Los coordinadores de esta noche de la EOL, Mónica Torres, Ricardo Seldes y Jorge Chamorro, en nombre del Consejo Estatutario, han convocado a los miembros de la Escuela a llevar a cabo a lo largo del año un trabajo de elaboración provocada en torno al psicoanálisis aplicado a la terapéutica, ya sea en lo institucional como en el consultorio privado de los practicantes. Aquí podrán leer los tres textos con los que se inició el trabajo de estas noches.
El Consejo Estatutario de la EOL comienza hoy un Seminario de Psicoanálisis Aplicado que se titula "El deseo del psicoanalista en el psicoanálisis aplicado", y está basado en la idea de que no se sabe qué hacemos cuando decimos que hacemos psicoanálisis aplicado. No hay una doxa al respecto. Lo organizamos con Ricardo Seldes y con Jorge Chamorro y queremos que sea un seminario de elaboración provocada, para lo cual convocamos hace algunos días a una reunión con los miembros para ir elaborando con ellos las cuestiones que íbamos a trabajar.
En el curso avanzado que di en el ICBA el año pasado y que se tituló "El fracaso del inconsciente es el amor al síntoma", título también de mi participación en el Congreso de la AMP y de la clase inaugural del Seminario de la Sección-Rosario, y de mi intervención en las Jornadas de la Sección-Córdoba, me dediqué a estudiar exhaustivamente el concepto de inconsciente real que Miller nos proponía, ya que no lo entendía. Por otra parte, justamente el tema para el próximo Congreso de la AMP que presentó J.-A. Miller en Buenos Aires, es "Semblante y síntoma" y, en consonancia con él, las próximas Jornadas Anuales de la EOL abordarán el tema "Inconsciente y síntoma".
De hecho es la pregunta que le hice a Éric Laurent en el Coloquio-Seminario de marzo de 2007 sobre el Seminario 23 El sinthome, acerca de por qué hablar del inconsciente real, cuando no era un concepto que Lacan desarrollara. Ese Seminario fue publicado en el 2005 y establecido por Miller hace poco tiempo, establecimiento en el cual encontramos que el capítulo 9 se titula "De lo inconsciente a lo real", tanto en el del 2005 como en la versión castellana del 2006.
Pero en el Coloquio-Seminario mencionado, el trabajo sobre ese capítulo 9 apareció con otro título: "El inconsciente verdadero y el inconsciente real".
Es una pregunta que le hice a Éric Laurent en ese momento –que figura en el libro sobre ese Coloquio-Seminario[1]– y me contestó: "En efecto, como decía Mónica Torres, ¿cómo podemos seguir llamando inconsciente a esto que Lacan nos propone acerca del inconsciente? Efectivamente es un escándalo y un oxímoron que J.-A. Miller aísle esa dimensión real del inconsciente, separándola del inconsciente transferencial concretado al Otro. Es verdad –agrega– que al año siguiente Lacan trata de no llamar a esto inconsciente". Es decir, que en "L’insu…", seminario al que hacía referencia en mi pregunta, Lacan trata de no hablar de inconsciente para separarlo de cualquier idea de intencionalidad que haya en la palabra conciencia.
Esto está claramente explicitado en la clase "La variedad del sintoma" del 19 de abril de 1977, clase en la que conocí a Lacan. ¿Azares o destino? Mi propósito esta vez, es entender las razones epistémicas, políticas y clínicas para hablar de inconsciente real y entender si esas razones justifican, además, hablar de inconsciente real cuando nos referimos al psicoanálisis aplicado. Entre el 2005 (la fecha del establecimiento del capítulo 9 de Le sinthome) y el 2007, ¿qué había ocurrido?
Miller, en su curso "Le toute dernier Lacan", trabaja el "Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11", texto en el que Lacan habla de un inconsciente que podríamos llamar real, aunque no va a volver a retomarlo. Dice allí Lacan: "Cuando el esp (espacio) de un laps ("l’ esp du laps"), el espacio de un lapsus que ya no tiene el menor alcance de sentido, o interpretación, tan solo entonces uno puede estar seguro de que está en el inconsciente".[2] El texto es de 1976, o sea que es inmediatamente posterior a la última clase del seminario El sinthome, y se ubica entre los dos seminarios que estamos abordando El sinthome y "L’insu…", exactamente. Y allí, sí habla de inconsciente. Un inconsciente que Miller va a nombrar como inconsciente real. Después, en "L’insu…", Lacan ya no retoma la cuestión del inconsciente salvo en el título mismo del seminario, que sabemos que es joyceano. En el juego de palabras que hay entre dos lenguas, la francesa y la alemana, entre l’une-bévue y el unbewusste, está nombrado el inconsciente de una manera completamente joyceana.
