Noviembre 2008 • Año VII
#18
Actualidad de la AMP América

Los fundamentos freudianos de la relación síntoma-goce

Samuel Basz

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Martha Zuik

Agradezco a la Comisión Científica de estas Jornadas 2008 la invitación para comenzar a trabajar el tema de las mismas, y celebro el hecho de participar con Silvia Ons en esta noche preparatoria.

XVII Jornadas Anuales de la EOL - "Inconsciente y Síntoma"Voy a ocuparme de la articulación entre el síntoma y el goce, articulación que si bien es inteligible desde la enseñanza de Lacan, trataremos de mostrar sus fundamentos en Freud. Antes de referirme al tema que quiero tratar, -y que entiendo es pertinente por ser ésta la primera reunión- quiero adelantar una perspectiva que, apoyada en la última enseñanza de Lacan, ilumina el entramado freudiano a la vez que justifica el alcance del tema elegido para estas jornadas.

Partimos de la consideración de que hay dos posiciones subjetivas que se ordenan en referencia al par inconciente- síntoma.

Una de ellas es la posición del sujeto en la que insiste la articulación inconciente-síntoma, esa articulación permite nombrar creencia a esta posición. La creencia en el síntoma como portador de sentido es correlativa de esta posición.

La otra es la posición subjetiva que hace consistir la desarticulación entre el inconciente y el síntoma, se trata, en este caso, de la certeza.

Si bien esta última comparte con las psicosis la dimensión de la certeza no es verificable sino como resultado de un análisis en la perspectiva de la identificación al síntoma.

Por otra parte la certeza como posición subjetiva es correlativa de la estructura del acto y siempre es una suspensión del sujeto del inconciente, una desarticulación temporalizable de la creencia.

La unglauben del desabonamiento estructural del inconciente en las psicosis implica un carácter fijo de la certeza por rechazo originario de la creencia, lo que hace que el par inconciente-síntoma no pueda, estrictamente, pensarse en términos de articulación-desarticulación, asociación-disociación, sino en términos de exclusión recíproca y rechazo del inconciente.

La creencia en el síntoma, es ni más ni menos que la atribución de significación aún no sabida pero supuesta a venir respecto de lo considerado sintomático en las neurosis.

Toda posibilidad de hacer uso del síntoma en la perspectiva de saber hacer con él, tiene como condición esa desarticulación inconciente-síntoma. Esa desarticulación hace a la singularidad del síntoma en tanto síntoma analítico.

Es necesario tener presente que lo singular del síntoma analítico no se obtiene porque ese síntoma no pertenezca a una clase (neurótico, psicótico, perverso) sino que se trata de una singularidad que se obtiene por la delimitación del núcleo de goce que el síntoma aloja y que en tanto tal es irreductible a toda significación.

 

Los fundamentos freudianos de la relación síntoma-goce

El establecimiento de las coordenadas para dar cuenta de la formación de síntomas, está desde los primeros trabajos de Freud, íntimamente vinculada a una concepción cuantitativa. Efectivamente, se trata de una verdadera economía de la energía psíquica que Freud considera necesaria para extraer de la psicopatología nociones fundamentales que esclarezcan la psicología normal. Ya en la carta que le envía a Fliess el 25 de Mayo de 1895, en plena elaboración del "Proyecto de una psicología para neurólogos", vincula estrechamente la producción sintomal con el enfoque cuantitativo.

 

El síntoma, entre el principio del placer y el principio de realidad

La problemática de la satisfacción, encarada tempranamente en la vertiente de las sensaciones de placer-displacer, es un espacio teórico privilegiado en Freud, que al hacerlo funcionar en concordancia con la noción lacaniana de goce, ofrece una base segura para la lectura conjunta de Freud y Lacan. Más precisamente, tomando la sustitución como fundamento de la estructura de la metáfora ( en contraste con el término más laxo de articulación) y aplicándola sistemáticamente al funcionamiento del principio de placer y el principio de realidad por una parte, y a la elucidación de las categorías lacanianas de goce y de Otro por otra, se verifica por dónde pasa uno de los ejes principales para dar cuenta de una unificación del campo freudiano.

