Marzo 2019 • Año XVIII
#36
El amor y la época

¿Un par que no hace pareja?

Camila Candioti

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"Nocturna III A"
Técnica mixta sobre tela, 2017
Mariana Allievi

Amor y autismo, son a prima facie un contrasentido, incompatibles… ¿Por qué escribir al respecto? Lacan en “… o peor”, dice: “es hablando que se hace el amor”.[1] De ello queremos desprender, en esta ocasión, dos preguntas: 1- ¿Qué lugar tiene el amor hoy? 2- ¿Es posible pensar el amor en el autismo? ¿De qué modo?

 

Introducción

Vivimos en una época definida por slogan “nothing is impossible”, que estimula a producir más, ganar más, gozar más. El capitalismo desenfrenado, en una voracidad capilar e imperceptible produce servidumbres voluntarias que dejan poco margen a la diferencia subjetiva.

Al tiempo que la tecno-ciencia fuerza las fronteras de lo real, la industria farmacológica y el programa completo de éxitos de las neurociencias toman un lugar preponderante. En otras palabras, el discurso capitalista vende –a quién lo pueda pagar–, una existencia sin restos, sin fracaso, sin angustia, que nos ubica ante la existencia de la relación sexual.

Entonces, ante el imperativo de goce... ¿qué lugar al amor? ¿Dónde ubicar la posibilidad de existencia de “dar lo que no se tiene”?[2] ¿Hay un retroceso en la civilización respecto del amor?

 

Amores contemporáneos

El amor es tema apasionante, también escurridizo, hasta escabroso.

El encuentro fallido que nos constituye en tanto seres hablantes, da origen a una pluralidad de expresiones artísticas, narrativas y culturales, a lo largo de la historia y en la actualidad.

En materia del amor, son bien conocidos los fenómenos del enamoramiento, el amor – odio, el flechazo o las trampas del amor. Sin embargo, la dimensión lacaniana del amor como afecto que engaña va más allá de los engaños del amor, [3] que mucho dan que hablar. El verdadero engaño es aquel que encubre la falta, a través del objeto de amor. Amar es estar castrado, suponer que el otro tiene lo que me falta. A-mar es una metáfora de lo real, circundar el objeto a. Es decir que, aquello que no cesa de escribirse puede funcionar también como suplencia.

En nuestro tiempo, el ojo absoluto, la sociedad del espectáculo y la declinación de la palabra, parecen conspirar contra el amor. Tropezamos en la civilización occidental con el declive del amor, al tiempo que se produce un ascenso de la pornografía.

La industria porno promueve la reducción del cuerpo a la carne, el rebajamiento de la condición fetichista –del amor– a la cosificación del órgano, la sustitución de las marcas de satisfacción –subjetivas– por la acefalía descarnada de la pulsión. El exhibicionismo de partes desechables de cuerpos anónimos, son amplificados por la pantalla y están disponibles on line.

En las antípodas de la ausencia de velo de la pornografía y lo ilimitado de la red –que va más allá de las condiciones espacio-temporales–, podríamos ubicar al amor como aquella experiencia subjetiva cuya condición sine qua non implica ir más allá del goce autista.

 

Un par, dispar

Lacan, 1972, dice “es hablando que se hace el amor”.[4] Amor y lenguaje van de la mano.

¿Es posible hablar de amor sin poesía? Las palabras de amor resuenan en lalangue haciendo vibrar con su música el viviente, expandiendo sus ondas –sonoras- a cada parte del cuerpo. Así lo ubica el saber vulgar con las “mariposas en el estómago”. Es decir que, un amor que se precie de tal, no prescinde de las palabras ni del cuerpo; ya que en las aventuras del amor hay un real in-decible que se juega allí.

El amor definido como lazo, permite pasar del goce del Uno al campo del Otro.

Precipita en mí el desafío de un par, que no hace pareja. Dos que no hacen par, ¿sería un caso de amor?

Amor y autismo, parecen a prima facie un contrasentido, una pareja despareja.

¿Una relación imposible o un imposible a relacionar?

Si el sujeto autista tiene su mayor dificultad en el lenguaje... ¿cómo hablar de amor? Si su decisión insondable es el rechazo al Otro… ¿es posible pensar el lazo amoroso? Si la retención de los objetos pulsionales define su posición… ¿cómo podría efectivizarse un intercambio?

 

Autismo y lazo: un oxímoron

La introducción en el lenguaje constituye para el autista un proceso de extrema complejidad, en el que la satisfacción del balbuceo no tiene lugar. Esa escasez en la libidinización del lenguaje, hace que sea un sujeto “más bien verboso”,[5] cuyas expresiones clínicas, en el campo de la comunicación van desde el mutismo a la verborrea. No hay nada más angustiante que la mortificación significante, por lo que las palabras pueden ser dichas por el autista, pero a condición de carecer de expresión. Se trataría de una alocución sin implicación, un enunciado sin enunciación. Esa dimensión subjetiva del lenguaje es la que el autista mantiene a la mayor distancia posible.