A partir de ese momento y de la pregunta que hice en el Coloquio-Seminario sobre el Seminario 23, retomé una investigación que había comenzado en el 2005, a instancias de Flory Kruger –en ese momento Directora de la EOL– quien me había invitado a participar en la elaboración de las "Incidencias de la última enseñanza de Lacan en la clínica psicoanalítica", con el tema Inconsciente. Entonces partí de la clase del seminario de Miller El partenaire-síntoma, del 13 de mayo de 1998, que está publicada con el título Del síntoma al sinthome[3], articulándola con el antecedente de Los signos del goce, seminario de Miller del 86/87. Allí se anticipa lo que Miller sigue explorando en varios de sus cursos sobre las relaciones entre inconsciente y real. A veces en conjunción, a veces en disyunción.
De sus seminarios tomé La experiencia de lo real (1998/1999), "El lugar y el lazo" (2000-2001), "El desencanto del psicoanálisis" (2001-2002), "Un esfuerzo de poesía" (2002-2003), las clases sobre el seminario de La angustia, publicadas bajo el título La angustia lacaniana, algunas clases de "Piezas sueltas" (2004-2005) y finalmente el ya mencionado "El último Lacan".
La cuestión se plantea en términos de la siguiente pregunta: ¿qué relación hay entre la articulación significante y la investidura libidinal? ¿Entre significante y goce? ¿Entre inconsciente y real?
Hacia el final del seminario "L’insu…", Lacan está a la espera –lo subraya Miller– de un significante nuevo que no surge de él. Porque se encuentra con la dificultad de que en relación al inconsciente, la palabra misma es difícil, porque remite a la conciencia, y por ende, a la intencionalidad. Intencionalidad que afecta también a la interpretación.
Quiero subrayar que desde los puntos de vista político y epistémico, creo haber encontrado por qué Miller consideraba necesario hablar todavía de inconsciente, ahora de inconsciente real, para ir a encontrarlo en el espacio de un lapso o en la una-equivocación.
1) Dimensión política. Si en el último Lacan no quedara nada del inconsciente, no habría solución para el problema de cómo incidir desde lo simbólico en lo real, y si no se puede incidir desde lo simbólico en lo real entonces estaríamos a nivel de la estafa psicoanalítica; si no fuera posible, entonces el psicoanálisis sería una estafa. Y la noción de inconsciente es importante y necesaria a nivel de la política del psicoanálisis que nos toca ejercer en nuestro tiempo.
La actualidad del inconsciente transferencial debe sostenerse en el campo del psicoanálisis lacaniano, ya que éste no puede ceder su descubrimiento a otras propuestas psi.
A la vez, hablar de inconsciente real, un oxímoron en verdad, permite encontrar la vigencia del psicoanálisis en intensión, más allá, o mejor dicho, más acá de las intenciones referidas a Otro. O sea salir del atolladero de las ficciones y tocar lo real.
2) Dimensión epistémica. Voy a ubicar la dimensión epistémica de la importancia de retomar el concepto de inconsciente en la última enseñanza de Lacan para luego ir a la dimensión clínica que es la que nos interesa hoy.
He propuesto como una de las posibles (o imposibles) traducciones de este seminario: "El fracaso del inconsciente es el amor".
Vayamos al título del seminario "L’insu…". La primera parte es "L’insu que sait…", que tiene varias traducciones posibles. Ya tenemos el primer problema ya que Lacan hace un juego de palabras. Sería "la torpeza que sabe", "L’insu que sait…", o "la torpeza que sabe de l’ une-bévue"; la traducción literal es: "la torpeza que sabe de la una-equivocación". "L’insu", la torpeza; "que sait", que sabe; "de l’ une-bévue", de la una-equivocación. ¿Por qué una? Por que ahí está jugando con el término en alemán, que es l’ unbewusste. Entonces, "l’ une bévue", en francés, con "l’ unbewusste"en alemán, suenan casi igual; así Lacan pasa de un lenguaje al otro, o sea, del alemán al francés. Las palabras no se escriben igual, ni siquiera suenan igual; si uno pronuncia l’ unbewusste en alemán, su pronunciación es parecida a la de l’ une-bévue en francés. Ustedes tienen que entender que no se trata de una traducción a nivel del sentido.
Lacan nos dice en este seminario: "no hay nada más difícil de captar que este rasgo de l’ une-bévue según el cual traduzco l’ unbewusste, que en alemán quiere decir inconsciente". O sea, ya nos avisa que "no hay nada más difícil de captar" que este juego entre la una-equivocación y el inconsciente, o sea que el nombre de la una-equivocación es el nombre que le va a dar al inconsciente; por primera vez va a hablar del inconsciente como una-equivocación.
