Febrero 2008 • Año VII
#17
Misceláneas

Una predicción lacaniana

Fernando Vitale

Bajar este artículo en PDF

Los triángulos de la vida II
130 x 140 cm
Diana Chorne

La interrogación de un párrafo de Lacan permite ubicar su anuncio histórico de un cambio en el discurso, situado precisamente en el último capítulo del Seminario Aún. Ese cambio en el discurso sustituye el significante saber -relativo al saber inconsciente-, por el significante aprender, significante privilegiado por la ciencia y el cognitivismo. A su vez, sustituye al sujeto del inconsciente por la rata del laberinto. Este anuncio mencionado, predicción lacaniana, es el de la instalación del discurso universitario, con sus consecuencias políticas y sociales a nivel de la tecnocracia actual, pero también con sus consecuencias clínicas a nivel de las nuevas formas del síntoma.

Trabajo presentado en las XIV Jornadas Anuales de la EOL "Síntoma o trastorno", correspondiente a la sección Disciplina del comentario del Coloquio Seminario dedicado al tema "Cuerpos silenciados, cuerpos que hablan".

El párrafo que elegí para interrogar se encuentra en el último capítulo del Seminario Aún que tiene por título: "La rata en el laberinto" y que dice lo siguiente:

"¿Pero qué cambio se ha producido en el discurso, para que de pronto se interrogue a este ser sobre la manera cómo podría superarse, es decir, aprender más de lo que necesita para sobrevivir como cuerpo?"[1]

En primer lugar, ubiquemos con precisión el contexto en el que dicho párrafo se encuentra situado.

Según Lacan, "La rata en el laberinto" no es solo la última sesión de su vigésimo Seminario sino la sesión con la que decide cerrar el ciclo compuesto por veinte años de enseñanza ininterrumpida acerca de los fundamentos de la práctica de ese nuevo lazo social al que Freud bautizó con el nombre de Psicoanálisis.

Dicho cierre del ciclo, que articula la entrada en lo que Jacques Alain Miller ha llamado la última enseñanza de Lacan, se confirma si nos remitimos a las palabras con las que inaugurará su Seminario siguiente: "Recomienzo. Recomienzo puesto que había creído poder terminar. (…). Esto de pronto permite ver cierto relieve, el relieve de lo que había hecho hasta ahora".[2]

El título que le dará a ese recomienzo presenta como sabemos una enigmática equivocidad, que permite ser leído como "Los no incautos yerran" o "Los nombres del padre".

Ahora bien, ¿por qué Lacan decide cerrar el ciclo de esos veinte años de enseñanza, refiriéndose a las experiencias con ratas que desde hacía ya bastantes años se venían realizando en forma sostenida en lo que denomina esos bajos fondos de la ciencia?

Si nos atenemos al párrafo en cuestión, lo importante no radica en detenernos en las experiencias en sí mismas sino en el cambio de discurso al cual responden. Es más, lo que Lacan plantea es que los mismos investigadores que las forjaron, y a los que llamativamente ni siquiera cita, no por ello desconocen menos la operación de cambio de discurso a la cual se encontrarían sirviendo. Lo dice así: "Se lo preguntan. No saben por qué se lo preguntan. Pero se lo preguntan de todos modos y hacen para ratas un pequeño laberinto".[3]

Como verán, estoy tomando la noción de discurso en el sentido preciso que le ha dado Lacan desde su Seminario "El reverso del psicoanálisis", respecto a la cual dice en la página 26 del Seminario Aún, cuyo último capítulo estamos comentando, lo siguiente: "Me canso de decir que esa noción de discurso ha de tomarse como vínculo social, fundado en el lenguaje".[4]

Con estas aclaraciones retomemos entonces la pregunta en cuestión reformulándola parcialmente: ¿Pero qué cambio se ha producido en el vínculo social para que de pronto se interrogue a una rata sobre la manera como podría superarse, es decir, aprender más?

Las resonancias son otras.

De este modo, queda descartada cualquier confusión con aquellas experiencias de observación de la conducta animal que dieron nacimiento a lo que se llamó etología.

Aquí se trata de otra cosa.

¿A qué experiencias se refiere entonces?

Se trata de aquellas experiencias con ratas realizadas por diferentes investigadores, uno de cuyos más conocidos exponentes fue B.Skinner creador del dispositivo de investigación que se hizo célebre bajo el nombre de "The skinner box".

