Enero 2016 • Año X
#31
Soledades

Una vuelta al amor cortés

Gerardo Battista

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Amuro
Ludmila Malischevski

Indagaré sobre el estatuto de soledad y cuerpo en los jóvenes en relación a las llamadas nuevas tecnologías.

El uso que lo púberes-adolescentes hacen de las redes sociales depende de su propia modalidad de goce. Ello se desprende de la indicación de Lacan en El Seminario 17 sobre la función de estos gadgets: encarnan los objetos de goce de un sujeto. Son ofrecidos por la ciencia y se sitúan en el lugar de la falta de saber en lo real del sexo. Lo evidencian dos publicidades de objetos tecnológicos que le ofrecen a los púberes-adolescentes soluciones pret-a- porter para evitar el encuentro con Otro cuerpo: “Elegí a tu compañero ideal” y “Sentite cómodo con la tecnología”.

Sabemos que la pubertad es un momento lógico donde se verifica la puesta a prueba de la formalización de las respuestas fantasmáticas y sintomáticas de las que se valió en su salida de la infancia. Ante esta nueva oleada pulsional el sujeto se ve interpelado a abandonar el goce autoerótico solitario en el propio cuerpo para obtener un goce a través del cuerpo del Otro. Para ello, no sólo tendrá que reactualizar las elecciones de objeto infantiles sino realizar una invención ante ese goce inédito, expresión de un cuerpo opaco al sentido, para hacerlo vivible. En este sentido hay salidas sintomáticas posibles para la adolescencia, pero también es posible no salir totalmente y entonces la adolescencia se prolonga. Jóvenes cuyas condiciones subjetivas no le han permitido un arreglo vía el NP son proclives a estas plataformas tecnos que se hermanan bien con la compulsión.

Happn es una red social geolocalizada y en tiempo real, donde cada perfil indica el número de veces que el usuario se ha cruzado con la candidata seleccionada. Su slogan: “Conoce a las personas más cotizadas con las que te has cruzado… Convertí esos amores de un minuto en posibles relaciones”,da a ver la tendencia actual que reduce a los sujetos a objetos de consumo listos a adquirir en la góndola virtual, poniendo énfasis en perpetuar la inmediatez del instante en detrimento de lo mediato del encuentro con el deseo del Otro que inscribiría su falta en la vía del deseo y de la lógica fálica. Dependerá, como ya he planteado, del goce de cada quien que ello decante en un encuentro, no sin la contingencia en juego, con el Otro sexo o queden enquistados en una satisfacción inmediata inherente al goce del Uno, variaciones que delimitan la polaridad entre el lazo y las soledades.

Me interesa centrarme en los púberes y adolescentes que se enamoran por meses de aquellos con quienes nunca se encontrarán del mismo lado de la pantalla. Me serviré de este fenómeno para pensar el estado actual de la soledad.

Una hipótesis: se puede pensar una vuelta al amor cortés como respuesta contemporánea de los púberes-adolescentes ante la no-relación sexual.

El pensamiento medieval ubicó en el cenit al amor, de tal modo que ante él no hay hombres ni mujeres sino tan sólo unas apariencias encarnadas e intercambiables, de manera que el cuerpo llega a tener menor densidad que el mismo amor. Resuena la indicación de Lacan: “el amor es el amor cortés”.[2] El amor cortés es una modalidad amatoria que tuvo vigencia entre el siglo XI y XIII que consiste en una creación poética llevada a cabo por trovadores donde “el objeto femenino está vaciado de toda sustancia real”. [3] Se presenta con caracteres despersonalizados a tal punto que todos los cantores parecían dirigirse a una misma Dama.En contraposición, la relación de los jóvenes con los gadgets tiende a sustituir la poética del trovador por la elisión de la palabra y la dirección al otro producto de la proliferación del imperio de las imágenes, es decir, la relación con las pantallas.