Ustedes se dan cuenta de que se trata de una traducción entre dos lenguas pero que, sin embargo, construye un sentido. O sea, construye un sentido en francés a partir de una traducción inventada. Hay muchos títulos que son así: Les non dupes errent…,que es el título del Seminario 21, y es un juego de palabras entre "los nombres del padre" y "los no incautos yerran". También está traducido como "los desengañados engañan" en las solapas de los seminarios, pero a mí me gusta más "los no incautos yerran". Si uno tuviera que plantear una primera cuestión sobre ese título, que es anterior al Seminario 24 ya que este es el Seminario 21, podría decir que hay que ser incauto del inconsciente para no errar, porque los que no quieren ser incautos del inconsciente, yerran; en el doble sentido de la palabra errar, o sea se equivocan y quedan en la errancia, como los desengañados. O sea, que podemos partir de la base que a Lacan no le gustan los desengañados.
Se dan cuenta que esta traducción de "L’insu…" es una traducción muy extravagante. ¿Verdad? A Lacan le gustaba ser extravagante. En el verdadero sentido de la palabra extravagante, excéntrico. Y es sobre todo una traducción joyceana. Él está siendo extravagante con la lengua, con más de una lengua. Todavía en Los Nombres del Padre o Los no incautos yerran, se trata del equívoco, y es en francés, Lacan no introduce palabras de otro idioma; es aquí, en "L’ Insu…", donde introduce palabras de otro idioma y no es casual que sea después de Le sinthome, el Seminario 23, porque es sobre Joyce y es lo que hace todo el tiempo Joyce, sobre todo en su obra imposible de traducir, Finnegans Wake, sobre la que avisó que iba a tener ocupados a los universitarios por 200 años. Y tiene razón, por lo menos hasta donde vamos nos tiene ocupados y ya estamos en los 100 años. Finnegans Wake es casi intraducible, no está traducido; no hay en las librerías a disposición aquí una traducción al castellano de Finnegans Wake; es distinto el Ulises que también hace esos juegos de palabras pero es legible todavía. Finnegans Wake es imposible de leer. Los traductores han pasado una vida dedicada a eso porque todo el tiempo se ramifica y se abre a otras palabras, a otras palabras, a otras palabras, juntando además las palabras en distintos idiomas con lo que es la geografía de Irlanda. Conozco bastante el tema porque he estado en Dublín, simplemente para ver la casa de Joyce –debo decirlo–, y recién después me gustó Dublín; tiene un museo de escritores y no conozco ningún otro lugar en el que haya algo así, es una cosa fantástica.
Lacan ya había trabajado algo del problema del fracaso, cuando habló de la meprise del sujeto-supuesto-saber. Es difícil traducir meprise, pero la podemos traducir también por fracaso, por equivocación, por desprecio, o por error. O sea, ya había dicho algo del fracaso, de la equivocación, cuando escribió muchos años antes acerca de la meprise que fue traducida generalmente como "la equivocación" del sujeto-supuesto-saber; del sujeto-supuesto-saber que es el analista –ustedes saben que Lacan tiene esa cosa genial de haber dicho que el analista es el sujeto "supuesto" al saber, ese saber es supuesto, supuesto por el analizante, y este concepto sujeto-supuesto-saber es más bien correlativo del Seminario 11, pero después abandona este concepto.
¿Para qué utiliza este l’ une-bévue que quiere decir en francés "la una- equivocación"? Para decir que hay inconsciente cuando el inconsciente no se capta sino en la equivocación, es decir, en lo que escapa a la captación y a la comprensión. No es exactamente el lapsus; el lapsus es el inconsciente de las formaciones del inconsciente en el grafo del deseo. Aquí se trata de la equivocación que el inconsciente produce antes de darle un sentido, antes que el sujeto le dé un sentido a lo que su inconsciente ha producido. Lacan en esta época está más desesperanzado, y entonces se pregunta si puede haber alguna esperanza de situar al inconsciente como un real fuera de sentido. Y otra vez volvemos a preguntarnos si podemos hablar de inconsciente real.
La consecuencia que Lacan extrae en ese momento, es que no se puede arribar a esto por la vía de la lógica, y por lo tanto hay que hacerlo por la vía de la poesía. Es en ese sentido que Miller tituló a uno de sus últimos seminarios "Un esfuerzo de poesía" y es, sin duda, un título fantástico, porque es lo que les pedimos a todos, a los analistas; porque también para seguir esta parte de la última enseñanza de Lacan, hay que hacer un esfuerzo de poesía. No hay que confundir los juegos de palabras de Lacan con el surrealismo, ni con el dadaísmo, porque aunque ha sido muy amigo de esta gente, él no compartía con ellos la idea acerca de que el inconsciente era una especie de juego de palabras, al nivel imaginario del inconsciente, que no es la noción del inconsciente que le interesa a Lacan.
