Las relaciones del sujeto con el lenguaje, los efectos del significante en su articulación al cuerpo, por un lado y, por otro, la conveniencia de precisar los trastornos del lenguaje, siguen siendo sólidos instrumentos para el abordaje de la clínica de la psicosis; aunque esta nos muestre nuevas formas que no se avienen a las descripciones de la nosología clásica. No obstante, la investigación y el tratamiento de las mismas no pueden prescindir del conocimiento del saber acumulado tanto por la psiquiatría (Wernicke, Krestchmer, etc) como por el psicoanálisis, y es necesario tambien, ante el hecho de que la posibilidad de construcciones delirantes se hallen debilitadas y nos encontremos con nuevas configuraciones de las psicosis, seguir poniendo a prueba nuestras herramientas para una orientación adecuada.
Y la moraleja de esto es: ‘Cuida el sentido, que los sonidos se cuidarán solos’
Aventuras de Alicia en el país de las maravillas,
Lewis Carroll
Psicosis contemporáneas es el nombre que se me ocurrió para ilustrar, o tal vez, encontrar un sintagma desde donde problematizar ciertas presentaciones en la llamada época del Otro que no existe. Hace apenas algunos días nuestro colega Eric Laurent planteó la necesidad de incorporar la idea de psicosis ordinaria como un programa de investigación, lo que nos ayuda a desnaturalizar las nosografías clásicamente conocidas.
Decíamos, la época del Otro que no existe ¿pero la psicosis no es un ejemplo cabal de que no hay Otro del Otro? Más específicamente, la esquizofrenia ¿no es un testimonio patente y doloroso de la tachadura del Otro?
Pues bien, no podemos negar que la vertiente irónica –que algunas veces cumple paradójicamente un rol en la estabilización del sujeto- disuelve toda posible ilusión de una comunidad de sentido. Incluso lo "paranoide" en la esquizofrenia, que alude al polimorfismo clínico de ésta (y no como a veces se piensa, a lo persecutorio), es la puesta en escena de cierta indiferencia al Otro del código.
¿Qué pasa entonces con la paranoia o la melancolía? Es un hecho evidente que hoy el intento de construcción de un Otro, que en estas psicosis se genera por la vía del delirio, se encuentra debilitada. De allí que suele expresarse la nostalgia de algunos profesionales psi al modo de: "melancolías y paranoias eran las de antes". Si bien esos típicos estados causaban el asombro del psiquiatra, tal como lo reconocía Freud, no comportaban necesariamente el principio de su entendimiento [1]. A saber, cuál era la lógica subyacente, o qué gramática soportaba la respuesta delirante, qué enigma inicial rubricaba la certeza interpósita que guiaría los encuentros extáticos y decadentes con el Otro gozador.
Considero que el nombrar los hechos clínicos dados en un sujeto, como psicóticos, no resuelve nada más (ni nada menos), que cierta modalidad de relaciones fenómeno-estructura que orientan la escucha y una mayor precisión en cuanto al lugar de intervención desde la transferencia. Esto último fue una preocupación central en J. Lacan para el tratamiento de las psicosis, ya que no desconoció en su lectura del caso Schreber el lugar del almicida (Seelenmord), el doctor Fleschig, como tampoco habrá dejado pasar por alto el libro escrito por este prestigioso neurólogo Cerebro y alma (Gehirn und Seele) donde se pueden rastrear los antecedentes de los enunciados o de la "inducción significante" en el delirio del presidente del tribunal supremo [2].
Discursos que porten semejante consistencia o atribución de lugar, sólo podrían tener la vitalidad de otro tiempo, en donde la impresión de un Otro del saber a quien nadie pide cuentas -pues se autoriza primero en lo que dice y luego en su experiencia-, ya no es patrimonio de los hombres de hoy. G. Agamben comenta en Infancia e historia que al hombre moderno se le ha expropiado su experiencia, posee una pobreza de experiencia. Hay un fárrago de acontecimientos que rebasan al hombre actual pero ninguno de ellos es convertido en experiencia y esto es lo que vuelve insoportable la existencia cotidiana.
