Diciembre 2013 • Año XII
#27
HACIA EL CONGRESO DE LA AMP: "Un real para el siglo XXI"

Tres reflexiones sueltas sobre el tema del próximo Congreso de la Asociación Mundial de Psicoanálisis

Juan Carlos Indart

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Luis Felipe Noé | Lección de Macroeconomía
Acrílico, tinta, liquid paper y collage sobre papel. 70 x 100 cm. Rubbers Internacional. Gentileza arteBA fundación, 2013.

Un real... para el Siglo XXI

El tema, escrito por Jacques-Alain Miller, está bien difundido entre nosotros: Un real para el siglo XXI.

Y numerosos colegas de las distintas Escuelas de la AMP trabajan en torno a esa consigna de trabajo.

Es una consigna entre otras, y a las que le seguirán otras, pero esta es muy singular, y es en eso que me detengo a meditar.

¿Por qué me parece que es muy singular?

Vamos de a poco.

Miller presentó el tema en nuestro último Congreso, realizado en Buenos Aires, como 'El desorden de lo real en el siglo XXI', para tomar distancia de un real que no puede pretender ser lo real, a saber, ese real que lo es por presentarse siempre en el mismo lugar, dócil al orden. Es un real que tiene esa definición en Lacan, que a mi me vale, como para la gente común que ve salir el sol, así como vale para bastantes cosas que las religiones y las ciencias y los órdenes políticos han hecho valer en sus respectivos discursos.

Cuando el tema definitivo se escribió diferente, ya no el desorden ni lo real, sino Un real para...., y bien, surgieron comentarios.

En una primera Noche de la EOL preparatoria para el tema del Congreso, a la que se me invitó, se enfatizaba el cambio del artículo determinado, universalizante, lo real, por un real, lo que conducía con facilidad a las ideas de Lacan sobre briznas de real. En efecto, según su enseñanza, no se puede hablar desde un concepto universal sobre esta cuestión. Eso es fácil de entender, y difícil de seguir, por ejemplo, a partir del reportaje que se le hizo, y que ha sido publicado como El triunfo de la religión. Su respuesta, contraria a hacer de lo real una categoría trascendental, es tan prudente como divertida: "Sería una noción increíblemente anticipadora si se pensase que hay un todo de lo real. Hasta que no lo hayamos verificado pienso que es mejor evitar decir que lo real sea, en modo alguno, un todo" Eso es lo prudente. Lo divertido es que continúe señalando que en general los científicos no admiten que lo real atrapado por sus leyes se les mueva de lugar cuando "... no se ve absolutamente por qué lo real no admitiría una ley que se mueva". (No se en cual parroquia estoy, pero acá me río una y otra vez).

El caso es que en esa Noche a la que aludo mi propio énfasis fue subrayar que también podíamos leer Un real para el siglo XXI como el Uno real, indagado por Lacan a partir de su práctica analítica, y que tal vez se trate de cómo hacerlo valer a largo plazo.

Subrayar se puede subrayar, pero qué sacar de eso es otra cosa... más costosa. La consigna de Miller me había desviado del seguimiento que quería hacer sobre la construcción de las fórmulas de la sexuación en el Seminario 19 de Lacan, para sumergirme en lo que no quería, a saber, las argumentaciones que en ese mismo Seminario Lacan realiza sobre la cuestión del Uno.

Con una brevedad muy audaz digamos:

1) Que se podría tomar a modo de conclusión de esas argumentaciones que "La teoría analítica ve despuntar el Uno en dos de sus niveles"[1]. Hay en un primer nivel el Uno que se repite, base de lo que se sedimenta como repetición en el decir del analizante. Pero como ahora tenemos dos niveles, y no uno sólo, es pensable que este primer nivel corresponda al saber en el lugar de la verdad, conforme al discurso analítico. Así discutamos ese saber como saber en lo real o como saber sobre lo real, y por hecho letra y escrito que esté por retorno de lo reprimido, todo indica que no le alcanzó a Lacan en su búsqueda del Un real. Casi seguramente porque ahí lo real permanece supuesto, y por definición, dócil a alguna ley y su repetición. No es poca cosa que eso decante en un analizante, pero ahora hay otro nivel del Uno, que Lacan sitúa en el lugar de la producción del discurso analítico, al menos como punto ideal a alcanzar. El S1 ahí es Un real, y lo contrario del Uno del nivel anterior, porque no juega en la repetición. Se reitera siempre como el mismo, pero esa mismidad no es lo idéntico, es la de su diferencia absoluta. Es el Uno como Uno solo, nos dice Lacan.

