, pero no perdía ocasión para demostrarlo; también era vigente en otros campos, en especial en la vida familiar, lo que se hizo siempre muy manifiesto y crudo. Esas dos características de este hombre, borracho y fanático, son complementarias a menudo, al punto que en muchos casos análogos lo uno es sólo la continuidad de lo otro, sin que sea evidente cuál precede a cuál.

Ahora bien; el padre del escritor, John Joyce, ese fanático que hacía ostentación y alarde de sus ancestros, hizo de la familia de la madre de James el blanco de sus burlas y críticas, y así, se empeñó en alejar a los suyos de la influencia de los Murray. Incluso, en la niñez del escritor, desplazó su vivienda a un alejado y elegante barrio de Dublín, para evitar el contacto entre las dos familias, indicando además que "el precio del billete bastaría para mantener alejada la familia de su esposa", (Ellmann, p. 41) en un elocuente y grosero desdén por los Murray. Y cuando tuvo que abandonar la costosa vivienda a causa del despilfarro que hacía de sus bienes, para tener que acercarse a lo mundano de Dublín, a un ámbito más próximo del de la familia de su esposa, lo hizo con honda amargura al verse obligado a sentirse uno más, lo cual finalmente nunca aceptó. Del hecho Ellmann comenta igualmente, y a propósito de cómo esto aparece en la obras del escritor: "Sus parientes aparecen en sus libros bajo ligeros disfraces. En general todos aquellos que llevan el nombre de Joyce aparecen ventajosamente sobre todos aquellos que llevan el apellido de Murray (...). Con ello Joyce demuestra los mismos prejuicios que su padre, el cual se quejaba de que el apellido Murray le arrojaba un hedor insoportable a las narices, al tiempo que el de los Joyce exhalaba un perfume embriagador", (Ibid., p. 27). Ha de notarse además que el sentimiento de hostilidad entre John Joyce y los Murray era recíproco, y varios testimonios confirman que los tíos maternos del escritor odiaban al arrogante John, no sin claros argumentos. Las disposiciones paternas no impidieron que James mantuviera relaciones estrechas con su familia materna, en especial con la tía Josephine quien era para él, según Ellmann, "una mujer de gran sabiduría y siempre acudió a ella con sus extraños problemas sin desconcertarla jamás." (Ibid., p. 36). ¿Es acaso a tales hechos de linaje y a esas circunstancias de la crianza de James a lo que Lacan se refiere cuando dice que "las cosas se presentan así para todos cuando se es hijo de dos familias"?

Resulta justificado afirmar que todo indica que se trata de esto, es decir, a la difícil elaboración que Joyce se vio forzado a realizar para resolver la división subjetiva que experimentó desde muy pronto entre ser sólo un Joyce o ser también un descendiente de los Murray; se trataba, en un cierto sentido, o de admitir sin restricciones el discurso pretencioso, fanático y desdeñoso del padre, o finalmente sentirse "hijo de dos familias", y entonces, en su caso, asumirse, a espaldas de su padre, también como un miembro de la familia materna. Tendríamos en consecuencia una vacilación subjetiva precoz y muy profunda en el artista. Lacan afirma que James resuelve el dilema siendo "hijo de dos familias", y se apoya para ello en la amplia indagación realizada por los biógrafos de Joyce al respecto. El acto implicaba, de hecho, un rechazo al padre, en la medida que sostuvo, como queda indicado, relaciones y sentimientos positivos, y también ambivalentes, con los Murray, en una decisión que no se produce sin consecuencias en la vida de un sujeto.

