Noviembre 2009 • Año VIII
#19
Variedades

De equivocaciones y satisfacciones

Blanca Sánchez

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VIII Jornadas Anuales de la EOL

En este artículo, la autora profundiza en la función de sujeto supuesto saber -localizada entre transferencia e interpretación- en el recorrido de un análisis. Asimismo, con una lógica que admite distintas concepciones del inconsciente, va despejando el fin de análisis como pasaje necesario de la operatoria del semblante a la satisfacción del sinthome.

 

Sobre lo que se supone que sabemos

Casi como epígrafe voy a contarles un brevísimo cuento de los hermanos Grimm (conocidos por La Cenicienta y Caperucita Roja) titulado: El Doctor Sabelotodo. Se trata de un labrador atento a lo bien que vivía un doctor al que le había vendido leña y que quiere serlo él también. El doctor le aconseja vender lo que tiene, comprarse las ropas adecuadas, una libreta y poner en su puerta un cartel que diga: "soy el doctor sabelotodo". El hombre así lo hizo. Y fue ganando alguna fama a partir de un señor rico que lo convoca para que le ayude a recuperar un dinero que le había sido robado. Aquí, el doctor acepta pero solo si va acompañado de su mujer y el adinerado señor los invita a comer antes de resolver el asunto que les concernía. Ocurre lo siguiente: al entrar el primer criado con el plato, nuestro doctor le dice a su mujer: "este es el primero" (refiriéndose al primer plato) pero el criado supone que se refiere a él como siendo el primer ladrón y efectivamente lo es. Lo comenta con los otros criados -también ladrones- y la misma escena se sucede con cada uno de ellos. Finalmente, los criados aterrados llevan al doctor a la cocina y le prometen decirle donde está el dinero si no los delata. Así, el doctor le entrega el dinero a su dueño, cumpliendo la promesa hecha y ganando con ello la fama de hombre de gran saber.

Sobre el sujeto supuesto saber hacemos referencia a la suposición de un sujeto y a la suposición de un saber. Ambas surgen de la articulación significante; es decir, basta que se produzca una articulación entre los significantes aportados por el analizante con aquel significante que queda del lado del analista, para que ambas suposiciones se instalen. Incluso, podríamos decir que son las condiciones mínimas para que el analizante, en cierto modo, haga de su analista un doctor sabelotodo; pues, se supone que hay un saber que hay que elucubrar.

Sin embargo, Lacan agrega algo más a esta cuestión en su texto La equivocación del sujeto supuesto saber. La palabra que ha sido traducida por equivocación es méprise, que es el sustantivo derivado del verbo méprendre que quiere decir "equivocarse, tomar a una persona o cosa por otra". Lacan utiliza el término méprise no solamente con ese sentido semántico, sino que juega con el término prise (contenido en méprise) que quiere decir "captura, toma, presa". O sea que méprise alude a aquello que no se puede captar ni capturar. Al respecto, Miller nos recomienda referirnos a lo que escapa o al escapismo del sujeto supuesto saber. [1]

Haré una pequeña digresión idiomática que tiene su importancia y que retomaré más adelante: se trata de la diferencia (si la hay) entre méprise y bévue teniendo en cuenta que ambos términos han sido traducidos por equivocación. Otra vez, diccionario de por medio, leemos que la primera acepción de bévue es… méprise, con lo que se vuelve al punto de partida. La segunda acepción, quizás más interesante, es la de "error grosero", expresión también utilizada por Lacan.

Une-bévue (una-equivocación) es uno de los términos con los que Lacan titula su seminario 24 "L’insu qui sait de l’une-bévue s’aile á mourre". En una de las tantas posibles traducciones de este título encontramos que une-bévue, que se puede traducir como una-equivocación, remite a unbewusste, la palabra alemana para nombrar inconsciente. Así, podríamos hablar de: "lo no-sabido que sabe de la una-equivocación" o "lo no sabido que sabe del inconsciente".

