Febrero 2008 • Año VII
#17
Misceláneas

La importancia del Pase

Oscar Zack

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Lunas y Soles
200 x 140 cm
Diana Chorne

Se trata ya no de "historizar el análisis", como lo ha señalado en su momento el AE Aníbal Leserre, sino de historizar el Pase. Extraer sus principios: los que rigen en la escritura de una vida pero no ignorando lo que Lacan iluminó con su última enseñanza.

¿Cómo hacer del síntoma neurótico una obra singular? Es una pregunta que encuentra toda su pertinencia en el seminario El sinthome y que en este texto se articula con el tema del Pase.

 

Una introducción

En el año 1994 en el curso dedicado a la lógica del pase titulado Donc, Jacques- Alain Miller comienza el mismo haciendo referencia a las distintas formas fenoménicas de entrada en análisis donde, subraya entre otras cosas, que ninguna entrada se parece a otra, no sin establecer que entre la entrada y la salida existen vasos comunicantes de tal forma que la concepción que se tenga del final condiciona la concepción de la entrada. A esta variedad empírica le opone una lógica universal, para todos, al sostener que siempre los análisis comienzan por la transferencia.

Es la reducción teórica de la variedad empírica.

Subrayar esta orientación sirve para recordar que es una exigencia considerar los desplazamientos axiomáticos que articulan la entrada hasta el final de la experiencia analítica, de tal forma que no hay entrada sin final.

Esta referencia es para enfatizar que si bien hay, como se constata, una variación empírica de las salidas, es de esperar que en el pase se verifiquen algunas coordenadas universales respecto de lo esperado de los finales, conforme a las variaciones axiomáticas vinculadas a los diferentes momentos tanto de los finales de análisis como del pase.

Así la evaluación del final fue desplazándose desde la construcción y el atravesamiento del fantasma, hasta el saber hacer con el síntoma.

En la actualidad nos encontramos, si seguimos las indicaciones de los últimos cursos de Jacques- Alain Miller, en el tiempo del pase sinthome.

Con la introducción del nudo borromeo se promueve al concepto de sinthome como un nuevo anudamiento de goce.

Esta descripción es una forma de presentar brevemente el work in progress en la elaboración del pase.

Aún en las distintas épocas señaladas y bajo coordenadas conceptuales que enfatizan uno u otro momento de la teoría, que lejos de anularse (recordemos que no hay progreso) tratan de ubicar de que manera los finales efectivos del análisis permiten constatar la modificación de la relación del sujeto respecto al Otro, como se produjo la resolución neurótica del síntoma, cual es el destino y el estatuto silencioso del goce, cómo se vive la pulsión luego del final, cómo pudo ponerse un punto de capitón al puro deseo de decir (tope al inconsciente transferencial), hasta considerar cómo el sujeto arribó a un saber hacer con el sinthome.

En el final de análisis es esperable, como se puede leer en el testimonio de Mauricio Tarrab, no solo que el sujeto haya podido aislar la ley a la que estaba condicionado, sino también es esperable la evidencia de cómo quedo abierto a la actualidad de una serie sin ley.

Esta conjunción, a mi juicio, transmite la relación entre el condicionamiento simbólico (tal como Lacan lo plantea en "El seminario sobre la Carta Robada" [1]), que permite encontrar como a partir de una serie arbitraria, sin ley, se puede deducir la ley que ordena dicha secuencia, que la condiciona, posibilitando así el pasaje de lo paradojal que resulta que una secuencia tenga una ley a partir de una que no la tiene. Este razonamiento permitirá ubicar lo imposible a partir del azar, permitirá ubicar lo real singular, permitirá preparar al sujeto para el encuentro con lo real sin ley.

Dicho de otra forma: de quedar el análisis en el primer registro lo haría interminable. Este tiempo es un paso necesario e inevitable para que el sujeto analizante pueda arribar a una vida abierta a la posibilidad de una serie sin ley, es decir abierto a la contingencia, pero provisto de nuevos recursos para hacerle frente.

Por lo tanto, un análisis que no contemple el punto de capitón corre el riesgo de perderse en la nebulosa ("hay que reconocer que esto es corto" dice Lacan en el Seminario 24 [2] refiriéndose al fin del análisis en el punto de saber hacer con el síntoma) y uno que considere solamente como objetivo el capitón del nombre del padre queda condenado a la religión.

Esta conjunción se transmite en el pase.

El pase siempre es un mirador hacia el fin que propone a través de los testimonios, una nueva forma de ficción que permite sacar a la experiencia del análisis de lo inefable pudiéndose así introducir algo nuevo en el universo del saber analítico.