El hecho requerirá ser definido con elementos adicionales, si bien a lo anotado debe agregarse la observación que hace Lacan allí con el "todos". Cuando destaca el "todos" en la frase examinada ("porque las cosas se presentan así para todos cuando se es hijo de dos familias y uno se cree macho porque tiene un pitito") apunta a mostrar una causa común en la suerte de Joyce y la de otros que hayan tenido una historia del mismo tipo, con lo cual indica que quienes tienen en común esos tres hechos, tendrán consecuencias de estructura del mismo tipo. Al final del párrafo será señalado lo esencial al respecto: que ello implica carecer de una verdadera garantía fálica, y para el efecto será necesario tener en cuenta que es radicalmente insuficiente tener sólo un petit bout de queue.[1]

Que no sea suficiente con tener un pene para disponer de una garantía fálica, lo muestran reconocimientos múltiples, inclusive la misma cobardía a la que alude Lacan allí ("él [Joyce] tenía el pito algo flojo [lâche] –"cobarde", podría también traducirse la palabra "lâche"– si puede decirse así"). No obstante, por todas partes se insiste en que el apéndice es suficiente. En efecto, culturas de todos lares, con creencias sólidamente arraigadas y con costumbres que llegan hasta los más crueles y absurdos actos, aquí, allá y más allá (en el mundo islámico más visiblemente, pero también en otros mundos), sujetos pertenecientes a todos los ámbitos sociales e históricos, prejuicios transformados en teorías pseudo científicas y otras expresiones, tan vigentes hoy como siempre, siguen sosteniéndose en la idea según la cual la anatomía es lo determinante. Esa profunda dificultad para acceder a lo que ya hoy parece incuestionable (ejemplos visibles de ello son, entre muchos otros, la gran cantidad de sujetos que con anatomías masculinas y femeninas reniegan de éstas para adoptar una posición de goce inversa a las mismas, producto de un tránsito particular por el proceso indispensable de subjetivación de una identificación sexual), indica que allí se halla en juego algo profundo y del orden de la estructura.

Recordémoslo: esa exaltación del petit bout de queue que hacen culturas y sujetos, hombres y mujeres, es el efecto de algo que está fundado en un proceso que contiene como uno de sus atajos principales, la degradación de lo femenino, degradación que se impone en la necesidad de solucionar un déficit importante. Se trata de un déficit difícil de obviar, y el cual no es posible resolver a través de meras posiciones ideológicas tardías, las que normalmente sólo engendran otros fanatismos, tan necios y finalmente tan estériles como el de la misma presunta primacía del petit bout de queue que pretenden combatir.

Tal empeño machista (fundado, insisto, en el peso inconsciente de un déficit presente en hombres y mujeres) se produce a partir de una reducción, de un salto de un momento lógico en el proceso de reconocimiento de la diferencia de los sexos y de la subjetivación del ser del sujeto, o más propiamente de su falta-en-ser. En efecto, en la comparación de los cuerpos, en general ésta se reduce a ser una comparación puramente imaginaria. El resultado de una tal reducción en la comparación, es la afirmación, imaginaria igualmente, de que quien tiene, ...algo más... es; es ya aquello que aun sólo es, en realidad, posibilidad. Tal salto se produce también para quien no tiene, quien por no tener queda allí marcada de un menos. Dicho de otra manera, se omite así un paso necesario de un proceso complejo, proceso que es aquel que permite una apropiación, para entonces hacer énfasis en el resultado una comparación imaginaria. La naturaleza de las acciones que implicarán para el sujeto cada posición, masculina o femenina, probarán que es necesario algo más (que una anatomía); que se requiere de un proceso lógico suficiente y no sólo de una respuesta imaginaria. Ello implicará que el déficit en el proceso se traducirá en una sutura forzada y por tanto las vacilaciones no tardarán en presentarse. En Joyce el hecho se podrá reconocer, por ejemplo, en que su petit bout de queue haya sido siempre "algo flojo". Como se ve, la implicación de que la comparación de los cuerpos sea simplemente imaginaria, es importante.