La Dama adviene como prohibida para el amante instalándola en el lugar de lo inaccesible. "El envoltorio amoroso de lo éxtimo que asume el rostro inhumano de la mujer en el amor Cortés".[4] Hoy el impedimento de un posible encuentro estaría, ilusoriamente sostenido, en aquello que pareciera fomentarlo: la pantalla.

Lo secreto de este amor está en la privación que sitúa dos posiciones: Una de ellas refiere a que el amor cortés es“la sublimación del objeto femenino”,[5] mantiene a una distancia segura lo intolerable de la Cosa. Por ello, Lacan, en Aún, lo percibe como una forma refinada para suplir la ausencia de la relación sexual. Un modo de satisfacción sostenido desde el “goce de la privación”.[6] La segunda posición frente a la privación sería hacer de ésta una estrategia imaginaria en la que se finge que sólo dependería del amante poner o no obstáculos para acceder a la Cosa. En "Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa" Freud propone que el valor psíquico de la necesidad de amor se hunde tan pronto como se le vuelve holgado satisfacerse. Hace falta un obstáculo para pulsionar a la libido hacia lo alto, y donde las resistencias naturales a la satisfacción no bastaron, los hombres de todos los tiempos interpusieron unas resistencias convencionales al goce del amor. Si el amor es la suplencia de la imposibilidad, es en ese campo donde se experimenta desórdenes de lo real condenando a la repetición de lo Uno que comanda el empuje a La mujer.

Ambas posiciones refieren a diferentes soledades. La soledad del poeta es la referida a la invención ante el vacío; mientras que la reversión actual del amor cortés es una forma de darle consistencia a la relación sexual sustrayendo el cuerpo de la escena. Rechazando el pasaje por Otro cuerpo quedan náufragos en el ciberespacio, índice de un goce deslocalizado. Lacan, a la altura de El seminario VII, ubica que el vacío de la Cosa es la condición para que haya sublimación, en la época contemporánea estamos frente a una intrusión de la Cosa. Intrusión que cancela el vacío que genera una emergencia de lo real de la Cosa. A mayor conexión más desconectados y, por consiguiente, más solos: paradoja del superyó.

Lo que el amor cortes actual vela y devela es que estos aparatos son el objeto transicional contemporáneo. [7] Por tal razón, estos gadgets pueden constituirse en prolongaciones de zonas erógena deviniendo en el compañero ideal debido a su condición de ser un partenaire sin cuerpo. El adolescente no apostando más sobre la función paterna, tampoco sobre el peso de su palabra, se siente, desamparado y solo, tentado a replegarse sobre un modo de goce que le funciona como lugar de existencia. [8] El sujeto, en su relación con el gadget elide la castración, se envuelve en un goce autoerótico sin intermitencia que desconecta del Otro caracterizando de esta manera la soledad contemporánea. Desde esta perspectiva, “Sentite cómodo con la tecnología” no es más que un imperativo que empuja a un goce al servicio del autoencierro y la desorientación. Respuestas habituales de algunos jóvenes ante el encuentro con uno de los nombres de la no-relación sexual, la pubertad; quienes insertos en un contexto donde los discursos establecidos se muestran inoperantes ante lo real comprometen al lazo social.

Lacan en “La tercera” ubica que “no conseguiremos que el gadget no sea un síntoma. Por ahora lo es, con toda evidencia. Es muy cierto que tenemos un automóvil como una falsa mujer. Queremos que absolutamente sea un falo, pero solo tiene relación con el falo por el hecho de que el falo es lo que nos impide tener una relación con algo que sería nuestro correspondiente sexual, y que es nuestro correspondiente parasexuado”. [9] Siguiendo la cita de Lacan podemos pensar que esta época ofrece, cada vez más, gadgets donde antes el falo era el que instauraba y sustentaba, una escena que circunscribía un goce, la vida amorosa entre los sexos. Byung-Chul Han en La agonía de Eros plantea que en un mundo de posibilidades ilimitadas, no es posible el amor. Según el autor ello se debe no solo al exceso de ofertas de otros otros, sino también a la erosión del otro unida a un excesivo narcisismo de la propia mismidad. Así, la sociedad del consumo aspira a eliminar la alteridad a favor de las diferencias consumibles. Todo es aplanado para convertirse en objeto de consumo. En consonancia con ello, ubica que a través de los medios digitales se produce una eliminación total de la lejanía. Pero esta, en lugar de producir cercanía, la destruye en sentido estricto. En vez de cercanía surge una falta de distancia, Happn dixit.