Entonces, tenemos esta primera parte del título: "L’insu que sait de l’ une-bévue…", o sea, "La torpeza que sabe de la una-equivocación", y que esa una-equivocación, equivoca con inconsciente. Este es el primer ejemplo, puesto en el título mismo, de la equivocación. Podríamos equivocar también "L’insu que sait" con "l’ insucces", que quiere decir en francés, "el fracaso"; es una de las posibles traducciones porque tiene muchas, pero me voy a quedar con esa.
De modo que hay varias traducciones posibles de esta primera parte del título: "la torpeza que sabe de la una-equivocación"; o también "lo-no sabido": la torpeza como lo no sabido, y en ese sentido, la torpeza del inconsciente en tanto es lo no sabido por él. Se podría traducir como "lo no sabido que sabe de la una-equivocación", porque no sabe pero, al mismo tiempo, el inconsciente sabe de esto. Este seminario está dedicado a ver si se puede saber de esto, de la una-equivocación.
Podríamos traducirlo como: "Lo no sabido que sabe de la una-equivocación"; "Lo no sabido que sabe del inconsciente"; es el juego entre "l’ une bévue" y "l’ unbewusst", en francés y alemán,pero también podríamos traducirlo como "El fracaso del inconsciente", si equivoco "l’insu que sait" con "l’ insucces", el fracaso. Y finalmente, que es la traducción con la cual me voy a quedar, El fracaso del inconsciente. Esta es la primera parte del título, pero la otra parte es la que nos lleva al juego de "es el amor".
En las segundas de sus conferencias tituladas "Joyce, el síntoma", que son correlativas del seminario Le sinthome, Lacan nos dice: "Mi expresión de parlêtre sustituirá a la de inconsciente". Pero en realidad parlêtre es la expresión que va a sustituir a ‘sujeto’ en la enseñanza de Lacan, porque sujeto se refiere al sujeto mortificado por el significante, dividido por el significante, por eso se escribe sujeto tachado. Pero después, cuando Lacan no está tan cerca de la noción de significante y está más cerca de la noción de goce, ya no le interesa tanto este sujeto mortificado, de modo que en vez de hablar de sujeto habla de parlêtre, que quiere decir "ser viviente", o el "viviente que habla", que es literal. Sin embargo, en esta frase de estas Conferencias de Joyce que son contemporáneas a Joyce, Le sinthome, nos dice "Mi expresión de parlêtre sustituirá…", y no dice al sujeto, dice al inconsciente; pero se trata del inconsciente asociado a la idea de sujeto, mientras que tendrá que haber o no, otro inconsciente, o el fracaso del inconsciente –por lo menos de ese inconsciente atado a la noción de verdad– que había en el comienzo de su enseñanza. Hasta tal punto esto es así que Lacan piensa allí a Joyce como "desabonado" del inconsciente y este "desabonamiento" del inconsciente, se podría decir que es solo para Joyce, aunque no haya desarrollado una psicosis clínica, que sí desarrolló su hija Lucía. Pero deberíamos preguntarnos si ese concepto de "desabonado" del inconsciente se extiende a la clínica toda.
En la clase 9 del 14 de marzo de 2007 de su curso "El último Lacan", Miller se ocupa del Seminario 24 "L’insu…", en la que considero que elucida perfectamente ciertas páginas de ese seminario. Sobre el título de ese seminario podríamos dar un seminario entero, pero uno se va acercando así, dando vueltas a esta última parte de la enseñanza de Lacan, porque el título mismo es muy complicado
La primera parte del título es: "L’insu que sait de l’une-bévue".
"L’insu" tiene varias posibilidades de traducción: la torpeza, el error, la equivocación.
"L’insu que sait que sabe".
"L’insu que sait de l’une-bévue" : la torpeza que sabe de la una-equivocación o el tropiezo de lo no sabido que sabe de la una-equivocación.
Como ustedes ven, ya solo la primera parte es un problema, porque evidentemente a esta altura Lacan quiere ser joyceano; escribe de un modo joyceano. El seminario Le Sinthome, que es el anterior, se lo dedica a Joyce y luego empieza a escribir como joyceano, e incluso el título del Seminario 24 es joyceano.
Podríamos decir, como Miller en su último curso[4], "Le tout dernier Lacan", que quiere decir "El último Lacan", o "El ultimísimo Lacan". Miller dice que en realidad no podríamos hablar de traducción con el juego de palabras que él hace, porque no es exactamente una traducción. Es en verdad lo que podríamos llamar un canje, un intercambio, que no es exactamente una traducción porque está reemplazando el término unbewusste –en alemán–, que quiere decir inconsciente, por el término "l’une-bévue", que quiere decir la una-equivocación. Es decir, que se trata del pasaje de una lengua a otra, por lo tanto no equivale a una traducción.
Ya en Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, o sea mucho más tempranamente que en este seminario, Lacan había hablado de que el inconsciente era un tropiezo, una equivocación. Pero es verdad que tropiezo y equivocación aquí no tienen el mismo sentido que tenían en el Seminario 11, como lo vamos a demostrar.
