AÑO XVII
Diciembre
2023
43
Dosier: "Todo el mundo es loco"

Segunda noche: "De cerca nadie es normal"

Marina Recalde

Fragmento de El jardín del amor, de Rubens

Leer este curso, y en particular el capítulo que nos ubicaron desde la convocatoria como referencia, el capítulo 17,[1] me permitió, en primer lugar, quedar un poco apabullada. La cantidad de cuestiones que se abrían y que era posible tomar eran muchas.

Pero… tuvimos una primera reunión hace unas semanas, la "previa", como gustan llamarla, que agradezco también porque fue muy útil para poder conversar entre todos y decantar lo que fue para mí un primer esbozo.

Recordé entonces un intercambio que había tenido con Fabián Schejtman la Primera Noche preparatoria del ENAPOL, a partir de la mención de una actividad que tuvo lugar en Buenos Aires hace 25 años en el marco de la por entonces Sección Clínica. Allí, había tomado dos textos de Lacan de finales de su enseñanza, y que coincidíamos con Fabián en que era menester tomarlos juntos, a la hora de abordar la última enseñanza.

Se trata de la "Introducción a la edición alemana de un primer volumen de los Escritos", publicada en Scilicet en 1975,[2] y del "Autocomentario",[3] intervención de Lacan en 1973 en el VI Congreso de la Escuela Freudiana de París, en la Grande-Motte, y que sirvió luego precisamente como comentario de Lacan sobre lo que él mismo había escrito.

Dicho esto, vuelvo al capítulo de este curso, donde Jacques-Alain Miller comienza repartiendo entre los asistentes el texto donde figura la frase "Todo el mundo es loco, es decir, es delirante". Esa frase está extraída de un texto publicado bajo el título "¡Lacan para Vincennes!", publicada originalmente en 1978 en la revista Ornicar. En ese texto, la frase de donde este recorte (hoy título del próximo Congreso de la AMP) se extrae es la siguiente: "¿Cómo hacer para enseñar lo que no se enseña? He ahí aquello en lo cual Freud se abrió camino. Él consideró que nada no es sino sueño y que todo el mundo, (si se puede decir con una expresión así), todo el mundo es loco, es decir delirante".[4]

Entonces, partí de un primer subrayado (amén de la frase) que además es de donde se extrae el título a este capítulo; es una frase que Miller decide convertir "en una brújula para guiarnos en la ultimísima enseñanza de Lacan, y en consecuencia, para guiarnos también en nuestra ultimísima práctica, ya que por un efecto de retroacción no podremos elucidar la enseñanza de Lacan sin ordenarla a partir de su última meta […]. Y en la medida en que esta enseñanza siga condicionando la práctica analítica de hoy, esta brújula está llamada a tener allí una incidencia".[5]

Es decir, hacer de esta frase una brújula, una orientación, y tener en cuenta ese efecto de retroacción sobre la primera enseñanza de Lacan es una elección de Miller. Y este será el eje que tomaré para conversar esta noche.

Como dije al comienzo, hace 25 años, en el marco de lo que se llamó Seminario hispanohablante, tuvo lugar una conversación organizada por la entonces Sección Clínica de Buenos Aires, donde tuve el privilegio de participar.[6]

Tomaré un fragmento de una puntuación que yo misma hice, bajo el título "Prescindir del tipo clínico a condición de servirse de él", porque entiendo que sigue siendo de suma utilidad para abordar este capítulo:

Ya encontramos en Freud desde las épocas más tempranas esta tensión entre el tipo y lo particular (1887): "En mitad de la serie se encuentra el 'type', la forma extrema del cuadro clínico [...] la plasmación completa y característica del cuadro clínico; no obstante, las más de las veces los casos efectivamente observados divergen del tipo, han borrado del cuadro tal o cual rasgo [...]. Mientras que la nosografía tiene por objeto describir los cuadros clínicos, es tarea de la clínica pasar a la plasmación individual de los casos y a la combinación de los síntomas".[7]

Freud buscará entonces la sobredeterminación de cada síntoma. Y si bien la tos de Dora se descifra por la fantasía de fellatio del padre, no deja de notar que Dora era una chupeteadora. El desciframiento de este síntoma llega hasta el punto donde se abre la dimensión del goce, un goce sexual, infantil, pero que en Freud sigue siendo fálico.

