Cada loco con su tema

"Cada loco con su tema", canta Joan Manuel Serrat, "contra gustos no hay disputas…" Y que cada loco anda con su tema es muy cierto. Una locura universal donde el conjunto de los sujetos nos vemos abocados a realizar un invento personal que nos permita vivir mejor, aunque sea de a ratos, con arreglos sinthomaticos que suturan lo irremediablemente separados que estamos de lo real por el lenguaje.

El delirio o la novela familiar será la respuesta al acceso imposible a lo real porque cada uno es como es, "cada quién es cada cual y baja las escaleras como quiere", o puede, podríamos agregar a la letra de la canción.

Escuchamos en los consultorios las maneras singulares de dar forma a lo imposible, elaborando un anudamiento particular, sin par, entre lo real, lo imaginario y lo simbólico.

Hablamos de locuras intentando diferenciarlas de las psicosis; sabemos que no son lo mismo, pero ¿se complementan? ¿Hay una locura estructural? ¿Lacan habla de la misma locura en toda su obra? No, su conceptualización va cambiando a lo largo de los años, manteniendo una lógica precisa a lo largo de ella.

En El Seminario 3, Las psicosis, o en el escrito "Acerca de la causalidad psíquica", diferencia al loco del psicótico cuando se refiere a aquellos hombres libres como los locos o cuando establece que no se vuelve loco el que quiere.

Hace algunos años recibo de la Red de la EOL a una mujer joven que manifestaba que su mundo se había conmocionado, hacía meses había nacido su primer hijo y adjudicaba su aturdimiento a un episodio particular cuya significación personal constituía una matriz delirante que ella sostenía con total certeza. La maternidad, el acto biológico y el cuerpo habían sido campo fértil para su desencadenamiento-desenganche. ¿Me encontraba con una psicosis puerperal o un episodio de confusión extrema producto de dar a luz a su hijo?

Me acerco a la psiquiatría de la mano de Henry Ey, quien consideraba a la psicosis puerperal como una "entidad clínica". La define como una "eclosión súbita de un delirio polimorfo en sus temas y manifestaciones. Una de las características centrales del deliro es la transitoriedad, es un delirio súbito y transitorio".

Destaco lo súbito del puerperio y lo enlazo con una cita de Eric Laurent:

Un paso está dado al momento en el que un niño nace. Hay una aceleración, el llamado Nombre del Padre, a partir del momento en el que existe el niño, se hace más presente. Se clama para que algo ponga en orden la relación madre-hijo.

Si nadie responde en ese lugar, el desastre imaginario hace lo suyo.

Vayamos a Aimeé, la paciente sobre la cual Lacan escribió su tesis de doctorado, su pasaje al acto y posteriores internaciones. La primera acontece cuando decide viajar a EE.UU. para volverse una gran escritora. Al desencadenamiento de su psicosis, Lacan lo sitúa como "causa ocasional" de su estado puerperal. Durante su primer embarazo, teme por su futura hija: perseguidores la amenazan. Al nacer, la bebé está muerta. En ese momento, recibe la llamada de su antigua amiga y concluye que es ella la responsable de la muerta de la niña. Se transforma en perseguidora al plasmarse la certeza psicótica para Aimeé. Dos años más tarde, nace su hijo y recrudece su delirio, presenta un delirio de interpretación y, luego, hace un pasaje al acto y obtiene su pacificación.

Si tomamos la esfera madre-hijo podemos advertir que este es un campo fértil para las chifladuras, las neuróticas y las psicóticas. En El Seminario 4, La relación de objeto, Lacan establece las relaciones entre padre-madre e hijo. Resulta condición para que el hombre se convierta en padre no consentir al no-todo que constituye la estructura del deseo femenino; cuando se obstaculiza dicho consentimiento, sabemos que existirán consecuencias clínicas.

Aquí, será condición que las chifladuras de la madre "suficientemente buena" no lo sean demasiado, que sus deseos de mujer hagan un hueco a los cuidados del hijo. Lacan trabajará esto en el escrito "La significación del falo", pues no basta con la función paterna. El riesgo es que el cocodrilo cierre sus fauces de no existir un palo, una traba, agrega en El Seminario 17, El reverso del psicoanálisis. Es necesario que el objeto niño no sea todo para el sujeto materno.

Lacan, en Vincennes, dice que "todo el mundo es loco, es decir, es delirante" y que el delirio comienza cuando un significante se articula con otro y ahí se empieza un saber particular. Nos encontramos con el delirio como producción de significación por la vía de la articulación significante; es por eso que decimos "todos deliramos" independientemente de las estructuras psíquicas.

Lo que ha variado es el concepto de delirio, sabemos del clásico y ahora, del actual; la locura de todos no es psicosis, ¿podríamos decir que la locura es general y la psicosis es en singular? Una locura pensada estructural, provocada por ser seres hablantes, donde el lenguaje y el goce tienen distintas formas de anudamiento.

Lacan también habló de aquellos pacientes raros y excéntricos al referirse a la presentación de enfermos realizada en 1976 a la Srta. Brigitte, donde dice: "El lugar que quería tener era el de una madre que quiere a su hijo, de una madre atractiva […]". Lacan la llamaba "la enfermedad de la mentalidad, que la conecta con la vida".

Por último, podríamos seguir un hilo conductor entre nuestra conocida Aimée, la paciente que nos cita Eric Laurent, la Srta. Brigitte, la analizante que llega a la Red, todas enlazadas entre madres e hijos, sufriendo dramas absolutamente singulares, pero con sus locuras neuróticas y psicóticas intentando inventar soluciones particulares. Una herramienta para interpretar el mundo y guiarse en materia de goce, para seguir cantando: "Prefiero, el tiempo al oro, la vida al sueño…"