Al final del análisis el síntoma, sostiene en su testimonio Xavier Esqué, es una especie de castración terapéutica donde cada fin es trabajado por el real que lo atraviesa.

En el pase se constata la imposibilidad de una estandarización de las formas conclusivas. Se constata la ausencia de un algoritmo del final.

Dicho de otra forma no hay estándar del acto analítico, como no hay estándar del pasaje de analizante a analista.

Recordar esto es para hacerse eco de una advertencia: "nada protege al procedimiento del pase de volverse también una ceremonia."[3]

 

El pase hoy

En el curso del 2004, titulado "Piezas sueltas" (en la 5° sesión), Miller nos provee algunas coordenadas conceptuales que nos orientan en la última enseñanza de Lacan.

Allí se enfatiza que este tiempo no se encuentra regulado por la referencia al lenguaje sino a lalangue, por cuyo efecto Lacan pasa a ocuparse menos de los efectos de sentido que de los efectos que son afectos.

La escisión entre lalangue y el lenguaje instituye la separación entre el efecto de sentido y el afecto. Este rodeo es para ir introduciendo el sinthome como acontecimiento propio del cuerpo, es decir experimentar el sentimiento de un goce que excluye al sentido.

Bajo estas coordenadas queda cuestionada la concepción que promueve que un psicoanálisis serviría solo para que el afecto pueda ser subsumido o reducido a un efecto de sentido.

Ahora bien, es indudable que el psicoanálisis se ofrece a dar una salida a la mortificación del goce por la vía del sentido. Pero si fuese reducido y limitado a esa consideración resultaría empobrecido y limitado en el alcance de su potencia curativa.

El sinthome, rebelde al efecto de sentido es por lo tanto inanalizable y lo que hay que resaltar es su función de suplencia ¿suplencia de qué? Del padre y del falo.

Es una suplencia a la carencia estructural de todo padre, en lo que este no pudo anudar en la conjunción de lo simbólico y de lo real.

El sinthome es siempre una suplencia a la declinación estructural de la función del padre.

Así podemos instituir que la diferencia entre el síntoma y el sinthome reside en que el sinthome designa aquello que del síntoma permanece rebelde al inconsciente, eso que del síntoma no representa al sujeto, que no se presta a ningún efecto de sentido, y que debería dar lugar a la construcción de un nombre propio.

Esta perspectiva del final considera que lo que se espera del pase y su producto, el AE, es que este se sienta llamado a otra cosa que a identificarse a los demás y como los demás.

Ahora bien, en este momento conceptual Lacan propone como referencia a Joyce, sirve como brújula, ya que no se trata que el final de análisis produzca y el pase nomine a un artista sino a un sujeto joyceano, es decir un sujeto identificado con su sinthome y que sepa y pueda hacer algo con ello.

Esta será entonces la obra de cada cual.

El psicoanálisis no es un sinthome [4], sí el psicoanalista.

El psicoanalista solo puede concebirse como sinthome.

 

Para concluir

El arte en la perspectiva que inaugura Lacan, a partir de El Seminario, Libro 23, es como recuerda Jacques-Alain Miller, el envés del psicoanálisis, un envés que no es el del discurso del amo, sino el saber hacer del artista.

El arte así se constituye en otro envés del psicoanálisis.

El final de análisis en esta perspectiva quiere decir que resta hacer del síntoma una obra singular.

La existencia de lo real que para nosotros se escribe "no hay relación sexual" garantiza de alguna manera la presencia del síntoma.

La mutación del síntoma neurótico en sinthome es lo que se ubica, hoy, en el horizonte del final de análisis y su verificación en el dispositivo del pase.

El pase es la invitación a transmitir la manera en que cada pasante encontró la forma de hacer con su sinthome.

Hubo un modelo de pase perfecto pero nunca hubo ni habrá uno de pase ideal.

Oscar Zack es psicoanalista, AME de la EOL (Escuela de la Orientación Lacaniana) y de la AMP (Asociación Mundial de Psicoanálisis).

NOTAS

  1. Lacan, J., "El seminario sobre la Carta Robada", en Escritos 1, Buenos Aires, siglo xxi editores, 1985.
  2. Lacan, J., El Seminario 24, "L´insu", inédito.
  3. Miller, J.-A., Política Lacaniana, Buenos Aires, Colección Diva, 1999, p.35.
  4. Lacan, J., El Seminario, Libro 23, El sinthome, Buenos Aires, Paidós, 2006, p.133.
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