AÑO XVII
Diciembre
2023
43
Dosier: "Todo el mundo es loco"

Tercera noche: Del sueño al sinthome

Graciela Brodsky

Fragmento de El jardín del amor, de Rubens

Voy a aprovechar la invitación del Directorio, que agradezco, para comentarles algunas cuestiones a partir del párrafo del Curso de Miller que nos propusieron trabajar. Lo que voy a hacer es contarles por dónde ando sin pretender ningún tipo de orden ni ninguna conclusión. Es un estado de trabajo sobre un tema que me interesa.

Voy a recortar lo que me interesó especialmente del párrafo que el Directorio nos propuso tomar, extraído de este último capítulo que se llama "Cada uno en su mundo".[1] Voy a leer el párrafo y deberíamos subrayar la definición de lo que Lacan considera que es un sueño. Esteban Klainer trabajó tres puntos, y el primero trabaja el tema del sueño. No vale la pena que lo repita. Miller dice, exactamente: "[…] el psicoanalizante sueña, es decir […] está encerrado en la particularidad de su síntoma. Aquí todos los términos del discurso analítico (el fantasma, el sueño, el delirio, la locura, el síntoma) colapsan en un encierro de cada uno en su mundo y en la imposibilidad de un mundo común".[2] Creo que en esta frase hay un error, no sé si de traducción, de tipografía o de interpretación. El paréntesis, que parecería indicar cuáles son los términos del discurso analítico, encierra términos que no forman parte de dicho discurso. Tal vez es la palabra "términos" la que habrá que reemplazar, o sacar el paréntesis, poner una coma y suponer que, en realidad, lo que dijo es que incluso el discurso analítico, así como el sueño, el fantasma, todo eso colapsa, se derrumba "en un encierro de cada uno en su mundo y en la imposibilidad de un mundo común". "Todo el mundo está en su mundo, es decir, en aquello que su síntoma fomenta. Con esto nos las arreglamos como podemos, para entendernos e intentamos caminar juntos".[3]

Del párrafo en cuestión lo que me interesa es el último renglón: "Con esto nos las arreglamos como podemos para entendernos e intentamos caminar juntos", es decir, ¿cómo salir del encierro, cómo salir del cada uno en su mundo?

Primer acto

Hace unos meses recibí, junto con algunos colegas, una invitación de Gil Caroz, que es uno de los directores del próximo Congreso, para una reunión por Zoom. La convocatoria, decía, en parte, lo siguiente: "Lo que se esboza actualmente como proyecto para las plenarias del Congreso es una serie de trabajos sobre grandes locos o grandes locos no-del-todo-locos. Establecimos, junto con Jacques-Alain Miller, una lista de tales 'personalidades' conocidas en Europa". Y era una invitación a que sumáramos locos, grandes locos, no tan locos, americanos.

La lectura de la lista de los "locos" europeos ya es una orientación:

Althusser, Antonin Artaud, Cantor, Churchill ‒ven que no estamos hablando de psicosis, sino de locos‒, Fernando Pessoa, Gérard de Nerval, Grothendieck, Guy de Maupassant, James Joyce, Jean-Jacques Rousseau, Giacomo Leopardi, Nietzsche, Sade, Espinosa, el presidente Wilson. Nosotros agregamos algunos; en este momento recuerdo a Charly García, Martha Argerich, Horacio Quiroga, Sylvia Plath, Maradona, en fin, la lista es más grande.

Segundo acto

Mónica Torres escribe para el blog de Zadig un texto donde, en alusión a las contingencias, las contingencias nacionales, presenta al presidente Wilson, quien tenía una absoluta negación de la realidad. El análisis de Freud señala exactamente eso: Wilson leía la realidad de acuerdo a sus propios deseos. Se creía un enviado de Dios, tenía ideas mesiánicas. Creó la Sociedad de las Naciones que es algo así como un antecedente de la ONU, hizo un gran viaje promocionando los catorce puntos del Acuerdo para la Paz ‒posterior a la Primera Guerra‒ destinados a impedir un nuevo conflicto bélico mundial, y cuando llegó el momento de decidir si Estados Unidos entraría en la Sociedad de las Naciones, retrocedió, y Estados Unidos no entró. Freud dice que esa cobardía le resulta imperdonable y declara, sin vueltas, su antipatía hacia Wilson.

