AÑO XVI
Septiembre
2022
41
¿Por qué la guerra?

¿Por qué la guerra? Entrevista a Marie-Hélène Brousse

Rodrigo Reinoso - Hyperglycémie-92

-Virtualia: Marie-Hélène Brousse, usted ha sostenido una hipótesis muy fuerte –si tomamos en cuenta lo que suele afirmarse en relación a los pilares en que se sustenta la civilización–: "la guerra no es lo contrario de la civilización sino su consagración, su punto más agudo". Nos interesaría que desarrollara este punto.

Marie-Hélène Brousse: Efectivamente, parece paradójico pero ya lo decía Carl von Clausewitz cuando pensaba en la guerra como la continuación lógica de la negociación.

Es cierto que doy un paso más cuando digo: "el punto más agudo". Este paso es posible gracias a la etología. En el reino animal, del que forma parte la especie humana, no existe la guerra, las señales de sumisión del vencido detienen a su adversario. Por lo tanto, es el lenguaje el que transforma el uso de la agresividad y le quita sus límites naturales. El lenguaje articulado, basado en la disyunción destacada por De Saussure entre significante y significado, emancipa a la agresividad de la dimensión de lo imaginario y, de esta forma, la libera de sus límites.

Como Lacan aconseja a los analistas, es necesario considerar el fenómeno civilizador de la guerra, desde las tres dimensiones de lo imaginario, lo simbólico y lo real. Sobre todo porque toda la enseñanza del último Lacan se basa en los diferentes anudamientos de estas tres dimensiones. Entonces, es posible afirmar que la guerra es un síntoma del vínculo social específicamente humano.

- Virtualia: usted plantea que la condición de posibilidad de la guerra guarda relación con la docilidad estructural del ser viviente respecto del orden simbólico. ¿Podría aclarar de qué modo dicha docilidad se transforma en condición?

M.-H. Brousse: "Docilidad" es, quizás, un término mal elegido porque esta docilidad es totalmente inconsciente. El sujeto humano, entendido en el sentido lacaniano de "sujetado", es un fenómeno de lenguaje. La docilidad es, entonces, el resultado de la estructura simbólica que produce el efecto sujeto. Como no hay sujeto por fuera del lenguaje –salvo tal vez los autistas que son los seres hablantes que se mantienen lo más lejos posible de esta sujeción al lenguaje–, el orden simbólico transforma la agresividad imaginaria en la pasión del ser hablante, el odio o el amor: el odio al enemigo y el amor a la patria, por ejemplo.

- Virtualia: resulta claro que lo que se pone en juego en la guerra es el odio, pero Ud. ha destacado que tanto el odio como el amor se conjugan en la guerra. ¿Qué lugar tiene el amor en ella? Quizás este punto nos permita entender, desde otra lectura, los efectos de estrago padecidos por los ex combatientes de Malvinas de nuestro país.

M.-H. Brousse: El amor en este caso es el amor por lo mismo. Lacan usa la expresión jugando con el equívoco en francés se mêmer o se m'aimer [1] en el otro.

La cuestión del "estrago" es importante porque señala los efectos de real que la guerra genera en los seres hablantes. Una brillante serie de televisión israelí Hatufim [2] se basa en ese real que queda inscrito en el sujeto para siempre, que acecha al ser hablante como un núcleo memorial imposible de borrar.

- Virtualia: Sabemos del valor de los objetos en toda guerra: territorios, recursos naturales, riquezas, etc. Quisiéramos interrogarla sobre el lugar del objeto a en la guerra, objeto para siempre perdido –como Lacan lo ha ubicado, retomando a Freud– y con sus pinceladas de real.

M.-H. Brousse: En el Seminario 10, Lacan limita la lista de objetos a a cinco. Al agregar el objeto "nada" del anoréxico y el lugar del objeto a que el niño puede llegar a ocupar, llegamos a siete formas del objeto. Pienso que en la guerra tienen la misma función que en cualquier actividad humana, es decir, objetos causa de deseo y no objetos deseados. Es realmente esencial distinguir los objetos causa del deseo de los objetos deseados gracias, precisamente, al lugar del objeto causa que permite movilizar el deseo por medio del fantasma. ¡Movilizarlo no significa satisfacerlo! Es más bien lo contrario: ¡movilizarlo "porque no es eso"!

- Virtualia: ¿Qué lugar para el discurso analítico frente a una contienda bélica? ¿Qué aportes puede hacer dicho discurso? ¿En qué campos?

M.-H. Brousse: Considerando que el discurso analítico es el único de los cuatro discursos que no es un discurso de dominación, ¡no tiene que decirle al parlêtre lo que le conviene hacer! Sobre todo, no. Puede, sin embargo, intentar elucidar cuáles son las consecuencias para este parlêtre de sus elecciones. Solo hay una elección forzada o X o Z, como la bolsa o la vida, la libertad o la muerte, dos ejemplos que da Lacan. Si querés la guerra, tenés que saber que podés morirte; si querés la vida, tenés que saber que la libertad te será restringida. Pero en cualquier caso, va a haber una pérdida.

No nos olvidemos que Lacan, a través de Kojève, se inspiró en Hegel durante toda su enseñanza. Revisándolo, por supuesto, dándolo vuelta. Pero lo cierto es que no deja de ser el parlêtre el que elige y quien deberá asumir las consecuencias de su elección en el vínculo social. Billy Wilder, evocando el ascenso del nazismo tras la época esplendorosa de la república de Weimar, decía que estaban los optimistas que se habían subido a los trenes y los pesimistas, como él, que se habían ido a Hollywood. ¡La elección forzada!

Actualmente vuelven muchos alemanes, judíos y no judíos, que se habían ido de Alemania. Lo dicen así: están en casa. Victoria del deseo unido al querer. El factor tiempo es un real tan poderoso como el factor espacio. No se trata de "soportar la vida", se trata de vivir o morir plenamente, es decir, según el deseo, no sin pérdida. La expresión "soportar la vida" da cuenta de la elección de la esclavitud.

NOTAS

  1. Hay homofonía en francés entre "mismo" [même] y "me ama" [m'aime].
  2. Serie: Hatufim (Prisioners of war), Gideon Raff, Israel, 2009-2012.

Traducción: Esmeralda Miras
Revisión: Laura Petrosino