Marzo 2019 • Año XVIII
#36
El amor y la época

Época, amor y lazo

Paola Cornú

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"Nocturna III B"
Técnica mixta sobre tela, 2017
Mariana Allievi

Estamos advertidos con Lacan de que “no hay relación sexual”, “no hay garantía” de un goce universal que alivie a un “para todos”, confrontados así a un real.[1] “Las condiciones de elección de amor son singulares e irrepetibles… ¿qué lugar para psicoanálisis en el amor de la época actual?... ¿qué tiene que decir el psicoanálisis sobre el desorden amoroso contemporáneo?”[2]

Si quisiéramos sintetizar en pocas palabras el panorama actual del amor y lazos amorosos, podríamos hablar de ¿un algoritmo del amor en el goce de la época?

Uno de los significantes que surge de inmediato pensando en la época, es la diversidad, no sólo radicada en las amplias orientaciones sexuales y modos de goce (hétero y LGTB), sino que se multiplica en distintas modalidades que van más allá de la monogamia, como relaciones abiertas, poliamorosas, híbridas, flexisexuales, otakus, no-novios, a distancia, de posteo, por mencionar algunas. Modalidades que se conjugan en distintas versiones de hacer encuentros, cada vez más mediados por aplicaciones de móviles como Meetic, Lovo, Tinder, Grindr otras cuantas, permiten generar citas de candidat@s a parejas, sólo llenando un formulario con preferencias de rasgos, entregándose a una ética de un “otro” algoritmo estadístico que estas aplicaciones desarrollan para seleccionar y elegir las mejores opciones en el “mercado del amor”, garantizando éxito y una mínima probabilidad de frustración, en consonancia con lo que Lipovetsky[3] señala como la ética indolora del bienestar individual.

La socióloga Eva Illouz[4] ya hace 22 años atrás, postulaba que entre el mercado y el amor se habría generado un poderoso vínculo mediante dos procesos: (1) la romantización de las mercancías dadas por la publicidad y (2) la mercantilización del romance, donde las prácticas románticas se reducen a rituales anclados en el consumo de bienes y servicios. Por otro lado, Bauman[5] ya señalaba que el conjunto de experiencias definidas con el término ‘amor’ se ha ampliado propiciando el surgimiento de episodios amorosos intensos, breves, impactantes y lábiles.

La hiper conexión de las redes sociales, han provisto de soluciones rápidas y eficaces para abatir la soledad de la época y para todos, todo posible, estableciendo semblantes acordes con la manera de gozar de cada uno. Dejando fuera lo hétero, el no-todo y la diferencia, de esta forma cada vez más un distanciamiento al compromiso amoroso y una tendencia al amor a lo mismo, a lo homo, a sí mismo. Se van abriendo un sinnúmero de posibilidades de conocer a alguien, el ideal deseado, sea cual sea el modo. Ahora ¿qué perfil construyo?, ¿cómo ser diferente?, ¿cómo lograr el ansiado “le gusto a quien me gusta”?, ¿qué foto elijo?, ¿encuentro posible? Vemos como las tecnociencias inciden en las redes sociales y aplicaciones en su política de innovación-invención y junto al discurso capitalista operan estandarizando la cosmovisión - incluso incidiendo en los cuerpos, en relación al amor, lazos amorosos y relaciones de parejas, etcétera-, direccionado por una política de mercado introduciendo una “singularidad mercantilizada”, orientada a construir y publicitar un “perfil” llamativo para satisfacer de forma rápida y eficaz la demanda de compañía, solo haciendo un “me gusta”. De esta forma asistimos a una tendencia en que los sujetos invierten horas aislados en-sí-mismos, con-su-mismo en su propia mismidad, en donde el amor simplificado a un algoritmo juega a hacer posible encontrar una complementariedad de gustos, donde lo hétero, el no-todo y lo singular quedan borrados en un intento homogeneizador de los lazos, en tanto, la inercia al “hedonismo contemporáneo”[6] empuja a quedar dispuestos y en serie como objetos de consumo en el mercado[7], solos y aislados, aunque se esté acompañado.

El tiempo, la eficacia y la soledad tienen efectos en el amor a partir del discurso contemporáneo, hacen ecos de lo que escuchamos en nuestra práctica clínica, a partir de quejas y/o comodidad de los sujetos que consultan respectos a los problemas con el amor y los lazos amorosos. Por un lado, en una comodidad sólida de estar “a-solas”, manteniendo relaciones fluidas, quejándose de no tener una relación estable. Por otro, problemas con estar solos/as. Escuchamos así sujetos que consultan por un tratamiento eficaz y rápido, demandando una solución a su problema con el amor o parejas. Frases como “lo he hecho todo para mantener una pareja” o “lo he hecho todo para encontrar pareja… estoy en cuanta aplicación hay…y nada…”. Al no encontrar una solución rápida entran en este circuito pulsional de la época.