Al respecto Miller considera aquel déficit como la producción de un hiato de implicaciones profundas para un sujeto. En efecto, dice, "hay un hiato entre el hecho de la observación [de la diferencia sexual anatómica] y las consecuencias que el sujeto elabora a partir de él." Y añade que "es a partir de aquí, de esta experiencia primordial, que el hombre, el macho, puede ser pensado como completo, mientras que el otro sexo aparece como marcado por una irremediable incompletud." (Miller, 1997-1998, p. 281). Se trata entonces de un hiato que desemboca en creencias de superioridad, en la degradación femenina y en los fenómenos que las sostienen, hiato que es forcluido en general por culturas y sujetos en favor de sostener la solución imaginaria descrita. Lacan, en el fragmento examinado aquí, indica la necesidad de considerar el proceso de constitución del falo para el examen de éste y de otros problemas conexos.

 

De un arte que suple el semblante fálico y de la función paterna

Lacan entonces anota que "como él [Joyce] tenía el pito algo flojo [o cobarde], si puede decirse así, su arte suplió su firmeza [tenue] fálica." Indica de esta manera un asunto que es necesario considerar con precisión. Se trata del sinthome de Joyce y estamos ante un planteamiento importante relativo al concepto central del seminario.

Al respecto dice que el arte de Joyce es el medio para suplir [2] su "tenue" fálica. Que el arte sea el medio para suplir es claro; no así lo de la "firmeza fálica". El traductor propone "firmeza" por "tenue". Si bien no resulta del todo inadecuada la idea de que allí Lacan hablaría de la suplencia a la (carencia de) firmeza fálica en Joyce en tanto se trataría de una manera de resolver lo flojo de su órgano, es posible considerar otra alternativa que parece más lógica. "Tenue" significa igualmente "manera de cuidar su aspecto exterior" (Petit Larousse) y se usa, en algunas de sus acepciones, como "vestido para una ocasión determinada", como "vestimenta", o quizás más adecuadamente al contexto, como "revestimiento". A partir de allí es posible reconocer en la frase la dimensión del aparecer, es decir, del semblante, tan presente en Lacan en su elaboración acerca de la naturaleza del falo, ya desde sus primeros trabajos sobre este concepto.

Situada así la dimensión del semblante, la frase se leería entonces de la siguiente manera: "como él tenía el bout de queue algo cobarde, si puede decirse así, su arte suplió su revestimiento fálico." Es una idea que plantea la necesidad de considerar que las dificultades del escritor con su órgano no aluden a una cierta impotencia, como lo sugeriría la anterior traducción (que "tenía el pito algo flojo", lo que por lo demás no ratifican sus biógrafos), sino, estrictamente, a que la función del sinthome es la de suplir la función de un semblante fálico "algo cobarde" como el de Joyce. Es pues ésta una posibilidad para interpretar un punto que afecta la manera de entender el concepto nodular del seminario.

Tal posibilidad de lectura plantea la necesidad de una aclaración conceptual previa, la cual debe ser hecha antes de tomar una decisión en cuanto a la interpretación de la frase y finalmente del párrafo en conjunto: ¿acaso Lacan, al menos a esta altura de este seminario, llega a proponer que la función paterna consiste en ser uno de los garantes posibles del revestimiento fálico del sujeto? Ello, a mi juicio, queda indicado, en forma aun más clara, con el final del párrafo que aquí se estudia, pero también en general con el conjunto del fragmento examinado. Es claro que lo que Lacan busca mostrar, en lo que concierne específicamente a Joyce, es que si hay una carencia fundamental en éste, lo sería en lo relativo a la del función paterna. Y es en ese sentido que afirma que Joyce carecía de un verdadero garante para el falo. Tal carencia implica entonces la necesidad de una suplencia para su semblante fálico, justamente por esa razón. Propongo, en consecuencia, que es posible deducir de lo indicado que Lacan señala allí la estrecha asociación que existe entre la función paterna y el ser garante del falo, proposición que sin duda tiene un valor teórico significativo. Señalo ésta como una de las precisiones importantes de este fragmento aquí examinado, lo cual entonces permite afirmar que para Lacan allí se trata de indicar que dado el carácter del falo como semblante, éste (el falo) requiere de una garantía, función paterna. Y es con ello que Lacan se dirige para definir el rol de sinthome del arte de Joyce.