Desde esta perspectiva, retomando la hipótesis inicial, podemos ubicar en la vuelta del amor cortés una exaltación del amor en tiempos del goce y una recuperación de la alteridad que recae en la figura de la Dama, la cual puede ser encontrada solo a una distancia absoluta. Por ello, este uso particular de estas plataformas, que eluden el Otro cuerpo y que se erigen como el partenaire ideal, podría implicar, paradójicamente, un esbozo de respuesta ante la irrupción de la sustancia gozante en el cuerpo que no se articula ni en el circuito pulsional, ni en el aparato del fantasma que los confronta a un agujero de saber en el Otro.

¿En qué sentido la vuelta del amor cortés, como respuesta contemporánea ante la no-relación, podría oficiar de enmiendo? El amor cortés al erigir un objeto en su centro permite regular los circuitos del goce. Fantasma y amor cortés organizan y ponen al día el campo del goce ligando lo inaccesible y la recuperación del goce. Técnica erótica que coloca lo prohibido en otro lugar distinto al de las dependencias del NP. [10]

A partir de esta cita podemos avizorar otra hipótesis: En el amor cortés, la invención de una prohibición podría propiciar de intermitencia a la compulsión que ha tomado sitio en el púber y adolescente cuando no ha podido precipitar un síntoma que localice y haga vivible la revuelta pulsional. Es por ello que la vuelta al amor cortés podría favorecer cierta elucubración de saber al regular el circuito de goce que permita ser un trampolín para realizar, contingencia mediante, el pasaje de lo virtual al encuentro con Otro cuerpo.

Miller destaca la importancia e incidencia del amor cortés en nuestra civilización. En su curso Donc ubica que: “En occidente lograron, en el curso de una larga elaboración el amor, que los hombres respeten la nada. Piensen en ese momento distinguido por Lacan, el del amor cortés. Es una invención que hoy reencontramos en nuestra clínica misma. En lugares adonde no llegó el amor cortés tenemos grandes dificultades con el psicoanálisis”. [11] Lacan ubica una salida en el discurso analítico como un modo de articularse al otro de la palabra y un tratamiento posible del goce con los otros en contraposición al empuje autista de las tecnociencias que promueven un autoabastecimiento solitario.

NOTAS

  1. Trabajo que continúa la investigación "La soledad globalizada en niños y adolescentes" del VII Enapol coordinado por Alejandro Daumas.
  2. Lacan, J., Seminario 21, clase del 08-01-74, inédito.
  3. Lacan, J., El Seminario, Libro 7, Paidós, Bs. As., p. 183.
  4. Miller, J.–A., Extimidad, Paidós, Bs. As., p. 28.
  5. Lacan, op. cit., p. 138.
  6. Antecedente del goce femenino
  7. Laurent, E., "Conversación clínica con Eric Laurent", Psicoanálisis con niños y adolescentes 4, p. 29.
  8. Lacadée, P., "Los sufrimientos modernos de los jóvenes", op. cit., p. 74.
  9. Lacan, J., "La tercera", Lacaniana 18, Grama, Bs. As., p. 31.
  10. Laurent, E., "De lo real en un psicoanálisis", Un real para el siglo XXI, Congreso de la AMP, París, 2014.
  11. Miller, J.–A., Donc, Paidós, Bs. As., p. 236.
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