Enero 2016 • Año X
#31
Pase

La fixión de la opinión verdadera

Leonardo Gorostiza

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Nimbus de arena
Ivana Bristiel

"¿Podrás, Sócrates, decirme si la virtud puede enseñarse; o si no pudiendo enseñarse, se adquiere sólo con la práctica; o en fin, si no dependiendo de la práctica, ni de la enseñanza, se encuentra en el hombre naturalmente o de cualquier otra manera?"[1]

Tal vez muchos de ustedes reconocerán en estas palabras, el comienzo del diálogo platónico "Menón o de la virtud". Diálogo que Lacan abordó en diferentes momentos de su enseñanza.

Primero, en su Seminario 2, momento inaugural caracterizado por la promoción de lo simbólico.[2]

Segundo, en el Seminario El acto psicoanalítico, apenas un mes luego de haber presentado su Proposición del pase.[3]

Finalmente, en El atolondradicho, en el seno de su última enseñanza, y dónde se encuentra el párrafo que me ha sido propuesto para comentar.

Así, este diálogo es una referencia constante en la enseñanza de Lacan, cuyo comentario no podría no sufrir algún tipo de torsión en cada una de dichas escansiones.

Sin embargo, eso no nos impide afirmar que de algún modo -tal como lo ha señalado Jacques-Alain Miller- : "No hay nada más cercano a lo que Lacan orquesta en su última enseñanza que la nota que él hace oír en su primer comentario del Menón…"[4]

¿Y en qué consiste esta "nota" que Lacan hará oír a través de toda su enseñanza? En destacar lo que Sócrates aísla: lo que hace límite al saber, a la episteme, es decir, al saber ligado por una coherencia formal.

Como ustedes saben, lo que Sócrates pone de relieve respondiendo a la pregunta de Menón, es que no hay episteme de la areté, es decir, de la virtud.[5] Dicho de otro modo, que la virtud –entendida como acción política y vinculada a la interpretación- se corresponde a la orthodoxa, a una acción definida porque lo verdadero que hay en ella, no es aprehensible por un saber ligado.

Entonces, la orthodoxa, traducida como opinión verdadera, indica que la virtud no es enseñable ya que es lo que escapa a esa coherencia de discurso que supone todo saber. Coherencia que tiene un efecto destacado por Lacan como el error inherente a todo saber: el de olvidar, una vez constituido como saber, "…la función creadora de la verdad bajo su forma naciente".[6] Es decir, olvidar "…el valor de la invención simbólica –subrayo este término-, del surgimiento de la palabra."[7]

¿Y por qué eso habría de interesarnos en tanto psicoanalistas? Precisamente porque "todo lo que se opera en el campo de la acción analítica es anterior a la constitución del saber…"[8], lo cual es lo mismo que decir que nuestra práctica se sitúa a nivel de la orthodoxa, a nivel de la opinión verdadera a nivel de la emergencia del significante –puedo anticiparlo ya-, del S1, cuando éste no ha hecho aún cadena, es decir, ligazón, con otro significante.

Ubicado esto, paso a recordarles la frase de El atolondradicho que me fuera propuesta para esta intervención. Dice así:

"Lo no enseñable, lo hice matema al asegurarlo con la fixión de la opinión verdadera, fixión escrita con una x, pero no sin recurso al equívoco."[9]

Al leerlo, luego de lo que acabamos de decir, lo primero que se impone es una suerte de contradicción. ¿Cómo es posible que Lacan diga que hizo matema de lo no enseñable -no enseñable que es equivalente a la opinión verdadera, es decir a la virtud-, si el matema precisamente es lo integralmente enseñable?[10]

La pista para orientarnos en este punto, que más que una contradicción se va a revelar como una paradoja, nos la da el propio Lacan. Efectivamente, unas páginas antes del párrafo que señalamos y a modo de introducción a su nuevo comentario del Menón, indica que "…la imposibilidad de decir verdadero de lo real se motive de un matema (saben cómo lo defino), un matema con el que se sitúa la relación del decir al dicho."[11]

