Diciembre 2013 • Año XII
#27
DEBATES

Astronospaleosteria

Aníbal Mendiburo

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Abel VentosoRF1, 2013
Polímero de alta densidad. Del Infinito Arte. Gentileza arteBA fundación.

Del Psicoanálisis como saber riguroso. [2]

Freud consideraba al Psicoanálisis una ciencia nueva, naciente. Lacan trató el problema de la relación del Psicoanálisis con la Ciencia, hasta que, finalmente, sostuvo que el Psicoanálisis es otra cosa que la ciencia, y lo caracterizó como un saber riguroso. ¿Qué es un saber riguroso?

Todos ustedes aquí presentes conocen a uno de los más fascinantes objetos de la Ciencia: el dinosaurio. Advirtamos que se trata de un objeto bien particular debido a lo siguiente:

Primero: el dinosaurio no es observable. Esto significa que la Ciencia que llena libros sobre la anatomía, el comportamiento, en fin, la vida del dinosaurio, jamás observó a uno de ellos y que todo este saber (que no estoy cuestionando en absoluto) no se basa en la descripción de ningún aspecto del animal, sino (a grandes rasgos) en la relación entre:

a. la Biología como ciencia

b. la observación de fósiles (es decir de huellas, por llamarle de algún modo, de aquello que fuera, según se supone, un hueso – sin compartir un solo átomo con el objeto que intenta conocerse).

Cuando hablo aquí de observación lo hago en un sentido muy amplio, que incluye la medición, por ejemplo. Notemos que si el conjunto de especulaciones sobre el comportamiento, aspecto, fisiología y demás de un dinosaurio no guardara relación con la Biología como disciplina científica, en tanto saber (aunque sea un saber sobre animales no extintos y ecosistemas actuales), dicha especulación sería semejante a la invención fantástica.
Pero no es así.

Fósil
Teoría/Representación
(observación)
---> (especulación/hipótesis) ---> Biología como Ciencia

Notemos entonces que, independientemente de lo atractiva que nos resulte una representación sobre el comportamiento de un animal extinto, digamos el Pterodáctilo, aquello que nos lleva a considerar que ese saber está fundado científicamente no es –o no debería ser– la autoridad de quien especula o, si ustedes prefieren, hipotetiza, sino la relación habida entre lo observado (el fósil) y el saber científico (que ha de tener también una base en la observación y una coherencia interna).

Así como dijimos que el Dinosaurio (objeto legítimo de la Ciencia) no es observable, como primer punto, digamos asimismo que:

Segundo: nada del orden del saber científico sobre los dinosaurios es experimentable. Si lo fuera, la hipótesis podría ponerse a prueba en laboratorio, bajo condiciones controladas y reclamar el valor de ley si una y otra vez se mostrara verdadera. Dado que esto es inconcebible en el caso del dinosaurio -su vida y su obra- debemos "conformarnos" con una serie de representaciones, basadas en la Biología como cuerpo teórico, -como saber basado a su vez en la observación de lo que sí resulta asequible a la misma- y en el estudio de los fósiles los cuales no son, recordémoslo, siquiera fragmentos de dinosaurios.

Propongo pensar que el psicoanálisis puede ser un saber riguroso cuando es posible desandar, hacer explícita, la relación entre la representación a la que se arriba, que suele aparecer como una afirmación (las cuales a veces se agolpan unas tras otras en los ensayos), la coherencia que guarda con otros elementos del saber psicoanalítico y la "observación". Aquí debemos sumar un detalle más: ¿qué sería observación en el caso del psicoanálisis? Así como, para la Paleontología como disciplina científica hemos incluido en el término "observación" la medición, en este caso, seamos completamente explícitos: la observación en psicoanálisis no ha tenido, en su historia, una sola fuente: se ha hecho uso de la observación, por ejemplo, del comportamiento del lactante o de la díada madre-hijo, por una parte; y se ha hecho asimismo "observación" de un tipo muy diferente: tomando datos del tratamiento psicoanalítico: es decir, a través de la transferencia.

