Noviembre 2009 • Año VIII
#19
Variedades

El imperio de la felicidad

Silvia Baudini

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II Jornadas Anuales de la EOL

La autora desarrollo extensamente las coordenadas de la época en torno al concepto de manía, al que se llega de la mano del imperativo de felicidad, y sus consecuencias en la subjetividad. Ligado a esto, postula una dificultad acerca de un saber sobre la experiencia, un saber que se escriba, y en esa misma línea, se pregunta acerca del lugar del psicoanalista en una sociedad que impone al hombre insumos para una felicidad sin límites que lo deja a merced de la pulsión de muerte.

Zigmut Bauman en su texto Modernidad líquida [1] hace un lúcido análisis de la civilización en cinco apartados: emancipación, individualidad, tiempo y espacio, trabajo y comunidad, dándonos coordenadas fundamentales de la época.

Partiendo de la diferencia física entre el sólido y el fluido Z. Bauman dice que lo líquido puede ubicarse "como una metáfora regente de la etapa actual de la era moderna" [2] líquido porque no conserva fácilmente su forma y carece de los "enlaces que reúnen los átomos de los sólidos". El termino enlace expresa "la estabilidad de los sólidos a la separación de los átomos". [3] Para lo sólido el tiempo se cancela, en cambio para los líquidos lo que importa es el tiempo.

Bauman se refiere a la disolución de los sólidos, entendiendo por esto "las tradiciones, los derechos y obligaciones acostumbrados que ataban de pies y manos, obstaculizaban los movimientos y constreñían la iniciativa."[4]– lo que condujo a una progresiva emancipación de la economía de sus tradicionales ataduras políticas, éticas y culturales. Se abre así un nuevo orden regido por la economía y la ley del mercado, volviendo irrelevante e inefectivo todo aspecto de la vida que no contribuyera a su incesante y continua reproducción. Los vínculos entre las elecciones individuales y los proyectos y las acciones colectivas han quedado disueltos. El espacio público queda vacío y se llena por el pulular de lo privado, la vida privada de los hombres públicos ocupa el espacio.

"Como resultado, la nuestra –dice Z. Bauman –es una versión privatizada de la modernidad, en la que el peso de la construcción de pautas y la responsabilidad del fracaso caen primordialmente sobre los hombros del individuo."

Se trata de una época que ha llegado ya a su límite natural, donde el concepto de telos, la finalidad, deja de tener sentido, y se trata de políticas de vida que dejan al hombre, ahora más que nunca individuo, en su soledad debiendo identificarse a otras soledades como la propia, de donde deberá obtener por medio de identificaciones horizontales recursos para poder valérselas por sí mismo. Y además tiene el imperativo de ser feliz.

La libertad que surge como corolario de dicha disolución y a la que se conoce como libertad negativa, no en un sentido moral, no deja paso a la libertad positiva que sería la asunción en acto de esa libertad. Hay por lo tanto una "transformación" de la "identidad" humana de algo "dado" en una "tarea" y en hacer responsables a los actores de la realización y de las consecuencias de su desempeño.

Sabemos cómo esto ha influido en la literatura de género, los autores más reconocidos en ese tema plantean la asunción de la identidad de género como un trabajo a hacer por cada uno. No siendo deudores ni de la genética, ni de la anatomía pero tampoco del inconciente.

Entonces en la modernidad liquida habría una autonomía de jure (de derecho) establecida, pero esto no implica que haya una autonomía de facto (de hecho).

Ser un individuo de jure significa no tener a quien echarle la culpa de la propia desdicha, dado que su causa es la propia indolencia, "se trata como único remedio de volver a intentarlo con más y más fuerza cada vez".

Vemos aquí esta falta que cae sobre el sujeto, en la medida en que con la caída del Otro y la decadencia del nombre del padre, la deuda simbólica que se liga a una falta del padre ya no ocupa un lugar. [5] Entonces todo el peso de la culpa recae sobre el individuo, y podemos decir que una de las consecuencias mayores es el imperio de la depresión como signo de la época, que luego se ocupará, por medio de los que Lacan nombraba como "distribuidores de medicamentos" de hacer llegar al consumidor el antidepresivo "next generation" que paliará el mal, mal que la misma época ha creado. Si la resistencia es mucha algunas sesiones de terapia cognitivo comportamental modificarán las conductas anómalas para que pueda caminarse por la buena senda.