2) Por supuesto, lo dicho en el punto 1) no quiere decir casi nada sin seguir las preparaciones previas. A mí me han servido las siguientes que presento en una audacia cada vez más sucinta:

a) Creo que Lacan insiste, para su henología, en que el Uno tiene ambigüedades, diversidad de aspectos, de niveles. Del Un real mencionado, por ejemplo, parece inevitable que de un lado induzca un efecto de significancia, por lo demás, confusa, permaneciendo por el otro opaco en cuanto al goce. Siendo este goce que llamamos fálico, fuera de cuerpo, parece inevitable que el Uno intuido desde el in-dividuo corporal se sostenga en lo imaginario por algún enlace con lo real. Del Uno simbólico como marca contable, su fundamento lógico no hace sino derivarlo del conjunto vacío, es decir, de ese saco del cuerpo como Uno imaginario. Y así se puede avanzar en este trabalenguas, para indicar que mientras no haya otra cosa el paso a la consideración de Unos tóricos en sus anudamientos borromeos, ese filón, se impone fuertemente. Así respondo a una consulta de Miller para el próximo Congreso. De todos modos aquí estamos un poco antes, tratando de localizar el Un real de su tema.

b) De la lectura del Parménides de Platón, que Lacan nos invita a hacer, me parece que la clave es no perder de vista el Un real que busca. Por eso la distinción radical platónica entre el uno y el ser es fundamental, como oposición entre lo real y el ser. Con la consideración de las dos primeras hipótesis, y no tomar la posible tercera sino como corolario de la contradicción de las mismas, me ha bastado. Por la primera, si hay Uno, que nada pueda predicársele y que de él no tengamos representación no debe ser sino indicación de que hay uno real. De la segunda, el uno que participa del ser, me interesó las pruebas de que si participa, y bien, no hay Otro como Ser que se sostenga. Pero también me interesó que Platón sitúe acá al uno numérico. Por eso la inquisitiva reflexión de Lacan sobre el fundamento lógico del uno numérico a partir de Frege, sobre la aparición ambigua crucial del Uno como conjunto vacío y del Uno como elemento, sobre la importancia de que lógicamente el Uno del conjunto no pueda pretender Ser Todo. Pero el corolario de Platón es lo que interesa a Lacan. Hay un punto en que el Uno de la primera hipótesis se presenta en la segunda: es en el 'de pronto', en el 'instante', como corte y agujero en el Uno de la segunda hipótesis. De aquí parte Lacan para renovar la noción de ex-sistencia, pasando por Arístoteles, y enganchando también al átomo de Demócrito. Haiuno, que para nuestras coordenadas de tiempo y espacio es intervalo demasiado breve y corto como para hacerlo inteligible. Se presenta sólo en el parlêtre, en el lugar de la ausencia de relación sexual, y aquí nuestra noción de trauma encuentra un lugar nuevo, aunque ya preparado por la doctrina de Lacan sobre el afecto angustia.

c) De la inquisitiva lectura de la teoría de los conjuntos por parte de Lacan me parece clara una cuestión, impensable si no porque él viene de la práctica analítica. La construcción inicial de esa teoría, su axiomática, se basa en eliminar la mismidad en pro de lo idéntico, como se ve en la manera de definir la igualdad de conjuntos, la inclusión de un conjunto en otro, la unión, la intersección. Estamos en el paraíso de la letra que oblitera al sujeto del significante. Pero a cierta altura, con Cantor y los números transfinitos, la mismidad se presenta, y se cuenta, y tiene su letra. En efecto, los conjuntos infinitos con número cardinal Aleph0 son los mismos, tienen el mismo número, pero ya no se puede decir que sean idénticos. Son los mismos, solos en su diferencia. Hay a este respecto una argumentación más en Lacan que aún no he podido despejar. ¡Qué bueno si alguien me la hiciese comprender para que pueda explicarla más rápido! Lo importante sería proseguir estas orientaciones de Lacan para probar que las matemáticas no son una traba sino una ayuda para hacer valer lo que queremos hacer valer en el próximo Congreso, y para sostener que el Un real del tema será algo que podremos contar, uno por uno en su singularidad sola, pero no como número basado en la identidad sin mismidad que nos impone la gestión burocrática de la tecnología científica.