Creo pertinente referirme a otro párrafo del texto ("Introducción…") que me sirve de eje. En él Lacan sostiene que "no hay sentido común del histérico, y aquello merced a lo cual en ellos o ellas se juega la identificación, es la estructura y no el sentido, tal como se lee bien por el hecho de que esa identificación se refiere al deseo".[8]

En este punto, cabe preguntarse qué recuperar del tipo clínico en la clínica psicoanalítica.

Como indiqué al comienzo, sabemos que hay tipos de síntoma; es un hecho observable que se constata en la práctica. Por otra parte, el único tipo de síntoma que responde a la estructura es aquel que pudo ser elevado al estatuto del matema, al estatuto de discurso, esto es, el síntoma histérico. Pero ¿qué decimos cuando afirmamos que es el único tipo de síntoma que responde a la estructura? ¿A qué estructura nos estamos refiriendo? Lo importante es situar cuándo hablamos de estructura referida a un tipo clínico (histeria, neurosis obsesiva, etcétera) y cuándo nos referimos a la estructura de discurso. Existe la histeria y existe la neurosis obsesiva. Existe el discurso histérico, pero no el discurso obsesivo; no hay matema de él.

Pero el síntoma debe ser puesto en el lugar del agente, y se lo debe hacer actuar. Y esto solo es posible mediante la intervención del analista: es necesario entonces pasar por la histerización del discurso para lograr el pasaje al discurso del analista. Y aquí sí, si se me permite la expresión, cae la importancia del tipo clínico, lo que vale tanto para la histeria como para la neurosis obsesiva.

Con lo cual volvemos a la pregunta: ¿sirven o no sirven los tipos clínicos? Si se trata de lo que el analista instituye como experiencia analítica, esto es, la histerización del discurso, ¿cuál es la importancia de saber si estamos frente a una histeria o a una neurosis obsesiva?

Para el desciframiento del síntoma, considerar el tipo clínico no tiene ninguna utilidad. Referido al sentido, tampoco. Ahora, cuando se trata de establecer de qué modo utiliza cada sujeto el síntoma en su relación con el Otro, el tipo clínico vuelve a tener importancia, ya que solo el síntoma histérico pasa por el Otro (recomiendo en este punto un texto de Graciela Brodsky que formó parte de un relato para el encuentro sobre "Histeria y obsesión").[9] En otras palabras, el tipo clínico interesa en la medida en que se trata del modo peculiar de relación del sujeto con el Otro, con lo cual, la clínica psicoanalítica reformula la nosografía psiquiátrica.

Ahora ¿en qué punto "todo el mundo es loco, es decir, delirante" sería una brújula en la ultimísima enseñanza de Lacan?

Recuerdo aquí la distinción entre lo universal, lo particular y lo singular; ordenamiento que entiendo es de suma utilidad porque sirve, entiendo, también como una brújula.

Partamos de lo universal, es decir, se trata del para todos. Lo particular implica también categorías. Ya no la del "todos", pero sí la de "algunos". Lo particular y lo universal comparten la misma esencia.

Es decir, tenemos los tipos clínicos (histeria, obsesión, paranoia, etcétera), que a grandes rasgos podemos referir a las estructuras clínicas: neurosis, psicosis y perversión. Ubicadas según haya o no presencia del Nombre del Padre. Estamos de lleno en la primera enseñanza.

Pero tenemos lo singular, lo contingente, la singularidad, que ya implica una desaparición de las categorías, es decir, se borra la distinción entre neurosis y psicosis, y ya hay que abordarla desde el uno por uno. No hay clase que los agrupe, no hay conjunto. En cierta medida, a este nivel, podemos decir que todo sujeto es inclasificable. ¿No es esto un modo de decir que "todo el mundo es loco"?

