Agosto 2018 • Año XVII
#35
Dossier Autismo

El cuerpo en el autismo

Raquel Narbona

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"Silencio gigante"
Grabado, 2004.
Pablo Flaiszman

El cuerpo en el autismo[1] es una problemática que aún nos sigue interrogando, constituyendo a nivel epistémico una vía de debate, abierta a nuevos avances en una investigación permanente más que una cuestión conclusiva. Se constituye a su vez desde el psicoanálisis de la orientación lacaniana en una cuestión ética donde buscamos, cada vez y en cada caso, respuestas menos segregativas que conciernen al sujeto autista.

El Foro Internacional sobre Autismo, "Después de la infancia. Autismo y política",[2] realizado en Barcelona en el mes de abril 2018, lo ha puesto a prueba y se ha podido verificar lo que aún tenemos por aprender de este modo particular de funcionamiento del que recibimos una enseñanza inigualable. Esto nos entusiasma.

A su vez el psicoanálisis de la orientación lacaniana y cada analista practicante como los intervinientes a nivel institucional, cuando nos ocupamos del autismo -no tan solo como categoría fundamental de la clínica- procura hacer entender y hacer escuchar al Otro social que el sujeto autista presenta una particularidad innegable en relación al cuerpo y a la lengua, de lo cual sufre.

Destaco que el presente trabajo es un aporte y reflexiones que resultan de un trayecto de investigación de algunas lecturas realizadas que me parecen importantes señalar para enmarcar este tema.

Un sufrimiento que involucra al cuerpo que se le presenta al autista como ajeno, que pareciera no pertenecerle, como tampoco el dejarse afectar por el significante, y que no es sentido como una unidad corporal, es decir que comprobamos en consecuencia, las serias dificultades y vicisitudes con las que se topa el niño y/o adolescente autista para habitar y apropiarse de su cuerpo.

Esto no va de suyo en la perspectiva del parlêtre, o sea cuando J. Lacan designara el sujeto más el cuerpo, ya que este no es adquirido ni dado de entrada, el cuerpo se construye. "El cuerpo, el parlêtre no lo es, lo tiene".[3]

Entonces cabe preguntarnos ¿Cuál es la especificidad del cuerpo en el autismo? ¿A que responden sus dificultades? ¿Cuál será la apuesta para aquellos autistas "sujetos en espera"[4] como se expresara nuestra querida Judith Miller.

Sabemos, cuando tenemos oportunidad de observarlos, que el pequeño enfant está inmerso en el goce del chupeteo y de los primeros sonidos, laleos, parloteo, fonemas "…algunos detritos, con los que jugara, con los que será muy necesario arreglárselas"[5] donde J. Lacan localizara el goce sin sentido de lalengua.

Y es para algunos niños precisamente, que aunque estén como todos inmersos en el campo del lenguaje, aquellos autistas caracterizados por Lacan como personajes más bien verbosos "…el peso de las palabras es muy serio y no están fácilmente dispuestos a tomar con gusto las palabras...".[6]

Las palabras que recibe y también escucha, que son causa de goce, provienen del Otro, es decir de aquel que cuenta con todos los elementos del lenguaje que hacen gozar. Y más adelante aun, en el caso del autismo, su palabra no contará con ese valor de enunciación, es decir el encontrarse situado como un sujeto activo de su propio discurso y que supone una articulación significante.

Por el contrario, el autista queda atrapado y fijado en su lalengua "…que no hace cifra, sino signo a descifrar…"[7] ya sea en sus gestos y/o parloteo como en sus repeticiones. Estamos atentos a leer estos gestos como un signo al que le damos un valor del traumatismo sobre el cuerpo.

¿Qué queda entonces cuando el lenguaje no sirve para la comunicación? El niño, en el momento en que no puede nombrar lo que hay en este mundo, se tapa los oídos en algunos casos "…porque lalengua le grita todos los equívocos posibles..."[8] y esto debe ser entendido tal como lo indica Laurent como algo que es situado a nivel de lo real y no de lo simbólico. El autista presenta una sensibilidad especial al ruido de lalengua que no cesa, ya que los oídos nunca se cierran. Esto constituye un real insoportable del que no puede separarse.