Aquí el término "une-bévue", como tropiezo o como equivocación, se sitúa en una dimensión anterior a la del inconsciente. Este juego de palabras, o intercambio o canje de palabras entre un idioma y otro, –este unbewusste, inconsciente en alemán, y une-bévue–, es extravagante, excéntrico. Y, podríamos agregar, joyceano. No olvidemos que el Seminario 24 es el que sigue al Seminario 23 y es como si justamente allí Lacan se hubiera decidido a dejar de ser freudiano para tornarse joyceano.
Entonces tenemos la primera parte del título: "la torpeza que sabe de la una-equivocación". También podemos equivocar "L’insu que sait" con "L’ insucces", que quiere decir en francés "el fracaso" y que es la traducción que hemos elegido para el título de este seminario. Eric Laurent me entendió perfectamente cuando le comenté el título del Seminario Avanzado del ICBA: "El fracaso del inconsciente es el amor al síntoma", y me contestó: "Es el Seminario 24". Podemos traducirlo como "la torpeza que sabe de la-una equivocación" o "lo no sabido que sabe de la una-equivocación".
Si volvemos al alemán unbewusste podemos usar ese intercambio, ese canje y decir: "El fracaso del inconsciente".
La segunda parte es "s’ aile à mourre", que suena exactamentecomo "Es el amor", porque Lacan trata de que homofónicamente suene a "c’est l’ amour", pero no escribe c’est l’ amour, sino que escribe "s’ aile à mourre". "Aile" no es un verbo, es un sustantivo que quiere decir ala, esa à es una preposición y "mourre" quiere decir morras. Lacan ya había utilizado en su texto "El estadio del espejo" la palabra ala conjugándola como un verbo: escribe "s’ ailent" para decir "adquieren alas".
Por otra parte, mourre se traduce por morra, y morra es una expresión que Lacan utiliza en su seminario "Problemas cruciales del psicoanálisis". Sobre este tema hay dos artículos, uno de Marcos Focchi –en la revista Enlaces N° 10 que se llama "Neutralidad y elección"– y otro mío que se llama "La neutralidad lacaniana".[5] También Lacan, en su escrito "La carta robada", lo toma de alguna manera, cuando habla del juego de par-impar; y Pablo Russo publicó un texto en la revista Lacaniana sobre Marguerite Duras que se llama "Piedra, papel o tijera", porque el equivalente al juego de las morras es ese juego que nosotros conocemos más. Tengo entendido que es un juego chino.
La morra es un juego que se juega entre dos personas –como en el amor y como en el análisis– que extienden a la vez los dedos de una mano y cantan un número de uno a diez, que a veces coincide con el que suman los dedos extendidos de ambos jugadores. Convengamos que sucede pocas veces. Versión, entonces, del juego de las morras, del juego de par-impar de "La carta robada"; o del más conocido por ustedes "Piedra, papel o tijera". Este último es el que toma Lacan en "Problemas cruciales del psicoanálisis" para jugar con "sexo, saber y sujeto", y decir que este problema, a diferencia del juego de "Piedra, papel o tijera", no es circular sino que hay una cosa que queda por fuera de las otras y es "sexo". Entonces, "Piedra, papel o tijera" es circular, en cambio en "sexo, saber y sujeto", lo que queda por fuera es el sexo, y no puede ser circular precisamente porque no hay relación sexual. O sea que se podría canjear esta segunda parte por "adquiere alas para la morra", o "adquiere alas para el juego de la morra".
Finalmente, ese adquirir alas para el juego de la morra se confunde homofónicamente con "c’est l’ amour", es decir, con "es el amor", o sea que hay algo de adquirir alas para el juego de la morra que coincide con "es el amor". Aquí la homofonía es indicada explícitamente por Lacan, o sea que el canje que he elegido para esta vez es "El fracaso del inconsciente es el amor" y he agregado, de mi cosecha, pero no sin seguir las últimas indicaciones de Lacan, es el amor "al síntoma". O sea: "El fracaso del inconsciente es el amor al síntoma".
Si doy vueltas, como lo hace Lacan en Le sinthome y en "L’ insu…" –y como lo hace Miller en su curso "El último Lacan"–, alrededor de la relación entre inconsciente y real, entre inconsciente y fracaso, y también entre inconsciente y síntoma, es porque a mí me parece que el problema crucial del psicoanálisis está justamente en estas clases de "L’ insu…"
En la antes citada clase número 9 de su curso "Le tout dernier Lacan", Miller ubica dos niveles en relación al inconsciente, si podemos hablar de dos inconscientes,[6] uno transferencial y otro real.
El inconsciente transferencial está referido al Otro como destino, y el inconsciente real, al que podemos llamar fracaso del inconsciente transferencial, a nivel del Uno y no del Otro. Ese Uno se ubica como sinthome en relación a l’une-bévue, es decir, del lado de los azares y no del destino, porque el destino es del Otro.
