Marzo 2004 • Año III
#9
Destacados

¿Qué lugar asignarle hoy al niño en relación a la caída de la imago paterna? Responsabilidad del analista

Águeda Hernández

Bajar este artículo en PDF

José Antonio Berni
Autorretrato
Buenos Aires, 1996

La autora, pasando por los primeros planteos de Lacan en torno a la cuestión de la función paterna, realiza un breve recorrido para terminar planteando al análisis con niños como la posibilidad que obtiene ese niño, bajo transferencia, de modificar su goce en su "valor de uso", permitiéndole el establecimiento de nuevos lazos sociales.

Lacan en su obra "Los complejos familiares", habla del declive social de la "imago paterna": "Declinación que se observa en la actualidad, en las colectividades más afectadas por estos efectos; concentración económica, catástrofes políticas...". Declinación ligada a la dialéctica de la familia conyugal en la crisis del padre, de la "función paterna": "Su personalidad siempre de algún modo carente, ausente, humillada"...

Se puede hacer una alusión al pensamiento de la posmodernidad (Vattimo: El fin de la modernidad ). "La crisis del humanismo se resuelve en una cura del ‘adelgazamiento del sujeto', cuyo tono no es ya el saber absoluto sino que disuelve su presencia-ausencia, en las redes de una sociedad transformada cada vez más, en un sensible organismo de comunicaciones".

La no historicidad del mundo técnico cuyo peligro sería transformar el "sujeto" en valores de cambio, en "pura mercancía" donde todo está dado como "relato" (en los medios de comunicación de masas esencialmente) es el mundo convertido en "fábula".

¿Cómo vivir una experiencia fabulizada de la realidad y establecer el predominio del sujeto? Aquí, es nuestro deber, afianzarnos en la ética del psicoanálisis.

"Corremos el riesgo de olvidar en el campo de ‘nuestra función', que en un principio está una ética, y que a partir de ahí, nuestro principal llamado está en una formación que se pueda calificar de humana" (Lacan: el seminario La Etica ). "Toda formación humana tiene como esencia y no como accidente, la de frenar el goce".

¿Cómo ubicar aquí, al niño, en nuestro trabajo analítico?

En el discurso analítico encontramos al niño como "Síntoma", como "lo sintomático" de la estructura familiar. O bien, al niño como "condensador" del goce de la madre.

Nuestra respuesta, como analistas, en la dirección de la cura, sería introducir una "medida ética" por medio del tratamiento del goce, operando sobre el fantasma.

En la dirección de la cura, tal como lo va desplegando el analista, un niño descubre: "Ya sé porqué vengo aquí". "Soy el esclavo de mi amigo"; "voy de aquí para allá, como él quiere". O bien otro niño dice: "A mi no me duele mi cuerpo" y luego "Soy el dolor de mamá".

A partir del tratamiento del goce en sus formaciones fantasmáticas, en tranferencia, hace síntoma, "hace hablar al sujeto", transitando de la posición de objeto a sujeto.

La dialéctica de la cura lo acerca a un descubrir y "saber hacer con su goce".

Se toca su singularidad como sujeto (no como valor de cambio) sino más bien, como "valor de uso" de su goce que le permite "nuevos lazos sociales". Lo que le permite a Lacan plantear un pasaje "del niño generalizado a la gran persona".

De esta manera nos correríamos de la ironía de Nietzsche ("Crepúsculo de los Idolos"). Dice: "Habla el desilusionado: Busqué grandes hombres, y no he hallado más que ‘monos de su propio ideal'.

El Caldero Online Cuatro+Uno EntreLibros
La Red PAUSA ICdeBA IOM2
EOL Wapol FAPOL Radio Lacan