Ahora vamos rápido.

La consigna me parece singular porque me parece que insistirá como la misma en otras igualmente singulares que vendrán. Pero para abril de 2014, en Paris, tenemos un paso del decir a lo dicho, en primer lugar, como lenguaje para nosotros.

El punto de mira está dicho: una conversación de solos que, advertidos de la verdad mentirosa con la que se expresan, intentan localizar y hacer resonar el Un real.

En intensión, eso supone una clínica más cercana al trauma, y con otra perspectiva. Acá puedo ir rápido con una expresión que me entusiasmó, debida a Marie Hélène Brousse y Christiane Alberti. La expresión es: "Surfear el trauma". Expresión femenina, al fin de cuentas. Me gustó, porque las olas, sin tecnología japonesa u otra, son linda imagen de la mismidad irrepetible. Las olas son todas las mismas, porque ninguna es idéntica a otra. De lo mortífero al gran deleite surfearlas es contingente. Y hay que saber esperar, y jugarse, hacer algo cuando de pronto eso viene, porque se busca el encuentro que nunca será de fusión ideal con la ola. Ese es el cambio de perspectiva. No ir hacia el Un real para domesticar los posibles sufrimientos que puede causar desde una norma y su sentido, sino lograr acomodarse a él en una dirección que, de modo igualmente irrepetible, dé para una vida las invenciones de su satisfacción. Y acá se termina la imagen.

Para plantear...

 

Perturbar la defensa

Es la consigna para orientarnos en la dirección de la cura y el acto analítico.

He escuchado en mi contexto discusiones que crecen y me parecen bizantinas. ¿Perturbar la defensa es otra cosa que la interpretación?

No voy a intentar despejar una cuestión así planteada, que parece buscar dejar caer el término 'interpretación' para el ámbito perimido de una donación de sentido en el nombre de algún nombre del padre. Sólo hagamos un poco de memoria sobre la cuestión. La 'decadencia de la interpretación' fue planteada hace muchos años por Serge Cottet. Dio en el blanco desde el punto de vista de la interpretación freudiana, cuya consecuencia es un levantamiento de la represión secundaria, y el surgimiento de un sentido para lo que no lo tenía. Advertía que en la nueva clínica eso ya no funcionaba tanto, o nada. Pero como el último Freud indicó que la represión podía ser sólo un modo de defensa entre otros, cosa que aprovechó ya M. Klein, pensando en defensas más primitivas, el término 'perturbar la defensa' nos es útil para fundamentar nuestra práctica más allá de lo reprimido y su retorno, pues acá defensa, como lo ha señalado Miller, es defensa contra lo real, y no defensa contra "representaciones inconciliables" con alguna norma. Eso está, pero nuestro medio es la palabra. Es la interpretación propiamente analítica, por su equivocidad, la que tiene el aspecto por el cual, simplemente, resuena en el cuerpo, es trauma, y es en eso que perturba las defensas.

Por eso es más interesante la inquietud vinculada a cómo diferenciar ese analista-trauma de los traumas que subyacen a las sufrientes soluciones que trae el paciente. Es acá donde la cuestión del 'deseo del analista', con ese u otro término, no deja de plantearse, sin que, por razones de fondo, sin duda, se llegue muy lejos. No se trata de perturbar la defensa así como así, y entonces decimos que el analista lo hace "de la buena manera". No decimos más. O decimos algo más, cuando decimos que la buena manera es cuando el resultado "vivifica", cuando se logra dar un más de "vida".

