Mayo 2020 • Año XIV
#38
Puntuaciones

"El Otro en su ruina"[1]

Celeste Viñal

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Una ficción común hasta hace poco era "tener tiempo". Usarlo, perderlo, apurarlo. Las rutinas hacían que pareciera manejable. Hoy no tenemos tiempo, él nos tiene a nosotros detenidos en la espera de una solución para lo que acecha, en un memento mori cotidiano.

Sobra o falta. Queda ligado al espacio, depende mucho de dónde uno está y con quiénes. Aún en los casos más privilegiados cuesta ponerse productivo. Por otro lado, surgen acciones diversas como cocinar, hacer gimnasia, tomar alcohol, cantar en el balcón. Frente al impacto de la contingencia pandémica y del Otro que se demuestra tan semblante que anonada, se evidencia que cada uno sostiene su anudamiento apelando al modo de goce, al sinthome y su singular relación al objeto. lante

El Otro de las cifras no tranquiliza, confunde más. Lo que valía hoy, caduca mañana. Menos el virus, que es certissimo en su existencia pero no en su funcionamiento. El tiempo, en su cara vertiginosa, apura a la ciencia que mide todo lo medible, pero llamativamente, los más auspiciosos hallazgos provinieron de la clínica directa, del cuerpo a cuerpo.

Buscamos entonces "la seguridad de la Idea"[2] en el Otro de la cultura, pero los textos no arrojan elementos novedosos para elucidar la situación, claro que no. Estamos en una cuasi perplejidad, con suerte en el instante de ver, tratando de esforzarnos por incluir lo que se presenta como el punto de real en tanto imposible de soportar para cada quien.

Si bien la pretensión de una veloz herd immunity quedó atrás, continúan las políticas insensatas y sus consecuentes desastres. Hay fosas comunes en lugares donde reconocíamos sofisticación y belleza.

Estamos inmóviles en lo geográfico, amenazados orgánicamente y desorientados en general. La inexistencia del Otro como correlativa de lo real y no antinómica se experimenta a diario.

En medio de esta crisis, Laurent nos conduce a reflexionar justamente sobre la relación entre la inexistencia del Otro y lo real. El real de la Ciencia y el nuestro, invitándonos a testimoniar bottom-up maneras de hacer vivibles las actuales prácticas de restricción.

Me oriento entonces en el texto, aún sin lograr perspectiva (fragilizados tantos semblantes se hace imposible estimar sus consecuencias) y apelo a nuestra apuesta de emplazar el real que nos concierne, probando lo social en el síntoma y el síntoma como lazo social, tratamiento posible del vacío. Habrá que evaluar ‒asistidos por esa potente herramienta que es el nudo‒ el destino de lo simbólico, cómo la pandemia modificará o no la hipertrofia de lo imaginario que se daba en la contemporaneidad y mantener la orientación a ese real propio del psicoanálisis, ese que no rechaza al sujeto, sino que lo compromete y liga con su palabra, con sus acciones, con los otros y a su propio cuerpo, experimentado en la ética de una vida que aspire a otear más allá del semblante o, aunque sea, a intentar exceder en algo al número fatal.

NOTAS

  1. Miller, J.-A. (en colaboración con Éric Laurent), El Otro que no existe y sus comités de ética, Paidós, Buenos Aires, 2005, p. 10.
  2. Ibíd., p. 10.
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