Abril 2012 • Año XI
#24
Lecturas lacanianas

Borde de semblante

Kuky Mildiner

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Emilio Pettoruti. Quietud en el más allá
1956. Acrílico sobre tela. 65 x 100 cm. Rubbers Internacional. ArteBA 2012. Cortesía de ArteBA fundación.

En la Presentación del tema para el VII° Congreso de la AMP, Jacques-Alain Miller propone "articular una dialéctica del sentido y del goce en la experiencia analítica y manifestar en nuestros trabajos el borde de semblante que ubica el núcleo de goce, no borrar el semblante sino recuperarlo." [1]

Tomaré el borde del semblante a partir de la nominación, esto es, a partir del nombre y el acto de nombrar que este implica.

Una referencia obligada para este tema es el curso "De la naturaleza de los semblantes". Allí J.-A. Miller define al semblante como "lo que hace creer que hay algo allí donde no hay" [2]. En el camino al nudo borromeo, perspectiva que estipula la equivalencia de los tres registros, el semblante es una escala que nos permite tratar juntos lo simbólico y lo imaginario. Pero, Miller aclara, sostener que el semblante no tiene ninguna relación con lo real sería ser nominalista, cosa que, según Lacan, un analista nunca podría ser. ¿Cómo ubicar entonces la relación del semblante con lo real? Un sesgo posible es aquel que lo propone como ex-sistente a partir del nombre.

Retomando una cita de "El despertar de la primavera" donde Lacan ubica "….el nombre como existencia. O sea, el semblante por excelencia" [3], J.-A.Miller afirma: "El nombre es, sin duda, semblante, pero toda la cuestión es que termina por ex - sistir." Y agrega "…un nombre que ex - siste es la perfección del semblante" [4]. Es lo que pondré a trabajar como un modo de situar el borde del semblante.

Respecto de la ex–sistencia: sabemos que "…pasó a ser una categoría de la última enseñanza de Lacan. Es aquello con lo que se califica, hablando con propiedad, lo real" [5]. La posición de la existencia se realiza una vez que se atravesó el orden de las causas, es decir, un orden de sentido. Esta noción modifica a la de consecuencia ya que introduce una discontinuidad entre el

antecedente y el consecuente. Subsiste el consecuente desarticulado y liberado del antecedente.Es un resultado, pero un resultado que queda incluso mientras que se borra la operación de la que resulta. Diferente del "supuesto" que queda anudado a la condición.

Respecto del nombre: Es en el Seminario 22, "R.S.I." donde J. Lacan se interesa especialmente en el acto de nombrar. ¿Que dice al respecto? "La nominación es la única cosa de la cual estamos seguros que eso hace agujero" [6].

"En la lingüística se distingue el ´dar nombre´, de la comunicación". "En el nombrar la habladuría, hablando propiamente, se anuda a algo de lo Real" [7].

Y contrapone lo que puede ser comprendido, el para todos, de lo que está fuera de toda comprensión, el para uno. En la comunicación estarían en primer plano: o bien la referencia - aquello de lo que se trata - o bien el Otro a quien uno se dirige. Mientras que en el nombrar se cuestiona la "evidencia" de la comunicación. Lo dice de un modo muy interesante, jugando con el equivoco: "Yo me esfuerzo simplemente por vaciarlos (les evider), lo que no quiere decir lo mismo, porque vaciar (vider) reposa sobre vacío (vide) y evidencia (evidence) sobre ver (voir)" [8]. De lo que se deduce que el nombre remite al "sin referente", "denuncia el espejismo de la referencia" [9].

Incluso en la clase 11 de dicho Seminario ubica la nominación como la introducción de un cuarto elemento en el nudo. Cuarto elemento que en El Seminario, Libro 23, El Sinthome, lo referirá al sinthome. La teoría del nombre se relaciona con las teorías de los nombres propios y los comunes (y estos con el escrito). El nombre propio necesita de un tratamiento lógico especial, presenta una dificultad específica en la medida en que resiste la traducción por funciones. En ese punto lo relaciona con lo escrito .En el epilogo de El Seminario, Libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Lacan hace una diferencia entre sus Escritos (no-para leer) y la transcripción de su seminario, para que se lea.

