El psicoanálisis y los debates culturales
De Germán García
Marco Mauas
"El deseo de Lacan, instaurado ya el pase entre nosotros, renovó el interés por el tema fundamental del deseo del analista, mostrando a la vez que la precisión, incluso la crítica, es producto de la transferencia de trabajo, en lo que ésta tiene de parodia, por su proseguir al lado.Por simpática que sea la transferencia positiva, es la llamada negativa, con su aire de conspiración, la que persevera en su cometido, como lo demuestra Horacio González al referirse a Oscar Masotta." (p. 268).
Sirva este párrafo para encabezar nuestro comentario. Germán García logra con este libro introducirnos a algunos problemas implicados en la transferencia de trabajo. Esto de parodia por proseguir al lado es un colofón, un signo, un señalador de otras investigaciones del autor—sobre la entrada del psicoanálisis en la Argentina por ejemplo. Pero en este libro, "El psicoanálisis y los debates culturales", no se trata tanto de historiar. Diré que se trata de relatar, de decir, de equivocar ? Germán García nos cuenta cosas y hojea con nosotros algunos libros, revisa algunas anécdotas—no pocas de las cuales logra elevar a un rango transanecdótico. Por ejemplo, qué sorpresa que en el primer capítulo nos encontremos con "Rosas y su tiempo", de José María Ramos Mejía! Germán García, anudando al psiquiatra Ramos Mejía, suerte de homólogo del psiquiatra Jean Delay en el que se basó Jacques Lacan para su "Jeunesse de Gide", nos introduce al comentario de "una trama de referencias" (p. 30), "...señaladas por nombres de autores, que operan como metalenguaje que descifra mediante injertos el ‘lenguaje-objeto’ constituído por rasgos y huellas de aquel tiempo ‘gobernado’ por Rosas..."
Es un modo de despertar de la pesadilla de la historia: la trama, el "aquí y el allá". En ese sentido, este libro es un testimonio por el hecho de existir. Es un libro generoso, que despierta el apetito de saber.
"Este libro—dice el autor en la página 19—no se ocupa, exactamente, del mito o de la historia, aunque no se priva de los nombres, las fechas y las versiones: está atento a los modos en que un determinado párrafo revela algo de nuestro tema".
Por ejemplo, un párrafo de un reportaje a Elisabeth Roudinesco en el diario "Página 12" del 23 de agosto de 2004, (p.32), donde ella aventura que la tercera vía entre el cientificismo y el oscurantismo será seguramente inventada por Europa. Ahora bien, "como América Latina es un reflejo de Europa", dice Roudinesco, "uds serán europeos con nosotros." Cómo revela este párrafo algo de nuestro tema? Al fin del primer capítulo, Germán García rescata para nosotros un informe de Alejandro Korn, psiquiatra, escrito en 1902, acerca de un jornalero analfabeto de 56 años que después de asesinar a su mujer en la certeza de estar embrujado por ella, es encarcelado, pero para sorpresa de Korn, ya no delira. Una paranoia de autocastigo, registrada antes del caso Aimée, leída con la tesis de Lacan, apres coup. No se trata tanto del reflejo. Se trata de recorrer la trama. La teoría del reflejo solo agrava la pesadilla de la historia. En esta trama están también Rosas y Sarmiento—que el libro toca de través, e ilumina con luces no- identificatorias ,de unitarios o federales.
El capítulo sobre "El hombre de las multitudes" se abre con une referencia al cuento de Poe del mismo nombre, y se cierra con Alfonso de Laferrere, joven nacionalista que frenó a Ortega y Gasset en su "apetito viril de perforación" en el Buenos Aires de 1937 (la expresión es de Ortega), con su artículo denunciatorio en "La Nación". Poe investiga con su cuento la lógica del criminal profundo, del hombre que no puede estar solo, que necesita estar continuamente en la multitud. Para Ramos Mejía, dice German García, el Buenos Aires del siglo XIX aún las fuerzas que engendran el crimen "no han llegado al punto que obligó a Inglaterra a transformarse." (p. 45).