Lo interesante que subraya el autor es que la experiencia "no tiene su correlato necesario en el conocimiento, sino en la autoridad, es decir en la palabra y el relato. Actualmente ya nadie parece disponer de autoridad suficiente para garantizar una experiencia.
Nuestra época posee el interesante desafío de poder articular tanto lo viejo como lo nuevo. No es el momento de cubrir con tierra seca el fecundo tesaurus de los maestros clínicos, como tampoco es la ocasión de estratificarse en suelos arcaicos sin aspirar el aire fresco de la superficie. Tanto algunos aportes de la clínica clásica, como algunos investigadores de nuestro tiempo pueden confluir, al menos es lo que intento demostrar, en un punto central: el interés en los trastornos del lenguaje.
Decir "trastornos del lenguaje" nos puede ayudar también a pensar que hay un trastorno propio del lenguaje, o un trastorno por el uso del lenguaje. "Hablar es un trastorno del lenguaje" decía J. A. Miller en Las psicosis ordinarias. Puede entenderse, entre otras cosas, que hablar es un modo de horadar lalengua de tal manera que la relación con el lenguaje no nos sea tan "normal" [3]. Y normal quiere decir que la intención significante viene dada, es impuesta, extranjera, xenopática; puede estar localizada en el Otro (paranoia), estar deslocalizada (fragmentación del cuerpo, disgregación y emancipación del pensamiento), o bien, develar el vector intencional de la realidad al modo de un "delirio de significaciones" [4], acepción por cierto inapropiada ya que justamente se trata de sujetos que no ponen en funcionamiento el artificio (como arte) del delirio en respuesta al enigma inicial. Veremos más adelante qué nos dice "lo sensitivo".
La era sensitiva
La hipertrofia del trastorno de ansiedad social a partir del DSM IV, gracias a la confluencia de los lobbys farmacéuticos y agrupaciones de pacientes y familiares, produjo una vez más la medicalización de los estilos de vida (el "life style drugs", como lo llama el prestigioso psicofarmacólogo D. Healy). Esto motivó que muchos sujetos tímidos y vergonzosos entraran en los casilleros de una supuesta enfermedad, atrayendo a su vez a algunas personas que en la consulta relataban, dentro del catálogo de las manifestaciones de este trastorno, fenómenos que implicaban otro orden que el del contagio masivo. La vergüenza, indicador fantasmático por excelencia, se expresaba en estos sujetos como la emergencia descarnada del objeto mirada o la mueca del mundo. Constatamos clínicamente la presencia de estos fenómenos en sujetos psicóticos que en otro tiempo habrían sido llamados "sensitivos". Vale decir, sujetos que clínicamente no se ajustan a lo que típicamente se clasifica como paranoia, esquizofrenia, parafrenia o melancolía. Tampoco es de nuestro interés que se adapten al delirio sensitivo, aunque sí nos importa interpretar esto.
Durante un tiempo se pensó en la clínica psiquiátrica que aquellos sujetos que presentaban el fenómeno de significación personal mórbida (Eigenbeziehung) posteriormente desarrollarían un delirio sistemático y se actuaba a tal fin. O bien alojando a los mismos en salas de clinoterapia a la espera del advenimiento del delirio, o bien apaciguándolos en un sueño profundo (ver foto).
En la actualidad, el empuje al delirio está, por la liquidez de los discursos, sofrenado, detenido. El lugar del analista como secretario del alienado, como receptor de un testimonio que alienta al sujeto a la estabilización del significante y el significado (vía la metáfora delirante), ha quedado cualitativamente desplazado al lugar de un destinatario del significante aislado en lo real, o al igual que el contrapunto orquestal, al otro lugar desde donde hacer resonar en forma atenuada los efectos de la no extracción de goce o del desanudamiento del sentido, de la frase o del cuerpo.