En el autista, como resultado de la enigmática e "…insondable decisión del ser"[9], se produce como elección primera un rechazo primordial y radical del Otro, que constituye la presencia de lo simbólico para el sujeto. Éric Laurent en "La batalla del autismo. De la clínica a la política" tomando la enseñanza de Robert y Rosine Lefort nos indica que "…el Otro puede estar ahí y al mismo tiempo, no tener existencia para un sujeto. Es designado entonces como el Otro que no existe".[10]

Esto va de la mano y en consonancia con la enseñanza de J. Lacan, cuando el Otro es destituido de su lugar simbólico y ya no otorga un marco y regulación al goce en su deriva, lo que queda es el Uno. Un reverso conceptual en J. Lacan cuando procede entonces del Uno solo y no del Otro.

A tal punto que J.-A. Miller ubica el autismo como el "estatuto nativo"[11] punto cero del origen subjetivo que nos incluye como seres humanos y que se desplaza más allá de la clínica, a la civilización actual en tanto el goce es autístico y auto erótico del que será necesario salir.

Ahora bien, es en la misma Conferencia en Ginebra sobre el síntoma donde J. Lacan[12] señala cuestiones muy importantes en relación al cuerpo cuando nos indica que estamos capturados por la imagen de nuestro cuerpo que adquiere peso, es decir consistencia imaginaria al intervenir la mirada.

A su vez el cuerpo se constituye como superficie de inscripción de palabras, de significantes que se prenden e impactan en el cuerpo y nos señala en esa conferencia "…y es en el encuentro entre esas palabras y su cuerpo donde algo se esboza".[13] Ahí surge algo del cuerpo, en ese pequeño organismo viviente que recibe la palabra del Otro como una primera marca.

Una primera impronta de ese encuentro donde podemos captar el advenimiento del sujeto. En el autismo este nudo traumático es rechazado de manera radical y las palabras quedaran separadas del cuerpo como resultado a no dejarse atravesar, a no consentir a que algo quede de ese impacto crucial de empalme, de palabra y cuerpo.

Ahora bien, el cuerpo en tanto imaginario hunde sus raíces en el estadio del espejo[14] en el cual J. Lacan nos plantea este acontecimiento como fundamento de la construcción de la subjetividad. Una imagen anticipatoria a la maduración y que es asumida jubilosamente por el pequeño niño, necesitando para ello de un sostén humano y/o artificial donde interviene la mirada y las palabras de un Otro que instaura ese lugar simbólico y de alteridad.

Matriz simbólica en la que el yo se precipita, abrochada y acompañada de la imagen que otorga una unidad a esa fragmentación inicial del viviente. Es decir que la imagen del cuerpo que resulta de esta experiencia es ilusoria, con su función apaciguadora y reguladora de goce. Y esta experiencia que se desprende del estadio del espejo es constituyente e inaugural y no responde a una cuestión cronológica.

Cuando observamos a los bebés y/o estamos en contacto con ellos, como J.-A. Miller nos indica[15], podemos verificar que la imagen esencial es la imagen del cuerpo del Otro, con un interés marcado y jubiloso por el rostro humano, y no la imagen del cuerpo propio.

Esto resulta muy interesante y crucial en el caso del autismo y sus dificultades en torno a lo que podríamos llamar el armado de su cuerpo, ya que Miller expresa un punto de partida, un primer momento, antes del estadio del espejo propiamente dicho. Es decir, cuando la imagen del cuerpo especular "…aún no ha capturado, no ha aprisionado el goce del cuerpo"[16] lo que se producirá en un segundo momento, el estadio del espejo, donde allí la imagen va a absorber el goce del cuerpo en ese momento de precipitación.

Es precisamente el retorno de esta imagen, vuelta presente por el espejo, en esa duplicidad fundamental, sobre el estado real del cuerpo, de esta captura imaginaria que de pronto se produce en el pequeño niño, lo que marca un acontecimiento de cuerpo, un antes y un después de lo constituyente que es ese acto.

En la experiencia con el autista vemos que no reacciona ante su imagen en el espejo o que ésta le causa horror en lugar del júbilo como satisfacción, es en ese punto donde podemos considerar entonces que la experiencia del espejo no se ha producido. Esto supone el sostén de la mirada del Otro, donde es necesario que las miradas se crucen, y que el objeto pulsional se recorte y se separe del cuerpo.

Laurent señala que el autista que no tiene cuerpo ni por lo tanto imagen, tiene su cápsula, pura superficie de un "…cuerpo-caparazón como un cuerpo cuyos agujeros están todos ellos cegados"[17] es decir que implica una verdadera desaparición del agujero, lo que es mucho más radical.