Me interesaron, especialmente, algunos comentarios de Freud: "Wilson […] declaraba reiteradamente que los meros hechos no tenían ningún significado para él, que estimaba exclusivamente los motivos y las opiniones humanas. Como resultado de esta actitud, era natural para su manera de pensar ignorar los hechos del mundo exterior real, aun hasta el punto de negar que existieran si estaban en conflicto con sus esperanzas y deseos. Por lo tanto, no tenía ningún motivo para reducir su ignorancia".[4]

En la página 18 Freud escribe ‒estoy leyendo la "Introducción" al estudio sobre el presidente Wilson que hace Freud con Bullitt (aparentemente, Freud solamente escribió la introducción) ‒: "Hace tiempo que nuestra ciencia ha renunciado a creer en una estructura rígida de la normalidad y en una línea tajante de demarcación entre lo normal y lo patológico de la vida psíquica, una técnica de diagnóstico cada vez más delicada nos ha permitido descubrir toda clase de neurosis donde menos esperábamos encontrarla. Así, casi se justifica la afirmación de que las inhibiciones y los síntomas neuróticos han llegado, hasta cierto punto, a ser comunes a todos los seres humanos civilizados".[5]

Este es el espíritu freudiano de "Todo el mundo es loco". Y finalmente leemos: "Locos, visionarios, víctimas de alucinaciones, neuróticos y lunáticos, han desempeñado grandes papeles en todas las épocas de la historia de la humanidad y no solo cuando la casualidad del nacimiento les legó la soberanía [o sea, los reyes]. Habitualmente han naufragado haciendo estragos [habla de Wilson], pero no siempre. Personas así han ejercido una influencia de gran alcance sobre su propio tiempo y los posteriores, han dado ímpetu a importantes movimientos culturales y han hecho grandes descubrimientos. Han sido capaces de alcanzar tales logros, por un lado, con la ayuda de la porción intacta de sus personalidades, es decir, a pesar de sus anormalidades; pero, por otro lado, son a menudo precisamente los rasgos patológicos de su personalidad, la unilateralidad de su desarrollo, el esfuerzo anormal de ciertos deseos, la entrega a una sola meta sin sentido crítico y sin restricciones, lo que les da el poder para arrastrar a otros tras de sí y sobreponerse a las resistencias del mundo".[6]

Vuelvo al texto que intento comentar. ¿Cuál es mi clave de lectura? Respondo: se trata del saber hacer con el síntoma. Es lo que dice literalmente el párrafo: "Todo el mundo está en su mundo, es decir, en aquello que su síntoma fomenta. Con esto [con aquello que su síntoma fomenta], nos las arreglamos como podemos para entendernos e intentar caminar juntos".[7]

El párrafo plantea una manera que me interesa particularmente para entender qué quiere decir arreglárselas con el síntoma como modo de salir de "cada uno en su mundo". Porque es con eso que nos las arreglamos como podemos para entendernos e intentar caminar juntos. Es decir que el párrafo hace depender el lazo del síntoma. Es así como quiero leerlo, y como me interesa. Esto permite ver bien lo que traía hace un momento Esteban, la distancia que hay entre el delirio de redención, por ejemplo, y el punto en el que Joyce, a través de la solución sintomática, consigue hacer un lazo que lo saca del delirio. Una cosa es el delirio de redención y otra cosa es el artista.