Para lo cual no debemos retroceder ante la pesquiza del acontecimiento, no como búsqueda cronológica sino como encrucijada de destino, como trazo...
"Siempre hay una ruptura con lo que Kraepelin llama (...) la evolución continua del delirio dependiente de causas internas –refiere el doctor Lacan. Es absolutamente manifiesto que no se puede limitar la evolución de una paranoia a las causas internas". Más adelante agrega: "Cuando se buscan las causas desencadenantes de una paranoia (diremos psicosis) siempre se pone de manifiesto, con el punto de interrogación necesario, un elemento emocional en la vida del sujeto, una crisis vital que tiene que ver efectivamente con sus relaciones externas, y sería muy sorprendente que no fuera así tratándose de un delirio que se caracteriza esencialmente como delirio de relaciones, término que es de Wernicke y no de Kretschmer"[5].
La referencia corresponde al "primer Lacan" pero se ajusta con precisión a los fenómenos predelirantes de nuestra época.
Siempre me llamó la atención esta mención a Wernicke, un eminente neurólogo y como tal, de espíritu localizacionista. Pero lo que interesa a Lacan y lo que a nosotros nos debe interesar, es la orientación hacia los hechos significantes de la locura. No es un detalle menor que Freud debió también acudir a Wernicke a la hora de hacer uso del concepto de pensamiento hipervalente o hiperintenso. Freud utiliza el concepto de Wernicke de überwertig en el Proyecto [6], en las conceptualizaciones de la histeria con Breuer [7] y en el caso Dora; aunque siempre para referirse a la histeria:
"Un itinerario de pensamientos así puede llamarse hiperintenso o, mejor, reforzado, hipervalente, en el sentido de Wernicke. A pesar de su carácter en apariencia correcto, resulta patológico por esta peculiaridad: no puede ser destruido ni eliminado por más esfuerzos conceptuales concientes y deliberados que haga la persona" [8].
Este uso detallado del significante nos ayuda precisamente a aproximarnos a los fenómenos más sutiles de nuestro tiempo y a sostener una clínica correlativa entre neurosis y psicosis.
Volviendo al delirio sensitivo de relaciones, el detalle de la mención a Wernicke, inadvertido por los clínicos, tiene en su núcleo la esencia de la psicosis. Lo sensitivo es la respuesta del sujeto a las relaciones que se le plantean en la realidad. En rigor de verdad, la realidad toda se tiñe de una significación enigmática. Wernicke subraya que se debe a un severo grado de los fonemas donde:
"... hay una acentuación sensitiva dada por la misma enfermedad como elemento adicional de en sí percepción sensorial normal". [Por lo tanto esto] "lleva a una alteración en la identificación secundaria en el sentido de que entre todas las interpretaciones posibles es preferida la que se refiere a la propia persona, -y añade- es la significación personal mórbida de Neisser, y de esta manera se favorece el surgimiento del Delirio de relaciones". [El cual es] "como el delirio de persecución, solamente un nombre colectivo para una gran selección de imágenes delirantes, las que están ligadas al acto de percepción y que se presentan simultáneamente con éste; consiste en una alteración de las propias percepciones (...) el enfermo hace la observación de que la gente se detiene, en ocasiones, debido a él, se apartan y hacen o efectúan cualquier clase de gestos. Cuando silba lo hacen delante de él, cuando hablan, hablan de él, lo siguen, las miradas y los gestos de personas extrañas se refieren a él" [9].
