Diciembre 2001 • Año I
#4
Dossier

La EOL, francamente...

Samuel Basz

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Julieta Espósito
Sin Título. 2005.
Tinta sobre papel.
20 x 26 cm

Determinado –al adjudicar a la EOL un papel crucial en la demarcación de las perspectivas de la Orientación lacaniana sostenida por Jacques-Alain Miller–, Samuel Basz no duda en considerar que, no obstante, la apuesta de la EOL debe renovarse en otro plano, el de la formación del analista, allí donde hay luces –y sombras...

Es evidente –no lo era hace diez años– la existencia de una amplia comunidad analítica que reconoce su trabajo en el que hace Miller sobre la enseñanza de Lacan.

Se trata de un trabajo permanente, multifacético, en al menos tres lenguas y desplegado en todos los espacios que convienen al país del psicoanálisis, es decir allí donde hay una práctica clínica responsable.

Sin embargo, no cabe duda que si se quiere seguir el hilo conductor de ese trabajo, hay que referirse al curso que Miller sostiene desde hace 20 años: el de la Orientación Lacaniana.

La EOL es la primera Escuela del Campo freudiano que se establece francamente –su nombre nombra esa cualidad– en la perspectiva y los resultados de ese trabajo.

A diez años de su fundación hay que admitir que esa franqueza se constituyó en el pivote de una nueva política para el psicoanálisis.

En Buenos Aires, la tensión IPA-Lacan, tensión que Masotta supo instalar de entrada con una dignidad teórica ejemplar, fue alimentada por los mejores representantes del psicoanálisis argentino, y mantuvo vivo el entusiasmo por su causa en una saludable extimidad respecto de las instituciones en que se asociaban los analistas.

Esa nueva política para el psicoanálisis tuvo, con la creación de la AMP pocos días después de la fundación de la EOL, su acto inaugural.

A partir de allí, y más notoriamente en el Congreso de la AMP de Barcelona en 1998, la posición de la EOL fue determinante en la configuración del contexto discursivo que condicionó que el decir de Miller respecto de lo dicho por Lacan se entendiera como una demarcación en la enseñanza de Lacan de profundas consecuencias en la inteligencia de su estructura.

Ahora la Orientación Lacaniana genera un torbellino provocador del que se hacen eco numerosos practicantes del psicoanálisis en muchas ciudades del mundo, discutiendo la lógica de sus escansiones, y sirviéndose de esa orientación para medir los alcances de una clínica naturalmente proclive a la autodegradación y para encarar la vida institucional, naturalmente propensa a la muerte.

Así la EOL contribuyó lúcidamente a que el "todos lacanianos", que anticipara Miller hace muchos años, sea función de la mejor textualidad posible: la que se escribe al referir la práctica cotidiana del psicoanálisis a los principios de la Escuela.

La apuesta de la EOL se renueva ahora en otro plano. Por la contingencia de su origen y la fuerza de su destino, es el momento de alentar el tratamiento de un orden de razones internas al psicoanálisis lacaniano, que puedan responder por la calidad de la condición analítica de los practicantes.

Es ciertamente una finalidad pretenciosa –no menos que la EOL, que a su manera siempre lo fue–, pero también prudente: se trata de mostrar, francamente, que la formación analítica entre nosotros no carece de luces… ni de sombras.

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