Así mismo, el autista se resiste a ceder los objetos pulsionales. Ello se hace patente desde el comienzo de la vida, afectando especialmente la mirada y la voz, lo que reafirma la apariencia de aislamiento.

Sin embargo, la riqueza del universo simbólico no está vedada para el autista; en todo caso, en la dignidad de su relación directa con lo real, las formas de investir el lenguaje asumen formas singularísimas. Lacan en 1975, en la “Conferencia sobre el síntoma”,[6] plantea que no se trata tanto de la dificultad del sujeto autista con el lenguaje, sino del apuro u obstáculos que encuentra aquel que quiera entenderlo.

En este sentido, el autismo asume un valor destacado como síntoma de la época y que se verifica en cada caso. En esta oportunidad me interesa compartir con ustedes la enseñanza que me dejara un sujeto autista, en su pubertad, a través de una experiencia simple y poética a la vez.

 

Amor en acto

La clínica del autismo nos enseña, como un sujeto sumergido en su goce autista, no obstante, puede modificar algo de su relación al cuerpo y al lazo, a partir del amor de transferencia.

Así lo demuestra un autista de alto rendimiento, cuando permaneciendo absorto en su celular, acepta, sin inquietud, la presencia del analista; lo que da lugar a ubicar una pantalla común. Se realiza una intervención que parece dar en el blanco, al considerar sus efectos: el analista señala el sufrimiento del personaje de un video, momentos después, el sujeto entrelaza su brazo al del analista, sin tocarse, sin mediar miradas; para proseguir con el sostén del objeto tecnológico que media el encuentro.

Dicha escena, verifica la posición de encapsulamiento del sujeto con autismo, la omnipresencia de la voz áfona, el pensamiento en imágenes, la distancia con la afectividad, haciendo uso del objeto elegido por él para oficiar de borde. Todo ello muestra la delicada y afanosa labor que le requiere vivir al sujeto autista; tal como lo destacan Neus Carbonel e Iván Ruiz, nombrándolo como “un trabajador incansable”.[7]

En el autismo, la sola presencia del Otro se comporta bajo el modo de amenaza o acoso. La cercanía del semejante, de manera repentina, asume la forma del asedio; tal como lo muestran el goanimate.

Sin embargo, a contrapelo de dicho video, el efecto de entrelazar los brazos habla de la posibilidad de una “salida” del encapsulamiento. La transferencia –destacada tempranamente por Freud como una cuestión de amor– en el autismo, opera de cierto anudamiento del sin sentido, capturando el instante en el que ello se hace posible. El artificio singular que se inventa cada sujeto autista, es posible de localizar y ampliar, no sin la presencia del analista y el saber hacer con la contingencia.

A diferencia de la terapéutica como enseñanza, el discurso analítico privilegia la invención del sujeto, vía transferencia. En el particular caso del autismo, podría aportar una terapéutica de informar, educar o adaptar; solo a condición de que no vayan en contra del borde que cada autista ha logrado.

Finalmente, si bien hasta el momento, amor y sexualidad en el autismo no son temáticas tan frecuentes; en la actualidad constituyen un interés ineludible, que se nos impone desde la clínica. Se trata de dimensiones que se abren a la investigación, a partir de una apuesta decidida del psicoanálisis de la orientación lacaniana en el campo del autismo. Labor que ha demostrado estar a la altura de la época por su pertinencia y eficacia, tanto como por su importancia política, ya que se juega allí de manera privilegiada el porvenir del discurso analítico.

NOTAS

  1. Lacan, J., El Seminario, Libro 19, ... o peor, Paidós, Bs. As., 2012, p. 152.
  2. Lacan, J., El Seminario, Libro 8, La transferencia, Paidós, Bs. As., 2008, p.145.
  3. Lacan, J., El Seminario, Libro 10, La Angustia, Paidós. Bs. As., 2007, pp.81-93.
  4. Lacan, J., El Seminario, Libro 19, op. cit., p.152.
  5. Maleval, J.-C., “Mas bien verbosos”, El autista y la voz, Gredos, España, 2018, pp. 69-93.
  6. Lacan, J., “Conferencia de Ginebra sobre el síntoma”. Intervenciones y textos 2, Manantial, Argentina, 2001, pp. 115-144. [7] Carbonel, N., y Ruiz, I., “El autista: un trabajador incansable”, No todo sobre el autismo, Gredos, España, 2017, pp. 115-120.
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