Esta agudeza respecto del escrito, Lacan dice que ya ha sido establecida antes por Joyce, quien introdujo el escrito como no para leerlo. Y que seria mejor que se dijese "lo intradujo", ya que hace de la palabra tráfico mas allá de las lenguas.

Es interesante situar al respecto que en la Biblia, referido al nombre de Dios, también se ubica éste como un escrito de cuatro letras, en hebreo, no para leer. Se pronuncia de maneras plurales: Adonai, Elohim, etc., pero aquello que se escribe no se podrá leer. También en el Seminario 22 y a propósito del tema de nombrar, Lacan habla de los judíos que han sido muy gentiles al explicar qué es lo que llaman padre: " Lo hacen en un punto de agujero que incluso no podemos imaginar…´soy lo que soy….-eso es un agujero, ¿no? Un agujero,…eso traga, y luego hay momentos en que eso vuelve a escupir, ¿Qué? El nombre" [10].

Respecto de esto J.A.Miller, en su curso "El desencanto del psicoanálisis", ubica que el "sentido de la práctica no es pensable….si no funciona el envés del psicoanálisis, que es el discurso del amo y el amo instalado en su lugar. Para lograr que el sujeto lo vuelva a escupir, es preciso que en primer lugar haya sido marcado por ese significante"[11]. Volver a escupir el nombre implica el movimiento de un análisis. Del discurso del amo al discurso del analista.

Si tomamos el camino que va del semblante en el discurso del inconciente al del discurso del analista, se pueden ubicar esos dos valores diferentes del S1. En el discurso del inconciente, el significante amo (en el lugar del semblante) como la gloria de una marca que se repite y que lleva al sentido, con un modo particular de elaborar el goce. El goce que estará siempre a través de todas las significaciones, a través de todos los efectos de sentido, de donde se deduce la

posición subjetiva. En el discurso analítico, "Del lado del analista, existe hacerse el ser de abyección. Pero eso no es todo. Del lado analizante, el Uno se admite, bien que resulte puesto a trabajar allí. Es puesto a trabajar, ya que finalmente resulta siendo producido" [12]. Es así que "Tal vez sea del discurso del analista de donde puede surgir otro estilo de significante amo" [13].

Creo que "volver a escupir el nombre" se podría pensar, en este sentido, como el surgimiento de otro estilo de S1. Implica un volver a "los fundamentos" a la vez que un acto de invención.

Entonces es a ese S1, como nombre "producido","escupido" en el discurso del analista, S1 que no llama a la significación, sino efecto de las vueltas dichas en un análisis, al que podemos ubicar como nombre que ex siste como borde de semblante singular.

Un nombre producido, al tornarse ex-sistente, puede ser tomado como borde de semblante.

NOTAS

  1. http://www.elp-debates.com/e-textos/hacia_VII_congreso_JAM.prn.pdf
  2. Miller, J.A., De la naturaleza de los semblantes, Editorial Paidos, Bs.As., 2002, Pág. 17.
  3. Lacan, J.,"El despertar de la primavera", en Intervenciones y textos 2, Editorial Manantial, 1993, Pág.112.
  4. Miller, J.A., Ídem (1), Pág. 21.
  5. Miller, J.A, "La ex –sistencia", en Lo real y el sentido, colección Diva, Bs.As., 2003, Pág.52.
  6. Lacan, J, Seminario 22, "R.S.I." Inédito. Clase 10.
  7. Ídem (5)
  8. Ídem (5), Clase 7.
  9. Laurent, E.," Sans referente" en Papers numero 1, febrero 2009.
  10. Lacan, J., Idem (5), clase 10.
  11. Miller, J.A., "El desencanto del psicoanálisis" (inédito)
  12. Laurent, E., "La carta robada y el vuelo sobre la letra". En Síntoma y nominación, Colección Diva, Bs..As., Pág. 171.
  13. Lacan, J., El Seminario, Libro 17, El Reverso del Psicoanálisis, Ediciones Paidos, Bs.As., 1992.Pág. 190.
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