AÑO XV
Octubre
2021
40
Sexuación, lógica y acontecimientos

La sexuación y la infancia trans

Patricio Alvarez Bayón

Graciela Hasper – Sin título
1992. Acrilico sobre tela. 38x198 cm

El psicoanálisis y la sexualidad infantil

Desde hace un tiempo, el psicoanálisis ha renovado su debate con los estudios de género. J.-A. Miller ha declarado el 2021 como "el año trans", a partir de la discusión en el Senado francés y en el español sobre la Ley de identidad de género, debate que se ha inspirado en la ley argentina sancionada en 2012. La ley argentina, a su vez, es la primera en el mundo que tiene la característica de no requerir de ningún tipo de diagnóstico psicológico o psiquiátrico, ni de la autorización de ningún abogado o juez, para que un sujeto pueda, a partir de la autopercepción de su género, modificar su documento de identidad y acceder a intervenciones o tratamientos acordes a esa autopercepción. Esa ley incluye a los menores de edad, si bien con algunas diferencias.

Desde esa declaración de Miller, muchos psicoanalistas han tomado la palabra en el recientemente creado canal Lacan web TV en YouTube.

Un punto central en ese debate ha sido la cuestión de la infancia trans. Se debate si un niño puede autopercibirse de otro género, y desde qué edad podría ocurrir.

Pese a que este debate es muy reciente y que, a su vez, la cuestión del género ha tomado un dominio público desde los textos de J. Butler y de P. B. Preciado, el psicoanálisis se preguntaba por la sexualidad infantil desde sus comienzos y, por ello, este debate se articula con los planteos del psicoanálisis.

Freud fue el primero en estudiar cómo se producía la "elección de objeto" en la infancia y estudiar las fijaciones de objeto y de meta pulsionales que producían las elecciones heterosexuales, homosexuales, bisexuales y demás.

Pero lo que debemos resaltar es que el punto de partida de Freud es el de considerar a la sexualidad infantil con tres características:

  • lo que llama la "bisexualidad innata", por la cual los caracteres masculinos o femeninos no son primarios ni absolutos,
  • la "perversión perversa polimorfa" del niño, por la cual el niño tiene en un comienzo todas las disposiciones sexuales posibles,
  • y la diferenciación entre el sexo biológico y el "sexo psíquico", base de lo que luego será llamado por Robert Stoller la diferencia entre sexo y género.

Con esas características, Freud parte de considerar que la elección de objeto no es innata sino adquirida, y situará que el interés del psicoanálisis es investigar todos los tipos de elección inconsciente de objeto. Esto tiene una implicancia fundamental para la posición ética del psicoanálisis que parte de considerar que no hay ninguna inscripción innata en relación a la posición sexuada que se produce a partir de varios factores que confluyen para determinar la elección inconsciente de la posición sexuada. Lacan resituará esta posición ética a partir de su axioma "no hay relación sexual", como veremos más adelante.

Desde esa bisexualidad innata y esa disposición perverso polimorfa, Freud plantea que algunos elementos serán los que determinen la elección de objeto de cada uno, los cuales definirán una elección a nivel del inconsciente. Así, la situará a partir de tres elementos, que se producen en la infancia:

  • la fijación pulsional,
  • la posición en relación al complejo de castración,
  • la identificación a los objetos edípicos paternos o maternos.

Estos tres elementos determinarán la elección de un niño ubicado en posición homosexual o heterosexual, sea que la realice en su conducta o la reprima.

Luego de Freud, muchos autores han investigado la elección de las posiciones sexuales dentro del psicoanálisis o fuera de él. Con el comienzo de los estudios de género, además, muchas investigaciones se han centrado en determinar si las causas de la elección del género son orgánicas o psíquicas. Por ejemplo, el ensayo "Origen y causa de la homosexualidad" de S. Soriano Rubio hace un estudio de revisión de todos los trabajos escritos hasta 1995 para determinar si las causas de la elección homosexual obedecen a factores genéticos, hormonales, neuroanatómicos o psicológicos ‒dividiendo los psicológicos entre las teorías psicoanalíticas y las cognitivo-educacionales‒, para concluir que no puede demostrarse que ninguno de esos factores determine de modo unívoco la elección de género, sino que esta debe explicarse por una causalidad multifactorial.

Pero será Lacan quien retome la posición ética de Freud, en relación a la elección de la posición sexuada, a partir de su axioma "no hay relación sexual", que tiene muchas lecturas posibles, pero la principal implica que no hay un modo de relación que pueda escribirse en lo real, es decir que los modos de posicionarse en relación al género, a la posición sexual o a la sexuación no están inscriptos desde el inicio, sino que se producen de acuerdo a lo que Lacan llama los modos de "errar la relación", es decir, de inscribir, sintomáticamente, un modo de goce que responda a la relación sexual que no existe. De este modo, cada elección de género, o como lo llamamos desde el psicoanálisis, cada elección inconsciente de la posición sexuada será un modo de respuesta sintomática, un modo de equivocar la relación sexual, un modo de inscribir un modo de goce singular que determina la posición sexuada de cada parlêtre.