Macedonio Fernández es uno de los nombres que permiten a Germán García entrar en la lógica de la multitud por vía de la extimidad. Y ello gracias a lo que capta como la "sensibilidad melancólica" de Macedonio y su "desapego irónico de la realidad". Macedonio permite entrar por una vía análoga a la de Joyce: interiorizar una dura realidad, hacerla propia, merced a un perseverar en el propio ser que es más duro que la realidad misma. El desapego es la aguda punta para interiorizar, subjetivizar lo real.
En este capítulo, que es un recorrido por la criminología, encontramos una referencia a Pierre Legendre que apunta a la inexistencia del Otro, desde el ángulo sorprendente de la ausencia de culpabilidad : "Los nuevos homicidas son criminales sin culpabilidad, y sin embargo, no son locos, de forma que los intérpretes en ejercicio, psiquiatras y jueces, se pierden en conjeturas o pierden la cabeza ante eso que se ha convertido en incomprensible: le desclasificación del discurso de la Razón por la eliminación de la culpabilidad subjetiva". (p. 64).
El sorprendente capítulo 3 trata de la "proliferación" de la literatura psicológica, pero con ejemplos argentinos. Es sorprendente pues hay allí una investigación sobre la inhibición, en cuanto término común al psicoanálisis y a la reflexología. El nombre clave del capítulo es Jorge Thénon, de quien dice que "su formación supera la de cualquiera de sus colegas argentinos". (p. 86). Sin embargo, la pobreza de las conclusiones de Jorge Thénon en un libro sobre las neurosis juveniles, hace ejemplar para Germán García la trayectoria de Thénon. Lo que es ejemplar es que en lo que se refiere al psicoanálisis en la Argentina, se trata de una verdadera red, en donde la historización oficial ha ignorado demasiado—o ha contribuído a ignorar alegremente-- las zonas de luces y de sombras.
La prueba de ello son los momentos difíciles de esa trama, que este libro no se preocupa por ahorrarnos. En el capítulo 4, donde la figura de Victoria Ocampo se dibuja con cierta distancia hasta quizás algo sarcástica, nos encontramos con la respuesta que Jorge Luis Borges le dio a Germán García cuando éste quiso hacerle decir algo sobre el psicoanálisis: "Jung es más distinguido" (p. 103). Hay aquí como el comienzo, el rabo de un fantasma borgesiano, que sale a la luz entre las paginas 188 y 190. Se trata del supuesto telegrama de felicitación enviado por Borges, Bioy Casares y Manuel Peyrou al presidente de México el 3 de octubre de 1968, al día siguiente de la masacre de Tlatelolco, en la que centenares de estudiantes y obreros fueron muertos por la policía, en la Ciudad de méxico. El telegrama no mencionaba la masacre.
Las páginas siguientes nos hacen recorrer, casi sin que lo advirtamos, un cambio en la posición subjetiva de Borges frente a este fantasma (filicida?—el capítulo trata de este término traído al psicoanálisis por Arneldo Raskovsky). El primer punto de almohadillado es en 1983, "Un argumento", publicado en México. "Hombres débiles y malvados que se juntan, caso odiándose, para ultimar a jóvenes..." Lo más interesante es que hay una referencia al sacrificio de Abraham, ese del que se vale Lacan en la única lección sobre Los Nombres del Padre. Años después, Bioy Casares cuenta que Borges entró en la casa sorprendido por un encuentro con la multitud peronista. "Borges y Perón, un sólo corazón!" No reaccionó con repugnancia o agravio. Esta fue la sorpresa. "Seguramente son más inteligentes que yo, porque se lo toman en broma. "Qué raro!"
El capítulo 5 trata deManuel Puig. Me contentaré con señalar que al final hay una referencia que lee las fantasías que se originan en cosas oídas antes de ser comprendidas (Freud) con el poeta Oliverio Girondo, y con el método de Gombrowicz. En la página 114 leemos la anécdota de Henry Miller que se decide a analizar a un amigo, "y la primera decisión que toma es cobrar". Mencioné esta anécdota en mi "Paradojas Psicoanalíticas" (Buenos Aires,Paidós, 1981), para destacar que este amigo era un analista ya experimentado, quien, no sin temor y temblor, asistió a la instalación del dispositivo y de la suposición de saber. Germán García demuestra con ella la irreductibilidad del psicoanálisis a la literatura.
