Julio 2001 • Año I
#2
Sala de lectura

Reseña de Hacia un decir menos tonto

De Silvia Bermúdez

Christian Ríos

El texto de Silvia Bermúdez refleja años de trabajo e investigación. La variedad de temas abordados, en cada una de las páginas, lo demuestra. Variedad articulada por un eje que atraviesa todo el libro, un hilo invisible que da los puntos de costura necesarios, para que cada uno de los capítulos se articule.

El concepto de pulsión constituye el corazón de este libro. La autora despeja y recupera dicha noción desde los fundamentos pulsionales del yo, en la obra de Sigmund Freud, hasta la operación de retorno a la misma propuesta por Jacques Lacan. Punto crucial para salvaguardar el psicoanálisis de los desvíos producidos por los analistas posfreudianos.

El psicoanálisis no se trata de un mero juego de palabras, sino más bien de una práctica que opera sobre el goce. La práctica analítica apunta a modificar algo de la economía de goce de un sujeto, y en este sentido no se trata de domesticar la pulsión o borrarla de un plumazo, sino más bien, cómo dice la autora, de "… ganarle tierra al mar (mal)".

Pero Silvia Bermúdez no se queda solamente en el plano de la cura analítica, sino que avanza en el análisis del malestar en la cultura, los síntomas sociales y el campo de la educación. Esta es la razón por la cual los tres imposibles freudianos tienen su lugar en este libro.

Un ejemplo de ello lo constituye el capitulo titulado "El odio y su fundamento pulsional" (2014: 107- 118). Allí constatamos que dice el psicoanálisis ante la experiencia de la Alemania Nazi. ¿La misma puede ser explicada solamente por las condiciones políticas, económicas y militares? Por supuesto que no. Si bien las condiciones sociales pueden servir de base, ellas no explican el fascismo. El fundamento del mismo hay que buscarlo, como diría Bataille, en su propia estructura psicológica.

Es aquí donde la pulsión de muerte, en Freud, el goce en Lacan, nos brinda una clave de lectura, para comprender la lógica de las masas como una forma de tratamiento de la pulsión de muerte. La masa implica una cohesión identificatoria entre sus miembros, sostenida en la suposición de un goce compartido, pero al mismo tiempo un efecto segregativo de aquellos que quedan afuera. El odio puesto en el enemigo reduce la agresión interna. El racismo conlleva así el odio por la manera particular en que el Otro goza.

La pulsión de muerte no puede dejarse de lado al momento de explicar fenómenos como las guerras, el racismo, las políticas frente a los inmigrantes, la discriminación, etc. Orientarnos hacia un decir menos tonto, implicaría no desconocer este punto, y estar advertido de los terribles efectos producidos, tanto en la clínica como en el lazo social, cuando esta dimensión es rechazada.

Ignorar lo incurable de la pulsión, y lo singular de cada sujeto que habita en ello, implica deslizarnos hacia propuestas universalizantes que nos dejan, como dice Bermúdez, en la debilidad mental generalizada que engrenda individuos- indivisos.

Hacia un decir menos tonto… ¡Lectura recomendada!

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