Ya posteriormente Ernst Krestchmer, a quien la historia le atribuyó este delirio de relaciones, plantea un aporte interesante que Lacan no deja pasar por alto en su tesis. El carácter reaccional del delirio, punto de partida de un Acontecimiento, señala al sujeto en el plano ético [10]. Es curioso y contradictorio a la vez, ya que el paranoico es quien indiscutiblemente señala al Otro como responsable del mal. En este caso el sujeto se asigna la responsabilidad de lo que le retorna como goce del Otro, ya que él reconoce estar lesionado en su ética [11], el delirio representa manifiestamente el calco exterior del desprecio interior de sí mismo. No voy a centrarme en lo ya conocido del autor acerca de la personalidad, lo situacional y la vivencia. Lo que sí me interesa recalcar es la interesante coalescencia entre ética y psicosis, que es también explicitada por Lacan en su seminario sobre las psicosis a propósito de Schreber:
"... en el caso del presidente Schrebrer una significación que concierne al sujeto, pero que es rechazada, y que sólo asoma de la manera más desdibujada en su horizonte y en su ética, y cuyo surgimiento determina la invasión psicótica." [12]
Hay una nueva clínica que convive con la vieja clínica, la de las bellas formas [13]. No es que hayan desaparecido brutalmente las viejas paranoias, ni las sorprendentes parafrenias, pero sí habitan en constelaciones clínicas mucho más borrosas [14].
Sin embargo las "nuevas presentaciones" nos impulsan a no soslayar el hecho consustancial a la psicosis una y otra vez enunciado por Jacques Lacan: "la relación del hombre con el significante" [15], o bien,
"La relación entre el significante y el sujeto ... se encuentra ...desde el aspecto de los fenómenos, si regresando de la experiencia de Freud, se sabe el punto adonde conduce..." [16]
No se trata de un significante que engendra sentido o que puede llevarnos a una hermenéutica infinita (como suele criticársele aún hoy al psicoanálisis), sino más bien de una clínica del significante aislado y su posible apareamiento de goce o la fuga del sentido.
Si continuamos con nuestra lectura anacrónica [17], es el significante en su dimensión de letra, la cual sabemos que ...
"es mucho menos etimológica (precisamente diacrónica) que homofónica (precisamente sincrónica)" [18].
Hace ya varios años que veo a un sujeto que, según él, encontró una salida al "caos" por la vía de la escritura [19]. Pero una escritura que resultó ser estrictamente artesanal [20]. No es en sí el acto de escribir lo que le evitó desengancharse del Otro, pues él ya lo hacía habitualmente, sino una modalidad de escritura, producto de su análisis, que osciló inicialmente entre la "poesía libre" y el "soneto", para luego inventarse un estilo propio: "el emocionismo". Este estilo tiene la particularidad de ser un soneto que no respeta la estructura rígida del mismo pero que le ayuda a "encontrar el sentido". El emocionismo es el nombre a "un sentido" que es la evitación misma de su deslizamiento al infinito, como le sucede cuando retorna al ejercicio de la poesía libre, o para poder eludir la extrema compacidad del soneto, que en él se expresa como taedium vitae e inercia.
La psicosis y los trastornos del lenguaje
"... para que estemos en la psicosis tiene que haber trastornos del lenguaje, en todo caso les propongo que adopten provisionalmente esta convención" [21]
En un artículo del 2003 del American Journal of Psichiatry, el investigador Shitij Kapur se interroga acerca de los procesos mentales en la psicosis proponiendo que la misma es "un estado de significación [salience] aberrante [22]". Al margen del desarrollo biológico sobre el que asienta este precioso trabajo, el mismo posee la virtud de señalar el punto álgido de la fenomenología de la psicosis, lo que él llama "experiencias de significación aberrantes". Acontecimientos que no son privativos de las psicosis, como él lo aclara, sino que también se suceden en personas normales, lo mórbido reside en la atribución (la interpretación) que se le da. Es interesante leer a continuación de qué manera el autor se pregunta sin ningún prejuicio acerca de por qué cuando a un paciente se le suspende la medicación neuroléptica, los síntomas vuelven al mismo lugar del desencadenamiento de la enfermedad, vale decir, al punto inicial de la experiencia de significación aberrante. Algo muy cercano a lo que Lacan define como lo real. Kapur ubica, sin mencionarlo explícitamente, el trastorno esencial de la psicosis a nivel del lenguaje [23]. Vale decir, las experiencias de certeza en las cuales el sujeto se encuentra concernido por una significación que le resulta enigmática. El significante aislado en lo real que señala en una pura intencionalidad al sujeto, perceptum desvelado que revela los qualia del mundo tal como son (mirada sin ojos).