Bernardo Verbittsky y Leonor Picchetti, en los capítulos 7 y 8, son dos hilos fundamentales de la trama. El primero realiza "ciertas maneras de extraer consecuencias de la práctica analítica". (p. 124). El capítulo las formula, y lo notable del caso es que esas consecuencias son en casi todos los casos, si no en todos, consecuencias que incumben a la ética, a la ética del psicoanálisis y a la ética en tanto diferente de la moral. Ejemplo: "El psicoanálisis no lanza al libertinaje, no libera hacia el desenfreno, aunque pueda orientar por ese camino a los no curados, o alos que tienen el problema de llegar a concretar una iniciación sexual... El psicoanálisis capacita para mirar de frente, con lo cual puede decir libremente Sí o No. La ceguera temerosa puede llevar, en cambio, a inventar fantasmas."
Recordemos que se trata de textos de la década del 50. No muchos hablaban de ética del psicoanálisis entonces. Se trata de los antecedentes implicados. No hay en el libro de Germán García un romanticismo ni una nostalgia de los antecesores poco recordados. Esto, según creo, quedó atrás. Este libro reubica esa pesadilla histórica. Hay, si, una implicación que pretende investigar el enigma del losange: psicoanálisis <> sociedad (argentina, en este caso), debates culturales (argentinos, en este caso).
En el capítulo 9, dedicado a Arminda Aberastury, la pregunta es por la autorización. Qu’e es lo que autoriza a conducir el análisis con un niño, y, más ampliamente, un análisis? Véase por ejemplo la equivocidad de los dos párrafos de la p. 157 bajo el subtítulo de "Un circuito sin fin".
Este es un largo capítulo, fecundo en las reflexiones de formación y trasmisión que inspira. Respecto del juego: "Melanie Klein habla de lo que Freud denominó actos sintomáticos. El juego no es "preverbal" puesto que intenta evitar la angustia de algo que ya es verbal: el juego es "hiperverbal" en el mismo sentido en que Freud hablaba de la danza como "alucinación motriz" y que Marcel Mauss definía el ritual como el momento en que el cuerpo se hace lenguaje." (p. 160). Respecto de su articulación: "Arminda Aberastury recuerda que Freud conecta el juego con el trauma y la repetición, que Melanie Klein lo liga con la masturbación, que Erikson lo convierte en una función del yo, que Waelder lo considera—como algunas veces lo hace Freud—une elaboración por repetición." (p. 168). Respecto del lenguaje: "Sin embargo, hay [en elanie Klein] una concepción del lenguaje discutible que supone la expresión y el simbolismo. El lenguaje no resulta constituyente, sino constituído. El "equipo verbal que se debe adquirir está definido en términos de comunicación y el acto pasa entonces—cuando se trata de un adulto—al campo de la "psicopatía". (p. 169). Respecto de la transferencia, el fantasma, la pulsión, el inconsciente: "En resumen, 1) se condensa [en Melanie Klein] Trieb con fantasma; 2) Se convierte al fantasma en inconsciente; 3) se hace del simbolismo el elemento interpretativo de los fantasmas; 4) se supone que el análisis recapitula en la transferencia las fases de la evolución de cada uno y que por regresión se llega a lo arcaico, a los pimarios "símbolos", similares a los arquetipos de C.G. Jung." (p. 174). Respecto del hijo, la madre y la mujer: "Leído desde el lado de las mujeres, el hijo aparece como soporte de una relación paranoica entre la madre y la hija. Leído desde Freud, ese hijo divide a la madre, al ser una parte de ella y una parte separada de ella." (p. 176).
