Agosto 2018 • Año XVII
#35
Dossier Autismo

El cuerpo del autista en la economía del goce

Marita Manzotti

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"Sin título"
Dibujo, 2012.
Pablo Flaiszman

Ojos que no ven, corazón que no siente.
Oídos que no oyen, encuentros que no se producen…

Las particularidades en el uso de los cuerpos de los sujetos llamados autistas no dejan de interrogarnos. Las modalidades que más sorprenden son aquellas que claramente se reconocen en la dirección del uso de los sentidos: vista, oído, olfato, gusto y tacto. Muchos niños utilizan el olfato de maneras extrañas, oliendo la cabeza o el pelo de quien se acerca, o partes de su propio cuerpo o juguetes. Con la vista es muy común observar los desvíos que realizan con los ojos (estrabismo), mirar a través o de costado y con el oído, se puede verificar el registro de sonidos lejanos o selectivos: alarmas, sirenas o goteos y sin embargo las palabras del otro o ciertos tonos parecen no registrarse.

Es por eso que muchos estudiosos que lo leen por la vía de las funciones sensoriales señalan una alteración en el cuerpo, principalmente en el cerebro, pensándolo como consecuencia de causas diversas en el campo de lo orgánico (alimentación, genéticas, neurológicas, etc.). Importantes cantidades de dinero se destinan a la investigación de dichas funciones sensoriales y van verificando la desconexión y las dificultades de integración de la información auditiva y visual en simultaneidad, que atribuyen a la dificultad de aprehensión y de relación con la realidad y con los demás.

La novedad que Lacan introduce a lo largo de su enseñanza con respecto al cuerpo se sostiene en valorar que "no hay "ninguna connaturalidad de esta sensación con respecto a lo que puede nacer como aprehensión de un pretendido mundo". Nuestros aparatos sensoriales están hechos de filtros limitativos que no nos dan más que una cartografía parcial y débil del mundo. "La función, se dice, crea el órgano. Por el contrario, es del órgano del que uno se sirve como puede". Rechaza la tradición aristotélica reformulada por Tomás de Aquino nihil est in intellectu quod, non prius fuerit in sensu para afirmar que no hay "nada en común entre el sujeto del conocimiento y el sujeto del significante" ".[1]

Lacan con sus desarrollos pone en evidencia que hay que entender el cuerpo al natural, como desanudado de ese real que lalengua articula. Es en La Tercera[2] que Lacan va a señalar el abismo, como realidad insondable, inmaterial, que es, que lalengua va a civilizar el goce.

En los autistas la posición de poco aprecio, de "desestimación"[3] frente a esa animación, troumatisme inaugural, además de mantenerlos absortos, como desatentos al "hacer" que supone ese real en la vida del serhablante, tiene como consecuencia particularidades en el establecimiento de esa falla como tal.

En la medida que el acontecimiento traumático para Lacan inaugura la incidencia de lalengua sobre el ser hablante y precisamente sobre el cuerpo, la desestimación del niño autista a la afectación del trauma altera la función de corporización[4] poniendo dicha disyunción en evidencia.

En su última enseñanza Lacan define al cuerpo como aquello que hace de soporte al goce. "No sabemos que es estar vivo a no ser por esto, que un cuerpo es algo que se goza. No se goza sino corporeizándolo de manera significante".[5] En el Seminario 20 Lacan llama afecto al "saber en el cuerpo", al efecto corporal del significante que altera las funciones del cuerpo viviente, y cuyo efecto total es corporizarse como afecto. Es el goce.[6]

El cuerpo desanudado de ese real que resulta opaco en la medida que ex-siste tan sólo a título de constituir su goce, se articula a lalengua en tanto ella traumáticamente cumple su función civilizadora en la vertiente del objeto, en la contingencia del encuentro, ya que el cuerpo goza de objetos.

