Primera noche: Tres opacidades del síntoma
Patricio Alvarez Bayón
El Directorio nos invitó a trabajar en relación al capítulo 16, "La opacidad del síntoma".[1]
Quiero partir de un punto: Miller presenta este capítulo como la clave y la causa del sintagma "Todo el mundo es loco, es decir, delirante", en el sentido de que hay una relación de causalidad: dado que hay una opacidad del síntoma, todo sentido que pueda construirse alrededor de ese síntoma opaco es un delirio. Por eso, es porque hay opacidad del síntoma que todo el mundo es loco, es decir, delirante.
Ahora bien, ¿qué delirio? Miller, en "Ironía",[2] lo llamó clínica universal del delirio: la clínica se unifica a partir de considerar al S1 más allá de la estructura donde esté incluido. Y todo encadenamiento del S2 puede considerarse delirante en esa clínica universal: desde el delirio en la psicosis hasta el falo, el fantasma y el inconsciente mismo en la neurosis. De hecho, en la medida en que el síntoma es opaco, y el síntoma determina al inconsciente, todo lo que puede elucubrar el inconsciente es un delirio respecto de esa opacidad.
Por eso este capítulo es la condición lógica de este sintagma del texto "¡Lacan por Vincennes!,[3] que Miller presenta como la puerta de entrada a la ultimísima enseñanza ‒no a la última‒. Este texto, a su vez, es un poco posterior a "Joyce el síntoma",donde Lacan plantea una división entre el síntoma con sentido y el síntoma opaco.
Entonces, si el punto de partida es que lo opaco es la causa del delirio, lo que quiero interrogar hoy, sin tener una gran respuesta, es lo siguiente: ¿qué es el goce opaco del síntoma?
Inicialmente, podríamos decir que el goce mismo es opaco, en tanto, como dice Miller, el síntoma goza, no habla. Pero es una definición muy amplia que se podría extender al fantasma que también es un axioma de goce sin significación, incluso al deseo, que es articulable, pero no articulado, y finalmente, a cualquier cosa.
Entonces tratemos de precisar mejor qué es lo opaco. Miller plantea en la última página del capítulo que la opacidad del síntoma proviene del acontecimiento de cuerpo. Y ubica otra condición lógica más, situable así: es porque hay acontecimiento de cuerpo que el síntoma es opaco, y es porque el síntoma es opaco que todo el mundo es loco, es decir, delirante.
Y con esto, llego a lo que quisiera trabajar hoy en la pregunta por la opacidad del síntoma: ¿qué es lo opaco del acontecimiento de cuerpo? Miller responde por un lado con la letra, el S1, que no tiene significación. Pero, además, sitúa otro elemento opaco que es el cuerpo mismo.
Así, la definición del síntoma como acontecimiento de cuerpo encierra dos opacidades: el acontecimiento contingente, que Lacan ubica como la extracción de una letra sin sentido, que a partir de aquí se repite en la compulsión a la repetición, y se ubica entre simbólico y real. Y, por otro lado, el cuerpo mismo como opacidad, que se ubica entre imaginario y real. De manera que en el síntoma no solo hay letra, sino también cuerpo.
Hace poco, en el seminario "Actualidad Lacaniana",[4] Graciela Brodsky se preguntaba, trabajando la interpretación, por qué hay un momento en el final del análisis en el que la interpretación en relación a la letra no alcanza y se da en algunos testimonios que hay algo del cuerpo que se hace presente, incluso en algunos casos que el analista toca, impacta el cuerpo, por ejemplo, en el conocido ejemplo de Suzanne Hommel con el Geste à peau o la intervención de Miller a Silvia Salman cuando la agarra y le dice "Usted me provoca eso".
Tomo la pregunta que hacía Graciela porque sitúa que no hay una única opacidad, sino varias, y voy a situar dos, quizás tres de esas opacidades, para luego interrogar su tratamiento.
Primera opacidad:
Es la opacidad de la letra como S1 sin sentido. Lacan la aísla desde el Seminario 17[5] diferenciando al S1, que produce goce, del S2 que distribuye ese goce; en el Seminario 19 lo ubica como Hay el Uno; y en "RSI"lo sitúa como la letra, bajo el modo de la escritura salvaje del síntoma.[6] Plantea que del inconsciente-todo-uno, denominación que resuena con lo que llama lalengua, hay un S1 que se extrae y se escribe salvajemente como síntoma, que a partir de ahí queda destinado a repetirse. En el Seminario 21, además habla de acontecimiento, de que hay un decir. No dice que ese acontecimiento sea lo que produce la escritura salvaje del síntoma, pero se deduce que es así. Y luego, en Joyce el síntoma habla del síntoma como acontecimiento de cuerpo.
