AÑO XVII
Mayo
2023
42
Puntos locos / locuras del final

Una joya que la escuela toma

Valeria Casali

Atilio Pernisco
Cami and Nonna / oil on canvas 16"x10"

¿Cuánto vale esto? ¿Cuánto me da usted por esto? Vamos a decirle: Es una joya. La escuela lo toma.
JACQUES-ALAIN MILLER, Cómo terminan los análisis. Paradojas del pase[1]

Trabajaré con el testimonio de Silvia Salman, "Los nombres de mi locura",[2] sobre dos paradojas señaladas por Miller en Cómo terminan los análisis. Paradojas del pase.[3]

Las resumo así:

1. si Lacan formula el fin de análisis como la caducidad del sujeto supuesto saber, ¿cómo es que propone alienarlo al pase que agrega al momento del final el procedimiento y la nominación que dependen de otros, es decir, lo transfiere a la Escuela?;

2. ¿cómo pudo hablar Lacan de transmisión del psicoanálisis y decir, a la vez, que no la hay?[4]

En su complejidad, estas paradojas convergen con una pregunta puntualizada en el argumento para nuestro próximo Congreso de la AMP, "Todo el mundo es loco":[5] ¿cómo se transmite un discurso que, como el analítico, no pretende enseñar, porque no pretende dominar? Pregunta crucial si se está interesado en sostener el lugar de la orientación lacaniana en los debates actuales sobre, como Freud lo llamó, el malestar en la civilización.

Reformularé la pregunta para precisar mejor algunos puntos vivos que este testimonio nos acerca: ¿cómo se extrae del discurso analítico algo posible de una transmisión?

Lacan nos dio su respuesta: a través del pase.

Destitución del sujeto supuesto saber: distinguir el acto analítico

Respecto de la primera paradoja, Miller propone operar, para abordarla, un desplazamiento. Se trata del viraje de la posición de analizante a la del analista y debemos "distinguir el acto analítico".[6]

La destitución del sujeto supuesto saber, en relación con el acto analítico en este testimonio, puede ubicarse tomando como referencia el desapego, como "posición que conviene al analista, en la medida en que su acto consiste en despegar el significado del significante, es decir, reconducir el significante a su desnudez".[7]

El testimonio localiza cómo el síntoma, nombrado "huidiza", se sostenía anudando el significante de lalengua que traumatizó el cuerpo, "dibujo animado", con un significado proporcionado por la gramática del fantasma, ser atrapada por la mirada del Otro, y su alternancia repetitiva, desaparecer de dicha mirada. La operación analítica no solo reconduce el significante a su desnudez transformando "dibujo animado" en un sin sentido, sino que devela el goce que mantiene encerrado; un "goce singularísimo, atrapado en la repetición de lo mismo".[8] Lo que nos lleva al siguiente punto.

Una nada de saber

"Debemos tomar por punto de partida que, en la experiencia del inconsciente, hay lo real. Queda en nosotros arreglárnoslas para construir el aparato que convenga".[9] Si la travesía de un análisis va del "yo no quiero saber nada de eso" a un deseo de saber, la entrada se produce cuando el saber supuesto se vuelve la referencia del trabajo y la salida, cuando el saber supuesto cae. Pero no es suficiente, ya que debe haber también cierta captura de un real que no cesa de no escribirse, un "hacer brotar del lenguaje un real con el cual tener una relación de demostración que produce certeza".[10]

El testimonio sitúa que el trabajo analítico permitió "nombrar de diferentes maneras esa especie de locura tan singular que siempre podemos captar cuando constatamos la realización de una satisfacción […] un goce que no cesaba de repetirse".[11] Indica también que "los nombres de mi chifladura" intenta localizar el núcleo de ese goce. Es decir, una nada de saber, una pieza suelta, un mínimo trozo que, sin embargo, permitirá escribir una nueva forma de vivir la pulsión.

El nombre de sinthome alcanzado, encarnada, no solo señala aquello de ese goce "que, sin embargo, resta", sino que escribe "una presencia del cuerpo que ya no necesita desaparecer para ser. Un cuerpo erótico".[12]

Estructura de witz

Encarnada como neocreación, uso nuevo de un significante devenido letra, remite a la estructura del pase como estructura del witz. Su condición neológica permite articular la designación más próxima de Lacan al inconsciente real no hay relación sexual, ubicando la forclusión estructural del significante La mujer en una solución ‒como todas‒ un poco chiflada. Pero como el testimonio sitúa, no del todo, ni como todas.

El segundo valor que aporta la estructura del witz al pase es su "estructura de recurrencia"[13] que destaca el consentimiento requerido para efectivizar la nominación. Es necesario el consentimiento del Otro de la Escuela, que "debe consentir al neologismo del pase, reconocer el witz del pase, su desviación".[14] En este punto quiero situarme, con relación a las paradojas señaladas, interrogando el estatuto de este Otro de la Escuela.