Así, Lacan retoma la posición ética de Freud en la medida en que no podemos decir que haya una sexualidad normal y una sexualidad desviada de la norma, sino que todos los modos de sexualidad son respuestas sintomáticas a la no relación sexual: ya sea una identidad hetero, homo, bi, trans, L, G, T, B, Q, y la serie sigue abierta a las posibles respuestas.

La elección sexuada y la infancia trans

A su vez, del mismo modo que Freud, Lacan estudia los distintos modos en que se constituye esa elección inconsciente de un modo de gozar. En la medida en que no hay un destino prefijado, la elección inconsciente se produce a partir de muchas variables que deben articularse para definir ese modo de equivocar la relación sexual. Deberíamos desarrollar largamente esas variables, pero para resumirlas diremos que Lacan sitúa tres dimensiones en que el género se conforma:

  • a nivel de las identificaciones que se producen en el pasaje por los tiempos del Edipo, que dan la identidad autopercibida homo o hetero, y los rasgos simbólicos del objeto de atracción,
  • a nivel del objeto que se fija en el fantasma, que establece la satisfacción pulsional y posibilita un lazo de deseo y de goce con el objeto; esa elección no define la identidad autopercibida, pero sí define los rasgos de goce del objeto de atracción,
  • a nivel de la sexuación, que implica un posicionamiento en relación al goce fálico o al goce no-todo fálico, y que establece el modo de goce singular.

En esos tres niveles se configuran la sexualidad y el género a partir de las marcas contingentes y determinaciones que se producen en la infancia y también en la pubertad, pero lo que Lacan sitúa en relación al género es que los tres niveles no se articulan entre sí de modo unívoco: se puede tener una identificación masculina con un deseo homosexual, se puede autopercibir una identidad femenina en un cuerpo biológico masculino y sentir atracción por las mujeres, etc., es decir que los tres niveles identificatorio, electivo y de sexuación pueden ser paradójicos y contradictorios entre sí, lo cual conforma todas las dificultades que conocemos en la asunción de un género, el cual, en ningún caso, se asume sin dificultades.

Cuando hablamos de una identidad autopercibida conscientemente, esta es el resultado de un proceso, de una elección que ya ha sido hecha a nivel del inconsciente, que se produce según cómo se articulan esos tres niveles: la persona recibe esa elección en algún momento de su vida, y puede asumirla, reprimirla, actuarla o no actuarla, pero el momento de la elección consciente es diferente del momento donde se constituyó la elección inconsciente a partir de las marcas contingentes que la determinaron.

De este modo, la pregunta sobre la infancia trans está abierta a la investigación: ¿cómo se produce la articulación de esas tres variables? ¿cómo se dan los casos en que un niño plantea con plena certeza que pertenece a otro género? ¿cómo situar las variables por las cuales un niño responde a una identificación, o bien, a una elección de goce? Todas estas preguntas son las que nos hacemos e investigamos a partir de esas tres dimensiones que formula Lacan. Son preguntas que nos formulamos teóricamente, pero también a partir de la indagación clínica, a partir de casos de tratamiento o de supervisión, en los que hemos encontrado diversas posiciones que, por el momento solo formularemos por razones de espacio, pero continuaremos investigando:

  • niños que desde una edad muy temprana, a veces a los dos o tres años, se pronuncian con absoluta certeza sobre su identidad autopercibida que no coincide con el sexo biológico;
  • niños que pasan largo tiempo en un estado de confusión y perplejidad en relación a la asunción del género;
  • niños que, por efecto de la presión del Otro social o familiar, se pronuncian precozmente sobre su identidad, pero más adelante, en el tiempo de la pubertad o de la adolescencia, se pronuncian en contra de la identidad que tuvieron;
  • niños que modifican súbitamente su identidad en cierto momento de la infancia o la pubertad, sorprendiéndose incluso a ellos mismos;
  • niños que llegan a ubicar su identidad a lo largo del recorrido del tratamiento;
  • padres que intentan reprimir y acallar toda diferencia por parte de sus hijos;
  • padres que toman literalmente los pedidos de sus hijos, con mucha ansiedad por encontrar una definición, sin tomarse el tiempo de escuchar y acompañar un proceso que no es inmediato, sino que va teniendo distintas etapas;
  • padres que pueden acompañar a sus hijos con el debido respeto y escucha.

Toda esa variabilidad clínica, de la que solo podemos ubicar un esbozo, se presenta a veces con niños que pueden hacer su recorrido sin grandes dificultades y padres que pueden acompañarlos, o a veces, con gran sufrimiento y consecuencias subjetivas que, a veces, pueden ser bien escuchadas y tramitadas o, por el contrario, pueden tener efectos catastróficos. Es por eso que la posición del analista, de respeto y escucha, es fundamental para acompañar a un sujeto hasta la plena asunción y ejercicio de la identidad de género que su inconsciente haya elegido.