De este modo la brecha entre autonomía de derecho y de hecho se agranda cada vez más haciendo difícil o casi imposible "tomar el control de nuestro destino y hacer las elecciones que verdaderamente debemos hacer". Se hace entonces al individuo responsable de las consecuencias de actos que no sabe o no puede encarnar. "El individuo de jure no puede transformarse en individuo de facto sin primero convertirse en ciudadano". Es decir en alguien que tiene la posibilidad de participar de un lugar de encuentro y debate entre el individuo y el bien común. Es así que cuando J.-A Miller encabeza una lucha en contra de las políticas de estado que tienden a hacer de la psicoterapia por la palabra un instrumento del control de estado para que cada individuo siga siendo un número estadístico, habla de asunto de sociedad, es decir algo que nos compromete como ciudadanos y donde el bien común, pese a sus resonancias perimidas, ocupa un lugar en el concierto humano.

 

El imperativo a ser feliz

Examinando en la filosofía la noción de felicidad, podemos apreciar que en el pensamiento griego la felicidad estaba ligada a un telos, y a un valor de virtud, dando a este valor de virtud el acento fundamental y relativizando la felicidad como valor de bienes exteriores. Para Aristóteles, –cito aquí un trabajo de Maria do Carmo, " O conceito de Eudaimonia en Aristóteles" que puede leerse en la página Web del XVII Encuentro Brasilero de psicoanálisis– la felicidad es una actividad, un ejercicio, una vida conforme a la virtud – vida en común: vida con los otros en el seno de una comunidad política. Y en la Política dice Aristóteles, "los bienes exteriores como todo instrumento tienen un límite dentro del cual cumplen una función de ser útiles, como medios, pero fuera del cual resultan perjudiciales o inútiles par quienes lo poseen. Y en cambio los bienes espirituales, cuanto mas abundantes son más útiles". Este concepto de la felicidad toma con Hume y el movimiento reformador inglés del siglo XIX un sentido social que llega a constituir la base del liberalismo moderno anglosajón. La Declaración de Independencia y la constitución norteamericana han incluido entre los derechos naturales inalienables del hombre "la búsqueda de la felicidad". No es casual que Lacan haya dicho en sus conferencias en Estados Unidos que cuando el sujeto es feliz por vivir eso es suficiente. Veremos que esa felicidad, satisfacción a la que se refiere Lacan es muy diversa de la felicidad del consumo para todos.

Del derecho a la felicidad pasamos a su forma actual de imperativo, Eric Laurent en su texto "La felicidad como causa de goce" presentado en la apertura de las VI Jornadas de la ELP "en noviembre de 2007, articula las razones de porqué la felicidad se ha vuelto un objeto político.

Una transmutación fundamental se produce con respecto a la paradoja que Freud plantea en su texto "El malestar en la cultura". Allí Freud nos ilumina acerca del valor de satisfacción escondido en toda renuncia a la satisfacción pulsional, renuncia que deja al sujeto tomado en lo que Bauman llama la procrastinación de la satisfacción, dice: "bajo la forma de "postergación de la gratificación", la procrastinación conservó toda su ambivalencia interna…Todo el poder de motivación del deseo residía en esa insatisfacción." Hoy la postergación de la satisfacción ya no tiene un índice de valor moral. Sabemos que detrás de la búsqueda de placer hedonista, se esconde la cara feroz del superyó y el imperativo "goza" hasta la muerte.

En una entrevista que le realizaran a J.-A. Miller en Charlie Hebdo N° 805, del miércoles 21 de noviembre de 2007 decía: El hombre contemporáneo se piensa a sí mismo como una máquina. Si esto no funciona, es que disfunciona, y debe haber un tratamiento hiper rápido. Se cree, que normalmente, tenemos derecho a la euforia, a la píldora de la felicidad. Es ciencia ficción realizada. De ahora en más se enseña la ciencia de la felicidad en Gran Bretaña y en Alemania, Lord Layar, economista distinguido, ex consejero de Tony Blair, el papa de esta nueva ciencia, considera que la depresión es uno de los frenos principales para el crecimiento económico. [6]

Se trata , como decía una publicidad de zapatillas, del: "just do it" (hazlo) modo del imperativo que lleva a que el hombre devenga un consumidor en su máxima pureza. ¡Hazlo! no es el acto, no es la urgencia del acto, es la emergencia compulsiva de adquirir bienes que se consumen en el puro hecho de adquirirlos.

Esto se marca bien en nuestra sociedad con el tema del "paco", forma de toxicomanía de los que menos tienen pero que no por ello dejan de estar tomados por este imperativo. Una droga que apenas consumida lleva a la urgencia de otra dosis, siendo el promedio de dosis diarias entre 50 y 60.