De la última frase examinada ("Pero como él tenía el bout de queu algo cobarde, si puede decirse así, su arte suplió su revestimiento fálico. Y siempre ocurre así."), resta ahora por aclarar qué quiere decir Lacan con la afirmación "Y siempre ocurre así".

¿Qué es lo que "siempre ocurre así"? No es evidente. ¿Que cuando el pene es algo cobarde, hay siempre algo que suple el revestimiento fálico del sujeto? O, ¿simplemente que el arte siempre suple el revestimiento fálico cuando es necesario? Parece lo segundo, pero tal vez, antes de responder, convenga considerar el "algo" del "algo cobarde" ["un peu lâche"]. Ello sugiere también que el pene de Joyce no era del todo cobarde, que era "algo valiente", si puede decirse así. Por tanto, ¿ese otro "algo" implícito allí, podría considerarse como una posibilidad para Joyce, la posibilidad de hacer algo con eso? Por lo demás, ¿qué otros acontecimientos pueden ser aquellos que siempre se hallarían en función de suplencia del revestimiento fálico cuando éste es algo cobarde? Quizás sea necesario dejar abierta la interpretación de lo señalado a la espera de nuevas proposiciones de Lacan en el seminario, que permitan nuevos argumentos al respecto. Pero lo indicado ya propone algunas ideas acerca de que Joyce tenía algunos puntos de apoyo fálicos para construir una suplencia a su revestimiento fálico.

Considérese ahora la definición de falo que Lacan propone.

Ha de recordarse que el falo es un concepto necesario para aclarar la cuestión sexual en los humanos como resultado de un proceso que Lacan llama sexuación. Lo indica de varias formas en el párrafo en cuestión, entre ellas con el "hace falta más", con lo cual alude a que no basta simplemente haber nacido con un órgano para ser un sujeto sexuado. Se trata de un proceso de subjetivación (de un cuestionamiento de sí, que parte del establecer que no hay un sólo sexo, el suyo), de asunción (de una posición singular ante la diferencia sexual) y de apropiación (del propio cuerpo), en el cual, como queda dicho, es esencial el reconocimiento de la naturaleza del cuerpo del Otro y la consideración de que el propio cuerpo goza. Y un significante privilegiado marca dicho proceso, el falo. Con este concepto Lacan busca, como se reconoce en el fragmento examinado, aclarar por qué es insuficiente una anatomía para definir un lugar subjetivo ante la sexualidad. Y es claro que tal insuficiencia ha sido evidenciada por innumerables fenómenos clínicos, relativos a las elecciones subjetivas para el goce sexual.

La definición del falo que enuncia allí Lacan es límpida: "El falo es la conjunción de lo que he llamado ese parásito [el subrayado es de Lacan], que es el pitito en cuestión, con la función de la palabra." Tal definición merece ser examinada.

En primer lugar, allí emplea un término singular para referirse al pene; lo califica de "ese parásito", el cual, además, subraya. ¿Qué señala bajo tal término? No queda duda acerca de que se refiere a que el pene se adiciona, que éste, como órgano sexual, llega después de. Es entonces una manera de indicar el carácter exógeno del órgano para el sujeto, de mostrar una temporalidad con relación al falo, de destacar una cierta insignificancia del mismo y de mostrar que el pene requiere ser apropiado por el sujeto para que éste pueda incorporarlo a su subjetividad como órgano sexual, en lo cual, además, existen distintas posibilidades. Es un hecho que ya había sido establecido por Freud con Juanito. Se recordará que Juanito se sorprende ante el reconocimiento que el pene es eréctil y que ello suscita efectos singulares en su cuerpo, tema sobre el cual Lacan había efectuado una amplia elaboración en el seminario 4, la cual usó en diversos trabajos suyos sobre el falo. El pene es entonces algo que cumpliendo una función (estar ahí), la misma es insuficiente, insuficiencia que exige, para no reducirle a ese valor sexual adjetivo, que se articule con algo, con "la función de la palabra", para que alcance las posibilidades fálicas del tener y de semblante.