El montaje se reducía inicialmente a lo siguiente: Se introduce a una rata en una caja construida de tal modo que si la rata aprieta una pequeña palanca, logra abrir de ese modo una pequeña puerta que libera entonces una bolita de comida.

Se dice que la rata aprende si ante la repetición de pruebas del mismo tipo se constata que la tasa del número de ensayos y errores necesarios para lograr el objetivo disminuye lo suficiente como para ser considerado significativo.

Insisto entonces: ¿por qué Lacan cierra su ciclo de veinte años de enseñanza, remitiéndonos a esas experiencias que a primera vista parecen insignificantes para nosotros?

La cuestión clave que él ubica allí es la transformación de la pregunta por el saber, por la de un aprender.

Sabemos que éstas experiencias, y las sucesivas conceptualizaciones que fueron forjando los teóricos de la llamada Psicología del comportamiento, son las que iniciaron el camino que colocaría a la noción de aprendizaje como uno de los significantes amos de nuestra vida contemporánea.

Es indudable que Lacan veía en ello algo profundamente inquietante.

No nos olvidemos que Skinner, a partir de su teoría del condicionamiento operante, consideró que sus experiencias con ratas eran extrapolables al análisis de cualquier conducta humana incluida la adquisición del lenguaje; es decir, que permitían romper la barrera misma que diferenciaba al campo de la naturaleza del campo de la cultura. Podemos discutir a las teorías de Skinner hasta el cansancio, como por otra parte ya se lo ha hecho desde hace muchísimos años. La cuestión es qué eficacia podemos esperar de ello.

¿Qué pasaría si con Lacan invertimos la cuestión y tratamos de pensar, en cambio, a qué nueva configuración del lazo social ha contribuido a fundamentar, sostener y extender en su alcance, aún sin saberlo?

No nos confundamos, no se trata de refutarlo. Nos guste o no, Skinner tiene razón si pensamos que lo que describe es el modo de funcionamiento del lazo social al que Lacan llamó discurso universitario. De un discurso no pueden surgir más que las nociones que sus propias leyes de estructuración determinen. No hay escapatoria, o se lo acepta o lo único que resta es cambiar de discurso.

Esa ha sido la perspectiva de Lacan desde que introdujo los matemas de lo que llamó los cuatro discursos. Es desde allí como, por ejemplo, analizará algunas de las nociones claves de la filosofía aristotélica como estrictamente determinadas por el discurso del amo antiguo en el cual surgieron. Dice Lacan en la página 43 del Seminario Aún: "de dónde se produce éste discurso del ser: es, sencillamente, el ser de la bota, el de las órdenes, lo que habría sido si tú hubieses escuchado lo que te ordeno". [5]

Tomemos otro ejemplo: el análisis de la lingüística de Chomsky que realiza Lacan en el Seminario "De un discurso que no sería del semblante".

En ese momento Lacan era objeto de ataques provenientes de aquellos que lo acusaban de hacer un uso metafórico y no científico de la lingüística; es decir, un anticipo de lo que conocimos no hace mucho como "el affaire Zokal".

¿Cuál fue su respuesta?

Dice allí Lacan, que el estatuto universitario en el que se encuentra enmarcada la ciencia lingüística la ha hecho girar hacia una cosa extraña.

¿A qué se refería?

A lo que condujo a Chomsky a proponer las nociones de competencia y performance, para sustituir aquello que Saussure había denominado lengua y habla.

Lo interesante es que para Lacan esas nociones eran sumamente útiles para permitirnos entender el funcionamiento del lazo social del discurso universitario.

Como anécdota podemos recordar que para Chomsky la teoría del lenguaje de Skinner era absolutamente inaceptable; sin embargo para Lacan eso resultaría absolutamente intrascendente.

Lo que hoy se considera aprendizaje, como cambio observable y medible en un comportamiento, está profundamente ligado a la metáfora de la adquisición de una mejora en el desempeño.

¿Cómo se identifican aquellos cambios en el comportamiento que implican que se ha aprendido algo? La demostración de la competencia se mide por la mejora en la performance.

¿Qué pensará Chomsky de aquello que, tomando como referencia sus dos conceptos claves -competencia y performance-, fundaron dos discípulos de Skinner bajo el nombre de T.H.P -"Tecnología de la performance humana" que establece "la metodología sistemática para el abordaje integral de la mejora continua en el desempeño individual grupal y organizacional"- y que domina hoy la teoría de la gestión social en todas las áreas que se nos ocurra?.