En el film de G.Miller Una cita con Lacan, testimonia Suzanne Hommel de una interpretación que le hiciera Lacan que me parece tiene un valor paradigmático en esta cuestión. Hay el equívoco, pero hay otra cosa que la vacilación de una significación fija, hay otra cosa que una reducción del goce mortificante de la repetición traumática. Hay por el equívoco el anudamiento en ese punto justo de un goce radicalmente Otro. Eso orienta más sobre la "buena manera" de perturbar la defensa.

 

Un real... para el siglo XXI

También hay un texto de Jacques-Alain Miller que he tratado de difundir un poco en mi contexto porque lamentablemente no tiene, que yo sepa, traducción al español. Se llama "Un rêve de Lacan"[2], y me parece indispensable para ponderar qué puede querer decir que ese Uno real solo, producido en el confín del psicoanálisis en intensión, se ofrezca en extensión a muy largo plazo, y al malestar en la cultura en general. Puntúo algunas frases para motivar la lectura del mismo.

Ese sueño de Lacan es soñar con "el psicoanalista en matemático". Un sueño, claro: "…qué más lejano de las matemáticas que el psicoanálisis…". Pero el sueño de Lacan "era extraer del discurso analítico algo que tuviera que ver con los reales matemáticos", y me parece evidente que el tema de este Congreso lo prosigue, y es en eso que me parece singular.

Miller precisa varios reales en el quehacer matemático. Hay algunos más conocidos, las demostraciones de distintos imposibles, y hasta el extremo de la demostración de lo imposible de verificar lógicamente. Lo que Miller llama "el real conclusivo", como un pequeño avance de lo imposible. Nos puede parecer lo más lejano, aunque es sueño que, en intensión, habita en el dispositivo del pase, y se escucharán nuevos testimonios de los AE en el Congreso. Pero también hay "lo real del decir, en una donación de universo de discurso por el sistema de axiomas". Y acá estamos algo más cerca, porque algo ya ha empezado a partir de los decires de Lacan. Escucharemos seguramente muchas veces expresiones como 'no hay relación sexual', 'Haiuno', 'lo real es sin ley' y algunas otras que decantan. Hay real en esos decires, cuyos dichos son inéditos. Son pilares de un discurso cuyo porvenir no es absurdo sostener. Basta no considerarlos conclusivos, sino bases para desplegar un discurso orientado en esa dirección. Por eso señala Miller que en el medio está "lo real de las dificultades", y del trabajo de los que persisten en ese discurso que, lo prueban las matemáticas, puede llevar mucho tiempo. "...para el siglo XXI" está muy bien. Tal vez es demasiado optimista. No sabemos, y hoy no es predecible.

También tenemos cierta vecindad con el matemático porque, como lo señala Miller, hay el Otro del matemático. Está el decir de dichos axiomáticos, y está el trabajo del lenguaje que se despliega con orientación demostrativa, pero eso no puede sino dirigirse a un Otro, por lo demás, forjado, para la validación de lo demostrado. Lo real en matemáticas prueba que las matemáticas son también un discurso, y eso permite a Miller una consecuencia enorme: lo real es relativo a un discurso. Y no a cualquier discurso, sino a aquellos a los que un real les ex-siste como imposible demostrado. ¿Por qué no el discurso analítico?

Así, me parece mejor despertar un poco en cuanto al sueño en el que estamos, porque no he dejado de escuchar entre colegas el comienzo de la ironía y el desprecio por una consigna de trabajo que se cree de una grandilocuencia puramente retórica.

A partir del Un real como uno solo, sin ley, el paso de la intensión a la extensión del psicoanálisis (de donde provendrán muchas de las cuestiones en el Congreso) se verifica en una acción que no podría dar sentido, ni histórico ni otro, al malestar, sino incidir "de la buena manera".

¿Qué impide que a partir de ese Un real no advenga una Wirklichkeit, si no nueva, al menos no tan mortífera?

NOTAS

  1. Lacan Jacques, El Seminario 19, ...o peor, Buenos Aires, Paidós, 2012, pp.162 y 163.
  2. Miller J.-A., "Un rêve de Lacan", en Le réel en mathématiques, Francia, Agalma Ëditeur, 2004, p.107.
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