Digo que esto es una pista porque "decir lo verdadero de lo real" sería equivalente a reabsorber lo real en los dichos, es decir, en una articulación equivalente a la episteme, en una coherencia ligada y pronunciable. Mientras que –Lacan aquí lo destaca- hay algo que jamás podrá ser reabsorbido en los dichos y eso es el decir. Desde esta perspectiva, podemos afirmar que el matema que sitúa la relación del decir al dicho no es otro que el S (A/), matema del significante de la falta en el Otro, que anticipa su caracterización de la ex–sistencia.[12]

En este sentido, el decir ex–siste al conjunto de los dichos tal como ese significante que, en tanto trazo (letra), ex–siste al conjunto de los significantes. Es un trazo y como tal impronunciable, pero no lo es su operación, que es la que se produce cada vez que un nombre propio es pronunciado.[13] En ese acto de nominación, el enunciado se iguala a su significación y vaciando de sentido al significante, indica el referente sin remitir a otra significación.

De este modo, y poniendo distancia con su primer comentario del Menón, en este escrito Lacan da un paso más al señalar que "…la opinión verdadera a la que en el Menón Platón da sentido, ya no tiene para nosotros más que au-sentido de significación…"[14] Paso enorme porque así Lacan sitúa la opinión verdadera en homología con lo real ya que precisamente en este escrito él habla delau-sentido (ab-sens) de la relación sexual.[15]

Es decir que no hay significación que dé cuenta de la relación sexual así como no hay significación que dé cuenta de la opinión verdadera.

De esto se desprende que el matema S (A), es decir el significante de la falta en el Otro, no tiene ya solo la función de indicar la imposibilidad de decir lo verdadero de lo verdadero –propio del primer momento de su enseñanza-, sino de indicar cómo el significante, desprovisto de sentido o de significación, puede valer como un elemento de lo real.

En esta perspectiva se entiende la auto-citación que, tres parágrafos más adelante, Lacan hace de un pasaje de su Seminario 3: la lección del 11 de abril de 1956. Se trata de una lección donde precisamente afirma que el significante, en cuanto tal, no significa nada.[16]

Así, si el significante –como el número- no significa nada, existe allí una vía por la cual es posible la fixión de la opinión verdadera. Dicho de otro modo, la fixión de un real. El desplazamiento operado implica que ya no se trata en la opinión verdadera tanto de la función creadora de la verdad bajo su forma naciente sino del aislamiento de aquellos S1 –sin sentido- que para un sujeto han fijado el encuentro siempre traumático con el goce. De allí que Lacan diga que el término fixierung empleado por Freud destaca que en el cuerpo se deja escribir algo del orden del número[17], es decir, sin sentido.

Entonces, ¿qué consecuencias para la praxis lacaniana?

Primero, que la diferencia entre la opinión verdadera y la episteme es lo que hace a la antecedencia de la praxis a la teoría, y que ésta, en tanto sujeto supuesto saber eternizado, no es sino un obstáculo a remover en nuestra práctica. Mientras que la práctica, lejos de depender de las formas eternas, se sitúa de lleno en la temporalidad, en el kairos de la acción. De allí que los efectos de "formación" deban ser abordados por el sesgo de lo imposible de enseñar.[18]

Segundo, que la opinión verdadera no puede reducirse a las consecuencias de un saber hacer. Ese es el error del saber. Concebida como lo verdadero que agujerea la coherencia del saber, o bien como la fixión de lo verdadero por la cual éste se mide con lo real, la opinión verdadera se sitúa en la perspectiva del saber arreglárselas con el sinthome (savoir y faire avec le sinthome).

