Diciembre 2004 • Año III
#11
Dossier Violencia

Sobre la "violencia urbana"

Juan Carlos Indart

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Berni - 1967
Máscara azteca

Juan Carlos Indart analiza las diversas formas de expresión de la violencia urbana, desde los robos, los asesinatos, hasta la figura más famosa en nuestros días del secuestro extorsivo. Sitúa cómo el secuestro extorsivo realiza en sus actos el objeto como persecutorio, al modo paranoico.

Aplicando el método basado en la enseñanza de Lacan, de precisar cuál es el discurso desde donde se postula un concepto ("el lugar preinterpreta"), deconstruye el sintagma "violencia urbana", demostrando cómo el mismo pertenece a una lógica de la segregación propia de la lógica utilitarista.

Agradezco la invitación que me ha hecho Silvia Tendlarz paraparticipar en esta última noche de las conferencias anuales que organiza el Instituto Clínico de Buenos Aires (ICBA).

Como ella lo ha precisado en la presentación, se trata de reflexionar sobre lo que "se ha dado en llamar" violencia urbana.

Como psicoanalista nunca he reflexionado en la "violencia urbana", y ahora he tenido que hacerlo un poco.

Para eso tengo un método, del que no respondo de manera kantiana, porque puede tener excepciones, pero es el que me orienta en esta ocasión.

El método se basa en una enseñanza de Lacan según la cuál de las palabras, con sus retóricas, sus argumentaciones, sus poesías, sus bravatas, sus malentendidos, sus equívocos y sus interpretaciones, nada se precisa si no se sabe cuál es el discurso, tan escrito como mudo, que las condiciona para lo real de sus consecuencias.

Estoy seguro de que, colaborando varios, no se tardaría mucho en mostrar que en "violencia urbana", "urbana" es una expresión que proviene de lo que Lacan escribió como discurso universitario. De mi lado, puedo decir que me parece evidente que se trata de un cultismo, y que con ese cultismo se introdujo el saber de la agrimensura para fines burocráticos de dominio catastral y de recaudación impositiva.Y en el otro polo, es evidente que nuestra Facultad de Arquitectura lo es de Arquitectura y... Urbanismo.A esos estudios universitarios les corresponde, entonces, agregar el capítulo y la cátedra de "Violencia Urbana". Podrán invitar a sociólogos, historiadores, filósofos, psicólogos y psicoanalistas, y en nada cambiarán con sus palabras el discursoque así los condiciona.

Por eso, según mi método, es mejor, primero, no sólo deconstruir, sino desmantelar el problema que se nos ofrece para pensar: "violencia en la ciudad", "violencia ciudadana", "violencia en la ciudadanía", "violencia en la polis", "violencia política", ya nos daría otros aires.

Observen que "violencia" tiene también toda su pretensión de concepto abstractouniversalmente universitario. Es la dimensión evaluable del movimiento como impetuoso, y sirve para un choque, una explosión, un color, una emoción, un ataque, un crecimiento, el tono de unas palabras y una muerte. Así se presenta como una dimensión real en todo el universo, de la que a partir de la normalidad de un supuesto equilibrio molestan sus excesos ... y sus deficiencias. En efecto, no vayan a creer que faltarían quienes podrían hacer el elogio de cierta violencia, cuando ya es riesgosa la debilidad ambiente.

De manera que "asesinatos en la ciudad", "criminalidad entre ciudadanos", son expresiones que también nos darían otros aires, tantos como para decir que no se trata de "violencia urbana", sino de ciudades enteras, localizadas o no, que logran imponerse como fuera de la ley del Estado, para regirse por inestables contratos para el crimen.

¿A qué se puede referir lo que se ha dado en llamar "violencia urbana", en Buenos Aires, u otras ciudades del país? A muchas cosas muy diversas, que no pueden ser consideradas bajo ese "concepto". Un psicoanalista puede decir algo sólo cuando se acerca a una singularidad, pero esa exigencia de su práctica lo habilita para localizar singularidades que se presentan como síntomas sociales. Por ejemplo, hay una que me atrevo a esbozar. Para muchos de nuestros ciudadanos hubo y hay una angustia que se hizo insoportable, y que no es la del robo, ni la del robo a mano armada, ni la del robo seguido de asesinato, ni la del asesinato porque no había qué robar, sino la del secuestro de personas. La del secuestro que libera cuando se ha obtenido el dinero del rescate, la del que mutila para conseguirlo, la que asesina si no se lo obtiene, y la que asesina después de haberlo obtenido. Se llega al horror.

Ahora bien, si se considera esta criminalidad no sólo desde el ángulo de la perversión o de las llamadas "psicopatías", sino más hondamente desde el punto de vista de la paranoia, y desde la orientación lacaniana, se verá que realiza en sus actos el objeto como tal persecutorio. Es en el utilitarismo creciente, y sin límites, que se nos impone, donde ya se puso cada vida humana en la balanza de su equivalencia, no sólo con el dinero, sino con lo que se puede llegar a ganar con esa vida-dinero. Y lo que semejante equivalencia forcluye es lo que retorna en lo real con el auge de este preciso delito, bien tipificado, que es el secuestro extorsivo.

Aceptar la expresión ‘violencia urbana’ es suficiente para aceptar el paradigma que Jean-Claude Milner ha fijado como el del ‘problema-solución’. Ya se aplicó en Nueva York, y no faltan los que lo preconizan aquí, aprovechándose de las angustias de muchos. Se evaluó el problema (sería penoso si consultaron a psicoanalistas) y se definió la solución: tolerancia cero. Hace años de esto, pero en una nota reciente que leí en el diario, pasa que hoy se puede mostrar que consistió en expulsar a los que no tenían valor monetario. Así, el sector de Nueva York que interesa al utilitarismo, cierra sus fronteras, y gana la inestable paz de su propia criminalidad. ¿Cómo horrorizarse de que lo paranoico le retorne en espejo?

Como psicoanalista no estoy a favor de dar argumentos para la creación de un índice de "violencia urbana" que, como el del clima, nos informe por vía de los medios masivos su control meteorológico. En este momento, el máximo de "violencia urbana" se registra en Bagdad, 1248 puntos en la escala. En Buenos Aires ha bajado cuatro puntos, pero se considera que aún es muy alto. Ha salido el ranking mundial, y las ciudades mejor evaluadas son una sueca, una noruega, una no sé de dónde. Para América Latina, la mejor una chilena. Desgraciadamente Buenos Aires está en el puesto 238, y la "industria" del turismo se preocupa mucho por eso.

Reírse, en primer lugar, reírse, y usar el novísimo saber psicoanalítico para reírse.

Si después, singularmente, se pone serio, recuerdo la ética que se imponía Mencio: si alguien me ataca, debo pensar que tal vez le he hecho un daño, y si es así, debo rectificarlo; si luego de eso me sigue atacando, debo pensar que tal vez lo he ofendido, lo he herido en su dignidad, y si es así, debo rectificarlo. Si luego de eso me sigue atacando, es una fiera que hay que despenar, porque está fuera de cualquier vínculo social.

Pero para el utilitarismo creciente al que me refería, esos pasos éticos le son imposibles. No hay que confundir los extremos de la ley con el segregacionismo del problema-solución.

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