Tercer acto

Voy a leer el último párrafo de la intervención de Miller en el Coliseo, publicado en Conferencias porteñas,[8] que siempre me conmovió bastante: "Si queda algo para indicarnos una vía última, podría retomar unas palabras de Shakespeare que le gustan mucho a Borges: 'Estamos hechos de la madera de nuestros sueños'. Diría, con Lacan: estamos hechos de la madera no exactamente de nuestros sueños sino de la madera de nuestros síntomas. Quizá la palabra 'nuestros' esté de más. Podemos ser el síntoma de otro o de otros. Es algo que deja entrever Lacan al final. Y quizá yo mismo, Jacques-Alain Miller, vinculado este nombre con tal poder de convocatoria en Buenos Aires, no soy más que uno que ha deseado ser un síntoma de Lacan".[9] Me interesa el párrafo no solo por ser precioso, sino porque anuda el hecho de ser el síntoma de otro con el enorme poder de convocatoria que concita su nombre, o sea, por el lazo que construye siendo el síntoma de Lacan. No es un síntoma que lo reduce al autismo de un goce opaco, es un síntoma que lo enlaza.

Pensé tres ejemplos en relación con esto. Uno para considerar de qué manera cada uno se enlaza a través de su síntoma con la Escuela. Lo dejo para otra ocasión. El segundo ejemplo retoma algo que escribí en otra oportunidad y que voy a leer porque me sigue gustando.

Es un texto que me pidieron para un congreso de Brasil y al que puse de título "El brote amargo del bambú". Termina así: "Por diversos caminos, el final de análisis volvió a enfrentarme muchos años después con la traducción imposible, esta vez la de las palabras de mi analista. Liberada finalmente del axioma de la sordera del mundo y de la exigencia pulsional de hacerme oír, la práctica analítica perdió sin duda el carácter de trabajo forzado en el que muchas veces me obstinaba hasta obtener la palabra justa. Sin embargo, disfruto traduciendo, y dando clase, y hablándoles a ustedes (¿acaso el pase mismo no es una manera nueva de poner en ejercicio la satisfacción de hacerme oír?). Y disfruto prestando la voz y el silencio para que otros, que se analizan conmigo, puedan oírse. En mi caso, es el destino de la pulsión una vez atravesado el fantasma fundamental. Eso no se abandona, pero liberada de sus usos fijos, la pulsión se anuda de otra manera y obtiene otras satisfacciones.

¿Por qué no decir entonces que más allá del deseo del analista, la práctica actual del pase nos lleva a pensar que, para no extraviarse respecto de lo real, la mejor brújula de la dirección de la cura es el síntoma del analista? O, para decirlo de otro modo, que eso que llamamos deseo del analista no solo tiene un fundamento neurótico,[10] sino que el deseo del analista es uno de los destinos posibles de lo irreductible del análisis del analista, o, mejor aún, que el analista no analiza sin su síntoma. Un síntoma del que conoce el paño, con el que sabe hacer, un síntoma que ha sido reconducido a la contingencia de su causa, a la insensatez de su repetición, y que se vuelve entonces instrumento, herramienta, utensilio, lazo…"[11]

El tercer ejemplo que quiero tomar pertenece a un curso inédito de Miller, "Vida de Lacan", del que solo disponemos de algunas clases. Como no está publicado me van a perdonar pero lo tengo que ir traduciendo al tiempo que lo leo en francés.

"Entonces 'Todo el mundo es loco' no es para nada equivalente a la frase célebre según la cual todas las vacas son negras o grises. Todo el mundo es loco quiere decir, por el contrario, que cada uno lo es de manera singular, es decir, hablando con propiedad, cada uno es inclasificable. Bien, entonces, ¿qué es lo que una mirada orientada por la vida de Lacan agrega? Es esto: que la paranoia fue, para Lacan, objeto de un debate íntimo, que su posición de enunciación está construida a partir de una defensa contra la ilusión de ser solo, que Lacan estuvo asediado por el Uno, por el Uno solo, y que la suya es una posición de enunciación que está en dificultades con el Otro. Entonces, lo que ahora llamamos con el nombre propio 'Jacques Lacan' ¿qué es? Es alguien en cuya vida es patente que se asumió como una excepción y asumirse como una excepción es su manera de renunciar a la paranoia. Se puede decir que el deseo de Lacan, lo que este ofrece, lo que vale para nosotros, lo que queda como una enseñanza, es el de acceder al estatuto de un sin rival. Y se puede decir que él hizo de su pasión por la excepción el estatuto mismo del psicoanálisis. Sin duda, en su última enseñanza Lacan pudo implicar su sinthome en su lectura, en su abordaje de Freud y ¿cuál es su sinthome? En el fondo él lo grita: es la soledad. El sinthome es una soledad que hubiera podido tomar el giro de la paranoia y que se sublimó como excepcionalidad. Diría que es una paranoia renunciada".[12]