Cuando Lacan va a buscar en Joyce la inspiración que ya no encuentra en Freud, tiene que recurrir a otra ortografía para escribir la palabra sinthome; ya no se trata de los síntomas, en plural, que remitían al inconsciente transferencial y freudiano. Es Joyce quien despierta a Lacan del sueño del inconsciente transferencial y freudiano. Y allí, en Joyce, estamos acostumbrados a hablar del síntoma y no del inconsciente.
Lacan no vuelve a hablar del inconsciente en "L’insu…", salvo en el punto en que la palabra unbewusste, en alemán, remite a l’une-bévue, es decir a la una-equivocación. Se trataría, entonces, de un inconsciente traducido como la una-equivocación a nivel del Uno y no ya del Otro. Pero sí podemos hablar de dos inconscientes, uno transferencial y otro real; el inconsciente transferencial está referido al Otro como destino, y el inconsciente real –al que también podemos llamar fracaso del inconsciente transferencial–, está a nivel del Uno y no del Otro.
Para terminar con el valor epistémico del inconsciente real, voy a tomar el cuadro que Miller hace en la ya mencionada clase nº 9, y que he trabajado en un texto que está publicado en la última revista Lacaniana bajo el título "De los asuntos de familia, a los asuntos de Escuela o del inconsciente al síntoma", y también está publicado en el libro La actualidad del Pase. Work in progress[7].
En su cuadro Miller escribe:
Uno - sinthome-une bèvue | azares | |
Otro – inconsciente | destino |
Como verán aquí están los dos inconscientes: a nivel del Otro y del destino, está el inconsciente transferencial. A nivel del Uno, del sinthome, el inconsciente real se escribe une-bévue. Creo que está suficientemente fundamentado.
Enumero todos los artículos míos mencionados para que puedan seguir mi investigación:
1) "Una reformulación del inconsciente", de la revista Enlaces 12.
2) "Lo irreductible y el amor como fracaso del destino", de la revista Enlaces 13.
3) "Inconsciente" y "El fracaso del inconsciente es el amor" en el libro de la Colección Orientación Lacaniana Incidencias de la última enseñanza de Lacan en la práctica analítica.
4) "De los asuntos de familia a los asuntos de Escuela o del Inconsciente al síntoma", publicado en la revista Lacaniana 7 y en La actualidad del pase, que antes mencioné.
Y finalmente "El fracaso del inconsciente es el amor al síntoma", que va a ser publicado en la revista El Caldero de la Escuela. Nueva serie.
En todos los artículos mencionados para ejemplificar la diferencia entre inconsciente real e inconsciente transferencial, tomé los testimonios de varios AE: Mauricio Tarrab, Patrick Monribot, Fabián Naparstek y Luis Salamone. Hoy no lo haré porque estamos trabajando el psicoanálisis en extensión y no en intensión.
Fundamentadas ya la dimensión política y la epistémica para hablar de inconsciente real, y la clínica para hablar de inconsciente en intensión y el testimonio de los AE, nos falta probar si el concepto de inconciente real del último Lacan y del último Miller, nos es útil para el psicoanálisis aplicado.
3) Dimensión clínica de los dos inconscientes
Para este tema tengo más preguntas que respuestas.
En las últimas Jornadas de la EOL participé de un plenario comentado por Graciela Brodsky y Eric Laurent con un trabajo titulado "Ruptura en lugar de clausura", publicado por la Colección Orientación Lacaniana en Variaciones de la cura analítica hoy. La relación entre el efecto terapéutico y su más allá.[8]
El título, "Ruptura en lugar de clausura", apuntaba a los efectos terapéuticos rápidos. A la necesidad de incluirlos en el psicoanálisis aplicado tal como se nos presenta hoy. ¿En los CPTC, en Pausa, en la Red Asistencial, en los hospitales, centros de atención, etc.?
Pienso hoy que esos efectos terapéuticos rápidos se correlacionan con el inconsciente real.
Tomaba allí una frase de M. Maffesoli: "combates como si no tuvieras otra cosa que hacer y vives como si estuvieras a mil leguas del campo de batalla", de El crisol de las apariencias, que he utilizado hoy como epígrafe. Bien, el psicoanálisis aplicado nos lleva a combatir en el campo de batalla.