Esta verdadera demostración de cómo los desarrollos de Lacan se corresponden lógicamente con las formulaciones de Freud permite discriminar el sentido del retorno a Freud promovido por Lacan en el marco de lo que Miller bautizó "una teoría unificada del campo freudiano"[1]. Si bien no recuerdo que Miller haya insistido en esa denominación, me parece que su buena parte de su esfuerzo de investigación puede entenderse desde esta perspectiva.

Es dentro de este marco que trataremos de avanzar en la consideración del estatuto del síntoma entre los dos principios del suceder psíquico.

Hay una preciosa indicación de Lacan , que permitió tomar las decisiones epistémicas necesarias en función de los puntos de difícil resolución que surgen de los impases en los desarrollos de Freud.

Se trata de la siguiente aseveración: "...resulta claro que el principio de realidad funciona de hecho como aislando al sujeto de la realidad."[2]. En la medida que toda regulación homeostática implica necesariamente un proceso de aislamiento en relación a la realidad, se impone la noción de una profunda subjetivación del mundo exterior, a punto tal que el hombre tiene que ver con trozos escogidos de la realidad.

 

La actualidad del "Proyecto" de 1895

Es indudable que el "Proyecto", o más bien su invisible espectro-como dice James Strachey- está calladamente presente en toda la serie de escritos teóricos de Freud, hasta el final. Es allí donde considera que "junto a las series de las cualidades sensibles hay que considerar otra serie muy diferente de aquellas: la de las sensaciones de placer y displacer"[3], vinculadas respectivamente con la descarga o con un acrecentamiento de la presión.

A continuación, Freud vincula la tendencia a evitar displacer con el principio de inercia neuronal que regula el funcionamiento primario del aparato, la circulación libre de la energía. Por otra parte la ley de constancia se corresponde con el proceso secundario, es decir a la energía ligada.

Lo central es que lo que Freud considera regulado por el principio de inercia, es un tipo de proceso que postula a partir del descubrimiento del inconciente: el proceso primario. No advertir la fuerza de esta premisa tiene consecuencias en posiciones actuales del psicoanálisis de la I.P.A. que apuntan a encontrar una homología estructural entre el inconciente y la estructura bioenergética cerebral.[4].

Y al proceso primario Freud lo describe tomando como eje la formación del síntoma histérico y el sueño. El desplazamiento total de una representación a otra, la comprobación clínica de la intensidad y eficacia de las representaciones sustitutivas sólo se hacen inteligibles si se considera su expresión económica, en este caso por la formulación del principio de inercia.

La parte II del "Proyecto", consagrada a la Psicopatología de la histeria, pone en evidencia al factor cuantitativo como lo esencial de las "representaciones hiperintensas" responsables de lo que Freud llama la "compulsión histérica".[5] Hay que tener en cuenta que ya en los "Estudios sobre la Histeria", en el texto escrito con Breuer titulado "Sobre el mecanismo psíquico de los fenómenos histéricos" de 1893, incluye al principio de constancia en una articulación dinámica por la que puede considerarse equivalente al principio de placer- displacer. En este texto, principalmente en los puntos 2 y 5 esa dinámica esta vinculada esencialmente a la producción de síntomas. A tal punto que los síntomas se atribuyen a un defecto de abreacción, y por lo tanto la cura se orienta en la búsqueda de una descarga adecuada de los efectos concomitantes.

 

La defensa, una hipótesis clínica

Pero es en "Las neuropsicosis de defensa"-1894- en que la relación de la formación de síntomas y la defensa se establece manifiestamente en función de la histeria adquirida, de muchas fobias y representaciones obsesivas y de ciertas psicosis alucinatorias.

La defensa, entendida como una hipótesis clínica respecto de la formación de síntomas, estaba a su vez basada en una verdadera teoría económica de Besetzung, de investidura.