Tercero, que al indicar que el término fixión es en sí mismo equívoco, Lacan retoma el lazo entre la opinión verdadera y la interpretación ya presente en el Seminario 2. Pero ahora situando la interpretación en la vía del equívoco (homofónico, lógico o gramatical). Así, la opinión verdadera, tal como la interpretación, se vuelve tributaria del decir –la opinión verdadera es un decir- y no se sitúa ya solo a nivel de la verdad en estado naciente. Por el contrario, apunta –aboliendo el sentido y, restando infundada, por fuera de las validaciones de verdad- a la localización de un real. De allí su lazo con el fuera de discurso de la psicosis.[19]

Por último, que el temprano término de "invención simbólica" que al comienzo subrayé, puede ahora ser entendido de otra manera: como la invención de un significante nuevo, que no existía antes en el Otro, y que no tiene, como lo real, ninguna especie de sentido.

En mi caso, ustedes lo saben, se trata de "el-calzador-sin-medida".[20] Es con él, con su función de localización (repérage)[21] aislada en mi propia experiencia analítica, que intento, cada vez, orientarme en mi práctica donde la interpretación -el decir de la opinión verdadera- tiende a reducirse al corte y a su efecto de nominación.

* Intervención efectuada en las 41° Jornadas de la École de la Cause freudienne, realizadas en París el 8 y 9 de octubre de 2011, bajo el título Praxis lacaniana del psicoanálisis, y dondedistintos participantes fuimos invitados a comentar un breve párrafo de la enseñanza de Jacques Lacan.

NOTAS

  1. Platón, Obras Completas, Tomo II, Bibliográfica Omeba, Argentina, 1967, pág. 207.
  2. Lacan, Jacques, El Seminario Libro 2, El Yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica (1954-1955), Paidós, España, 1983, págs. 27-44.
  3. Lacan, Jacques, El Seminario, Libro XV, El acto psicoanalítico (1967-68), inédito, lección del 29 de noviembre de 1967.
  4. Miller, Jacques-Alain, Orientation lacanienne III, 4. Première séance du Cours, (miércoles 14 de noviembre de 2001, inédito, traducción nuestra).
  5. Ibídem, n. 2, pág. 36.
  6. Ibídem, pág. 35.
  7. Ibídem., (negritas nuestras).
  8. Ibídem, pág. 38.
  9. Lacan, Jacques, "El atolondradicho", Otros escritos, Paidós, Argentina, 2012, pág. 507.
  10. En el mismo sentido, en su Curso, J.-A. Miller recordaba que la vía del matema, en tanto apunta a lo universalizable, borra la singularidad, es decir, la enunciación. Miller, Jacques-Alain, Orientation lacanienne III, 12.Vie de Lacan, Première séance du Cours, miércoles 27 de enero 2010, (inédito).
  11. Op.cit. n. 9, pág. 505.
  12. Miller, Jacques-Alain, El lugar y el lazolecciones del 9 de mayo de 2001, Paidós, Argentina, 2013, pág. 325-335.
  13. Lacan, Jacques, "Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano", Escritos 2, siglo veintiuno editores, Argentina, 2002, pág.779.
  14. Op. cit. n. 9, pág. 506.
  15. Ibídem, pág. 514.
  16. Lacan, Jacques, El Seminario, Libro 3Las psicosis, (1955-1956), Paidós, España, 1984, pág. 264.
  17. Lacan, Jacques, "Conferencia en Ginebra sobre el síntoma" (4 de octubre de 1975), en Intervenciones y Textos 2, Manantial, Argentina, 1988, pág. 139.
  18. Ibídem, n. 4.
  19. Ibídem, n. 9, pág. 514.
  20. Significante nuevo inventado en el final del análisis sobre el cual he testimoniado durante los tres años de enseñanza como AE, transcurridos entre 2010 y 2013.
  21. En su Seminario 24 Lacan define al psicoanálisis como una "localización" (repérage). Lección del 16 de noviembre de 1976. Vale la pena recordar que se repérer también significa "orientarse" (s'orienter).
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