Hacia un significante loco
Guido Coll
La funesta debilidad de los manifiestos es su inherente falta de pruebas.
El problema de Manhattan es todo lo contrario: es una montaña de pruebas sin manifiestos. Este libro se concibió en la intersección de estas dos observaciones: se trata de un manifiesto retroactivo para Manhattan.
REM KOOLHAAS, Delirio de Nueva York [1]
Ce n'est pas un commentaire
El pase está habitado por una multiplicidad de paradojas o, para ser más justos, habría que situar que el pase mismo tiene un "carácter paradojal". Este punto lo destaca Miller como central a partir del subtítulo con el que elige acompañar el conjunto de textos reunidos para abordar los finales de los análisis.[2]
Una modalidad posible que adopta esa paradoxa es "decir lo imposible de decir". Por ello, siempre me resultó extraño, y acaso imprudente, comentar un testimonio de pase, pues sería un imposible lógico al cuadrado. Esa extrañeza me hace advertir desde el comienzo que esto no es un comentario del pase. Más bien, un esfuerzo por extraer de un testimonio –"De la repetición de un destino a la invención de un significante nuevo"‒[3] una posible enseñanza para el psicoanálisis en consonancia con el próximo congreso de la AMP: "Todo el mundo es loco".
El destino y un significante nuevo
El trayecto lógico que propone Luis Tudanca sobre el recorrido de su análisis, tal como lo adelanta en el título, parte de un destino de repetición ligado a su fantasma y a su síntoma que, luego de atravesar una experiencia de análisis en varios tiempos, inventa un significante nuevo. Allí reside y condensa el producto de esa experiencia que permite hacer de un destino fatal una existencia contingente a partir de los efectos que se exponen.
Entonces, en primera instancia, hay una mostración cabal, aunque no-toda, de lo que expresa Lacan con relación al destino a partir de lo que el analizante/analista presenta como "la línea del fantasma" y "la línea del síntoma" entregado a una repetición fatal de un rechazo del Otro, pobre y sin recursos, pero puesto a pelearLa. Dice Lacan:
Las casualidades nos empujan a diestra y siniestra, y con ellas construimos nuestro destino, porque somos nosotros quienes lo trenzamos como tal […]. Somos hablados y, debido a esto, hacemos de las casualidades que nos empujan algo tramado. Hay, en efecto, una trama ‒nosotros la llamamos nuestro destino‒.[4]
Por otro lado, y es quizá el punto decisivo que quiero destacar en este trabajo, la preponderancia que toma la invención de un significante nuevo en este testimonio de pase: el peleador impolítico. Significante "que da una nueva posición al sujeto y le permite retomar definitivamente el lazo".[5]
Hacia un significante nuevo" es quizá uno de los horizontes que propone Lacan para un análisis y es, en tanto nuevo y sin ninguna especie de sentido ‒común, compartido, del Otro‒, delirante.
Un significante nuevo que no tendría ninguna especie de sentido, eso sería quizá lo que nos abriría a lo que, con mis pasos torpes, llamo lo real. ¿Por qué no se intentaría formular un significante que, contrariamente al uso que se hace de él actualmente, tendría un efecto?[6]
De esos efectos que surgen a partir del significante nuevo da cuenta, de forma lógica y rigurosa, el pase que abordamos. Tudanca dice, respecto del peleador impolítico, "que ese significante hay que leerlo como un verdadero oxímoron […] uno de los nombres del no-todo".[7]
La orientación que despliega Lacan al final de su enseñanza a partir de la afirmación "Todo el mundo el loco, es decir, es delirante", de la cual extraemos el aforismo que da nombre al próximo Congreso de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, nos permite correlacionar y poner en tensión dos significantes para dislocar su sentido habitual. La locura está puesta en correlación con el delirio desplazando así cualquier alusión con algún tipo clínico que pudiera confundirse. Un sintagma que nos obliga a una breve disquisición al respecto.
Locura y psicosis
Desde el comienzo de su formación, la locura será unos de los pivotes esenciales en la enseñanza de Lacan y, en ese contexto, cabe recordar la formación, médico/psiquiatra, desde la cual él ingresa al psicoanálisis.
Ahora bien, hay que decir que, si bien en el Seminario 3[8] parece plantear una equivalencia entre la locura y la psicosis, su enseñanza, abordada en su contexto y en su conjunto, nos permite argumentar que nunca coincidió con esa yuxtaposición. Fundamentalmente, porque Lacan siempre consideró la locura como parte esencial del sujeto, no así la estructura clínica de la psicosis.
Ya en 1946,[9] antes de lo que él mismo consideró como el comienzo de su enseñanza, decía: "[…] y el ser del hombre no solo no se lo puede comprender sin la locura, sino que ni aún sería el ser del hombre si no llevara en sí la locura cómo límite de su libertad".[10]
Entonces, al comienzo, su pregunta por la locura y el abordaje por diferentes sesgos. Luego, el primer clasicismo lacaniano[11] donde se propone abordar la psicosis con el modelo estructuralista, oponiéndola a la neurosis, y al final de su enseñanza, retoma su interés por el fenómeno de la locura. El 10 de febrero de 1976 se hace la siguiente pregunta: ¿a partir de cuándo se está loco?[12] Dos años más tarde, el 22 de octubre de 1978, dice en la Universidad: "Todo el mundo es loco, es decir, es delirante".[13]
Sitúa de ese modo la discusión por el referente ontológico, en contraposición con el delirio, bregando por desplazar cualquier arrogancia de quien se piense que está en regla con la realidad. La realidad, en tanto tal, no tiene un estatuto ontológico. Más bien se trata de una construcción significante. Todo el mundo es loco por la contingencia misma de la ex-sistencia.