Hubo un Lacan que proponía la contra-sociedad de los analistas para no colaborar con el amo, tal como lo pueden leer en el Seminario 17, y he tenido el sueño de refugiarme en el estilo de una Escuela que Lacan ofreció como un refugio, un refugio para lo dispar. Eso está. El analista sabe que el psicoanálisis es un modo de vivir la pulsión y trabaja en eso. En su consultorio, en su soledad se ocupa del psicoanálisis en intensión, lo resguarda, hace de él su partenaire…
Pero hay otros campos de batalla que en Argentina conocemos bien porque todos trabajamos o hemos trabajado en hospitales, salitas, centros de atención. Pero en general hemos tratado de conducir ese psicoanálisis aplicado al psicoanálisis puro, y a veces lo hemos conseguido. Pues bien, hoy no se trata de eso…
Serge Cottet ha llamado a los efectos terapéuticos rápidos en los CPCT, el cortocircuito. En un texto suyo habló de cortocircuitar el inconsciente, o sea, no instalar el inconsciente tranferencial. "Las entrevistas preliminares –nos dice Cottet– proceden a la puesta en marcha de la transferencia, a la apertura del inconsciente, a la extensión del discurso (…) no prepara para los grandes viajes". Como la urgencia apremia, no damos al sujeto el tiempo de gozar de la asociación libre. Estamos en otra época; no se trata en verdad de entrevistas preliminares, no son preliminares de nada. Al contrario, pretendemos cortocircuitar el inconciente. Este cortocircuito provoca una aceleración del tiempo de comprender, por lo tanto cada consulta es un "acontecimiento" donde el momento de concluir define la cuestión y da al tiempo limitado la categoría de acontecimiento. No se apoya, por cierto, en el significante amo. No sabemos cuál es el bien del paciente. "No cargamos sobre nuestros hombros la miseria del mundo", como ya lo había advertido Lacan en "Televisión". Por supuesto, los efectos terapéuticos rápidos nos colocan a contrapelo de lo que siempre ha sido nuestra práctica. Tenemos ahora que inventar. Nos servimos del psicoanálisis, jamás prescindimos de él, y es lo que nos distingue de toda la gama de terapias breves que el mercado ofrece.
Los tres redondeles Escuela, Instituto, Centros de Atención, nos llevan a plantear las cosas de otra manera. Ese es nuestro campo de batalla, hoy. Sepamos que luchamos contra nosotros mismos.
El analista –dice Cottet en ese artículo que me ayudó mucho en mi propia batalla–, tiene función de cuarto término provisorio, debe desabrochar los tres redondeles de ese nudo que forman el síntoma, la familia y el Otro social.
Cada vez, enfrentados a la figura inquietante del trauma generalizado, debemos saber qué hacer; a veces se trata de cortar el nudo que asfixia al sujeto, otras veces, por el contrario, hay que hacer aparecer los lazos familiares que el sujeto creía rotos.
El análisis clásico privilegia el medio-decir; en estas consultas se privilegia que la intervención deshaga el nudo de la asfixia. Pero, como hay un analista que dirige esas intervenciones, siempre movilizamos un deseo de saber que todas las otras terapias breves tienden a aplastar. Así pues, hay que asegurarse, más que nunca, de que el analista que conduce estas consultas, que se expone en ese campo de batalla, sepa de su sinthoma, se ocupe del psicoanálisis puro, resguarde como nunca el vacío que el pase garantiza.
No hay variaciones de la práctica, ni variantes de la cura tipo, sin la garantía del psicoanalista que dirige esas variaciones. Al contrario, el psicoanálisis en intensión, el camino que el analista ha atravesado para alcanzar su "una-equivocación" que se ubica más allá del inconsciente como destino, es lo único que nos permite no aliviarnos del acto.
Hay una ruptura en nuestra práctica habitual sin la mayor garantía del lado del analista que la conduce. Eso explica que, al mismo tiempo que J.-A. Miller promueve la política de los CPCT en Francia, resguarde para su curso del año 2006/07 la mayor intensión, el último, último Lacan. La rigurosidad de la lectura de lo que, como ya dije citándolo, retuvo a Lacan hasta su último aliento, a saber, medir lo verdadero con lo real.
A esto me refería con el título de mi trabajo para las Jornadas de la EOL: hay ruptura con el psicoanálisis tal como hemos entendido muchas veces, con cierta clausura a la que hemos opuesto la apertura. Pero los efectos terapéuticos rápidos nos obligan a una ruptura que nos lleva al campo de batalla de nuestro tiempo con las armas necesarias, que precisan que el psicoanálisis invente un nuevo saber hacer con los significantes amo de su tiempo. Tenemos que ofrecer un psicoanálisis que nos permita entrar en el discurso del amo para oponerle la invención de un nuevo psicoanálisis aplicado basado en los efectos terapéuticos rápidos. Para cada lugar esa invención debe ser diferente. No es igual la batalla que hay que dar en Europa, que Jacques-Alain Miller conduce. En la Argentina esa invención debe ser otra; nuestra intervención en los significantes amos en nuestro mundo tecnológico y utilitarista debe poder demostrar que el psicoanálisis también puede ofrecer una solución corta, que nuestro discurso puede instalarse, aceptando el utilitarismo pragmático, pero sabiendo hacer con él algo distinto que lo que hasta ahora ofrece el mercado, sean las neurociencias, los psicofármacos, o los programas de bienestar social.