Ahora bien y en la vía de una precisión nos encontramos con lo que nos señala Miquel Bassols cuando retoma el estadio del espejo para decirnos que en el autismo "…hay imagen del cuerpo, sí, no reconocida como tal, pero hay imagen del cuerpo. Lo que falta es esa corporización de la imagen (encarnada), el acto por el cual se hace de ella una consistencia imaginaria"[18]. Es en ese acto que es producido por un anudamiento con el registro simbólico del lenguaje, donde esa imagen cobra una función significante. El cuerpo emerge entonces cuando se encuentra capturado, atravesado en las redes del lenguaje.

Se vale del poeta Lezama Lima[19] entonces para diferenciar dos momentos la imagen del cuerpo y el cuerpo de la imagen.

Por último, nos parece entonces que las vicisitudes y las graves dificultades con las que se encuentra el sujeto autista responden a una ausencia de corporización de la imagen frente a un real pleno de goce y sin agujero que determine la extracción del objeto a. Entonces nos valdremos de los signos, el recurso al doble y del objeto autístico que favorezca una otra construcción con aquellos sujetos en espera.

NOTAS

  1. Grupo de Investigación: ¿Qué partenaire para el autista? Integrantes: María Eugenia Arnaudi, María del Rosario Guardo, Eloísa Gil-Gabriel Goycolea, Laura Gonzales-Melisa Izquierdo, Mónica Manzano, Natalia Torrillo, Natalia Tigano, Belén Perez, Marianela Schueri, Departamento de Investigación de Psicoanálisis con Niños, CIEC-NRC.
  2. http://autismos.elp.org.es/
  3. Lacan, J., El Seminario, Libro 23, El Sinthome, Paidós, Bs. As., 2006, p. 147.
  4. Miller, J., Instituto Psicoanalítico del Niño, El Caldero de la Escuela. Nueva serie, N° 17, Grama ediciones, Bs. As., 2012, p. 45.
  5. Lacan, J., "Conferencia en Ginebra sobre el Síntoma", Intervenciones y textos 2, Ediciones Manantial, Bs. As., 1988, p.129.
  6. Lacan, J., "Conferencias y conversaciones en las Universidades Americanas", Conferencia Universidad de Columbia, Scilicet, nº 6/7, Éditions du Seuil, París, 1976, pp. 5-63.
  7. Lacan, J., "Television", Radiofonia y televisión, Editorial Anagrama, Bs. As., 1977, p. 123.
  8. Laurent, É., La batalla del autismo. De la clínica a la política, Grama ediciones, Bs. As., 2013.
  9. Lacan, J., "Acerca de la Causalidad psíquica", Escritos 1, Editorial Siglo XXI, Bs. As., 1989, p.168.
  10. Laurent, É., La batalla del autismo…, op. cit., p. 35.
  11. Miller, J.-A., El ultimísimo Lacan, Paidós, Bs. As., 2014, p. 119.
  12. Lacan, J., Conferencia en Ginebra…, op. cit., pag.118.
  13. Lacan, J., Conferencia en Ginebra…, op. cit., p. 125.
  14. Lacan, J., El estadio del Espejo como formador de la función del yo tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica, Escritos 1, Siglo XXI Editores, Bs. As., 1988 p. 86.
  15. Miller, J.-A., La construcción de la imagen. Psicoanálisis con niños 2. Clínica Lacaniana, Grama ediciones, Bs. As., 2005.
  16. Miller, J.-A., op. cit., p. 22.
  17. Laurent, É., La batalla del autismo…, op. cit., p. 80
  18. Bassols, M., "Apertura", Scilicet, el Cuerpo Hablante, Sobre el inconsciente en el Siglo XXI, Grama ediciones, Bs. As., 2016, p.12.
  19. Lezama Lima, J., "Cortazar y el comienzo de la otra novela", Prólogo de Rayuela de Julio Cortazar, edición cubana Casa de las Américas, 1968. "…el sonido del agua unifica las imágenes, la imagen del cuerpo y el cuerpo de la imagen coinciden en la unidad del espejo. La imagen en el rio y la imagen en el espejo, el espejo reemplazando al rio, pero seguimos como fantasmas errantes tras la unidad de la imagen".
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