Ese aspecto, es necesario recalcarlo, es ineliminable y a su vez consustancial a las psicosis. Es el develamiento de la pura intencionalidad del significante, es esa exagerada sensibilidad a las saliences descripta por Kapur, o bien ese giro singular del espíritu que hace "reglamentar las coincidencias"o "codificar lo imprevisto" como lo mencionan Serieux y Capras en sus Folies raissonantes.
Hay entonces, lo real.
Durante un lapso acotado de tiempo concurrió a mi consulta un joven que padecía de "ataques de pánico". Fue tratado como tal, pero los síntomas fueron incrementándose gradualmente hasta tomar la zona faríngea, el tórax, el epigastrio y hasta los músculos respiratorios. Su estado obedecía, según sus dichos, a un "cordón atravesado en el tórax". Este cordón iba ciñéndose cada vez más hasta poner en riesgo su vida. Acude a la cita ayudado por familiares y amigos, ya que "no podía dar un paso más". Llevaba un año de tratamiento psicológico, al cual concurría espontáneamente, pero a pesar de su esfuerzo denodado y el del psicoterapeuta, no obtuvo alivio alguno.
Decidí tomar el "cordón" por el caso. Cada vez que en sus dichos se derramaba la libido para diferentes partes del cuerpo (cabeza, pulmones, piernas, etc.) intervenía sobre el "cordón" -¡Pero si eso está allí!
La práctica inicial de yoga y luego artes marciales le permitió ubicar "un problema energético en esa zona" para así condensar el goce en una especie de anillo que bordea su torso. El abrigo de la zona y la posición erguida le proveyó de un soporte imaginario que le permite hasta hoy neutralizar la mirada gozosa de las mujeres y poder "plantarse" frente al otro sexo, adquiriendo su retórica un matiz performativo: "voy sin vueltas, me paro y digo..."
Orientaciones
Una determinada relación del sujeto con el lenguaje, en su lógica, en su peso literal, en su intencionalidad real, y porqué no, en su forma, se ha convenido en llamar psicosis –y el peso que posee este vocablo crea la ilusión de un acuerdo con la psiquiatría.
Quizás se pueda traducir el epígrafe al modo de "cuidemos el sentido pues lalengua se cuida sola", o mejor, "acompañemos a la construcción de un sentido posible pues hay que saber hacer con eso que se impone".
Pero finalmente la orientación, tal como Lacan lo plantea hacia el final de su enseñanza, a lo real, forcluye el sentido [24]. Si hay un sentido posible lo hallamos en "la copulación del lenguaje ... con nuestro cuerpo" [25]
Enseñanza invertida para la neurosis: "cuidemos el significante (homofonía y letra) y suspendamos el sentido (sólo queda el llamado "poder discrecional del oyente"). Al fin y al cabo el síntoma, para que sea analizable debe llevar en su seno un rastro de significación personal [26].
Y Emilio Vaschetto es miembro de la EOL y de la AMP, miembro del Centro Descartes, Vicepresidente del capítulo de epistemología e historia de la psiquiatría de la APSA y docente del Departamento de Salud mental de la UBA.
NOTAS
- Ver Sobre un caso de paranoia descrito autobiográficamente (Schreber), Freud S., EA XII.
- Un trabajo al que me he abocado en algunas clases o seminarios es a hacer una lectura comparada de los dos textos (el de Schreber y el de Fleschig). En ellos se encuentra una coincidencia extraordinaria. En nuestro medio el libro de Paul Fleschig Cerebro y alma tuvo una escasa circulación pese a la excelente traducción de los doctores Outes y González y los invalorables aportes del doctor Goldar en el prólogo.
- "Se trata para el hombre justamente de arreglársela con esa modulación continua, como para que no le ocupe demasiado." El seminario, Las psicosis, J. Lacan, pág.163.
- Ver K. Jaspers, Tratado de psicopatología general, FCE, México, 1993.