A partir del conflicto desatado en Francia por la enmienda Accoyer, hemos constatado, quizás con un poco de retraso, que la vocación del discurso universitario es monopólica y que se va extendiendo cada vez más hacia zonas hasta hoy insospechadas, como por ejemplo la crianza misma de los niños.

Hace poco pudimos leer la entrevista que el colega José Ioskyn le realizó al Dr. Pollak, médico pediátra argentino residente en los EEUU, que se difundió entre nosotros por Internet y que acaba de ser publicada en el libro "D’Evaluación del nombre del padre", quien planteaba: "Conozco personalmente gente que ha contratado "asesores" para que su chico de tres años esté a los dieciocho en las mejores condiciones de competir por una plaza en Harvard, Hopkins o Yale. Tengo amigos que tomaron una institutriz china para sus hijas de seis, cuatro y dos años –además de mandarlas por la tarde a un programa de inmersión en lenguaje chino- para prepararlas para comerciar con China en el futuro; y otros que a su hija de tres años le retiraron la batería de juguete para que practique con un violín, ya que este es un instrumento mejor visto en las entrevistas de ingreso en la Universidad"[6]

¿Qué es por ejemplo ese nuevo trastorno denominado "síndrome de déficit atencional" sino una patología de la performance; es decir un síntoma propio del discurso universitario?

Los matemas discursivos forjados por Lacan nos permiten ver que lo que hoy manda en el mundo no es más el amo-padre, residuo familiar de las organizaciones sociales, sino el Todo saber estandarizado y globalizado. Lo que obedece no es más tampoco el saber soportado por un cuerpo vivo sino el objeto unidad de valor separado de su saber inconsciente y cuya única expectativa vital queda reducida a superarse y aprender más a los fines de recibir el grado que defina su valor objetivizado. En el lugar de la producción Lacan ubica a la división subjetiva en un nuevo estatuto y completamente desarticulada del significante amo.

La rata en el laberinto no es otra cosa que aquello en lo que uno se convierte cuando es tomado por ese nuevo modo de configuración del lazo social.

¿Predicción lacaniana? Si, Lacan cerró el ciclo con una predicción que debemos tomar seriamente en consideración para comenzar a conceptualizar la estructuración de aquello que llamamos hoy los nuevos síntomas y que no remiten a un determinismo edípico.

Esto nos brinda elementos para poder pensar en una clínica propia del discurso universitario.

Concluyo entonces con otra cita anterior de Lacan, que corresponde a la única clase disponible del Seminario inexistente y que fue publicada recientemente en "De los Nombres del Padre": "Sabemos donde desemboca este efecto: en los proyectos cada vez más intencionales de una tecnocracia, en el examen psicológico de los sujetos que buscan empleo, en la entrada en los marcos de la sociedad existente, con la cabeza gacha bajo el patrón del psicólogo. Digo que el sentido del descubrimiento de Freud está respecto de esto en una oposición radical".[7]

Vemos así que Lacan no sólo articuló la praxis inventada por Freud en tanto reverso del discurso del amo. Mi conjetura es que cerró esos veinte años dejando como herencia una otra perspectiva.

Fernando Vitale es psicoanalista, miembro de la EOL (Escuela de la Orientación Lacaniana) y de la AMP (Asociación Mundial de Psicoanálisis).

NOTAS

  1. Lacan, J.: El Seminario, Libro 20, Aún, Paidós, Buenos Aires, 1992, pág.169.
  2. Lacan, J.: Seminario 21, Les non dupes errent, inédito.
  3. Lacan, J.: El Seminario, Libro 20, Aún, ob. cit., pág. 168.
  4. Lacan; J.: El Seminario, Libro 20, Aún, ob. cit., pág. 26.
  5. Lacan, J.: El Seminario, Libro 20, Aún, ob. cit., pág 43.
  6. D `Evaluación del Nombre del Padre. La Plata. Cita Ediciones, 2005, pág. 125.
  7. Lacan, J.: De los Nombres del Padre, Paidós, Buenos Aires, 2005, pág. 73.
El Caldero Online Cuatro+Uno EntreLibros
La Red PAUSA ICdeBA IOM2
EOL Wapol FAPOL Radio Lacan