Miller ha trabajado ese acontecimiento como la letra que se inscribe en el cuerpo, letra opaca y sin sentido. El trabajo del análisis, que inicia formalizando el síntoma, luego aislando su repetición, luego diferenciando la letra S1 sin sentido de los S2 que producen sentido, y luego despojando del valor fantasmático al S1, permite ir desde la repetición hasta la iteración.
En el Seminario 20, Lacan dice: "[…] la letra es, radicalmente, efecto de discurso".[7] Eso implica que, en el fin de análisis, el discurso puede llegar en su término último a aislar una letra como el último efecto de todas las vueltas dichas. Se despeja así el S1 a lo largo del análisis como letra sin-sentido, y se aísla como lo ineliminable del síntoma, tal como Miller trabaja en Sutilezas analíticas. La fijeza de goce del síntoma lleva así, a partir de haberlo aislado, a construir un saber-hacer con el S1, un arreglárselas con el síntoma, a pesar de que siempre quedarán restos sintomáticos, tal como Freud plantea en Análisis terminable e interminable.
De modo que esa letra opaca, situada entre simbólico y real, es tratable localizando su repetición.
Segunda opacidad:
La interrogación por el cuerpo se sitúa desde el Seminario 19. Hasta allí, el concepto era claro: inicialmente el cuerpo especular de los primeros seminarios, luego el cuerpo hablado por los significantes del Otro desde el Seminario 6 al 9, luego el cuerpo habitado por el recorrido pulsional de los objetos a desde el Seminario 10. Pero a partir del 19, Lacan comienza a pluralizar los goces. Antes hablábamos del goce, desde el Seminario 19 debemos hablar de los goces, principalmente a partir de este párrafo del capítulo 4: "Creí poder plantear y escribir como en matemática la función que se constituye a partir de que existe el goce llamado sexual […]. Es la función Fx. El goce sexual abre para el ser hablante la puerta al goce. Paren un poco las orejas y noten que el goce, cuando lo llamamos así a secas, es quizás el goce para algunos, no lo descarto, pero en verdad no es el goce sexual […]. Gozar es gozar de un cuerpo".[8]
De este modo, Lacan por primera vez diferencia el goce articulado al Fx, goce sexuado, del goce a secas, que es el goce del cuerpo. Incluso, si seguimos el párrafo, lo va a distinguir de un tercer goce, que Sade mostró, que es el goce fantasmático que cree poder gozar del cuerpo del Otro.
Esta es la primera vez que Lacan diferencia tres modos del goce: el goce del cuerpo, el goce sexuado y el goce fantasmático.
No vuelve a hablar del cuerpo aquí, pero lo continúa desde la primera clase del Seminario 20, donde hace la misma diferenciación, diciendo: "Sustancia del cuerpo, a condición de que se defina solo por lo que se goza".[9] Es decir, que hay un goce del cuerpo.
"El ser del cuerpo ciertamente es sexuado, pero eso es secundario. Y como lo demuestra la experiencia, de estas huellas no depende el goce del cuerpo".[10] Es decir, nuevamente, que el goce sexual se diferencia del goce del cuerpo. Hasta aquí sigue la línea de lo que dijo antes.
Pero agrega un tercer elemento, que llama el misterio del cuerpo hablante, lo cual nos lleva a la opacidad. ¿Por qué un misterio? Porque el goce del cuerpo no se puede decir ni produce un saber. Dice: "Hablo con mi cuerpo, y sin saber. Luego, digo siempre más de lo que sé".[11]
Es decir que no hay saber del cuerpo, el cuerpo no está a nivel de la palabra. El Fx como goce sexual sí se inscribe, está a nivel de la palabra y se puede hablar de él. Pero el goce del cuerpo no pasa a lo simbólico, no puede decirse dado que está entre lo imaginario y lo real.
La distinción entre goce sexual y goce del cuerpo se va diferenciando cada vez más hasta llegar en "La tercera" a distinguir en el nudo un goce en el cuerpo, entre imaginario y real, y un goce fuera-de-cuerpo que es el goce fálico, entre lo simbólico y lo real.
De modo que hay una opacidad propia del cuerpo, que es una de sus dimensiones, la del cuerpo real, situado entre imaginario y real.
Esto no anula las otras dimensiones: el cuerpo especular y el cuerpo hablado por los significantes del Otro no son opacos. Incluso, el cuerpo de los objetos a se ubica en relación al sentido-gozado del fantasma. Gran parte del recorrido de un análisis gira en estas dimensiones ligadas al sentido. Pero la otra dimensión es la del cuerpo real, que Lacan llama misterio del cuerpo hablante.