- Lacan, J., El seminario. Las psicosis, Ed. Piados, pág. 31.
- Freud, S. Proyecto de psicología para neurólogos, EA I, p. 394.
- (EA II, p. 257).
- (EA VII, p. 48).
- Wernicke, C, Tratado de psiquiatría, Ed. Polemos, p. 131.
- Lacan, J., De la psichose paranoïaque dans ses rapports avec la personnalité, Seuil, 1975. pág. 91.
- E. Kretschmer, Paranoïa et sensibilité, Presses Universitaires de France, París, 1963.
- Lacan, J., Seminario .Las psicosis, Ed. Paidós, p. 124.
- Sobre la psiquiatría como discurso estético pongo a disposición del lector dos de mis trabajos presentados en sendos congresos: Ecos argentinos de la Otra psiquiatría (Madrid, 2006); Hacia una historia de los síntomas... (La Plata, 2006).
- "La clínica nos enseña que los casos más frecuentes son precisamente los mixtos o híbridos entre la paranoia y la esquizofrenia, la paranoia y la melancolía, la esquizofrenia y la melancolía". En Estudios sobre las psicosis, J. M. Alvarez, Colección AGSM La Otra psiquiatría, 2006. Pág. 173.
- Ver: J. Lacan, Función y campo de la palabra...
- Lacan. J., De una cuestión preliminar..., Escritos 2, Ed siglo XXI, pág. 518.
- Podríamos preguntarnos si es factible una lectura eucrónica de la obra de Lacan. Las enseñanzas de J.A. Miller y E. Laurent nos han transmitido, a mi modo de entender, un ordenamiento no canónico ni heurístico, sino lógico. (Acerca de la lectura anacrónica sugiero el libro de G. Didi-Huberman Ante el tiempo, A.H. Ed., 2005).
- Ibid pág. 551. A riesgo de cansar al lector, podríamos continuar deslizándonos en la misma página del texto donde añade: "Queda el hecho de que el inconciente se preocupa más del significante que del significado..."
- El material completo correspondiente a este caso fue presentado en las jornadas de Enlaces de noviembre de 2006, bajo el título: Caso A. Del "arresto" al estilo propio.
- "¿Qué es el saber hacer? Es el arte, el artificio, lo que da al arte del que se es capaz un valor notable, porque no hay Otro del Otro que lleve a cabo el Juicio Final (...) Esto significa que hay algo de lo que no podemos gozar. Llamémoslo el goce de Dios, incluyendo allí el sentido de goce sexual." El seminario, libro XXIII. El sinthome, Ed. Paidós, 2006. pág. 59.
- Lacan, J., El seminario, Las psicosis, Ed. Paidós, pág. 133.
- Kapur, Shitij, Psicosis as a state of aberrante salience: a frameworkking biology, phenomenology, and pharmacology in schizophrenia,American Journal of PsichiatryJanuary 2003. Como se verá el término "salience" lo he traducido como significación por sugerencia del Dr. Anibal Golchluck quien fue el que me acercó este trabajo. Verdaderamente, el fenómeno se aproxima a lo que Clemens Neisser, a fines del siglo XIX había definido como "significación personal mórbida" y que viene a ser el "embrión lógico" del fenómeno elemental.
- Al respecto conviene no confundir a este autor con otros investigadores neurobiólogos como E. Kandel quien intenta el recorrido inverso al querer "validar" las ideas del psicoanálisis mediante la exploración directa del cerebro humano. Más aún, reconoce en este tópico su "fascinación" actual. (Recomiendo leer en su último libro, Psichiatry, psychoanalisis and the new biology of mind, APP ed., 2005, en su introducción, pág. xvii).
- Lacan, J., El seminario. El sinthome, Ed. Paidós, 2005, pág. 119.
- Ibid. 120.
- El síntoma "como algo que señala al sujeto que sabe que eso le concierne, pero no sabe lo que es" Problemas cruciales del psicoanálisis. Seminario 1965-66, inédito.