Esta cultura de casino como la llama George Steiner, citado por Bauman, nos muestra que la espera va en desmedro del deseo pero la satisfacción del deseo también debe ser breve, debe durar solo hasta que sea arrojada la próxima bola.

Una sociedad que exige un tipo de gratificación que cura y envenena al mismo tiempo.

Este tipo de relación con la satisfacción, hace que los vínculos humanos se vuelvan casi insoportables, el otro pasa a ser un posible escollo en mi satisfacción, si estoy con él es en tanto que se acopla o adapta a ella. Un partenaire lo será mientras sea gratificante, cuando no, se reemplaza. Los vínculos y las asociaciones tienden a ser visualizados y tratados como objetos a ser consumidos, no producidos; están sujetos a los mismos criterios de evaluación de todos los demás objetos de consumo.

El concepto de precariedad, "es el signo de la condición que precede a todo lo demás: los medios de subsistencia, en particular la forma más básica: los que dependen del trabajo y del empleo, los que se han vuelto extremadamente frágiles, pero continúan haciéndose más quebradizos y menos confiables año tras año".Es un mundo en que nadie puede sentirse verdaderamente seguro. A mayor individualidad, barrios cerrados, guardias privadas, alarmas, etc, mayor es el sentimiento que nos habita de una inseguridad profunda y estructural.

 

Psicoanálisis líquido

La enseñanza de J. Lacan nos orienta para sostener nuestro trabajo como analistas en los tiempos de la modernidad líquida. La elucidación que hace J.-A. Miller de la última y muy última enseñanza de Lacan desde hace muchos años, nos permite abordar las patologías de la modernidad con instrumentos precisos.

Miller en Pipol 4 dice "Los efectos psicoanalíticos no dependen del encuadre sino del discurso, es decir de la instalación de coordenadas simbólicas por parte de alguien que es analista, y cuya cualidad de analista no depende del emplazamiento de la consulta, ni de la naturaleza de la clientela, sino más bien de la experiencia en la que él se ha comprometido".

Se trata de una experiencia que toma como base fundamental el propio análisis y la Escuela como lugar de formación, la garantía que provee el pase hace que el psicoanálisis aplicado no sea una mera pragmática desligada de una elaboración sobre la pregunta acerca de que es un analista y su respuesta posible, hay analista., uno por uno.

La unificación de la clínica por el sinthoma nos abre a la posibilidad de enfrentar cada caso sin el tormento de la pregunta por la estructura. Siendo el sinthoma un modo singular de anudamiento de significante y goce de cada parlêtre. El tratamiento uno por uno del imperativo a gozar del sujeto hará que este se regule y pueda afirmarse en su singularidad, no debiendo identificarse al vecino para adquirir un placer cuya cara de horror le está prometida.

En "El psicoanálisis líquido", como fue titulada la clase del 12 de marzo de 2008 de su curso Miller nos advierte que va a entregarse a reflexiones sobre el psicoanálisis, pero aclara, reflexiones realistas. Me interesó lo de "realistas" porque me parece que esto se ubica en el hueso de la cuestión que es la pragmática, en su triple aspecto, lo que efectivamente es, la wirklichkeit, lo que implica de un "saber hacer con", "saber arreglárselas" y también el estar sumergido en el psicoanálisis, no a nivel del pensamiento sino a nivel del cuerpo mismo. Es decir que no se trata de una reflexión teórica sino que cada uno de nosotros está sumergido en ese líquido.

La sociedad del espectáculo [7], se caracteriza según nos dice Eric Laurent , por la manera en que usa los cuerpos multiplicando las imágenes, pero el sufrimiento de esos cuerpos exhibidos es en vano porque no ordena el sentido de ese sufrimiento y no engendra ningún discurso.

Se trata de cuerpos globalizados, agentes de una satisfacción corta, necia que no toma en cuanta el sinthoma. Una satisfacción prêt á porter, siendo la cara real el sufrimiento que toma la forma de lo que retorna como figura mortal del hedonismo, el exceso de esos cuerpos.

El psicoanálisis juega su partida en relación a lo que se produce como goce invasor.