Es el mismo Freud, en los últimos párrafos de "Neuropsicosis de defensa" quien expone los fundamentos de los que se ha servido, todos articulados en la línea de un "monto de afecto", de una "suma de excitación", de algo que cabe distinguir indudablemente con las "propiedades de una cantidad", "algo que es susceptible de aumento, disminución, desplazamiento y descarga"[6] .

Esta hipótesis es considerada por Freud como fundamento de la teoría de la abreacción, y por lo tanto es la base indispensable del principio de constancia, que aparece al comienzo íntimamente ligado con el pincipio de placer.

El interés de lo que subrayamos en este recorrido está centrado en que el viraje que Lacan despliega a partir de los años 70 con respecto al estatuto del goce, permite leer no sólo la caracterización lacaniana del síntoma en los distintos momentos de su enseñanza, sino también constatar que casi originalmente en Freud, la formación de síntomas y el goce están fuertemente implicados. También se constituye en el eje de todo el desarrollo que ulteriormente permite captar el valor de la satisfacción que se hace presente tanto en la estructuración del síntoma como en la de las formaciones del inconciente.

 

Formulaciones freudianas. Matemas lacanianos

En su curso "Causa y consentimiento", Miller[7] trabaja exhaustivamente el texto canónico de Freud de 1911 [8], referido a la diferenciación y articulación entre los dos principios reguladores - el principio de placer y el principio de realidad- que dominan, respectivamente, los procesos primario y secundario.

Una de las claves de lectura es la consideración del carácter relativo del principio de realidad respecto del principio de placer, tal como queda consignado en el texto:"El relevo del principio de placer por el principio de realidad, con las consecuencias psíquicas que de él se siguen...en verdad no se cumple de una sola vez ni simultáneamente en toda la línea."[9]."En verdad, la sustitución del principio de placer por el principio de realidad no implica el destronamiento del primero, sino su aseguramiento."[10].

Miller "matematiza" los resultados de la elaboración lacaniana respecto del resto no metaforizable en toda sustitución significante referida al goce y los aplica a la elucidación del funcionamiento de los dos principios: efectivamente una sustitución no es una evacuación.

Una secuencia equivalente es lícita para comprender el estatuto del fantasear respecto del proceso del pensar[11], se hace evidente que el fantasear es el "resto" -a nivel del pensar- que no pasa al principio de realidad. El fantasma es el lugar donde permanece el resto no metaforizable del principio de placer por el principio de realidad en el plano de lo imaginario, del sentido.

 

El síntoma, suplencia de un fracaso

Así, considerar al síntoma "entre" los dos principios, tiene el mayor interés pues surge su doble función estabilizadora a) estabilización del sentido frente al no sentido y b) estabilización del goce frente al exceso o déficit de satisfacción.

En íntima correlación con la predisposición -estructural- a enfermar del neurótico y a la forma de la constelación de síntomas -" la elección de neurosis"-[12], Freud establece una doble trasmudación.

Por un lado el yo debe ir del yo-placer al yo realidad, al tiempo que las pulsiones sexuales tambien deben experimentar las modificaciones que las llevan desde el autoerostimo inicial, hasta el amor de objeto. Es en función de este doble movimiento que el síntoma encuentra su lugar, según Freud, en las inhibiciones del desarrollo de alguna de las fases de estos procesos.

Si somos coherentes con la aseveración de que es imposible una metaforización completa, sin resto, podemos estar ciertos de que no puede no haber inhibiciones del desarrollo; ya que un desarrollo sin ellas, un desarrollo exitoso implicaría un sometimiento absoluto al principio de realidad, una completa evacuación de goce. El síntoma es la suplencia de este fracaso estructural.