No existe la transferencia cero

Encuentro una joya en el testimonio. Un sueño que se produce luego de la última entrevista con los pasadores. Es referido así: "Hay un accidente, tengo que ir a buscar los restos de una mujer (que es una amiga entrañable) y ponerlos en algún lugar. Recojo esos restos. Se trata de una figura, una especie de escultura hecha de trozos de mujer".[15] Más allá de lo que elucida sobre un cuerpo de mujer "animado y encarnado de otra manera […] como resto de la operación analítica",[16] me interesa el momento en que se produce el sueño y lo que se sigue formalizando de la experiencia durante el tiempo como AE. Es decir, dentro del dispositivo del pase mismo.

El final de análisis opera una resolución de la transferencia que no debemos confundir con una "aniquilación, una reducción de la transferencia a nada que la lleve a cero. No hay grado cero de la transferencia".[17] Esto es así porque el pase supone una demanda al Otro de la Escuela y encontramos allí "lo más paradójico del asunto: el estatuto del Otro del pase".[18]

El sueño mismo y, más aún, el momento del sueño y lo que de él se sigue formalizando al testimoniar responden por el estatuto de ese Otro del pase de un modo contundente: con transferencia al trabajo. La del "verdadero pasante […] que dirige su transferencia a su trabajo, aquel que espera de su propio trabajo el esclarecimiento que le está faltando".[19]

Es decir que la destitución del sujeto supuesto saber se enlaza a un Otro que no es tal, porque su enlace es a un Sujeto: la Escuela Sujeto.[20] Efecto del deseo del analista, que no solo separa al sujeto de los significantes amo que lo colectivizan aislando su diferencia absoluta, sino que devela que no hay significante de la falta en el Otro. Efecto de "una causa experimentada por cada uno a nivel de su propia soledad subjetiva".[21]

La paradoja de la Escuela es que el único enunciado capaz de colectivizarla "es el que la nombra no toda".[22] Esto establece también, su apuesta: la trasmisión de un discurso que se sabe descompletado por lo real. El esfuerzo de subjetivar y consentir a esa condición, central a la experiencia analítica y a la lógica colectiva de Escuela constituye la mayor apuesta de la orientación lacaniana. ¿Cómo podría sostenerse su incidencia en los debates sobre la subjetividad contemporánea sin "un conjunto de trabajadores decididos, analizantes a destajo"[23]? La paradoja del pase es, pues, su mayor apuesta: una topología de analizante a analista, y retorno.

NOTAS

  1. Miller. J.-A., "Estructura del pase", Cómo terminan los análisis. Paradojas del pase, Buenos Aires, Grama, 2022, p. 299.
  2. Salman, S., "Los nombres posibles de mi locura", Revista Lacaniana de Psicoanálisis, n.º 11, Buenos Aires, Grama, 2011, pp. 53-55.
  3. Miller, J.-A., "Estructura del pase", Cómo terminan los análisis. Paradojas del pase, óp. cit.
  4. Miller, J.-A., "Analista de su propia experiencia", Cómo terminan los análisis. Paradojas del pase, óp. cit., pp. 149-151.
  5. Miller, J.-A., "Todo el mundo es loco", Revista Lacaniana de Psicoanálisis, n.° 32, Buenos Aires, Grama, 2022, pp. 15-25.
  6. Miller, J.-A., "Introducción a las paradojas de pase", Cómo terminan los análisis. Paradojas del pase, óp. cit., p. 29.
  7. Miller, J.-A., Sutilezas analíticas, Buenos Aires, Paidós, 2010, p. 55.
  8. Salman, S., "Los nombres posibles de mi locura", Revista Lacaniana de Psicoanálisis, n.º 11, óp. cit., p. 55.
  9. Miller, J.-A., "Un real para el psicoanálisis", Cómo terminan los análisis. Paradojas del pase, óp. cit., p. 289.
  10. Ibíd., p. 285.
  11. Salman, S., "Los nombres posibles de mi locura", Revista Lacaniana de Psicoanálisis, n.º 11, óp. cit., p. 53.
  12. Ibíd., p. 55
  13. Miller, J.-A. "Estructura del pase", Cómo terminan los análisis. Paradojas del pase, óp. cit., p. 297.
  14. Ibíd., p. 298.
  15. Salman, S., "Los nombres posibles de mi locura", Revista Lacaniana de Psicoanálisis, n.º 11, óp. cit., p. 55.
  16. Ibíd.
  17. Miller, J.-A., "Una observación acerca del atravesamiento de la transferencia", Cómo terminan los análisis. Paradojas del pase, óp. cit., p. 144.
  18. Ibíd., p. 145.
  19. Ibíd., p. 147.
  20. Miller, J.-A., "Teoría de Turín acerca del sujeto de la Escuela", Wapol [en línea], https://www.wapol.org/es/las_escuelas/TemplateArticulo.asp?intTipoPagina=4&intEdicion=1&intIdiomaPublicacion=1&intArticulo=291&intIdiomaArticulo=1&intPublicacion=10
  21. Ibíd.
  22. Ibíd.
  23. Miller, J.-A., "Una observación acerca del atravesamiento de la transferencia", Cómo terminan los análisis. Paradojas del pase, óp. cit., p. 147.