Si yo quisiera hacer el resumen de todo esto que les presento sería algo así como: del sueño al sinthome, o, para decirlo mejor, o el sueño o el sinthome. Hay que elegir. Wilson eligió el sueño, Joyce no. Podría haber elegido el sueño si se hubiera mantenido en el delirio de redención. Eligió otra cosa. El sueño mantiene a cada uno en su mundo, el sinthome permite un arreglo para caminar juntos y entendernos.

No presento una conclusión, es lo que obtengo de la lectura de cinco renglones, nada más que eso.

Cuarto acto

Para concluir, me gustaría agregar algo que encuentro en la misma conferencia del Coliseo, unas páginas antes: "Seguramente [Lacan] habría querido una ciencia de lo real, del goce opaco del síntoma, del goce que queda después que el fantasma se ha vuelto transparente, de lo que queda del síntoma una vez analizado el mensaje que transmite […] Y quizá, habría querido hacer del goce algo como la gravedad newtoniana, que permite […] que los cuerpos se mantengan en el espacio según sus masas. En cierto modo, lo que corresponde a la masa en el ser hablante es el síntoma. En su último seminario, 'El momento de concluir', Lacan empieza diciendo que se puede decir que las cosas saben cómo comportarse, mientras que los seres hablantes no saben cómo comportarse más que como síntomas. En cuanto síntoma los cuerpos se disponen los unos con respecto a los otros según sus síntomas".[13]

De este párrafo quiero destacar: "[…] loscuerpos se disponen los unos con respecto a los otros según sus síntomas".[14] Esto agrega algo para pensar cómo caminamos juntos y nos entendemos. Sin duda no es hablando, no es con el lenguaje ni con la conversación, a memos que a esto le aportemos un sinthome que nos enlace con otros cuerpos.

17 de octubre de 2023

NOTAS

  1. Miller, J.-A., Todo el mundo es loco, Buenos Aires, Paidós, 2015, p. 328.
  2. Ibíd., p. 342.
  3. Ibíd.
  4. Freud, S., "Introducción", en Freud, D. y Bullitt, W., El presidente Thomas Woodrow Wilson. Un estudio psicológico, Buenos Aires, Letra Viva,1973, p. 16.
  5. Ibíd., p. 18.
  6. Ibíd., p. 20.
  7. Miller, J.-A., Todo el mundo es loco, óp. cit., p. 342.
  8. Miller, J.-A., (2008) "Conferencia en el Teatro Coliseo", Conferencias porteñas, vol. III, Buenos Aires, Paidós, 2010, p. 276.
  9. Ibíd., p. 276.
  10. Miller, J.-A., "Consideraciones sobre los fundamentos neuróticos del deseo del analista", Revista Freudiana, n.º 63, RBA Libros, 2011, pp. 83-86.
  11. Brodsky, G., "El brote amargo de bambú. Sobre el deseo impuro del analista", Lo real puesto al día, en el siglo XXI, Buenos Aires, Grama, 2014, pp. 123-124.
  12. Miller, J.-A., (2009-2010) "La orientación lacaniana. Vida de Lacan". Inédito.
  13. Miller, J.-A., (2008) "Conferencia en el Teatro Coliseo", Conferencias porteñas, vol. III, óp. cit., p. 275.
  14. Ibíd.