É. Laurent, ubica que la persona se engancha con algo y puede incluso pasar a la adicción en la comida, sexo, el trabajo, la tele, la pantalla, internet[8] y hoy en día agregaría el de las aplicaciones para conseguir parejas y establecer lazos en base a likes! Agregar la promoción al sexo en solitario vía programas de internet, finalmente a solas con una máquina, en una “soledad acompañada”.[9]

El discurso actual tiene como efecto el rechazo a la castración, a lo imposible, homogeneizando los lazos en manifestaciones y transformaciones en el lazo social y amoroso, sujetos en que el quedarse sola/o, surge como defensa frente a la dificultad para hacer lazo, instalándose en su con-su-mismo otra vertiente del consumismo en el que las diversas versiones de soledad marcan una modalidad de vínculos que ciertos sujetos establecen hoy, como un estilo de vivir la pulsión.[10]

En las relaciones amorosas, el consumo de aplicaciones de encuentro marca la modalidad de un encuentro “eficaz en el tiempo y eficiente en producir encuentros”. Eficacia y tiempo significantes que se suman al imperativo del amor como producto de consumo en el “mercado del amor”, donde los perfiles construidos danzan el ritmo de los algoritmos del amor. Vemos que el amor, los lazos amorosos y las relaciones de pareja quedan afectados en tanto siguen la serie, la pauta del consumo de objetos y productos. Una cita, encuentro, ¿forma parte de este producto?, lo llevo rápido, lo pruebo y lo cambio sino es eficaz y cumple con lo “necesitado”, huyendo rápidamente de la frustración, entonces, ¿qué lugar para la contingencia y el azar?

Estamos advertidos con Lacan de que “no hay relación sexual”, “no hay garantía” de un goce universal que alivie a un “para todos”, confrontados así a un real.[11] Las condiciones de elección de amor son singulares e irrepetibles. Entonces, ¿qué efectos de rectificación subjetiva, de transformación de la posición de modalidad de goce del ser hablante hombres y mujeres en ello?, ¿qué lugar para el psicoanálisis en el amor de la época actual?, como así, ¿qué tiene que decir el psicoanálisis sobre el desorden amoroso contemporáneo?[12] En tanto cada gesto singular, rasgo, marca particular, es la que puede generar en el otro interés y un encuentro posible frente a no hay relación sexual posible, que lo imposible, lo singular, lo hétero, la contingencia y el azar no queden desterrado y borrados.

Miller dirá que “un psicoanálisis demanda amar a su inconsciente, para hacer existir no la relación sexual sino la relación simbólica”.[13] Para ello hay que consentir a desear una transformación y cambio en la propia posición de goce. El psicoanálisis hace su apuesta al amor, no al rechazo de él, en tanto que, el amor es el motor de la experiencia analítica, nombrada como transferencia. Para ello, la operación de éste es crucial en tanto permite apuntar a desconsistir el discurso que empuja a “todo es posible” instalando otra cosa, saber hacer con. Se trata de lo que plantea Lacan de un amor más digno, de un amor en el que la imposibilidad y sus consecuencias a nivel del goce, no se olviden[14] sino encontrar otra modalidad de hacer en cada ser hablante con lo imposible, que permita un tratamiento de lo real, por lo simbólico, siendo el síntoma su medio.[15] Nos encontramos con que “el psicoanálisis necesita psicoanalistas capaces de jugar su partida con la ciencia y la cultura capitalista”[16] para estar a la altura de nuestra época…

NOTAS

  1. Cornu, P., Innovación<>Invención: las tecnociencias, el psicoanálisis y sus operaciones, Revista Opção Lacaniana Nro. 79, Escola Brasileira de Psicanálise, julio de 2018.
  2. Laurent, É., “De la disparidad del amor”, Los objetos de la pasión, Tres Haches, Bs. As., 1999, p.117.
  3. Lipovetsky, G., “El crepúsculo del deber: la ética indolora de los nuevos tiempos democráticos”, Anagrama, Bs. As., 2015.
  4. Illouz, E., “El consumo de la utopía romántica: el amor y las contradicciones culturales del capitalismo”, Katz, Madrid, 1997.
  5. Bauman, Z., “Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos”, Fondo de Cultura Económica, Bs. As., 2005.
  6. Laurent, É., “Desigualdades entre los sexos”, “El Otro que no existe y sus comités de ética”, J.-A. Miller, seminario en colaboración con Éric Laurent, Paidós, Bs. As., 2005, p.181.
  7. Cornu, P., op. cit.
  8. Laurent, É, “¿Qué vas hacer hoy para gozar más?”, Clarín digital, 11.01.11, consultado en: https://www.clarin.com/sociedad/pregunta-epoca-vas-hacer-gozar_0_HyfrNJOpwmg.html
  9. Anzalone, E., “El amor en los tiempos del Whatssap”, Virtualia #30, Revista digital de la Escuela de la Orientación Lacaniana, consultado en: http://www.revistavirtualia.com/articulos/111/dossier-enapol-el-imperio-de-las-imagenes/el-amor-en-los-tiempos-del-whatsapp
  10. Cornu, P., “El lazo social y sus transformaciones: amor y goce en la época actual”, Revista Enlaces N° 21, Bs. As., 2015, pp.18-19
  11. Cornu, P., Innovación<>Invención, op. cit.
  12. Laurent, É., “De la disparidad del amor”, op, cit., p.117.
  13. Miller, J.-A., “Una Fantasía”, conferencia en Comandatuba, IV Congreso AMP 2004, Revista Lacaniana de psicoanálisis N° 3, Grama ediciones, Bs. As., agosto 2005.
  14. Francisco, M., “En femenino singular”, Grama ediciones, Bs. As., 2016, p. 55.
  15. Cornu, P., “Autoridad y autorización analítica del acto”, Revista Resonancias N° 3, Grama ediciones, 2016, p.140.
  16. Miller, J.-A., Curso de la orientación Lacaniana “El Banquete de los analistas”, Paidós, Bs. As., 2000, p. 311.
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