Lo no-sabido es uno de los modos en que se puede hablar del inconsciente, como un saber no sabido por el sujeto. Y a partir de lo no sabido podemos suponer que hay un saber en alguna parte y podemos decir, entonces, que estamos a nivel del sujeto supuesto saber. El analizante creerá que su "doctor Sabelotodo" podrá darle ese saber; después de todo, según una expresión de Lacan, el analista deberá "ganarse el prestigio" para ello.[2] Aún teniendo muy claro que ese saber supuesto es del analizante, se prestará a colgarse el cartel como el labrador del cuento.

De este modo, la noción de sujeto supuesto saber articula los conceptos de transferencia e inconsciente, y tanto es así que Lacan, en su texto sobre la méprise del sujeto supuesto saber da algunas vueltas sobre la posible definición de inconsciente a partir del sujeto supuesto saber, para arribar a la idea del inconsciente como "algo que se dice sin que el sujeto se represente ni se diga allí, sin que sepa qué se dice". Es esta indeterminación del sujeto lo que le permite a Lacan fundamentar el sujeto del inconsciente. Algo puede decirse, entonces, sin que el sujeto lo sepa.

Por esto, el saber se atrapa en un lugar diferente a la aprehensión, a la captura del sujeto; pues, sólo se entrega en lo que es la equivocación del sujeto.

Tenemos entonces una méprise del saber, pero también una méprise del sujeto supuesto saber, un escapismo del saber y un escapismo del sujeto supuesto saber, pues "hace creer que hay un sujeto que sabe, que maneja y captura ese saber inconsciente cuando justamente, por definición, ningún sujeto está a la altura".[3] La equivocación del sujeto supuesto saber quiere decir, entonces, que esa pendiente natural a la que el análisis empuja, obliga al analista a tener que operar con el sujeto supuesto saber como semblante, pues si se cree que es el doctor sabelotodo acaba con toda posibilidad de llevar al sujeto hacia el final del análisis. Quedarán ambos, analista y analizante, enredados en los laberintos del inconsciente y su desciframiento. En consecuencia, el analista, debe operar no simplemente desde el sujeto supuesto saber sino fundamentalmente desde su equivocación, es decir, desde el no saber que hace marco al saber, desde la hiancia.

En este sentido, podemos leer la convocatoria de Lacan al analista para construir una teoría de la equivocación del sujeto que incluya una falta que se inscribe -tomando el nudo de lo ininterpretable- como indeterminación y como certeza. Dice: "en la estructura de la equivocación del sujeto supuesto saber, el psicoanalista debe encontrar la certeza de su acto y la hiancia que hace su ley".[4] Será la certeza del acto lo que permita al sujeto salir de la indeterminación; pero ambas, certeza e indeterminación, estarán soportadas desde una hiancia estructural, desde una falta. Será necesario para ello operar desde el lugar donde el sujeto supuesto saber se sostiene al mismo tiempo que se escabulle; allí donde se ubica lo no-sabido, ese punto de ininterpretable que remite al objeto a. Podríamos decir, entonces, que el sujeto supuesto saber es su equivocación.

O bien, forzando un poco nuestro cuento, el doctor sabelotodo puede, sin creérsela, hacer que el criado arribe a hacerse responsable de su modo de goce y de su ser de ladrón.

Si la transferencia pivotea en el sujeto supuesto saber, también es la puesta en acto de la realidad sexual del inconsciente: lo que nos muestra su otra cara, su vertiente libidinal ligada al objeto a y que nos permite predecir su destino. Precisamente, Lacan dirá en el seminario del acto analítico (casi contemporáneo con el texto que estamos abordando) que: "el término de un análisis consiste en la caída del sujeto supuesto saber y su reducción a un advenimiento de ese objeto a como causa de la división del sujeto que viene a su lugar".

El final revela el agalma que el sujeto supuesto saber constituía, librando esa nada alrededor de la cual toda la epopeya del análisis (e incluso de una vida) había armado su trama: el objeto. Esa sería la vuelta que le falta a nuestro cuento: que los ladrones caigan en la cuenta de que el doctor sabelotodo es solamente un cartel y unos atractivos ropajes.

