Segunda Noche, Presentación: "La segunda metáfora paterna"

[…] notarán que la consecuencia in­mediata es la psicosis generalizada. Y les hago observar que Lacan no retrocedió ante esta consecuencia. En efecto, en aquel momento el acen­to de su enseñanza no recaía sobre las distinciones sutiles, sino que avan­zaba más bien por síntesis. Entonces, la distinción entre neurosis y psicosis, y la clínica diferencial que la acompaña, requiere que compren­damos que todo el mundo delira.

Lacan lo escribió con todas las letras al menos una vez: todo el mun­do delira. Fue en un texto de homenaje en la Universidad de París VIII. Sin duda, era una ocasión bien elegida. Psicosis generalizada, es decir, el síntoma es normal. Así como destaco de qué manera el nuevo concepto de síntoma in­cluye a la vez síntoma y fantasma, también subrayó que esta noción es en cierta medida transclínica, vale para la neurosis y para la psicosis. De aquí en más, es posible una clínica diferencial. Debemos distinguir a partir de lo que tienen en común.
Jacques-Alain Miller[1]

En este primer recorrido con el horizonte del "Todo el mundo es loco, es decir, delirante"[2] nos ocupamos de trabajar tres referencias de Miller que van de los años 1986 a 1988 y que culminan con la conferencia titulada: "Ironía". Es en esta Conferencia de apertura del Quinto Encuentro Internacional del Campo Freudiano que se llamó igual que el Encuentro: "Clínica diferencial de las psicosis"[3] en la que frente a esta "clínica diferencial", Miller le contrapone una "clínica universal del delirio". Encontramos en este par un adelanto de lo que diez años más adelante se trabajará en torno a la diferencia entre clínica discontinua y clínica continuista.[4]

En la segunda estación de este recorrido pusimos al trabajo lo que Miller llama "una segunda metáfora paterna" en la clase IX de su curso Extimidad. El marco del que se viene ocupando es, fundamentalmente, el de situar al goce como éxtimo, cuya introducción en la enseñanza de Lacan marca el pasaje de la incompletud a la inconsistencia del Otro. El pasaje de la falta de un significante en la batería del Otro a la inconsistencia lógica del Otro conlleva que el objeto a adquiera una consistencia lógica:

Ella [la lógica matemática] atesta desde afuera a Otro cuya estructura, y justamente por ser lógica, no llega hasta recubrirse a sí misma: es el S(Ⱥ) de nuestro grafo. […]. Pero si la transferencia parece encontrar suficiente motivación en la primariedad significante del rasgo unario, nada indica que el objeto a no tenga una consistencia cuyo sostén sea de lógica pura.[5]

Este movimiento en la enseñanza de Lacan se ubica a finales de los 50, cuando Lacan lanza su aforismo no hay Otro del Otro en su clase del 8 de abril de 1959: "Ese es, si me permiten, el gran secreto del psicoanálisis. El gran secreto es: no hay Otro del Otro".[6] Miller, con la introducción del goce, comienza un cuestionamiento al Nombre del Padre como significante garante del Otro, que lleva a su pluralización y que implica que

[…] para que surja la extimidad como una articulación ineludible es preciso que el Otro se perciba como inconsistente, que el falo como significante imaginario sea concebido como negativizado y que el Nombre del Padre como punto de basta sea entendido como un significante que engaña y que no toca lo real[7]

y que Miller trabaja puntualmente a partir de lo que llama una "segunda metáfora paterna".