En segundo lugar, está el planteamiento según el cual el parásito hace conjunción con la función de la palabra para llegar a ser el falo. Quizás sea suficiente con indicar por ahora que ello implicará aclarar qué entiende Lacan por la "función de la palabra", en especial cuando ya ha logrado una distancia profunda de la lingüística, lo cual será objeto de diversas consideraciones en la lección siguiente. Es probable que en esa lección sea posible responder más cabalmente esta cuestión.

Pasemos a la última frase del párrafo estudiado, esto es, "Y por eso su arte es el verdadero garante del falo." Es una frase ya considerada aquí antes. Aclaremos ahora, y en primera instancia, el "por eso" que allí se dice. Se trata claramente de un falo, como el de Joyce, carente de un revestimiento fálico suficiente y que por tanto requiere de algo que le dé el valor de tal.

Finalmente: en dos ocasiones Lacan se refiere al arte en el párrafo. Una, cuando dice que el arte de Joyce "suplió su recubrimiento fálico". La otra, ahora cuando indica que "su arte es el verdadero garante de su falo". Se trata de referencias específicas a la función del arte en Joyce. Podemos afirmar que son equivalentes, lo cual implica que si había algo que suplir era una verdadera garantía para su falo, de la cual el sujeto Joyce carecía, subrayémoslo de nuevo, aun cuando supo dársela. Ese algo que suplir, fueron los efectos de ese mal comienzo en la vida, mal comienzo definido esencialmente por un padre que nunca supo ser un verdadero garante para su falo.

REFERENCIAS

  • Aubert, Jacques. "Notas de lectura". En El seminario 23, El sinthome. Paidós, Buenos Aires, 2006. pp. 185-194.
  • Ellmann, Richard. James Joyce. Anagrama, Barcelona, 2002.
  • Lacan, Jacques (1959-1960). Seminario 7, La ética del psicoanálisis. Paidós, Buenos Aires, 2003.
  • Lacan, Jacques (1975-1976). Seminario 23, El sinthome. Paidós, Buenos Aires, 2006.
  • Miller, Jacques-Alain (1988). "Siete observaciones de Jacques-Alain Miller sobre la creación". En Malentendido, No. 5. Buenos Aires, mayo de 1989, pp. 5-9.
  • Miller, Jacques-Alain (1994). "Lo verdadero, lo falso y el resto". En Uno por Uno (Revista mundial de psicoanálisis, edición argentina), No. 39, Invierno 1994. Buenos Aires. pp. 127-136.
  • Miller, Jacques-Alain (1997-1998). El partenaire-síntoma. Paidós, Buenos Aires, 2008.
  • Miller, Jacques-Alain (2005). Contracarátula del Seminario El Sinthome. Paidós, Buenos Aires, 2006.

NOTAS

  1. En francés, expresión coloquial y en diminutivo para referirse al órgano sexual masculino; fue traducida en este caso al español mediante el argentinismo "pitito", término que no alcanza a resonar en algunos países hispano hablantes, si bien se entiende qué indica. Su empleo allí por Lacan apunta a subrayar el "hace falta más", a destacar cuán poca cosa es suponerse macho porque se tiene tal apéndice.
  2. Aun, a esta altura del seminario, Lacan habla de suplir. A medida que avanza en su desarrollo se verá poco a poco desaparecer la noción de suplencia al hablar del sinthome, en la medida en que esa es justamente su función, lo cual hace redundante entonces el término, al menos en ese contexto. ¿Qué otra cosa puede significar que un síntoma cumpla la función de sinthome? Sería necesario aclarar, antes de abandonar definitivamente la palabra "suplencia", si hay suplencias no sinthomáticas, y en caso afirmativo, ello justificaría su conservación, ya en ese caso con un sentido diferente, restrictivo a lo que implica que quede subsumido por el concepto de sinthome.
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