Observación
(Transferencia)
(excesos del "ensayismo")
<---
--->
Psicoanálisis como saber riguroso
(Freud, Lacan Dixit)
<---
--->
Representación
(afirmación)

Fundamentalmente, los datos con que creamos nuestras afirmaciones, provienen de la transferencia, y cuando no es de ese modo, en general se explicita. Cuando Lacan discurre sobre el Estadio del Espejo, lo hace con experiencias de psicología comparada como telón de fondo, tanto como con el yo freudiano de 1914. Y no nos lo oculta.

 

De la Transferencia

Si el intento renovado del psicoanálisis en tanto se mantiene lo más cerca posible de su objeto, es asirlo -intento que falla, pero que permite siempre cierto "progreso" en los bordes de lo que no logra decirse- entonces, necesariamente, la intención de decir algo novedoso no puede plantearse como si fuera de suyo qué cosa es lo nuevo. Lo nuevo, si no es pura y simplemente lo traumático, es porque ya estaba preparado por las condiciones del significante.

Aquí no nos proponemos decir nada novedoso.

Después de meditar sobre la elección de su analista, alguien asocia: el analista, antes de ser elegido como tal, le ha dirigido, en una circunstancia relacionada con la transmisión del psicoanálisis, una mirada de desprecio. Allí está el amor[3]. Falla en encontrar una ubicación respecto del deseo del Otro que le haga soportable la vida.

No está de más decir, que solamente es posible leer algo allí, si el analista no toma ese desprecio como un daño a su narcisismo. Podemos concebir siempre la desviación consistente en argumentar, explicar, etc. para sacarse de encima ese desprecio que le han supuesto.

¿En qué sentido podemos decir "allí está el amor" cuando lo vinculamos al desprecio? En tanto éste, el amor, es algo así como el campo magnético que circunda la Tierra, que la protege, que redobla su redondez, que desvía lo que podría herirla, pero que también guarda algo a lo que debe su existencia: el núcleo ardiente, de metal fundido, sobre el que caminamos todo el tiempo sin pensar demasiado en eso. Es decir: que el amor, guarda en sí el objeto parcial y que, si el amor es algo que cautiva, es por lo que no aparece allí de modo evidente: no es por las virtudes, por ejemplo, del objeto amado, sino por aquello que Lacan ubica en el Seminario VIII, como agalma, dado que será lo que él vincula al objeto parcial, recubierto en el amor. Claro que aun no le dará todo su peso, sino hasta el seminario de La Angustia, como objeto a.

La transferencia será entonces, en su fase de cierre del Inconsciente, el punto de detenimiento en que el desprecio se desdobla, podríamos decir: el automatón es el retorno de los elementos ligados, en nuestro ejemplo, a este desprecio: recuerdos, palabras. Pero la Tyché es un retorno silencioso. Aun más: es el retorno del silencio, dado que lo que retorna allí supone siempre lo no simbolizado[4].

El momento de cierre, entonces, lo ubicamos en el punto preciso en que el desafío será que el sujeto se piense, en relación a su demanda de amor y no que se sienta despreciado. O, más allá, que aun sintiéndose despreciado, tenga el coraje[5] de pensarse allí, como quien se ubica precisamente allí y goza. El coraje que evocamos aquí es el que Lacan señala del Freud soñante, que no despierta ante la imagen horrenda de la garganta de Irma, porque tiene huevos. ¿Cómo entender esto? Dejando atrás la hipótesis fácil de la apoteosis de Freud, es decir, de un Lacan que intentaría hacer de Freud, una Deidad, podemos concebir hipotéticamente, que Lacan señala aquí que el coraje no es sólo cuestión del yo. Que hay algo -aunque tal vez no tengamos una palabra para eso- que no corresponde al orden de las representaciones del yo, y que tiene su incidencia más allá. No sólo basta mencionar al sujeto, tal vez sea, insisto, una posición del sujeto que aun no hemos nombrado mejor, (salvo con la referencia de Lacan a los aludidos huevos de Freud). Digamos que, desde aquella mirada, aquel que desprecia, será también aquel donde se suponga el saber. Así, esta dolida versión del amor al padre, es, por su presentificación en la transferencia, la condición de posibilidad del acceso de un saber al lugar de la verdad. Nada novedoso, como se dijo ya.