Para Lacan, la realidad está dada por el armazón significante y la adecuación a ella (la de cada uno); es, justamente, a partir de un significante contingente, arbitrario y sin sentido que viene a reglar al sujeto. Ese es el punto de la locura. Locura reglada o no reglada, podríamos decir, para situar cierta posición subjetiva diferencial entre la locura universal y la psicosis.
Por ello, dice Miller, que el primer síntoma que lleva el sujeto a su análisis es su yo, en tanto delirio de identidad, y sitúa la perspectiva de precisar que cualquier tipo clínico debe leerse sobre el fundamento de una clínica universal de delirio[14] donde la referencia a la cosa está vacía. Por muchos motivos, ubicar como fundamento una clínica universal del delirio que se ordena a partir de un significante tiene consecuencias para pensar el final de un análisis. Pero quiero destacar uno.
Para Lacan, el final de análisis siempre estuvo ligado a la concepción que se tenga de lo que hay en el origen. La secuencia que se fue desarrollando en su enseñanza fue la siguiente: la muerte, la castración imaginaria y el goce. En todos los casos se podría decir que la conclusión de la cura estaba marcada por una nueva relación del sujeto con el término original (muerte, castración imaginaria, goce).[15] Esto nos permite deducir que, si al principio está la locura fundamental, la conclusión de la cura implica una nueva relación a esta en referencia a un significante contingente y arbitrario que determina la regla propia del decir de cada uno.
Eso demuestra, entre otras cosas, el testimonio del pase que Tudanca trasmite.
Un significante loco
Situar la locura en correlación con el delirio permite una lectura posible para esclarecer que "en la teoría del pase hay mucha palabrería acerca de que se trataría de un momento semejante a la psicosis".[16] A ese palabrerío sería más pertinente, a partir de lo esbozado, ubicarlo más próximo al lado de la locura. Así, el deliro del final se relaciona con "lo imposible de decir, que el pase sin duda estrecha al máximo, pero no anula; si hay un imposible de decir, pues bien, un elemento de ficción lo rodea".[17]
De allí que "el final de locura" refiere a esa invención que, además, es lo que se espera de un pase que despierte cierto interés, pues
[…] el concepto mismo de pase, implica un elemento increíble. Solo se comprueba en lo inverosímil. Si no fuerza las normas de la creencia racional, de la seguridad de lo ya sabido, de la trama de la experiencia común, no tiene interés.[18]
Podemos pensar, entonces, una experiencia de análisis como "la posibilidad de ganarle terreno a lo real con el saber, como Cantor, es decir, proceder a la invención de un significante nuevo"[19] que permita armar un manifiesto retroactivo para transitar la existencia, no más acorde a la realidad, sino con un delirio que permita "sentirse mejor".[20]
NOTAS
- Koolhaas, R., (1978) Delirio de Nueva York, Barcelona, Gustavo Gigli, 2004, p. 9.
- Miller, J.-A., Cómo terminan los análisis. Paradojas del pase, Buenos Aires, Grama, 2022.
- Tudanca, L., "De la repetición de un destino a la invención de un significante nuevo", Revista Lacaniana de Psicoanálisis, n.º11, Buenos Aires, Grama, 2011, pp. 123-132.
- Lacan, J., (1975-1976) El Seminario, Libro 23, El sinthome, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 160.
- Tudanca, L., "De la repetición de un destino a la invención de un significante nuevo", Revista Lacaniana de Psicoanálisis, n.º11, óp. cit., p. 130.
- Lacan, J., (1977) "Hacia un significante nuevo", Revista Lacaniana de Psicoanálisis, n.º27, Buenos Aires, Grama, 2019, p. 19.
- Tudanca, L., "De la repetición de un destino a la invención de un significante nuevo", Revista Lacaniana de Psicoanálisis, n.º11, óp. cit., pp. 130-131.
- Lacan, J., (1955-1956) El Seminario, Libro 3, Las psicosis, Buenos Aires, Paidós, 2008.
- Lacan, J., (1946) "Acerca de la causalidad psíquica", Escritos 1, Buenos Aires, Siglo XXI, 2008, pp. 151-190.
- Ibíd., p. 174.
- Milner, J.-C., La obra clara, Buenos Aires, Manantial, 1996.
- Lacan, J., (1975-1976) El Seminario, Libro 23, El sinthome, óp. cit.
- Lacan, J., (1978) "¡Lacan por Vincennes!", Revista Lacaniana de Psicoanálisis, n.º11, óp. cit., p. 7.
- Miller, J.-A., "Ironía", Consecuencias. Revista digital de arte, psicoanálisis y pensamiento, n.º 7, noviembre de 2011 [en línea], https://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/007/template.php
- Miller, J.-A., Donc, Buenos Aires, Paidós, 2011, p. 124.
- Miller, J.-A., (1990) "Hacia un significante nuevo", Cómo terminan los análisis. Paradojas del pase, óp. cit., p. 114.
- Miller, J.-A., (1992) "A propósito del recuerdo-rompe-pantalla", Cómo terminan los análisis. Paradojas del pase, óp. cit., p. 219.
- Miller, J.-A. (1994) "El pase, hecho o ficción", Cómo terminan los análisis. Paradojas del pase, óp. cit., p. 272.
- Miller, J.-A., (1990) "Hacia un significante nuevo", Cómo terminan los análisis. Paradojas del pase, óp. cit., p. 115.
- Lacan, J., (1976) clase del 14 de diciembre de 1976, "L'insu que sait de l'une-bévue s'aile à mourre", Revista Lacaniana de Psicoanálisis, n.º 29, Buenos Aires, Grama, 2021, p. 14.