Pienso que es esto lo que lo ha llevado a decir a Miller, en su curso de 2008, Sutilezas analíticas: "[…] la distinción neurosis-psicosis es operatoria a nivel significante, lo es mucho menos a nivel del modo de gozar, y si abandonamos la tipología, si pasamos a la singularidad, entonces decimos a ese nivel: Todo el mundo es loco".[10]

Es decir, se trata de orientarnos por el goce singular, aquel que funciona como brújula en las curas que conducimos y creo que apelar a la última enseñanza es una orientación que se vuelve crucial, en especial, en los casos que hoy llegan a los consultorios, mucho menos típicos, mucho menos permeables al análisis y con mucha menos apertura al inconsciente.

En el próximo número de la revista La ciudad analítica,[11] Jacques-Alain Miller publica un texto del cual voy a servirme de una frase que a mi juicio puede servirnos para formular lo que al menos en mí despierta que "todo el mundo es loco" sea una brújula. Allí, hablando de El Seminario 17, ubica que hay estructuras, estructuras de lenguaje, y que no basta con soplar sobre las mismas para que se desvanezcan.

Soplar y desvanecer las estructuras. Juguemos un poco, entonces, con esta frase para poder conversar hoy.

El diccionario nos indica que "desvanecer" es disgregar o difundir las partículas de un cuerpo en otro, por lo común, para referirse a un color que se atenúa gradualmente. Y agrega otra definición que me resultó muy interesante: perder el sentido. Frase que utilizamos corrientemente cuando decimos que alguien se ha desmayado o desvanecido.

Interesante modo de pensar entonces el desvanecimiento. No desaparecen. Como hablábamos con mi amiga, Gabi Grinbaum, no quiere decir que mueran. Simplemente (o no tanto), se desvanecen.

Y aquí viene la frutilla del postre. La frase de Miller ahora se completa: "no basta con soplar las estructuras para que se desvanezcan"[12], decía. Y agrega, "para tener la posibilidad de mover algo, hay que tenerlas en cuenta".[13]

Menuda orientación entonces que, entiendo, nos sirve –a nosotros‒ de brújula.

Soplemos las estructuras, orientémonos por el goce, sepamos que los tres registros son equivalentes, sepamos que todo el mundo es loco, pero no olvidemos nunca que para tener la posibilidad de mover algo, un poco, mucho, bastante, o a fondo, hay que tenerlas siempre en cuenta.

6 de julio de 2023

[*] El título de este trabajo está tomado de una canción de Caetano Veloso, Vaca profana

NOTAS

  1. Miller, J.-A., (2007-2008) Todo el mundo es loco, Buenos Aires, Paidós, 2015.
  2. Lacan, J., (1973) "Introducción a la edición alemana de un primer volumen de los Escritos", Uno por uno, número 42, Buenos Aires, Eolia, 1995, p. 12.
  3. Lacan, J., (1973) "Autocomentario", Uno por uno, n.º 43, Buenos Aires, Eolia, 1996, p. 7.
  4. Lacan, J., (1978) "¡Lacan por Vincennes!", Revista Lacaniana de Psicoanálisis, n.º 11, Buenos Aires, EOL-Grama, 2011.
  5. Miller, J.-A., (2007-2008) Todo el mundo es loco, óp. cit., p. 315.
  6. Miller, J.-A. y otros, El saber delirante, Buenos Aires, Colección ICdeBA Paidós, p. 139.
  7. Freud, S., "Prólogo a la traducción de J.-M. Charcot, en Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu, 1982, tomo 1, p.168.
  8. Lacan, J., "Introducción a la edición alemana de un primer volumen de los Escritos", en revista Uno por Uno 43, Barcelona-Buenos Aires, Ediciones Eolia,1995, p.13
  9. AA. VV., Histeria y obsesión, Buenos Aires, Manantial, 1985, p. 49.
  10. Miller, J.-A., (2008-2009) Sutilezas analíticas, Buenos Aires, Paidós, 2011, p. 76.
  11. Miller, J.-A., "El psicoanálisis puesto al desnudo por su soltero", La ciudad analítica, n.º 5, Revista del ICdeBA, Buenos Aires, 2023, p. 20.
  12. Miller, J.-A., "El psicoanálisis puesto al desnudo por su soltero", en La ciudad analítica 5 "Verdad", revista del Instituto clínico de Buenos Aires, Buenos Aires, 2023, p.11
  13. Ibíd.