Cuando la demanda de amor se presenta en un primer plano es, a todas luces, un callejón sin salida. Notemos que es perfectamente sensato decir: si el Otro sólo existe para el neurótico, es evidente que con la caída del Otro, caerá también la demanda de amor. Al mismo tiempo, es perfectamente evidente que no alcanza con mostrar al sujeto que no hay a dónde ir a buscar que esa demanda sea satisfecha. Como fuere, no alcanza con mostrar que no hay Otro del Otro, no se trata de adoctrinar[6]. Seguimos aquí las elucubraciones de "Subversión del Sujeto". Si la pregunta del neurótico es: ¿Qué me quiere el Otro?, es en términos de pulsión que espera la respuesta y allí mismo se perfila una indicación clínica de Lacan, con la que terminamos este trabajo y que no deja de abrir, en realidad, tantas otras preguntas:

Lacan ubica que la fantasía de un Padre que fuese perfectamente amo de sus deseos es "el principio de la transferencia en lo que tiene de interminable".

Por eso una vacilación calculada de la "neutralidad" del analista puede valer para una histérica más que todas las interpretaciones…"[7].

Por eso, el analista, en aquello que Freud oponía a la interpretación como "manejo de la transferencia", deberá: "preservar el analista para el otro, la dimensión imaginaria de su no-dominio, de su necesaria imperfección…"[8].

NOTAS

  1. Trabajo que fuera presentado en las XV Jornadas Anuales de la EOL, Sección Santa Fe, bajo el título: Astronosteria, para hacer un eco a Lacan, quien no hacía lingüística sino "Lingüisteria" o "Lingüistería". El agregado de Paleos se debe a las referencias a la Paleontología, de la primera parte.
  2. Esta primera parte, que intenta hacer pensable el "saber riguroso" al que apunta Lacan, no dialoga tal vez de la mejor manera con la segunda, en la que nos hemos limitado en las explicitaciones de las relaciones entre los tres elementos: lo que se presenta en la transferencia, el cuerpo teórico del psicoanálisis y nuestras propias afirmaciones; debido al formato propio del escrito para las Jornadas. No obstante, no nos parece demás decir que la aspiración de la primera parte, bien podría cumplirse más acabadamente en la segunda, aunque en este caso puntual, el tiempo no nos lo permita. Habrá que esperar la ocasión propicia para hacerlo.
  3. Mucho después, recuerdos de infancia mostrarán hasta qué punto esa mirada de desprecio se liga al lugar de exclusión en el que se ubica fantasmáticamente ante el Otro de la demanda de amor, encarnado por su padre.
  4. Sirva aquí como contraejemplo el caso de la Bella Carnicera, en este punto: su deseo insatisfecho le permite seguir "amándose con locura" o "seguir haciéndose la puñeta sin cesar" (según las diversas traducciones) con el llamado Bello Carnicero, su marido, destinatario de su demanda de amor. Es decir, algo se logra en cuanto a ubicarse en un lugar vivible en relación al deseo del Otro. No obstante, si conocemos su sueño, es porque estaba en análisis con Freud y de dicho análisis, no sabemos mucho más.
  5. Nuestro agradecimiento a Norah Pérez por ofrecernos una precisión oportuna, al momento del diálogo en una de las mesas simultáneas de las XV Jornadas Anuales de la EOL, Sección Santa Fe.
  6. Lacan, Jacques. Escritos 2- 2ª edición, 1ª reimpresión, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2010, Pág. 779.
  7. Op.cit., p. 784.
  8. Ibid.
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