 

Una inversión lacaniana de la teoría del desarrollo de Freud

En la perspectiva de lo que registramos como una "teoría unificada del campo freudiano", se pueden poner a prueba el valor de trabajar ciertas equivalencias entre términos de Freud y de Lacan. El Padre y el Otro, el Lust y el Goce, el principio de realidad y el Otro. A tal punto que se podría completar el Lustprinzip por lo que podría llamarse "el principio del Otro"[13], en tanto éste determina un nuevo régimen de funcionamiento psíquico en relación al goce. Es así que nos encontramos con el dualismo del placer y la realidad transformados en Lacan en dualismo del goce y del significante. Esto es lo que hace que el principio del Otro parezca actuar, en una economía del goce que le preexiste, borrando al goce.

Pero es precisamente aquí que -como dice Miller- "Lacan viene a corregir a Freud". Y tomando la referencia del capítulo V del Seminario Encore muestra la oposición lacaniana a la noción de que el Lust-Ich sería anterior al Real-Ich. Así, corrigiendo a Freud, Lacan propone una "contrateoría" del desarrollo donde lo primario no es lo primero, y que desplaza al Lustprinzip de su posición primaria en Freud, a punto tal que lleva a considerar al Lustprinzip de entrada a nivel del Otro, es decir sucedáneo del lenguaje y de tal suerte que el goce sea impensable antes del lenguaje.

Esta "contrateoría" del desarrollo en Lacan, a saber que hay de entrada una relación satisfactoria con el mundo exterior por parte del Ich, en la exacta proporción en que el niño aún no habla. Y es a partir del momento en que el sujeto habla que él no obtendrá satisfacción del mundo exterior; es a partir de ese momento que obtendrá satisfacción del lenguaje mismo.

Cuando Lacan formula que la realidad es abordada con los aparatos del goce está en lo más íntimo de la vena freudiana, pero a condición de retener que el aparato del goce es el lenguaje.

Lacan, al renovar el concepto de inconciente a partir de los años 70, abre el camino por el que su propia investigación se corresponde al estatuto freudiano del síntoma captado "entre" los dos principios. Es un retorno al Freud que ve en el síntoma algo más que una significación al Otro; se trata de su implicación en una economía que transgrede el orden significante de la emergencia de la verdad.

Hay sin embargo en Freud, y precisamente en sus " Formulaciones sobre los dos principios ", una clara referencia a que," en su origen, el pensar fuera inconciente en la medida que se elevó por encima del mero representar y se dirigió a las relaciones entre las impresiones de objeto, entonces adquirió nuevas cualidades perceptibles para la conciencia únicamente por la relación con los restos de palabra"[14]. Se trata de la palabra fuera de la dialéctica de la pregunta y la respuesta, de los restos de palabra que entorpecen la comunicación en la medida que se excluyen de la referencia.

NOTAS

  1. Miller, Jacques-Alain. Curso del 20-4-1988. Inédito.
  2. Lacan, Jacques. La ética del Psicoanálisis. Buenos Aires. Paidós. 1988. Pág. 61.
  3. Freud, Sigmund. Obras Completas. Tomo I. Buenos Aires. Amorrortu. 1982. Pág. 356.
  4. Stagnaro Juan Carlos-Wintrebert Dominique. Entrevista a R. Horacio Etchegoyen y Jacques-Alain Miller "Revista Vertex" .N° 26. Diciembre 1996. Buenos Aires. Edit. Polemos. Pág. 260.
  5. Freud, Sigmund. ObrasCompletas. Tomo I. Buenos Aires. Amorrortu. 1982. Pág. 394.
  6. Freud, Sigmund. Obras Completas. Tomo III. Buenos Aires. Amorrortu. 1981. Pág. 61.
  7. Miller Jacques-Alain. Curso del 23-3-88 y stes. Inédito.
  8. Freud, Sigmund. Obras Completas. Tomo XII. Buenos Aires. Amorrortu. 1980. Pág. 223.
  9. Idem. ant..Pág. 227.
  10. Idem. ant. Pág. 228.
  11. Idem. ant. Pág. 227.
  12. Idem. ant. Pág. 229.
  13. Miller Jacques-Alain. Curso del 1-6-88. Inédito.
  14. Freud, Sigmund. Obras Completas. Tomo XII. Buenos Aires. Amorrortu. 1980. Pág. 226.
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