Finalizaré este insuficiente comentario del libro de Germán García con un elogio de los tres últimos capítulos. Será breve. El capítulo 12, que lleva el título irónico "Angel Garma, el legítimo representante", tiene dos S1 funamentales: el sintagma de Octave Mannoni "análisis original", que Lacan inmortalizó en su Proposición del 9 de octubre, y el análisis laico. Dice Germán García que Garma recomendaba en 1931 que el análisis personal fuera muy profundo y de mucho tiempo de duración, pero su propio análisis había durado dos años, de 1929 a 1931. Era esto "mucho tiempo" para Garma? La tensión entre análisis laico y análisis médico está clara. Lo que el capítulo deja traslucir es un hilo que—quizás para proseguir—el antilaico Garma fue el analista de Pichon Riviere, quien a su vez, como sin querer, le alcanzó un seminario de Lacan a Oscar Masotta, (cf p. 231) y así abría, sin saberlo, (ver p. 272: las paradojas del autoanálisis) el camino a Lacan en la Argentina.
Es interesante encontrar en la p. 220 una referencia al hecho de que Freud ..."sostuvo a los homosexuales dentro del psicoanálisis", en una carta a Jones: "...no podemos excluír tales personas sin tener otras razones, así como no estamos de acuerdo con su persecución legal.Sentimos que en tales casos una decisión debería depender de un cuidadoso examen de otras cualidades del candidato." En este mismo capítulo encontraremos la afirmación de que Elisabeth Roudinesco... "sólo reconoce legitimidad a la IPA" (p. 212).
El capítulo 13 está dedicado a Oscar Masotta. Notamos un cambio de estilo. "El psicoanálisis en la Argentina transita por el nombre de Ángel Garma, Bela Székely y Oscar Masotta." (p. 226). Y más adelante: "Oscar Masotta buscaba la manera de articular la naturaleza y la gracia, la determinación y la responsabilidad. Buscaba razones para explicar el sufrimiento, buscaba una nueva escatología par su teodicea presente." (p.228). La trama se vuelve portadora de una afirmación (Bejahung). Véase si no esta cita y la frase que le sigue: "La paradoja es que yo...[...] dice [Oscar Masotta] tuve un día que asumir el discurso universitario fuera de la universidad." Y prosigue Germán García: "Esa paradoja es ya histérica, de ahí el fracaso posterior de la Universidad a la hora de intentar recuperar ese discurso que había producido sus redes fuera de ella." (p. 234).
Y está también la lúcida observación de Eliseo Verón: "...Masotta accede a la teoría lacaniana y este acceso merece plenamente el nombre de encuentro." (p.237).
Encontramos en esta trama los hiatos (palabra usada por Freud a propósito del caso de Ana O y Breuer) , agujeros en el saber, ("Ignoro lo que ocurrió." Escribe Germán García, –p. 244) que permiten un salto hacia el presente y el futuro. El grupo de Masotta en Argentina, el posible viaje de Lacan, la sustitición de este viaje por la decisión de Masotta de viajar a Barcelona. (p.245).
El capítulo concluye con una referencia a un trabajo futuro, el de Anne-Cécile Druet, quien investiga el psicoanálisis en Barcelona a partir de la llegada de Oscar Masotta en 1975, hasta el 2000. (p.251)
El capítulo 14, "Final de partida", termina con una referencia a Jacques Lacan: "El psicoanálisises otro después de Jacques Lacan, aunque no sepamos lo que le espera, ni lo que puede llegar a ser." (p.269). Se trata de una trama que incluye el presente comentario, y otros, pues incluye la creación de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, en París, en febrero de 1992. Germán García, a quien conocí en Barcelona, en 1986 (me habían invitado a participar en un encuentro) me entregó un ejemplar de este libro en el Congreso de la AMP, en Roma, en julio del 2006. Escribo esta línea pues el texto de Germán García invita y causa el deseo de ser un hilo de la trama. Se trata de un "deseo de Escuela"? (genitivo objetivo y subjetivo). Yo creo que si.
El capítulo 15, freudiano, (Fluctúa, pero no se hunde") se destaca por la cita de Lacan : "Los psicoanalistas forman parte del concepto de inconsciente, puesto que constituyen sus destinatarios." (p. 274). Sobre el fin, una referencia freudiana a las pasiones (Leidenschaften) y a cómo ellas nos hacen padecer (leiden). Se trata del sueño sobre la monografía botánica. Cómo envidiaba Freud el don de videncia de Fliess! Él quería ver también, como Fliess, terminado su libro sobre los sueños.