El psicoanálisis tiene un saber hacer que puede ser operativo en la más breve de las intervenciones, pues siempre tenemos algo para decir. Y en nuestro país, que es verdaderamente único en la extensión del psicoanálisis en el discurso social, vamos a inventar un nuevo camino que haga cortocircuito al camino directo hoy vigente en la pulsión. Un discurso acorde con nuestro tiempo, de modo tal que los practicantes del psicoanálisis en las prepagas, para dar un ejemplo concreto, no tengan que disfrazarse de lo que no son.
Ahora bien, esta nueva clínica que comenzamos a trabajar, particularmente en PAUSA, y hoy en nuestro Seminario de Psicoanálisis Aplicado, no tiene otra garantía que el uso mismo del analista. Pero es nuestra responsabilidad, la de cada uno de nosotros, saber conducirla. He ahí nuestro nuevo campo de batalla, del que ya no podemos vivir alejados. Nunca nos hemos refugiado en nuestros consultorios. En tanto lacanianos, nuestro maestro no nos alivia del acto.
El analista se hace partenaire de esa nueva clínica que nuestra época exige. Nuestro discurso es siempre subversivo y no puede estar a la retaguardia de la época que lo conmina. Lo conmina a dar respuestas nuevas, pragmáticas y decididas.
Ahora bien, en la mañana de los CPCP en el último Congreso de la Asociación Mundial del Psicoanálisis, hubo una discusión entre Hugo Freda y Ricardo Seldes. Freda decía que no había que instalar el inconsciente transferencial en el psicoanálisis aplicado, en los CPCT; Seldes decía que no se imaginaba ningún tipo de tratamiento que no tomara en cuenta el inconsciente transferencial.
No tengo una respuesta definitiva para esto, pero creo que hay veces en las que se puede instalar el inconsciente transferencial y otras en las que no tenemos tiempo. Recordemos al Eric Laurent de 1999 y su artículo "Pluralización actual de las clínicas y su orientación hacia el síntoma", cuando nos dijo, tenemos que ser inolvidables. "El artefacto de las categorías produce categorías olvidables". Cuando un sujeto pasa por un momento crucial de su vida, es necesaria la interpretación inolvidable. Hay que pensar que si uno tiene solo una ocasión, si se trata de que el león salta una sola vez, hay que ser inolvidables.
¿Se dirige el analista, quien desde su deseo, garantiza el lugar del psicoanálisis, al inconsciente transferencial o lo cortocircuita y apunta al inconsciente real? No tengo una respuesta a esa pregunta.
Quiero abrir aquí el debate: ustedes que trabajan en los hospitales, en centros de atención, en barrios carenciados, cuando saben que quizás tienen esa única ocasión, ¿establecen el inconsciente transferencial o apuntan al real? ¿Es diferente caso por caso?
Tengo una respuesta epistémica y una respuesta política para entender el inconsciente real. Pero no tengo todavía una respuesta clínica. Esa la espero de la elaboración provocada en nuestro Seminario de Psicoanálisis Aplicado.
NOTAS
* Presentación en la reunión inaugural del Seminario de Psicoanálisis Aplicado (del Consejo Estatutario de la EOL), organizado por Mónica Torres, Jorge Chamorro y Ricardo Seldes, 12 de agosto de 2008.
- Laurent, Eric y otros, Coloquio Seminario sobre El seminario 23 El sinthome, animado por Eric Laurent y Graciela Bodsky, Grama ediciones, Bs. As., 2006, pág. 155.
- Lacan, J., "Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11", Intervenciones y Textoss 2, Manantial, Bs. As., 1988, pág. 59.
- Miller, J.-A., El partenaire-síntoma, capítulo XVII, Paidós, Bs. As., 2008.
- Miller, J.-A., "El último Lacan", Enlaces 12, Grama, Bs. As., 2007.
- Mónica Torres: La neutralidad Lacaniana. Revista Enlaces Nº 10. Página 32. Marco Focchi: Neutralidad y elección. Revista Enlaces Nº 10. Página 27.
- Cf. Torres, M., "Una reformulación del inconsciente", Enlaces 12, Grama, Bs. As., 2007 y "Lo irreductible y el amor como fracaso del destino", Enlaces 13, Grama, Bs. As., 2008. También J.-A. Miller "El último Lacan", op. cit.
- Laurent, Eric y otros: La actualidad del pase Work in progress, Seminario del pase 2007, Colección orientación Lacaniana, Grama ediciones, Bs. As., 2008.
- Laurent, Eric y otros. Variaciones de la cura analítica hoy. La relación entre el efecto terapéutico y su más allá, COL-Grama ediciones, Bs. As., 2008.