 

La euforia perpetua de la manía

En una entrevista realizada a Pascal Bruckner, autor de La euforia perpetua, publicada en 2001 en Francia y en español por Tusquets Editores. citado por M. I. Negri en sutrabajo inédito "Cuando la felicidad deja de ser un derecho", este dice: "Nunca antes la felicidad había sido un horizonte tan universal para todos los individuos. Por primera vez en la historia vivimos, probablemente, en una sociedad donde las personas son infelices de no ser felices"

En la manía vemos este estado de euforia desarrollarse en su extremo más feroz. Henry Ey en su Tratado de Psiquiatría, hace una descripción rica y al detalle de este cuadro, allí nos dice que es "como si no existiera en ellos el malestar".[8]

Una mujer luego de un duelo por la muerte de una amiga prostituta, pasa a un estado maníaco durante el cual comienza a salir con los hombres que conoce en un Chat, son muchos los hombres con los que tiene sexo, pero ella aclara con un enunciado donde se verifica la renegación, que ella no cobraba. [9]

Llega en principio muy calma relatando su amor por alguno de estos hombres, uno al que no conocía, pero se comienza a verificar la cara mortal de la manía, dice que el alma de esta amiga muerta se quiere apoderar de su cuerpo, o del cuerpo de su marido, que ella está paralizada en la cama sin poder moverse, punto extremo por donde el movimiento de la euforia perpetua encuentra su punto de detención. Pide ser internada. A partir de entonces la palabra de la analista, el no, ocupará un lugar decisivo en la vida de esta mujer. Dirá: "no sé porqué la respeto tanto, más que a mi marido". Respeto es el nombre de lo que produce una detención en la fuga mortal.

Un joven de 22 años llega en un estado maníaco grave, no puede hablar sin tener que escribir cada palabra que dice en un papel, pues de otro modo ninguna palabra se fijaría. Esa aceleración mortífera lo llevará a comprometer su propia vida. Luego de un mes de internación me dice: "ahora yo me agarro de tu mano y no me suelto".

La manía es detectada por el Otro social solo cuando el sujeto lleva hasta extremos mortíferos los ideales de la época: Jóvenes alcoholizados en un automóvil a 180 km por hora con vehículos facilitados por "adultos responsables", deportes de riesgo promovidos por la publicidad, etc.

Se vuelve imposible en estos sujetos la constitución de un saber sobre la experiencia. Me parece fundamental, lo imposible en estos sujetos de la constitución de un saber sobre la experiencia. Y cómo constituir un saber sobre la experiencia, un saber que se escriba. El no, la producción de un intervalo ya sea bajo la forma en el primer caso de estudiar inglés, la gramática, con una acompañante terapéutica o de un pasaje de escritura en el segundo – él me dictaba los mail que yo debía escribir a sus amigos- , ya que el dictado necesita la escansión del tiempo que hace falta para que el otro escriba, hacen posible un punto de basta por donde el objeto puede empezar a funcionar como ancla, no sin la presencia del analista que encarna el intervalo.

El psicoanalista hoy tiene que hacer en una sociedad que impone al hombre insumos para una felicidad sin límites que lo deja a merced de la pulsión de muerte. El psicoanálisis es un discurso que como tal permite que el sujeto se enganche y pueda consentir a una satisfacción menos necia que lo habilita para el lazo social.

  1. Barman,Z. Modernidad líquida, Fondo de Cultura Económica, México, 2007.
  2. Ibid, pag 8.
  3. Ibid, pag 7.
  4. Ibid, pag 9.
  5. Recordemos que en el Seminario 2 cuando Lacan habla del circuito dice: "Es el discurso de mi padre,…en tanto que mi padre ha cometido faltas que estoy absolutamente condenado a reproducir: lo que llaman super-ego" pag141).
  6. Puede leerse la entrevista que le realizara Por Juana Libedinsky, en el diario La Nación, el 6 de agosto de 2007, cito una pequeña parte
    ¿Qué hay de la gente con depresión? No hay riqueza, política o impuestos que puedan hacer más feliz a ese grupo...
    -Esa es mi obsesión. Sabemos que en los países desarrollados la principal causa de infelicidad es la enfermedad mental. Una de cada seis personas sufre de depresión clínica o desórdenes de ansiedad crónica que son perfectamente tratables, pero en la mayor parte de los países menos de un cuarto de quienes sufren estos problemas son asistidos. ¡Una de las principales causas de infelicidad es de fácil arreglo y no lo aprovechamos! El Estado debería ofrecer las drogas adecuadas, o una terapia conductivista ( cognitive behavioural therapy ) de no más de 15 sesiones.
  7. Laurent, E., "El revés del síntoma histérico", El Caldero de la Escuela Nro 78.
  8. Ey, H., Tratado de Psiquiatría, Las Crisis de Manía, pág 222, Toray Masson, Barcelona, 1969.
  9. Baudini, S., "Amor en fuga", La urgencia generalizada 2, Grama ediciones, 2005, pag 145.
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