¿Cómo se pasa de la emergencia del sujeto supuesto saber a la del objeto? Según Miller, por un viraje "del ser inescencial del sujeto supuesto saber hacia lo real".

 

La una-equivocación, la del inconsciente

El inconsciente trabajando en el análisis depende de la transferencia y del sujeto supuesto saber como su pivote, tanto con su dimensión semántica que resulta de la articulación significante, como con su dimensión libidinal que se revela bajo la forma del objeto a.

Sin embargo, a partir de la última enseñanza de Lacan, nos encontramos -tal como hemos situado anteriormente- con la equivalencia entre la-una equivocación y el inconsciente. En este otro nivel, el inconsciente se captará no en el lapsus como formación del inconsciente que llama al desciframiento, sino a nivel de la-una equivocación, de lo que escapa a la comprensión y a la captación. Es el S1 separado del S2 y no articulado a él; es lo que el inconsciente produce antes de que el sujeto le otorgue un sentido. Fundamentalmente, es lo que queda por fuera de toda comunicación posible y fuera de todo lazo al Otro.

Desde esta perspectiva, lo que se despliega en la vía del sujeto supuesto saber es lo que Miller denomina el inconsciente transferencial siempre enlazado al Otro, en oposición a lo que nombra como inconsciente real, la una-equivocación en la que consiste el inconsciente.

Con la noción del inconsciente como la una-equivocación siendo el espacio de un lapsus que no llama a ningún sentido y a ninguna interpretación, podríamos decir que una vez que se alcanza el inconsciente real, se sabe que la verdad es un espejismo. Según Lacan, en el Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11 (muchos años después y con un largo camino recorrido) la verdad no es más que un sueño, ese sueño que sueña la función del inconsciente.[5] Así, el sujeto supuesto saber también se transforma en un espejismo de la verdad.

El cambio de perspectiva que se puede ubicar desde este texto, alude no solamente al estatuto del inconsciente, sino también al final del análisis y al pase. En efecto, podemos definir el final de análisis a partir de la satisfacción; es decir, definirlo por otro modo de fijar el goce, ya no por el fantasma sino por el síntoma.

Centrar la experiencia en el sujeto supuesto saber es desrealizar el inconsciente y lo que dejaría como saldo al final del recorrido de un análisis sería la adquisición de un saber que concierne a la verdad del ser del sujeto como ser de deseo y la introducción de una modificación del ser.[6]

Desde este sesgo, el despliegue del algoritmo de la transferencia implica la emergencia de un semblante, el sujeto supuesto saber, que se transforma en otro semblante, el objeto a, a través del desprendimiento de algunos significantes amos. Se trata de un recorrido del análisis que se ubica a nivel del fantasma y que depende de la naturaleza de semblante de la experiencia misma en relación al deseo y al saber como pertenecientes al orden simbólico. Es haber dejado caer las ficciones encontradas en el goce fijado en el fantasma, o mejor aún, haber dejado caer las "satisficciones".

Sin embargo, "el espejismo de la verdad", tiene un término: "la satisfacción que marca el final del análisis".[7] Hay final de análisis, nos dirá Miller, cuando hay satisfacción, lo que implica una transformación del síntoma.[8] Según Freud, "el síntoma es indicio y sustituto de una satisfacción pulsional interceptada",[9] satisfacción que sólo puede ser sentida como displacentera. La transformación esperable del síntoma da lugar a la emergencia de la satisfacción que desde siempre habitaba en la incomodidad y en los dolores. Se tratará, entonces, de saber arreglárselas con el síntoma para extraer de él la satisfacción, hacer del síntoma algo más que sufrimiento. Como dirá Lacan, será cuando el analizante piense que es feliz.[10] Otra versión del final.