Y con ese cuerpo real, ¿qué tratamiento hacer? A diferencia de la interpretación que localiza a la letra como efecto de discurso, el cuerpo real no se trata por lo simbólico. Lacan sitúa un concepto importante que es "el efecto de afecto". Por eso hacía referencia a esos momentos del final del análisis donde ese cuerpo real se hace presente. El cuerpo no se trata por la repetición ni la letra, sino por los efectos de afecto. Lacan también usa para ese cuerpo el concepto de "resonancia". A ese cuerpo se lo puede anudar, se pueden producir efectos de afecto, se lo puede hacer resonar, pero ese cuerpo no está en el plano de la interpretación, como sí lo está la letra como efecto de discurso.
De este modo, a partir de haber aislado estas dos opacidades, la de la letra y la del cuerpo real, podemos entender mejor por qué la definición del síntoma como acontecimiento de cuerpo está articulada a la definición del goce opaco del síntoma: porque anuda el acontecimiento, que se escribe como una letra opaca y sin sentido, con el cuerpo real, también opaco. Dos opacidades se saludan.
Tercera opacidad:
Finalmente, podemos plantear una tercera opacidad que no es para todos, sino para los que se inscriben electivamente ahí: la opacidad de lo femenino. No hay más espacio para desarrollarlo, pero me interesa destacar la proximidad de lo que Lacan dice sobre lo femenino y el cuerpo[12] en una cita del Seminario 20 muy semejante a la anterior en la que decía "hablo con el cuerpo sin saber"[13]: "Hay un goce del cuerpo que está […] más allá del falo […]. Hay un goce de ella […] un goce suyo del cual quizá no sabe nada ella misma, a no ser que lo siente: eso sí lo sabe. Lo sabe, desde luego, cuando ocurre. No les ocurre a todas".[14]
De este modo, a la vez articula y distingue el goce del cuerpo y el goce femenino. No son lo mismo si bien comparten un elemento: un goce que se siente y del que no se puede decir.
Es importante ubicar qué los une: el goce del cuerpo está entre lo imaginario y lo real, y el goce femenino también, es decir que no tienen palabra ni saber. Los dos implican un goce que se siente en el cuerpo y del que nada se puede decir.
Y luego, es importante ubicar qué los diferencia: el goce del cuerpo no es equivalente a lo femenino, el goce del cuerpo es el goce a secas, el goce como tal. El goce femenino es uno de los modos que toma el goce del cuerpo cuando está más allá del falo. Esto implica que el goce femenino solo puede definirse en relación al falo: puede estar más allá del falo, a condición de servirse de él.
Y nuevamente, ¿con ese goce, qué tratamiento hacer? Así como dijimos que el goce del cuerpo no está en el orden de lo simbólico y de la repetición como sí lo está la letra, el goce femenino tampoco lo está: ¿se anuda, se localiza, se hace resonar? ¿Se trata con el efecto de afecto?
Esta investigación podría quizás aislar otras opacidades del síntoma y otras preguntas sobre cómo tratarlas. Lo que me interesó destacar hasta aquí es que ese núcleo opaco que es el síntoma está compuesto por varias opacidades. Y qué de esas opacidades, cuando se intenta articularlas con el sentido, solo se puede obtener de ellas un delirio. Por eso, todo el mundo es loco, es decir, delirante.
23 de mayo de 2023
NOTAS
- Miller, J.-A., (2007-2008) Todo el mundo es loco,Buenos Aires, Paidós, 2020.
- Miller, J.-A. "Ironía", Revista Consecuencias, n.º 7. Recuperado en https://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/007/template.php?file=arts/alcances/Ironia.html
- Lacan, J., (1978) "¡Lacan por Vincennes!", Revista Lacaniana de Psicoanálisis, nº.11, Buenos Aires, EOL-Grama, 2011.
- Seminario diurno de la EOL "Actualidad lacaniana", dictado por Jorge Chamorro y Graciela Brodsky.
- Lacan, J., (1969-1970) El Seminario, Libro 17, El reverso del psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, 1992, p. 11.
- Lacan, J., (1974-1975) Seminario "RSI", clase 4 del 22 de enero de 1975. Inédito.
- Lacan, J., (1972-1973) El Seminario, Libro 20, Aun, Buenos Aires, Paidós, 2006, p. 47.
- Lacan, J., (1971-1972) El Seminario, Libro 19,…o peor, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 31.
- Ibíd., p. 32.
- Lacan, J., (1972-1973) El Seminario, Libro 20, Aun, óp. cit., p. 13.
- Ibíd., p. 114.
- Camaly, G., "La lógica del 'no-todo' y el goce en tanto tal", Revista Virtualia, n.º 40, octubre 2021. Recuperado en https://www.revistavirtualia.com/articulos/892/sexuacion-logica-y-acontecimientos/la-logica-del-no-todo-y-el-goce-en-tanto-tal
- Lacan, J., (1972-1973), El Seminario, Libro 20, Aun, óp. cit., p. 114.
- Ibíd., p. 90.