Sin ese efecto lo que se mantiene en el serhablante es la "reverberación"[7] en el cuerpo, sin ese punto de fijación al que permanece adherida la pulsión en la conjunción del Uno y del goce. Hemos podido observar, en cada uno de estos niños que recibimos, la fuerza con la que intentan fallidamente, al iterar, obtener ese punto. Los vemos sostener con insistencia un objeto al que manipulan, huelen, sacuden, o armando recorridos con saltos o movimientos repetitivos, o tal vez reiterando sonidos, palabras, frases o gritos. (Ver "Un caso Paradigmático").[8]

"Es solamente en este efecto de entropía, en esta pérdida, donde el goce toma su estatuto, sólo donde se indica. (…) Para Lacan, no hay armonía, sino ruptura, falla, hiancia que viene a introducir la marca. Y los objetos extraídos del cuerpo se depositan allí como para taponar el agujero jamás introducido. (…) Es el hueco, la hiancia que sin duda vienen, primero, a llenar un cierto número de objetos que están, en cierto modo, adaptados de antemano, hechos para servir de tapón [...] –pero el a, como tal, es lo que resulta de que el saber, desde su origen, se reduce a la articulación significante".[9]

Es por eso que favorecer la contingencia del encuentro, con la cautela y sutileza que sólo la lectura de la insistencia fallida que una solución provee, implica una posibilidad excepcional para orientarse en la clínica del autismo. El valor que adquiere el encuentro tolerable inaugura un salto inédito, en el encuentro, mortificación y vivificación alojan y habilitan nuevos tratamientos de esa falla ahí donde ella se constituye.

Con el psicoanálisis hay posibilidades de acompañar e investigar cómo en esta clínica, en los pequeños detalles, en las 'nanosoluciones', el parlêtre intenta resolver, iterando, lo que ocurre cuando la lengua no sedimenta. No da lugar a la mortificación, a la hojarasca de la vida[10] y habilita en la transferencia que se despliega, que en cada encuentro-acontecimiento se acomode mejor la vida en el cuerpo.

Como cuando un muchacho que no podía hacerse sordo a la voz que escuchaba, pudo ir modificando el tratamiento de ese objeto a lo largo de los años, hasta lograr inventar un último arreglo que le permitió mantener a raya la extranjería de ese objeto que no cede.

Trae consigo en el bolsillo del pantalón tres fotos con los nombres propios, escaneadas y plastificadas, de relatores de fútbol que trabajan en radio. Se encuentran enganchadas y permanecen unidas con un aro de metal. Cuando las muestra comenta: "lo que me salvo la vida. ¿Viste mis voces?, se me habían mezclado pero mira lo que hice, esto me salvó. Ahora sé cuál es cuál, quería venir para contarlo".

NOTAS

  1. Laurent, É., Judith, guía de lectura de Lacan, en: http://www.eol.org.ar/template.asp?Sec=la_escuela&SubSec=destacados&File=Destacados/17-12-11_Judith-Miller/Judith-guia-de-lectura-de-Lacan_Eric-Laurent.html
  2. Lacan, J., "La tercera", Revista Lacaniana de Psicoanálisis, Número 18, Grama ediciones, Junio de 2015, Bs. As., p 19.
  3. Manzotti, M. y otros, Clínica del autismo infantil. El dispositivo soporte, Grama ediciones, Bs. As., 2018, Cuarta Edición Revisada.
  4. Miller, J.-A., Biología Lacaniana y Acontecimiento de cuerpo, Colección Diva, Bs. As., 2002, p. 99.
  5. Lacan, J., El Seminario, Libro 20, Aun, Paidós, Bs. As., 1998.
  6. Ibíd. p. 102.
  7. Reverberación: El efecto acústico producido por la reflexión del sonido que ha sido deformado hasta hacerse irreconocible.
  8. Manzotti, M. y otros, Clínica del autismo infantil. El dispositivo soporte, op. cit., p. 23.
  9. Laurent, É., Judith, guía de lectura de Lacan, op. cit.
  10. Manzotti, M. y otros, Clínica del autismo infantil. El dispositivo soporte, op. cit., p. 21.
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