Parafraseando a Lacan, se sale de "los amores con la verdad" y de las "satisficciones" gracias a ese goce opaco del síntoma que excluye el sentido. Pero sólo se podrá arribar a ese punto dejándose enredar por los semblantes, es decir, pasando por el sujeto supuesto saber para separarse de esa función lo suficiente, permitiendo la satisfacción del sinthome, cuando la erosión del sentido permite dar lugar a la producción del vacío y sus marcas primeras.[11] Otro modo de operar con la hiancia. Así, nos encontraremos con alguien capaz de decir, como en la canción taoísta: "Alejaré de mí la sabiduría y rechazaré el conocimiento. Mis pensamientos errarán por el Gran Vacío".[12]

REFERENCIAS

  • Lacan, J., El seminario, libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Paidós, Bs. As.,
  • Lacan, J., "Intervención sobre la transferencia", Escritos 1, Siglo veintiuno, Bs. As., 1988.
  • Lacan, J., "Proposición del 9 de octubre para el psicoanalista de la Escuela", Momentos cruciales de la experiencia analítica, Manantial, Bs. As., 1987.
  • Lacan, J., "La equivocación del sujeto supuesto al saber", Momentos cruciales de la experiencia analítica, Manantial, Bs. As., 1987.
  • Lacan, J., "Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11", Bs. As., Manantial, 1988.
  • Lacan, J., "Conferencia del 24/11/1975, Universidad de Yale (Seminario Kanzer), inédito.
  • Miller, J.-A., "El analista y los semblantes" De mujeres y semblantes, Cuadernos del pasador, Bs. As., 1993.
  • Miller, J.-A., Acerca del sujeto supuesto saber, Colección Orientación Lacaniana, Paidós, Bs. AS, 1999.
  • Miller, J.-A., Curso de la Orientación Lacaniana III, 9, 2007-2008. "Le tout dernier Lacan", inédito.
  • Miller, J.-A., Curso de la Orientación Lacaniana III, 10, 2008-2009, "Cosas de finura en psicoanálisis", inédito.
  • Miller, J.-A., "Las versiones del pase", Pase y transmisión, 5, Bs. As., Colección Orientación Lacaniana, 2003.
  • Sinatra, E., Las entrevistas preliminares, Cuadernos del ICBA N°9, publicación del ICBA, Rolta, Bs. As., 2004.

NOTAS

  1. Miller, J.-A., "El analista y los semblantes" De mujeres y semblantes, Cuadernos del pasador, Bs. As., 1993, p. 19.
  2. Lacan, J., "Intervención sobre la transferencia", Escritos 1, Siglo veintiuno, Bs. As., 1988, p. 211: "Si Freud hubiese orientado a Dora hacia el reconocimiento de lo que era para ella la Sra. K (…) ¿qué prestigio no habría ganado él mismo abriendo así el camino al reconocimiento del objeto viril?".
  3. Miller, J.-A., Acerca del sujeto supuesto saber, Colección Orientación Lacaniana, Paidós, Bs. AS, 1999.
  4. Lacan, J., "La equivocación del sujeto supuesto al saber", Momentos cruciales de la experiencia analítica, Manantial, Bs. As., 1987, p. 35.
  5. Lacan, J., "Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11", Bs. As., Manantial, 1988, p. 61.
  6. Miller, J.-A., "Las versiones del pase", Pase y transmisión, 5, Bs. As., Colección Orientación Lacaniana, 2003, p. 14.
  7. Lacan, J., "Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11", Bs. As., Manantial, 1988, p. 61.
  8. Miller, J.-A., Curso de la Orientación Lacaniana III, 9, sexta sesión del 10/01/2007.
  9. Freud., S., "Inhibición, Síntoma y Angustia", OC Vol. XX, Bs. As., Amorrortu, 1986, p. 87.
  10. Lacan, J., "Conferencia del 24/11/1975, Universidad de Yale (Seminario Kanzer), inédito.
  11. Laurent, E., "La erosión del sentido y la producción del vacío", Enlaces 11, Bs. As., Grama, 2006.
  12. Chi K’ang (223-262 d.C.), "Canción taoísta", Ciento setenta poemas chinos, edición de Lucía Carro Marina, Biblioteca Nueva, Madrid, 1999, p. 86.
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